miércoles, 6 de abril de 2011

Ecuador.Capitulo XI. Biblián, Ingapirca. Guayaquil


Nos trasladamos de Cuenca a Guayaquil, de las grandes montañas a la costa, por decirlo de otra manera.

Día muy variado e interesante, en el que hicimos los 300 km recorriendo otro gran tramo de la carretera Panamericana, de nuevo.

Nuestra primera parada fue en un pueblo andino llamado Biblián, de unos 12.000 habitantes, que tiene una preciosa iglesia dedicada a Nuestra Señora del Rocío, construida en una empinada colina, de nombre Zhalao, que llama la atención tanto por su emplazamiento, como por su belleza.

El Santuario mariano, producto de la ola de afirmación católica que recorrió el mundo en el último cuarto del s. XIX, fue construido y sufragado por los habitantes del pueblo, entre 1.884 y 1.912.

La primera idea de construir un lugar de peregrinación fue del párroco del lugar D. Diego Muñoz Serrano, que dejo sentadas las bases al trasladar, durante una época de penuria y hambre, provocada por las heladas y las sequías, una diminuta imagen de la Virgen, que poseía desde sus años de seminarista, a una pequeña gruta de la colina de Zhalao, donde posteriormente se hizo una construcción provisional de madera, precursora de la gran iglesia, en la que se ha empleado la piedra tallada, que trepa por la colina.

Desaparecido D. Diego, fue nombrado párroco de Biblián, que entonces pertenecía al cantón de Azogues, don José Benigno Iglesias, clérigo de gran empuje, que se implico aun mas en la obra, y la vio terminada.

La iglesia de estilo ecléctico, que incluye el neo románico, el neo gótico, incluso el neo bizantino, como muchas de las iglesias, santuarios o basílicas que se edificaron en esos años, está dedicada a la Virgen del Rocío, se ve desde gran distancia, y resulta un monumento impresionante, e inesperado.

Desde entonces es lugar de peregrinación, no solo de toda la comarca de Cañar, sino de gentes de todo el país.

Para llegar hasta la última terraza hay que subir muchos escalones. Se van encontrando, además de un cementerio en forma de nichos, las catorce estaciones de un Vía Crucis.

La iglesia está rematada por una torre de color azul, a modo de corona.

Desde la terraza superior se tiene una magnifica vista de Biblián, ademas de los grandiosos montes de los Andes.

La imagen de la Virgen que llevo hasta allí el párroco Diego Muñoz, esta instalada detrás del altar.

Seguimos nuestro camino mientras el guía nos entretenia con un descarnado relato sobre la emigración de Ecuador y particularmente de la provincia de Cañar, donde nos encontrabamos.

Esta provincia, y la cercana de Azuay, son las que tienen mas emigrantes fuera del país, habiendose trasladado comunidades enteras, por ejemplo, a la ciudad de Nueva York..

Ecuador depende mucho de los fondos que los emigrantes envían, cercanos al 10% del PIB.

Miles de ecuatorianos de los que estan fuera, construyen, en pueblos de esas provincias, casas, pensando en volver. Pero al cabo de unos cuantos años y por circunstancias facilmente comprensibles, deciden no volver.

La casa de sus sueños queda deshabitada, pasando a formar parte de un ejercito de casas fantasmales vacías, que se van deteriorando, y volviéndose corrales de cerdos y gallinas, sin posibilidades de venta, ni ocupación alguna.

Este ejercito de casas, algunas urbanas, formando calles de edificios pretenciosos y a veces mastodonticos, también se levantan como heridas abiertas, en el paisaje andino.

Aquí y allá se ven casas solitarias donde no hay vecinos, ni nada que se pueda parecer a las ciudades y calles de los países donde viven los emigrantes, E.E.U.U. y España principalmente.

Solo han servido para satisfacer un sueño, que hace tiempo se ha esfumado.

A la salida del pueblo, en un mesón de la carretera vimos lo que para nosotros fue un espectáculo. Estaban preparando la comida y la cocina estaba al aire libre. Un mozo provisto de un soplete se dedicaba a "dorar" la piel de un cerdo entero que tenia delante de él. Luego, según los parroquianos solicitaban, con un afilado cuchillo cortaba trozos de la piel, que se servía a los comensales.

Estuvimos un rato mirando el curioso proceso.

En los fogones vimos muchas especialidades de la comida ecuatoriana, ademas del chancho al soplete, mote, que es maíz un poco inflado y cocido, puré de patata con achiote (un codimento, que le da un color rojizo al alimento al que se aplica), para hacer los llampingachos, una especie de bolas de patata aplanadas que se sirven con huevos fritos y chorizo, fritada y otras comidas que no identifique.

Después de este curioso y genuino espectáculo , seguimos nuestro viaje.

Fuimos durante un largo rato atravesando la región de Cañar, llamada así pues fue el solar de la etnia cañari, que habitada allí antes de la invasión inca.

Los incas que conquistaron a sangre y fuego gran parte de lo que hoy es Ecuador, ya que llegaron hasta Quito, fueron despiadados con los habitantes del territorio de manera que, a parte de algunos toponímicos, y dado que ni los cañaris, ni los incas conocían la escritura, poco se sabe de ellos.

Es una gran zona rural andina. A esa altura los eucaliptos escasean y los que hay están poco desarrollados, se conoce que estas grandes alturas no les sientan. Hay mucho prado donde pastan vacas, creo que de origen suizo, de las blancas y negras, que, en cambio, se han adaptado muy bien a esas alturas, similares a las de los Alpes. De hecho en Ecuador se elaboran muy ricos quesos, de tipo poco curado.

Vimos también algún pastorcillo, ejerciendo su oficio. Estanques de uso agrario, como grandes charcas, bellas montañas, prados andinos ondulados y mas ondulados, y muchas casas aisladas e inhabitadas, de las que he hablado, incogruentes con el paisaje.

Es una región fría. La media anual es de menos de 15ºC. El viento se pasea a gusto.

Llegamos, finalmente a nuestro objetivo: la fortaleza de Ingapirca, que quiere decir "Muro del Inca".

Situada a 3.160 m sobre el nivel del mar, Ingapirca es la construcción arquelógica mas importante de Ecuador.

Poco se sabe de sus funciones, aunque se le supone un destino militar de vigilancia de la zona, y también se cree que podría ser un observatorio del sol y la luna.

En lo que están de acuerdo los historiadores y los arqueólogos es que fue mandado construir por el Inca Huayna Capac, a juzgar por lo que dejo escrito Fray Gaspar de Gallegos, párroco de San Francisco de Peleusi de Azogue, en 1.582:

...allí dicen que en tiempo del inca Guaynacaba (Huayna Capac) había grandes poblaciones de indios y que allí era la principal cabeza de estos cañares; y así parece, porque en el día de hoy hay grandes y muy suntuosos edificios, y entre ellos una torre muy fuerte...

Aunque este interesante complejo, ha tenido épocas, digamos, oscuras, por su total abandono, en la actualidad está restaurado y luce en todo su esplendor, rememorando la gran fortaleza, y probablemente templo, inca.

Se eleva en el espacio comprendido entre tres ríos de pobre caudal, que se juntan en uno mas abajo.

Tiene forma elíptica; está construido con grandes piedras labradas en paralelepipedos con un ensamble perfecto, de manera que en sus uniones no es posible introducir la hoja de una navaja, llegando a una altura entre 3,15 a 4,5 metros.

Es un lugar, además de mítico, muy bonito, con el verde de los campos, donde pastan, sin ninguna traba, unas cuantas llamas,

los grandes montes, el color de la piedra dorada, los senderos que llevan a uno y otro punto del complejo.

Hay piedras de utilidad desconocida, y otras que formaron parte de las edificaciones.

Me resulto muy interesante y evocador del pasado indígena.

Están señalados distintos lugares, con sus supuestas funciones y utilización.

Esta parte es la que supone pudo ser templo, con aberturas trapezoidales para las puertas, de clara factura inca.

hay señaladas las podían haber sido las dependencias de la fortaleza y/o templo:

Templo del Sol
Plaza ceremonial
Aposentos externos
Aposentos internos
Bodega
Talleres
Baños rituales y escaleras
Calle empedrada

Pasamos un par de horas muy interesantes observando todas las conservadas y restauradas ruinas de Ingapirca.

Cerca del complejo arqueológico hay un pueblo que se ha desarrollado "al calor" de las visitas turísticas.

Hicimos la comida en una posada cercana, bien puesta y acondicionada con una gran chimenea encendida, ya que por esas alturas hace frío.

Todavía nos quedaba un buen trecho de camino hasta Guayaquil; el guía lo llamo viaje por "la Niebla".

En esta zona andina, la Codillera Occidental, impide el paso de los vientos cálidos y húmedos del Océano Pacifico hacia el interior, depositando una espesa niebla en las altas montañas.

Es verdaderamente impresionante la amplitud de la zona de nieblas por la que atravesamos, apenas se veían los bordes de la selva.

Por otro lado la carretera no merecía ese nombre, pues apenas le quedaba recubrimiento del que conocemos en nuestras carreteras; era mas bien una pista, que soltaba, al pasar nuestro vehículo y los demás, por suerte no muchos, camiones, sobre todo y algún coche, un polvo blanquecino que había cubierto las hojas de los arboles y las plantas mas cercanas a la carretera, dándoles un aire de decorado desecho.

Por toda esa zonas íbamos viendo pequeños pueblos. Debe ser un territorio insano, con esa humedad perpetua, pero la gente parecía animada como en todas partes; unos asistían a un encuentro local de fútbol, otros estaban reunidos por fuera de la vivienda donde habían comido, ya que era domingo y todo el mundo descansaba...

Tuvimos que atravesar otros muchos pueblos, donde se veía el mismo fenómeno de construcción que en Cañar, mas parecido al de Biblián que al del campo, pues aquí eran pueblos de apariencia mas o menos urbana.

Además de las casas incongruentes, o dejadas sin acabar como esqueletos, había variados mercados de frutas al aire libre y también negocios de todas clases; todo ello un tanto desaliñado y caótico.

Por fin llegamos a la gran llanura costera donde se encuentra Guayaquil.

Hay en ella grandes plantaciones de plataneras, y cacao, ya que Ecuador es el mayor exportador del primer fruto y uno de los mayores del segundo.

A la altura, mas o menos del nivel del mar, el paisaje y la temperatura cambian, todo es llano y el clima es mas templado y agradable.

Llegamos a Guayaquil casi de noche. Hablare mas extensamente de esta ciudad en un próximo capítulo.

Ahora solo decir que tomamos posesión de nuestra habitación en el Hotel Oro Verde, de la misma cadena que el que habíamos tenido en Cuenca, solo que esta vez si era un hotel muy bueno, con excelente habitación, y agradables salones.

Para estirar las piernas, que habían sufrido otro día de traslado, bien encogiditas en el bus, salimos a dar un paseo hasta la zona mas atractiva de Guayaquil, pues desde el hotel, en linea recta se llega hasta el Malecón, esplendido paseo a orillas del río.

Los ecuatorianos son un pueblo de lo mas animado, las calles estaban llenas de gente, que paseaba, comía en alguno de los muchos bares o restaurantes, o iban de un lado a otro con semblante contento; se siente uno como en casa.

Nos retiramos después del paseo a descansar.

Al día siguiente nos esperaban las Islas Galápagos.

2 comentarios:

  1. Parece mentira que en un mismo día hayáis estado en la niebla de la selva y ahí arriba y luego a la orilla del mar. Lo que está claro es que la gente es anima arriba y abajo, por lo que cuentas.

    Es gracioso. En Brasil se decía que los indios eran tristes y melancólicos, la alegría la habían aportado los negros. Serían de otras etnias...

    Besos

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  2. estoy viviendo en un alquiler temporario en Recoleta y me gustaría mucho conocer Guayaquil, espero poder ir pronto.. las fotos lo dicen todo

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