jueves, 1 de junio de 2017

La flauta mágica en el Teatro Real de Madrid

                                                                               
Hace un tiempo que vi esta preciosa ópera, en el Teatro Real, que cuenta entre mis favoritas.

La flauta mágica es, podría decir, una maravilla en todos sus aspectos. Otra cosa es el tratamiento escénico con el que se la presente, del cual hablaremos mas tarde.

La flauta mágica es un singspiel, genero típicamente alemán, pequeña obra de teatro u ópera popular, que significa formas musicales mas sencillas, arias menos complejas y recitativos hablados.

Fue la última obra escenificada de su compositor Wolfgang A. Mozart, con libreto del actor, cantante, poeta y director de teatro alemán Emmanuel Schikaneder, estrenada en Viena el 30 de septiembre de 1.791.
                                                               
Fue Schiknader, que estaba pasando apuros económicos, como también le sucedía a Mozart, el que propuso al compositor la creación de esta ópera, que tuvo un éxito moderado en su estreno, pero que actualmente es una de las óperas mas representadas en todo el mundo.

La flauta mágica está considerada un cuento de hadas por muchos investigadores, mientras que otros la ven llena de simbolismos y referencias masónicas, ya que Mozart se había iniciado en esta institución en 1.784, y pertenecía a la misma logia que el autor del libreto.

Para escribir el libreto, Schiknader se inspiro en diferentes obras como Lulú o la flauta mágica de Liebeskind y otras fuentes como Rey de Egipto de Philippe von Gleber o Sethos de Jean Terrason, cuya síntesis produjo el bello cuento que es la ópera de Mozart.

El argumento, si no se entra en detalles, es bastante simple: Tamino perseguido por una serpiente entra en los dominios de la Reina de la Noche, quien se le aparece, mostrándole un retrato de su hija Pamina, secuestrada por el malvado Sarastro.

Tamino se enamora de Pamina al ver su retrato, y la Reina de la Noche le promete su mano, si logra liberarla del secuestro.

Tamino, acompañado por Papageno, hombre pájaro, se adentra en el territorio de Sarastro, pero, de pronto se da cuenta de que el mal lo encarna la Reina de la Noche y no Sarastro.

Para alejarse de la Reina de la Noche y conseguir a su amada tiene que superar una serie de pruebas, pasadas las cuales los amantes se pueden reunir y el bien triunfa sobre el mal.

No está especificada la época ni el lugar donde transcurre la acción.

La flauta mágica es una obra genial, parábola sobre el bien y el mal, lo ridículo y lo sublime, los elementos masculinos y femeninos. Transparente y misteriosa, emocionante como cuento maravilloso y compleja filosóficamente.

Todo ello llevado a cabo con la maravillosa música compuesta por Mozart, con arias bellísimas y complejas, para cuya interpretación se necesita un virtuosismo importante. Personalmente me gusta todo, pero por elegir diría en primer lugar el dúo de Papagena y Papageno, y el aria de la Reina de la Noche.

Pasemos ahora a la puesta en escena, no tan elogiable como el canto, música y libreto de esta ópera.

Actualmente los escenógrafos tienen una gran tendencia a, cuando les parece, obviar el libreto e incluso a veces la partitura.

En este caso, la producción del australiano Barry Kosky del Komische-Oper de Berlín, que ha transitado por diversos teatros, se permite suprimir de un plumazo los largos diálogos en alemán y sustituirlos por un resumen, recogido en unos carteles propios del cine mudo, con acompañamiento de piano, solución que produce cierto desasosiego.
                                                               

El siguiente paso puede ser cortar los recitativos de muchas operas, luego los fragmentos musicales que el director de turno considere "aburridos" o que "entorpecen la acción"o la puesta en escena que haya podido idearse. Por lo visto por el momento, timidamente aun, puede ser un desgraciado futurible.

La producción de Barry Kosky y Suzanne Andrade consiste en un escenario plano, donde aparecen, en una especie de troneras los cantantes, en una continua proyección, procedente de la estética del cine mudo, en la que vemos a Papageno como Buster Keaton, a Sarastro como Abraham Lincoln, etc.
                                                                           

 y que no contiene ninguna escenografía; es estática.
                                                                       

La Flauta mágica queda reducida a una amable comedia y la música a la banda sonora de una proyección de cine mudo, despojada del significado de la obra, y de la solemnidad y encanto de la música de Mozart  .

En cuanto a los cantantes, que tienen merito por lo difícil de su actuación escénica, ninguno destaca, ni desentona tampoco, ostensiblemente.

La soprano española Sylvia Schwartz interpreto a Pamina, desafinando ligeramente en alguna difícil aria. Tamino corrió a cargo del tenor estadounidense Norman Reinhardt, con cierto cuerpo adecuado a su papel musical, pero que mostró alguno de sus problemas en la zona alta.

Bien el Monostratos del tenor vasco Mikeli Achalandobaso, cantante habitual de muchas zarzuelas  .

Algo desabrida resulto en el papel de Reina de la Noche la soprano Katrhyn  Lewek, caracterizada como una araña-calavera de largas patas.
                                                         
                                                           
El resto de cantantes correctos sin nada que destacar de su actuación.

En cuanto a la dirección del director titular del Teatro Real, el británico  Ivor Bolton, se puede decir que convirtió la orquestación mozartiana en una "banda sonora" sin  una chispa que la rescatara de la interpretación neutra y poco vital.

No me gusto ni las escenografía ni el tratamiento de esta maravillosa ópera. Sin embargo y aun con esos inconvenientes la música de Mozart me subyuga.

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