lunes, 6 de junio de 2011

Capítulo XVI. Ecuador. De las Islas Galápagos a Guayaquil

Había llegado la despedida de las islas Galápagos. Dejábamos las tortugas, y demás reptiles autóctonos, los manglares, los piqueros, los volcanes, etc... y la garua, constante en las alturas de la isla Santa Cruz, para volver al continente.

Bonita experiencia, muy interesante, pero que como ya he comentado hubiera preferido conocer con un crucero entre islas.

Desayunamos malamente, no había café preparado, no había tostadas ... en el hotel ya nos daban por amortizados; después de nuestra marcha no quedaban mas clientes. Supongo que el personal contratado para nuestra estancia volvería a otras ocupaciones, concretamente el chef, nos había dicho la noche anterior que volvía a Quito al día siguiente.

En el minibus recorrimos una carretera en linea recta, que va a la isla de Baltra, donde esta el aeropuerto, al cual llegamos en una lancha que atravesó el estrecho canal que separa las dos islas.

Echamos una ultima ojeada al paisaje, iluminado por un esplendido sol, esa mañana.

Después de cerca de dos horas llegamos a Guayaquil, y fuimos conducidos al mismo hotel donde ya habíamos pernoctado una noche, y donde nos habían guardado el equipaje que no queríamos llevar hasta las islas, el Hotel Oro Verde.

Desde la habitación teníamos, no diría yo preciosas vistas, pero sí panorámicas de la ciudad, para ir haciéndonos una idea

Así que con toda la tarde libre y provistos de buen calzado y ropa veraniega, en Guayaquil por fin hacia un tiempo cálido y agradable, salimos a conocer la ciudad.

Guayaquil es la ciudad, de las conocí que en Ecuador, con un aspecto urbano mas europeo, a mi parecer. Quizás, para afinar esta afirmación, haya que remontarse a los años cincuenta, o sesenta en Europa, y mas concretamente en España.

En Guayaquil hay, además de su excelente clima, anchas calles, bonitas plazas, impactantes monumentos, barrios pintorescos y remozados, la avenida del malecón arreglada con muchos modernos elementos lúdicos y culturales, en suma una ciudad muy bonita y seguramente muy agradable para vivir.

Guayaquil, capital de la provincia y del cantón de Guayas, es la ciudad mas grande y poblada de Ecuador, con mas de 3.000.000 de habitantes y un importante centro comercial, financiero, cultural y de ocio de la República.

Su situación geográfica es privilegiada; se encuentra a orillas del río Guayas, a unos 20 km de su desembocadura en el Océano Pacífico, en el este, mientras está rodeada por el Estero Salado en el Suroeste y por la cordillera Chongon- Calonche en el Noroeste.

Varias culturas se desarrollaron en la llanura interior y en las margenes del río, de forma independiente unas de otras, antes de la llegada de los españoles, entre las cuales la huancavila fue la mas extendida.

Deseando Francisco Pizarro extender las conquistas de los españoles, ordeno la fundación de Guayaquil en el año 1.534; pero, la fundación fue un proceso largo, dirigido por diversos conquistadores, el primero de los cuales fue Sebastian de Belalcazar, seguido de Hernando Zaera, Francisco de Orellana, Diego de Urbina, siendo los sucesivos asentamientos destruidos por los indígenas, al encontrarla con poca defensa y poca población, en sus diferentes ubicaciones, ligeramente diferentes.

Finalmente la fundación definitiva de Santiago de Guayaquil se efectuó el 25 de julio de 1.547.

Pronto se convirtió en un importante centro comercial. Por la abundancia de madera y de mano de obra y por la situación de su puerto llego a ser uno de los mas importantes astilleros de América, en el s. XVII.

Tuvo que soportar diversos ataques piratas. En 1.587 el corsario, pirata protegido por el rey de Inglaterra, Thomas Cavendish, ataco la ciudad, y lo mismo hizo en 1.624 el corsario francés, pirata protegido por el rey de Francia, Jacques L´Heremite Clerck. Los ataques se fueron sucediendo hasta 1.687, en que la ciudad fue incendiada, saqueada y parcialmente destruida.

A partir de esta fecha se tomaron mas medidas de protección; se construyeron fortines, se separo la ciudad vieja de la ciudad nueva, y se aumento el ejercito.

Durante el periodo de la consolidación de la independencia de la metropoli, uno de los acontecimientos mas sobresalientes fue la llamada Entrevista de Guayaquil entre José de San Martín y Simón Bolívar, dos de los militares criollos que llevaron a cabo el movimiento independentista.

Nadie sabe que ocurrió durante la entrevista. La idea de Bolívar era fundar una gran república, la Gran Colombia, que comprendiera la parte que había administrado España en el sur del continente, durante casi 300 años. Pero no hubo ningún acuerdo, San Martín regreso a Argentina, y posteriormente se traslado a Europa, donde murió, mientras que Bolívar prosiguió con sus planes sobre la Gran Colombia, que comprendia también Guayaquil.

Posteriormente Ecuador se segrego de este proyecto.

A pesar de los pobres o nulos resultados, de este encuentro, en Guayaquil hay un monumento muy destacado en su recuerdo.

Después de la independencia, en 1.822, el resto del siglo XIX fue muy agitado, como en todo Ecuador, estableciéndose en Guayaquil diversos gobiernos, principalmente de corte liberal, que dieron un cierto auge a la ciudad, a pesar de las catástrofes de la época como el Gran Incendio de 1.896, que destruyo parcticamente la ciudad y la terrible epidemia de fiebre amarilla.

Actualmente, el alcalde de la ciudad, el socilacristiano Jaime Nebot, y el Presidente de la República, Rafael Correa, de corte izquierdista y chavista están enfrentados, ganando las elecciones cada uno en su zona, la de Nebot, la rica y pujante Guayaquil y Correa en el conjunto de la República.En 1.992 la municipalidad de Guayaquil emprendió una regeneración de la ciudad.

En los años 60 se trasladó el puerto de Guayaquil a una nueva ubicación en el sur de la ciudad.
La falta de planificación urbanística, en los espacios liberados por este proceso, en el malecón y el centro, produjo la degradación del mismo, que fue abandonado por sus residentes, limitandose la actividad al comercio y a las oficinas.

En los años 90 era evidente el deterioro urbano en las instalaciones públicas y privadas, mientras el espacio era ocupado por la marginalidad, tanto en el comercio como en los individuos, y la delincuencia, que allí se habían instalado.

Fue en 1.992 cuando el alcalde Febres Cordero, que anteriormente había sido presidente de la República, emprendió la regeneración de toda la zona, con importantes iniciativas de carácter urbano, administrativo y social, seguidas, mas tarde, por el actual alcalde, Jaime Nebot, que han cambiado la ciudad completamente.

En el año 2.004 esta gestión fue reconocida internacionalmente por el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (UNDP), como un ejemplo de buena práctica para la erradicación de la pobreza y para la promoción del desarrollo.

Ha sido el programa Malecón 2000 el catalizador de la transformación urbana y social de Guayaquil.

Se han recuperado el borde fluvial del río Guayas, el histórico Cerro de Santa Ana, donde comenzó la ciudad, el malecón del Estero del Salado, la Avenida 9 de octubre, que enlaza ambos malecones; un gran proyecto que continua con sus numerosas obras, cuando visitamos la ciudad. Oímos comentar en varios lugares del país, la transformación radical que se ha producido en la ciudad, que ha incrementado su riqueza, en muchos campos, entre otros el turístico.

Al salir del hotel, elegimos en primer lugar, tirar a mano izquierda hacia el Estero del Salado.

Como ya he dicho, la ciudad ofrece un estupendo aspecto, y el paseo hacia ese malecón es muy agradable.

El Estero Salado es un brazo de mar. Conjuntamente con los ríos Duale y Babahoyo, forma un ecosistema llamado Estuario Interior del Golfo de Guayaquil, un sistema compuesto por una compleja red de canales.

El Estero Salado ha sufrido una gran contaminación, en sus aguas y en sus orillas, por el salvaje vertido de basuras, tanto de desechos industriales, como domésticos.

Entre los años 1.993-2.002, se emprendieron medidas de limpieza, que han mejorado la situación del Estero, aunque aun queda mucho por hacer. En este año, 2.011 las autoridades han prometido la completa recuperación de este brazo de mar.

Caminando por la Avenida 9 de octubre que une los dos malecones, el del Estero Salado y el Malecón Simón Bólivar a orillas del río Guayas, llegamos al parque de Guayaquil, que ha sido nombrado recientemente Plaza Baquerizo Moreno, en honor de uno de los presidentes de la República.

Esta bonita plaza tiene un palacio de exposiciones, restaurantes, un pequeño lago, y la estatua de otro presidente, Abdalá Bucaram Ortiz, de exótico nombre.

Con la estrenada limpieza de aguas y margenes las aves, patos, cuervos, garzas y también los peces, están regresando al lugar.


La estructura mas sobresaliente del malecón del Salado es el puente colgante, que combina metal, barandas y tubos, con la madera del piso entablado.

Cerca del malecón están las Facultades de la Universidad de Guayaquil, así como lugares de ocio y restauración. Toda una parte nueva de la ciudad.

Seguidamente y siguiendo en dirección inversa la misma Avenida 9 de Octubre, pasamos por el Parque Centenario, uno de los puntos neurálgicos de la ciudad.

Inaugurado en 1.920, para commemorar el centenario de la independencia, tiene una gran columna donde están representados los proceres de la misma, con una copia en metal del acta fundacional de Guayaquil. El fuste de la columna es de mas de 10 m.


Diversas estatuas alegóricas rodean las entradas del parque, que tiene una verja metálica y se cierra a determinada hora, para evitar la suciedad y el vandalismo.

Allí, en medio de una frondosa vegetación descansamos un buen rato, mientras comíamos unos manises, que constituyeron nuestro almuerzo, y veíamos el animado ambiente de la ciudad.

En la Avenida 9 de Octubre se pueden ver los edificios mas altos de la ciudad, y algunos de sus comercios mas conocidos, como los grandes almacenes, Juan Eljuri. Este empresario cuya familia es de origen libanes, es de los mas notorios en Guayaquil.

En la confluencia de la Avenida 9 de Octubre con la calle Pedro Carbo, que está a la mitad del trayecto desde el Parque Centenario hasta el Malecón 2000, encontramos una de las importantes iglesias de Guayaquil, la Iglesia de San Francisco.

Aunque es una de las iglesias mas antiguas de la ciudad, ya que fue fundada por la Orden franciscana en los primeros años del s. XVIII, ha sido destruida por el fuego varias veces, y reconstruida a continuación.

La actual es obra del s. XIX, con restauración y alguna pequeña modificación en 1.920, y actualmente puesta en valor por las planes de regeneración del municipio de Guayaquil

En su interior hay importantes obras de arte, como un Descendimiento de la Cruz y otros grupos escultóricos de la época colonial y republicana.


Delante de la iglesia está la plaza de San Francisco, llamada también de Rocafuerte, con una bonita fuente, lugar muy fotografiado por los turistas.

Pudimos observar como el comercio es, fundamentalmente, local y nacional. En este país las grandes multinacionales y sus franquicias, que le dan gran uniformidad al comercio en otras ciudades del mundo, apenas existen. Allí, como era antes en España, se llevan las tiendas multimarca con objetos y moda local, dentro de todas tendencias.

La animación en esta avenida era extraordinaria.

Al final de la misma se encuentra el Malecón Simón Bolívar, o Malecón 2000, uno de los mayores espacios regenerados del la ciudad.

El malecón constituye una de las mayores obras emprendidas por la ciudad de Guayaquil. En un espacio de 2,5 km se pueden realizar múltiples actividades, solo o en familia, en alguno de los muchos lugares que tiene, monumentos, museos, jardines, centro comercial, cines, miradores para contemplar el esplendido paisaje.También hay muelles donde embarcar para realizar paseos diurnos o nocturnos, por el río Guayas.

Uno de los monumentos que atraen la atención es La Rotonda, donde en mármol y bronce está escenificado el Encuentro de Guayaquil.

Este lujoso monumento, produce cierto desconcierto, sobre todo de lejos, pues al estar Bolívar y San Martín muy juntos y a contraluz no se ve bien que son dos hombres y presenta un aspecto ambiguo.


Paseamos, pues, por el malecón, viendo la belleza y anchura del río Guayas. Al final del malecón esta el Cerro de Santa Ana, también recuperado de miserias pasadas y con mucho sabor.

El pintoresco Cerro de Santa Ana, a manera de atalaya, domina el caudaloso río Guayas y la llanura donde se levanta Guayaquil.

Fue en ese punto donde se levanto la ciudad, en su definitiva fundación en 1.547.

En la actualidad el Cerro Santa Ana, restaurado en el programa de regeneración de la ciudad, es un punto de gran interés turístico, siendo su máximo atractivo la majestuosa vista de Guayaquil, desde la cima.

Para llegar a la misma tuve que subir 456 escalones, que están numerados, pasando por las restauradas fachadas de las viviendas, restaurantes, cafés, galerías de arte, tiendas de artesanía, plazoletas, miradores, áreas verdes, que conforman un espacio recobrado y atractivo.


En la fachada de cada edificio hay una fotografía de como estaba antes, pura cochambre, para comparar con el bonito y renovado presente.

Una vez en la explanada de la cima hay otros casi cincuentas escalones para subir a lo alto del faro, que también subí.

Desde la cima se pueden ver al norte, la imponente intersección de los ríos Babahoyo y Daule, que forman el Guayas; al sur el casco comercial de la ciudad; al este la isla Santay, protegida por las leyes para conservarla en su estado natural, y Duran, y al oeste, el contiguo y también histórico Cerro del Carmen y el resto de la ciudad.


En la cima se sitúan, además del gran faro, la Plaza de Honores, amurallada, con varios de los antiguos cañones que defendieron la ciudad en su momento, y una pequeña capilla, dedicada a santa Ana, que como el faro, fue construida en 2.002.

Bajar de la cima del Cerro Santa Ana, lleva casi el mismo tiempo que subir, las rodillas sufren.

Una vez abajo quisimos ver el templo que esta a sus pies, la iglesia de Santo Domingo, también conocida como de San Vicente Ferrer.

Delante de la iglesia había una delegación de la contraprogramación, practicada por el actual gobierno de Ecuador. Un grupo de muchachos tocaba música a cuantos decibelios podía. Esto delante mismo de la iglesia, cuyas puertas estaban abiertas de par en par, mientras ellos ocupaban una especie de tarima elevada. Si dentro de la iglesia se desarrolla algún culto, cosa que no sucedía en ese momento, se lo podrán difícil, con tanto ruido.

La primitiva iglesia, al pie del cerro fundacional, fue erigida en 1.548 por los frailes Dominicos, que llegaron al Nuevo Mundo para evangelizarlo. El primer templo se quemo en unos de los muchos incencios que asolaron la ciudad, por ser de madera, material de todas las construcciones en Guayaquil. Sobre las ruinas se volvió a edificar otra iglesia, que volvió a quemarse, hasta que se construyo la de cemento.

La actual data de 1.936. Lo único que se conserva de la época colonial, son unos ladrillos grandes y gruesos colocados en la parte posterior del templo.

A pesar de no ser antigua, la iglesia tiene mucho encanto, con su color rosado y su bonita ubicación.


Nuestro paseo por Guayaquil, tocaba a su fin. Volvimos por algunas calles laterales a la Avenida 9 de Octubre.

No eran tan bonitas como la avenida, se las veía un poco deterioradas, y la limpieza no brillaba demasiado, pero la animación seguía igual. Los comercios estaban concurridos, así como los bares; sin duda era un espejismo, pero todo el mundo parecía contento.

Volvíamos al hotel para prepararnos para la cena de despedida de nuestro precioso viaje.

Fuimos a un restaurante de la zona nueva, al lado del Malecón del Estero Salado, que nos había sido muy ponderado, llamado "Lo Nuestro", pero ni la comida, ni el espectáculo de música en vivo, repondieron a las espectativas.

La cena fue mediocre y la música, que habíamos oído decir que iba a ser de color local, fue de corridos mejicanos y otras músicas ajenas.

Lo pasamos bien de todas formas, y ya lamentabámos nuestra próxima partida a la noche siguiente, aunque todavía teníamos una visita guiada durante el día.



2 comentarios:

  1. Salvando las distancias, la historia de la recuperación de Guayaquil me recuerda a Bilbao, que hace poco visitamos. Prueba que si se quiere, desde la política sí se puede mejorar la vida de los administrados. La cuestión es querer...

    Besos

    ResponderEliminar
  2. En efecto los programas de regeneración de las ciudades producen magnificos ejemplos, como en las dos citadas. Solo hay que tener la voluntad y el dinero necesario.

    Pensandolo bien, puede que en las dos el dinero de los españoles haya contribuido no poco; en la de aquí cerca, gracias al concierto económico que actua como exprimidor de cítricos sobre el resto del pais, y en la lejana gracias a la emigración que contribuye, notablemente, en el PIB ecuatoriano.

    Besos

    ResponderEliminar