domingo, 28 de marzo de 2010

Un viaje a Levante con el Imserso, llegada a Gandía.

Después de mi retirada profesional (jubilación) he querido probar la oferta de viajes que ofrece el Imserso.

Creo que todo el mundo ha oído hablar de esta actividad.

Ahora que la conozco tengo que decir que está bien, muy bien organizada. No le encuentro fallos apreciables.

Hay que saber que estos viajes los organiza, aún, el Gobierno Central; digo aún, porque tantas cosas han pasado al ámbito regional o autonómico, como eufemísticamente decimos en España, que casi llama la atención que no sea así en este caso.

Grandes sectores del poder político y de la administración, de mucha mayor importancia, están ahora en manos de gobiernos regionales, con el resultado (desastroso) que todos conocemos. Al menos este, como digo, funciona muy bien.

Así, que en plan experimental, mi marido y yo nos apuntamos a este viaje a Levante, con base en Playa Gandía.

El viaje fue en avión hasta Valencia. Tuvimos la mala suerte de coincidir con la huelga solapada de los controladores aéreos, lo cual nos supuso cinco horas !!! de retraso. Para desesperarse...

Una persona, me comento, al día siguiente que las muchas horas pasadas en el aeropuerto le habían producido sufrimiento psicológico. Un poco exagerado, diría yo, pero refleja el estado de ánimo de la expedición.

Finalmente llegamos a Valencia de noche. Nos informaron de que hasta Playa Gandía había una hora de autobús. Al menos ya estábamos en tierra firme.

Llegamos al hotel pasada ampliamente la hora de retirarse el personal de cocina y demás servicios, pero nos esperaban con restos fríos de la cena, que agradecimos.

El día siguiente amaneció nublado, aunque no frío.

Tuvimos una charla sobre lo que podíamos esperar de nuestra semana larga de estancia en Valencia.
Se nos ofrecían cantidad de excursiones para visitar la región. Contratamos casi todas.

Despues fuimos a conocer el lugar en el que estábamos. Era nuestra primera visita a la zona.

El hotel, muy nuevo, está en segunda linea playa. Desde el balcón de la habitación se veía una palmera, y un trocito de mar y playa.

Teníamos lo que se llama pensión completa, con comida abundante y variada. De vez en cuando ponían paella, plato que uno desea comer en esa parte de España, bastante bien hecha. También había fruta y particularmente naranjas muy buenas.

Bien, pues fuimos andando hacia la playa, que teníamos al lado.

El panorama era amplio y despejado. Una enorme playa, tanto en longitud como en anchura, se extendía hasta perderse de vista; no se veía el principio, ni el final.

Un magnifico paseo, ancho y bien acondicionado, la recorre enteramente.

Dada la época del año, invierno, estaba tanto la playa, como el paseo, casi desiertos.

Sorprende bastante ver una playa tan grande, tan vacía; cosa bien distinta sera en el verano, cuando apenas se vea la arena, cubierta con los amantes de la playa, y sus pertenencias.

Porque la ciudad que se extiende, desde la playa hasta el interior, parece muy grande.

Enormes bloques, conté hasta 15 pisos, con enormes manzanas, configuran la linea de la playa y luego en filas que forman calles paralelas, se extienden varios kms hacia el interior.

Es una ciudad fantasma, en esta época del año. Después de una observación aquí y allá, se puede decir que el 99% de los pisos están cerrados.

Respecto a la densidad de construcción, hay pocos hoteles.

Aquí se puede ver, con toda amplitud, que el modelo de desarrollo de este país ha sido fomentar la compra de la vivienda (primaria y) secundaria.

No puede uno dejar de pensar en lo caro que le resulta a los españoles esta contribución al desarrollo. Comprar la segunda vivienda y mantenerla todo el año, para ocuparla, como mucho, contando vacaciones y fines de semana, dos meses al año. Demencial.

En consonancia la mayoría de los negocios, tiendas, bares, restaurantes, etc. estaban cerrados.
La restauración ocupa casi todos los bajos. Debe de haber una de las densidades mayores del mundo en esta actividad.

Playa Gandía es una parte de Gandía, creo que son el mismo municipio, que se desarrollo en los años 60 y 70 del siglo pasado, primeramente con veraneantes residentes de la comarca y provincia y luego con turismo del resto de España, ellos mismos lo llaman "la playa de Madrid", ya se puede suponer porqué, y de otros países.

Bien, pues hicimos buen uso del paseo caminando un gran rato

En ese mismo paseo se coge un autobús, que pasa cada veinte minutos, que lleva a Gandía.

La ciudad esta a seis kms de la playa.

Gandía, capital de la comarca valenciana de la Safor, tiene una población de unos 82.000 habitantes, llegando a triplicar este número en verano, por ser unos de los principales destinos turísticos de España.

Cuando nosotros la visitamos, estaba en el número de habitantes del censo, ya que era invierno.

Se ve que está en plena efervescencia con grandes obras públicas, con el encuzamiento del río Serpis, que desemboca en el mar Mediterraneo por allí.

Es una población bien cuidada, con los principales edificios restaurados y bien acondicionados.

Gandía como gran parte de las ciudades españolas tiene una larga historia. Hay pruebas arquelógicas de asentamientos en el Paleolítico Superior, y después de tan lejana edad, restos de las épocas ibérica, romana y de la ocupación musulmana.

En 1.249, ya reconquistada a los moros, fue donada por Jaime I el Conquistador a su hijo el infante don Pedro.

Convertida luego en ducado, en el s. XV, fue comprado por Rodrigo de Borja o Borgia (futuro papa Alejandro VI), para su hijo Pedro Luis.

El segundo duque, Alfonso, tuvo en Gandía una corte pequeña pero fastuosa, donde brillaron figuras literarias como el poeta Ausias March o Joanot Martorell, autor de la novela caballeresca Tirant lo Blanch, escrita en catalán y publicada en 1.490.

A esta casa pertenece San Francisco de Borja, nacido en 1.510 y canonizado en 1.671. Este duque renunció a todos sus títulos en favor de su hijo Carlos, para ordenarse sacerdote y entrar en la Compañía de Jesús.

Por todas partes de la ciudad estaba expuesto el cartel commemorativo del 500 aniversario del nacimiento del santo.

Gandía conoció tiempos de esplendor y también de miseria, como tras la expulsión de los moriscos, musulmanes bautizados de grado o por fuerza, de 1.609, que supuso la ruina de los ingenios azucareros, que ellos manejaban.

Posteriormente los duques de Gandía se trasladaron a Madrid.

En Gandía están presentes la Universidad Politécnica y la Universidad de Valencia, con distintas actividades.

Toda la comarca ha renacido en el s. XX, con la explotación agrícola, naranjas y demás cítricos y con el turismo, que la ha cambiado por completo.

El casco urbano, que recorrimos con ayuda de un folleto turístico, tiene mucho sabor.

Primeramente admiramos la Colegiata de Santa María edificada en el s. XV y muy dañada durante la guerra civil (1.936-39), en la que fue practicamente destruida, desapareciendo sus tesoros, así como su rico archivo. Hoy, restaurada, ofrece un bonito rincón, con la estatua de san Francisco de Borja en el centro de un jardincillo.

Enfrente está el Ayuntamiento, del s. XVIII, con fachada neoclásica y una inscripción que recuerda el rey coetaneo, Carlos III.

De allí paseamos hasta el ensanche con edificios modernos y alguna bonita fuente . Pasamos por el puente sobre el río Serpis, cuyas margenes, como ya he comentado, están siendo encauzadas.

Otro edificio sobresaliente es el Palacio Ducal; objeto de numerosas restauraciones, casa natal de San Francisco de Borja, cuya habitación se conserva intacta.

Tiene un bonito Patio de Armas, que me pareció de arquitectura italianizante; y la Galería Dorada, del s. XVII, con azulejos originales de la época.

Pudimos observar que es utilizado por los poderes públicos, para eventos, pues se desarrollaba uno en ese momento.

Otro edificio destacable es el de la antigua Universidad de Gandía, fundada por San Francisco de Borja, donada a la Compañía de Jesús (Jesuitas).

Durante varios siglos tuvo gran actividad universitaria y alumnos destacados. Cuando los jesuitas fueron expulsados de España, en el s. XVIII, desapareció la Universidad de Gandía.

Posteriormente paso a ser posesión de la Orden de los Escolapios, de ahí que el edificio se conozca como Escuelas Pías

Está en el mismo centro de Gandía, junto a la calle Mayor, decorado en el exterior con cinco estatuas de los miembros mas sobresalientes de la familia Borja


  • San Francisco de Borja
  • Papa Alejandro VI
  • Papa Calixto II
  • Lucrecia Borja
  • Cesar Borja
Seguramente hay cosas interesantes en Gandía que no vimos. Hay que dejar algo para conocer en otra visita. Es un sentimiento frecuente el deseo de volver cuando un lugar te ha gustado.

Volvimos al hotel.

Por la tarde dimos un largo paseo por la playa, viendo que se extendía desde el puerto de Gandía, el Grau, hasta unas dunas. Tres kms de recorrido.

domingo, 21 de marzo de 2010

Opera en el Teatro Real de Madrid: Andrea Chenier

El día 24 de febrero me traslade a Madrid para asitir a le representación de la ópera Andrea Chenier, ya que tenemos un pequeño abono de la temporada. Esta vez C. no iba conmigo. me acompaño mi hijo mayor.

Siempre que hay una de las óperas del abono me hace gran ilusión.

Me encanta el Teatro Real. Su ubicación en la plaza de Oriente; los alrededores llenos de bares, donde ofrecen unos pinchos riquisimos; las casas de música, donde venden instrumentos, partituras, etc. Eso en cuanto al exterior.

Dentro me gusta todavía mas. Mi butaca, sin ser de las mejores, me deja ver y oír estupendamente. El escenario es grandioso.

Me gusta la decoración del teatro, acorde con la época en la que fue levantado.

Me gusta la tienda, que suelo visitar en el entreacto, bien surtida en cuanto a ópera enlatada se refiere.

En los intermedios solemos ir a alguno de los bares, bien surtidos de dentro del teatro a tomar algo, si no lo hemos tomado fuera.

En fin no le veo ningún inconveniente.

La polémica, si la hay, suele estar en el escenario.

Tengo que decir que no soy ninguna experta, ni en cuanto a música, ni en cuanto a nada de lo que lleva este espectáculo. Solo soy una aficionada y entusiasta de este género musical.

Me fio de mis oídos y de mis ojos; y después de muchas temporadas asistiendo a unas diez óperas al año tengo mi propio (y humilde) criterio.

La ópera que íbamos a ver esa noche, 25 de febrero, era Andrea Chenier, del compositor italiano Umberto Giordano (1867-1948), con libreto de Luigi Illica, basada en la vida del poeta francés André Chenier, guillotinado durante la Revolución Francesa

Esta ópera, estrenada en 1.896, pertenece a la corriente verista.

Ya había tenido ocasión de verla, otro año, en otro teatro.

Hay que saber que la puesta en escena y los cantantes influyen muchisimo en la percepción de cada ópera.

También, cuanto mas se conoce la música e incluso el texto, mas se disfruta con ella.

Esta puesta en escena del Teatro Real, obra de Giancarlo del Monaco, es magnifica, y clásica. Se atiene al argumento y a la época en que está situado, la Revolución Francesa, sin las concesiones modernas, que desvirtuan o tratan de cambiar el sentido de las tramas, para complacer a ciertos lobbys, que tiene gran predicamento en ese ambiente, y que las mas de las veces resultan de mal gusto.

Los cantantes eran acreditados; al tenor, Marcelo Alvarez, he tenido ocasión de oírlo otras dos veces. Tambien conocia a Felipe Bou, joven bajo, que tiene una buena carrera por delante.

En el programa de la noche venia una nota inquietante. El primer descanso iba a durar ¡40 minutos! por la complejidad del montaje, que tiene que ser cambiado enteramente. De qué hacer olvidar... hasta el argumento.

Bien, pues esta noche tuvimos, podríamos decir, triple espectáculo.

Al cabo de unos siete minutos de representación, cuando acababa de entrar la soprano, se empezaron a oír voces airadas que provenían de la parte alta del teatro, el llamado "gallinero". Protestaban por el uso de amplificadores de las voces, con frases como "-para esto me quedo en casa-", "-no hay derecho-", "-es como si estuvieramos oyendo un disco-" etc.

La cantante, Fiorenza Cedolins, intento seguir como si no pasara nada, pero no pudo, y aunque se mostro contrariada, el director de la orquesta, maestro Victor Pablo Pérez, la mando callar.

Se paro la orquesta y bajo el telón.

Mientras los espectadores hacíamos cábalas sobre lo sucedido, salió el director artístico del teatro, Antonio Moral, que trato de explicar, de una forma un tanto oscura, que la causa de lo que se oía arriba, (abajo el sonido era normal) había sido un asunto de cables mal puestos. Algunas opiniones avisadas murmuraban que los cantantes estaban usando amplificadores de sonido...

Ese día se retransmitía la función por RNC, emisión que fue suspendida en ese momento.

Dijo tambien que la ópera empezaría desde el principio.

Fue una suerte pues la segunda vez, el barítono, Marco Vratogna, cantó bastante mejor.

El segundo acto con impresionante decorado, transcurrió sin incidentes.

Despues hubo otro descanso de veinticinco minutos.

Seguidamente volvió a aparecer el director artístico para anunciarnos que el tenor, Marcelo Alvarez, estaba indispuesto. Ya había cantado las dos terceras partes de la ópera sin sentirse bien, pero entonces se retiraba y en su lugar iba a cantar el último acto Jorge de León.

Ante mi asombro, ya que el nombre me era desconocido, el "gallinero" mostró un gran entusiasmo, con bravos, vivas y aplausos. Ellos, sin duda, lo conocían.

Y, efectivamente, este tenor tiene una voz extraordinaria y enorme. Según parece es un tenor spinto, voz de lo mas adecuada para cantar una ópera veristica.

La voz del tenor consagrado quedo oscurecida por la de este otro cantante, que era solo el sustituo.

Según parece se abre ante él una gran carrera, a partir de ahora.

Una vez superados todos los "espectaculos" añadidos esa noche, disfrute de este último acto, en el que la soprano no quiso ser menos que Jorge de León, y canto de maravilla.

La última escena, de gran romanticismo, es vibrante y sobrecogedora .

Durante los aplausos, entre los que destacaron los dedicados a Jorge de León, se oyeron tambien algunos silbidos y pateos dirigidos al director musical, Victor P. Pérez.

No sé si por falta de ensayos, o por que no le interesaba esta ópera, no estuvo demasiado afortunado.

Yo disfrute con este preciosa ópera, y aunque tuvo cierta incomodidad, no deja de ser curioso asistir a un triple espectaculo,
  • La ópera en si misma
  • Las protestas más que justificadas del "gallinero"
  • El decubrimiento de un magnifico cantante

miércoles, 17 de marzo de 2010

Bizcocho al azafrán

Me parece a mí este bizcocho delicioso, tanto para el desayuno, la merienda o acompañado de crema inglesa o compota de frutas como postre.

Ingredientes

  • 200 g de harina
  • 200 g de azúcar
  • 200 g de mantequilla
  • 4 huevos
  • 50 g de almendras en polvo
  • 1/2 bolsita de levadura en polvo
  • 1 cucharada sopera de Cointreau
  • 1 cucharada sopera de agua de azahar
  • 1 cucharada sopera de leche
  • 1 pizca de azafrán
Elaboración

Hervir la leche con el azafrán lentamente, durante 1 minuto
Mezclar el azúcar y la mantequilla blanda en la batidora
Añadir los huevos uno trás otro

Batir hasta incorporación
Incorporar la harina mezclada con la levadura
Añadir las almendras, el cointreau, el agua de azahar y la lecha con el azafrán
Batir todo con la batidora

Untar con mantequilla y espolvorear con harina un molde redondo

Poner a horno precalentado a 210ºC y aire, durante 30 minutos
Desmoldar en una rejilla

Dejar enfriar

Servir con una crema inglesa o con una compota de peras, manzanas, ciruelas pasas y uvas pasas.

Nota: A pesar de que el azafrán tiene mucho sabor, en este bizcocho, como se echa tan poco, solo sirve para darle buen color