viernes, 14 de mayo de 2010

Salomé en el Teatro Real de Madrid

El siguiente título de mi pequeño abono, en el Teatro Real, fue la gran ópera de Richard Strauss Salomé.

Richard Strauss, compositor alemán nacido en Munich (1.864-1.949) fue un "niño prodigio" de la música.

Compuso diversos poemas sinfónicos de temática heroica, que son los que le han hecho conocido del gran público, como "Así hablaba Zaratrusta" que encabeza la película "2001: Una odisea en el espacio", dirigida por Stanley Kubrik en 1.969.

Después de escribir varios de estos poemas, gran cantidad de lieder y alguna sinfonía, Strauss dirigió su atención hacia la ópera.

Tras varios intentos sin éxito conoció el drama de Oscar Wilde, Salomé, traducido al alemán, que le fascinó y lo llevo a componer la ópera de mismo nombre, estrenada en 1.905.

Salomé es una gran obra maestra del expresionismo musical alemán

El escandalo acompaño al estreno, tanto por el tema bíblico del que parte, como por el tratamiento que le da Wilde y sigue Strauss.

La reacción fue apasionada y extrema, de tal manera que hasta se suspendieron las funciones en el Metropolitan Opera House de Nueva York, por la feroz critica del público. Tampoco en Europa, Inglaterra y otros cuantos países tuvo mejor acogida.

Al público le desagradaba tanto el tratamiento del pasaje bíblico, como la música con elementos atonales, politonales y ciertas disonancias, a las que no estaba acostumbrado.

El paso del tiempo ha puesto las cosas en su lugar y ahora crítica y público aplaudimos, sin prejuicios, la enorme calidad de esta obra.

Salomé transcurre en un único acto.

En una noche de luna llena, en el palacio del tetrarca de Judea, Herodes Antipas, se celebra un gran banquete; Salomé su sobrina e hijastra, hastiada de esas diversiones sale y oye hablar del prisionero, encerrado en una cisterna, por acusar y condenar sin descanso a su madre, Herodías, y a su padrastro Herodes por incesto.

En efecto Herodes se ha casado con la viuda de su hermano.

Fascinada por lo que oye, hace sacar a Jokanaan (san Juan Bautista) de la cisterna y trata de seducirlo.

Aunque al principio Jokanaan no sabe siquiera con quien habla, cuando se da cuenta, no solo no cae en la seducción, sino que rechaza violentamente a Salomé y la maldice.

Ella no soporta el rechazo y jura venganza.

Lo tiene al alcance cuando Herodes, que esta prendado de ella, le pide que baile para él, y que a cambio le dará todo lo que le pida.

Salome baila la danza de los siete velos y pide la cabeza de Jokanaan.

Herodes queda desolado, pues no quiere matarlo, pero finalmente cumple su promesa; el profeta es ejecutado.

Unos guardias traen su cabeza en una bandeja.

Salomé, desquiciada, le declara su amor y besa la cabeza.

Obra de una gran intensidad dramática, y música grandiosa.

Nuestro día señalado por el abono, 28 de abril, íbamos a tener ocasión de verla por segunda vez.
Esta vez en el incomparable marco del Teatro Real.

Había tenido muy buenas criticas la soprano que interpreto Salomé en el primer reparto.

A nosotros nos toco el segundo con Salomé a cargo de la soprano sueca Annalena Persson, que canto e interpreto muy bien, para mi gusto.

El baritono (Jonakaan) estuvo a cargo del norteamericano Mark S. Doss.

En realidad la escena que mas me gusto y sobrecogió fue el encuentro entre Jokanaan y Salomé.
Está maravillosamente expuesta la diferencia entre sus dos mundos, a través de una música y canto bellisimos.

La orquesta fue dirigida por Jesús Lopez Cobos, titular de la Orquesta Sinfónica de Madrid, que deja el cargo después de esta temporada, circunstancia que lamento pues me parece un excelente director. En esta obra, dada su formación germánica esta esplendido.

Hasta aquí en cuanto a la grandiosa música de Strauss y el buen reparto, todo bien.

El fallo de la representación, fallo importante porque la ópera es un espectáculo total, está en el montaje.
El Director de Escena, el canadiense Robert Carsen, la ha destrozado. En primer lugar traslada el escenario a un casino de Las Vegas(?).

El texto y la acción, que tiene un contexto claro y determinado, se ven distorsionados por el entorno, y merman la intensidad del espectáculo, lo banalizan y lo estropean.

El punto culminante del desastre es la famosa danza de los siete velos.

En vez de danza es una serie de gestos de dudoso gusto, coronada por la exhibición en pelota base de siete viejos, que se van quitando la ropa, hasta quedar totalmente desnudos, antes los atónitos y resignados ojos del espectador.

Comprendo que para un director de escena la danza en cuestión, es un reto de difícil solución.

Salomé, que en el texto es una jovencita, tiene que ser interpretada por una soprano muy formada, debido a la gran dificultad de la música, lo cual implica una cierta edad; por otro la cantante no tiene porque saber danzar.

Pero de eso, a la chabacanería y a someter a los espectadores a ese lamentable espectáculo , va un trecho.

Otro momento dificil de digerir se produce cuando los invitados juegan al balón con la cabeza del Bautista

Hay una corriente en la ópera actual, para desgracia de los espectadores, de renovación mal entendida. No porque sea nuevo, tiene que ser bueno.

Por otro lado, creo que el escenográfo cae en la frustración.

Dada la historia de está ópera, quisiera que el escandalo acompañara a su creación, como sucedió en el estreno de la obra, pero eso es hoy día del todo imposible.

Nada hay hoy que escandalice, realmente, a nadie.

En consecuencia, los cantantes y el director de orquesta fueron muy aplaudidos, mientras que el director de escena fue pateado y abucheado.

Me ha costado encontrar alguna foto que me guste del montaje, pero ahí va alguna mas.

Esta, por ejemplo, es Salomé cuando sale del banquete o si, se quiere fiesta, ¿a qué va vestida muy adecuadamente?












2 comentarios:

  1. Me ha parecido un muy buen análisis de los destrozos que algunos directores de escena hacen en las óperas. Una pena.

    Disiento en que los cantantes de ópera no tienen por qué saber danzar. Vale, no tienen que ser profesionales, pero si la ópera es un espectáculo integral, los cantantes deben de formarse también integralmente, sino se puede oír un disco e imaginarse el resto, ¿no? No digo que tengan que bordar en este caso la danza de los 7 velos, pero unas nociones, unos movimientos... ¿por qué no?

    ¿Cuál es la próxima ópera y dónde?

    Besos

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  2. Tienes razón; se debería exigir un mínimo en cuanto a control corporal: si hay que danzar pues, unas nociones. Creo que estan en esa vía, pero cuando el planteamiento es horrendo como es el caso de "Salomé",ya esta estropeda sin remedio.
    La próxima ópera en Madrid, sera ya para octubre. Es "Ascensión y caida de la ciudad de Mahagonny" de Kurt Weill, toda una novedad. Vamos a ver como nos la propone el nuevo director artistico del Teatro Real, Gerard Mortier, que viene con polémica. Ya veremos

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