domingo, 11 de diciembre de 2011

2º Día en el isla de El Hierro. El Tamaduste. El Pinar. El Julan. La Punta de la Orchilla. Ermita de la Virgen de los Reyes. Pozo de la Salud. Costa del Valle del Golfo

Amaneció nuestro segundo día en la isla, el primero en que nos habíamos dormido con el rumor incesante del mar, que se oye desde la habitación del Parador.

Siempre me despierto pronto, así que pude ver la amanecida; como el sol iba apareciendo desde detrás del acantilado, y de forma rápida, como sucede siempre, iba cambiando de color y con él todo el paisaje, hasta iluminar completamente la gran muralla montañosa, que hay desde la punta del acantilado hasta detrás del edificio. Una maravilla.

Después de desayunar muy bien, salimos a recorrer la isla.

Antes de pasar por el túnel que une con el resto de la isla, nos detuvimos para ver el Parador, su entorno y el Roque Bonanza, que por su forma característica y única ocupa, con frecuencia, la portada de los folletos turísticos de El Hierro.

Fuimos, luego, hacia la costa este, donde se anunciaban unos petroglifos grabados por los aborígenes, que no encontramos, hay que decir que tampoco nos esforzamos demasiado; en cambio llegamos a un pueblo que es considerado por los residentes como la "playa" de Valverde: El Tamaduste, antiguo pueblo de pescadores, hoy día destino turístico y vacacional.

Bien, pues aunque este pueblo pertenece al municipio de la capital, no se puede decir que este al lado; la playa es pequeña, no mas de 10 m, de arena fina, y negra, pero protegida, una especie de brazo de mar.

Es un lugar precioso, hay bastantes apartamentos para alquilar, parece agradable para veranear, o pasar algún día de vacaciones, por su tranquilidad .

El paisaje que rodea el pequeño pueblo es impresionante, murallones volcánicos sirven de telón de fondo. Dentro del pueblo destaca la Ermita de San Juan, de donde sale la fiesta en la commemoración del santo, el 24 de junio.

De allí volvimos hacia Valverde, donde cerca, en plena ladera montañosa está Tiñor, el pueblo mas pequeño de la isla, con sus pocas casas, de paredes de piedra y algunos, todavía, techos de paja, casas apenas visibles, escondidas entre el verdor de los arboles frutales y campos.

Nos habíamos desviado para contemplar este pequeñisimo pueblo, pero volvimos hacia la carretera general para seguir hasta El Pinar, uno de los tres municipios de la isla.

Sobre este particular tengo que explicar, que hasta el año 2.007, la isla solo contaba con dos municipios, Valverde y Frontera, pero a raíz de un agravio que, según los habitantes de El Pinar, se les había inflijido durante las fiestas de la Bajada de la Virgen de los Reyes, desde La Dehesa de Sabinosa, en Frontera, hasta la iglesia de la Concepción de Valverde, y por rencillas y desavenencias variadas a lo largo de casi 100 años, El Pinar logro segregarse y constituirse en municipio.

Aunque sus razones tendría, en estos momentos de crisis en que lo que se necesita es todo lo contrario, agrupación de municipios con vistas a reducir gastos, no deja de sorprender que la separación sea tan reciente.

Bien, volviendo al turismo, actividad menos conflictiva que la política, seguimos rumbo al sur.

Paramos, en primer lugar en el Mirador de Tanajara, situado en una colina de unos 900 m de altitud, provisto de una estructura de madera para poder observar el fabuloso paisaje del pueblo de El Pinar, rodeado de montes con grandes bosques de pinos, que le han dado el nombre, y con la amplia vista de la costa sur de la isla.

El Pinar esta formado por la unión de dos pueblos, Taibique y Las Casas, contando con cerca de 2.000 habitantes.

El golfo en el que acaba esta vertiente meridional, sobre la que se asienta el pueblo, mas pequeño que el del otro lado de la dorsal central, el valle del Golfo, que ya habíamos visitado, está protegido de los vientos por las estribaciones montañosas de El Julán y El Río, y se conoce como Mar de las Calmas, por el carácter pacífico de sus aguas, resguardadas de los vientos alisios, que azotan otras partes de la isla.

Por encima del pueblo se encuentra, como ya he dicho, la cumbre de El Julán, con un gran bosque de pino canario, que se extiende por km.

El Julán es una enorme y desolada vertiente, con un desnivel de 45º, una empinada ladera rayada de barrancos, que desciende desde los 1.400 m de las cumbres, hasta la costa, donde una sucesión de acantilados se desploman en el océano. No hay, en toda esta extensa ladera, ninguna población.

En su extremo occidental una aglomeración de volcanes, o bocas de volcán, que se llama gelógicamente enjambre, forma las montañas de El Pinar, en dirección N-S, hasta La Restinga. Este vértice registra la mayor concentración volcánica de la isla, con sucesivos conos y amplias zonas que ocupan las lavas, en la zona llamada Los Lajiales.

Pues por este grande y largo bosque de pinos nos adentramos. Ahora las antiguas pistas forestales están asfaltadas y aunque la carretera es estrecha, la poquísima circulación la hace segura y agradable. Se suceden durante km los pinos.

Observé que ha debido de haber incendios en el bosque, pues muchos arboles tienen alguna secuela, hoy día en vías de recuperación por la portentosa capacidad de rebrotar, después de las llamas, de la especie autóctona de pino canario.

Al otro lado de la carretera íbamos viendo las pendientes de El Julán.

Bajamos para hacer un paseo y ver allá abajo la costa, y verdaderamente mirar hacia abajo da vértigo, y hasta miedo, por la pendiente y los barrancos, donde, a pesar de la inclinación, algunos pinos se han afianzado, en esas paredes casi verticales.

Después de bastantes km llegamos al final del bosque de pinos y seguimos hasta el punto mas occidental de la isla, y de España, también del municipio de El Pinar, la Punta de la Orchilla.

Hasta 1.492, antes del descubrimiento de América por Cristóbal Colón, se creía que este era el final del mundo conocido.

Desde 1.634, en que se estableció el Meridiano Cero en la Punta de la Orchilla, hasta 1.885 en que los ingleses se lo llevaron a Greenwich, después de una conferencia en Washington, el meridiano de la Orchilla figuraba en muchos mapas de los s.s. XVI y XVII como el meridiano 0.

El faro fue levantado sobre la linea imaginaria que representaba dicho meridiano.

Después de mil curvas y algunos trozos de carretera de vértigo, contemplamos desde lejos, la Punta y el faro de Orchilla, pues para llegar hasta el mismo, hay una pista de tierra, por la que no podíamos meter el coche, ya que al alquilarlo nos dijeron, expresamente, que no se podía ir con él por ese tipo de carretera, y en El Hierro hay unas cuantas.

Si quieres llegar, hay que caminar y no era el momento de otra caminata.

El faro, comenzado en 1.924 y encendido por primera vez en 1.933, está al lado de un cono volcánico y todo el paisaje es desolado y precioso. Impresiona saber que estás ...en el fin del viejo mundo.

Seguimos, luego hacia arriba para llegar a la Ermita de la Virgen de los Reyes, venerada imagen, patrona de la isla.

La Ermita se encuentra en la Dehesa de Sabinosa.

En tan corto espacio, el tiempo había cambiado totalmente, estábamos en la zona donde se deposita la humedad de los vientos alisios y todo el paisaje era gris.

La ermita levantada en el s. XVI, es un pequeño edificio encalado, con un sencillo tejado a dos aguas, rodeado de un muro igualmente blanco.

Todo el conjunto es muy "naif", tanto por fuera, como en el interior. El retablo del s. XVII muestra a la Virgen con los Tres Reyes Magos, de ahí su nombre.

Según reza una inscripción reciente, fue restaurado en el 2.010.

Cada cuatro años, desde 1.745, en el primer sábado del mes de julio, se celebra la fiesta folclórica mas importante de la isla: la Bajada de la Virgen desde La Dehesa hasta la capital Valverde, en la que desempeñan un papel fundamental los bailarines, que se van incorporando a la procesión a medida que la Virgen va pasando por los pueblos del tradicional itinerario. Las danzas son bastante complicadas.

Solo bailan hombres, ataviados con un vestido de rico colorido y distinto de los trajes típicos de las otras islas.

Cerca, pero también con el mismo impedimento, al ser una pista de tierra está el Sabinar de la Dehesa, famoso lugar donde las sabinas han tomado fantásticas formas al ser azotadas por el viento.

No subimos pues ya no teníamos ánimos para una gran caminata, tuvimos que conformarnos con esta muestra de sabina retorcida, que estaba cerca de la ermita.

Volviendo hacia Valverde, nuestra siguiente parada fue en Sabinosa.

Allí está es Pozo de la Salud, antiguamente llamado Pozo de Sabinosa.

Ante la falta de agua que asolaba con sequías la isla, durante los últimos siglos, entre 1.702 y 1.704 fue perforado, en ese lugar, un pozo para abastecerse de agua potable. A pesar de que las aguas salieron un tanto salobres, fueron aprovechadas para dar agua al ganado, y con el tiempo se comprobó que las personas que bebían de ellas mejoraban en su salud.

En el s. XIX, su fama se extendió por otras islas, desde donde llegaban enfermos necesitados de mejoría, hasta que un desterrado político, el médico Leandro Pérez, comprobó las propiedades curativas de dichas aguas, para dolencias digestivas y circulatorias.

En 1.843-44 fueron declaradas aguas minero-medicinales. Se recogían, entonces, en garrafones y eran exportadas hasta Cuba y Puerto Rico.

A mediados del s. XX construyo allí un balneario, el ingeniero militar don José Ángel Rodrigo-Vallabriga, que registró el nombre de "Aguas de Sabinosa"; el balneario funciono hasta su muerte en 1.965, en que fue abandonado y quedo en ruinas.

En los años 90 se construyo el actual hotel-balneario, que gestionado por el Cabildo de El Hierro funciona, tanto como hotel convencional, como balneario para tomar las aguas.

Para acabar la excursión recalamos en el litoral del Valle del Golfo, después de pasar el municipio de Frontera, donde paramos a tomar unas tapas, por cierto ricas y baratas, en un bar de la carretera.

Esta zona de salvaje belleza tiene varios puntos de interés; en primer lugar, cerca del aparcamiento el Charco de los Sargos, pequeña cala que aparece como colgada de una abrupta pared, dando origen a diversos charcos, que han sido habilitados para el baño, como ya habíamos visto en otras partes de la isla.

El Charco de los Sargos está situado entre otras piscinas del pueblo de La Maceta y otro charco marino, el Charco Azul.

Las tres piscinas naturales de La Maceta, también han sido acondicionadas para el baño.

Es un lugar espectacular.

Tiene facilidades, pues el año pasado se ha hecho un paseo recubierto de madera, para poder caminar, sin temor a caerse, en el difícil terreno de la lava, con pérgolas, también de madera, para resguardarse del sol, que resulta muy cómodo y bonito.

Las vistas, que se pueden disfrutar a lo largo de la costa, son únicas, llena de extrañas formaciones, arcos, peñones, siempre con el resplandeciente mar al lado, sobre el que daba, cuando paseamos por él, el sol del ocaso.

Del otro lado hacia la montaña se ven las paredes del malpais, y muchos, muchos líquenes, prueba biológica de la ausencia de contaminación.

También hay estas pequeñas y coloridas plantas, que soportan la sal del agua y el viento, en los alrededores.

El paseo llamado de Las Puntas tiene tres km. y es una delicia.

Regresamos cuando ya caía la tarde al Parador, donde un merecido descanso, seguido de una buena cena, completo este intenso día.

2 comentarios:

  1. Vamos, que tú dirás que el Hierro es una isla pequeña, pero estoy agotada de recorrerla!

    Besos

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  2. Es que cuando uno se pone a conocer, por pequeña que sea la isla, sale así, y dejando cosas, no creas.

    Besos

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