viernes, 21 de enero de 2011

Rollitos de ternera y jamón

Estos deliciosos rollitos de ternera y jamón, de origen italiano, son llamados por los romanos saltimbocca, "saltan a la boca". Son muy fáciles de hacer. Aquí va la receta.

Ingredientes

6 escalopes de ternera
6 lonchas de jamón serrano
6 hojitas de salvia
25 g de mantequilla
100 ml de vino blanco
Sal
Pimienta

Elaboración

Aplastar los escalopes de ternera con el mazo para carne
Hacer las lonchas de jamón lo mas parecidas a los escalopes, aunque algo mas pequeñas.
Cubrir cada escalope con una lincha de jamón y una hojita de salvia o si no se tiene en hoja salvia picada, que hay en el comercio.

Enrollar y sujetar con un palillo a lo largo del cierre

Saltear suavemente los rollitos de ternera en la mantequilla hasta que estén dorados.

Añadir el vino

Tapar y dejar cocer a fuego lento 15 minutos

Se pueden servir solos o acompañados de arroz, puré de patas o verduras al gusto.

Y ya están. Espero que os guste ese sabor, tan mediterraneo que tienen.

domingo, 16 de enero de 2011

Ecuador. Capitulo IV. Quito, 2ª Parte. La ciudad colonial

Teníamos un par de horas para conocer el plato fuerte de Quito, el centro histórico colonial.

Hay que pensar que los fundadores de la ciudad tenían amplias miras, pues la diseñaron a escuadra, con grandes espacios, grandes iglesias, grandes palacios, siguiendo los gustos españoles de la época.

Es un conjunto verdaderamente bello y por demás interesante. Fue una pena no haber aprovechado mejor el tiempo; nuestra guía, G., que unía a la ignorancia e incultura, la desidia, no nos condujo a todos los lugares que debíamos haber visitado. Aun con estas deficiencias, pudimos admirar el centro histórico, ahora rehabilitado, que ha hecho de esta parte de Quito la ciudad colonial mas bonita e interesante de Sudamericana.

Comenzamos la visita por la plaza de San Francisco donde se hallan la iglesia y el convento de San Francisco, uno de los monumentos mas importantes, no solo de Quito, sino de todo el arte colonial, conocido por ello como El Escorial del Nuevo Mundo.

La plaza es magnifica por sus enormes dimensiones, que permiten apreciar el monumental edifico de la iglesia y convento, en toda su amplitud.

Llegamos, mas o menos, a la hora en que se celebraba la misa dominical, pues era ese día de la semana. La parte baja de la plaza estaba ocupada por un grupo folclórico de danzantes, ataviados con ropa indígena y acompañados por música en vivo, que armaban bastante bulla; un corro de ciudadanos, no demasiado nutrido los contemplaba; un miembro de nuestro grupo llamo a este espectáculo apropiadamente "la contraprogramación".

Y es que el gobierno ecuatoriano, de corte chavista, como el dirigente de Venezuela, está empeñado en una campaña contra la iglesia católica, de gran influencia en toda América latina, y quisiera suplantar el poder de esta institución. Observamos esta contraprogramación en muchos otros lugares de culto, tanto en Quito como en otras ciudades.

Volviendo a lo que nos interesa que es la iglesia de San Francisco, digamos que su construcción empezó en 1.550, para acabar ciento cincuenta años mas tarde en 1.680. Es un edificio muy bello, con diversas influencias, aunque predomina el estilo barroco, que determino buena parte del arte colonial; siendo mas imponente, se parece mucho a las iglesias y conventos franciscanos de la misma época, de los cuales hay buenas muestras en varias de la Islas Canarias.

La decoración interior, de gran riqueza, muestra artesonados moriscos, con elementos mudéjares, se conserva integra la decoración del coro, del s. XVI, de este estilo; retablos barrocos, adornados con columnas y volutas, y gran profusión de pan de oro, como recubrimiento del Retablo Mayor,

que no pudimos ver pues estaba cubierto por un velo pintado con la representación de dicho retablo, en restauración.

A pesar de la contraprogramación que se desarrollaba en la plaza, la iglesia estaba llena, y la misa era muy preceptiva, con cantos y oraciones, seguidas por los fieles con devoción.

La pequeña escultura de la Virgen de Legarda adorna el altar mayor, así como obras de renombrados artistas de la escuela quiteña, que nació en los patios de este convento.

El Convento de San Francisco forma parte del conjunto y se encuentra unido a la iglesia. Por desgracia no lo visitamos, pues creo que tiene, entre otras cosas admirables, un patio magnifico; ahora no se si porque estaba cerrada por ser domingo, o por inepcia acreditada de la guía.

Desde la Plaza de San Francisco seguimos, por la calle Cuenca hasta la confluencia con la calle Chile, para encontrar la Iglesia y Convento de la Merced, otro de los monumentos del Quito colonial.

El primer conjunto fue construido por los padres mercedarios en el s. XVI; debido al terremoto de 1.660 tuvo que ser reconstruida en el s. XVIII, con pocas diferencias respecto al edificio anterior.

Su torre cuadrangular con cierto aire andaluz, es la mas alta del centro histórico de Quito; luce un reloj de luna negra, instalado en 1.820. Tiene una preciosa cúpula, que se ve muy bien desde la plaza de San Francisco.

El interior de la iglesia es muy bello y adornado, como todas las iglesia de la ciudad. En el Retablo Mayor hay una imagen de la Virgen de Las Mercedes, que sacan a veces en procesión.

Uno de los mayores atractivos, que tengo que confesar que no vimos, es su biblioteca, considerada como una joya tanto por su belleza como por el valor histórico de los libros que guarda.

Aunque tampoco lo vimos, tiene un patio, preservado por el terremoto, con el piso original, de amplias proporciones, con una fuente renacentista en el centro.

Delante de la iglesia hay una gran cruz, como la que acompaña a todas las iglesias coloniales de Quito.

Seguimos andando hacia la Plaza Grande o Plaza de la Independencia, el corazón del centro histórico.

Es una plaza muy bonita y armónica. Durante siglos la Plaza Grande fue una gran explanada, con una fuente en el centro, que abastecía de agua a los habitantes de la ciudad, alrededor de la cual se establecía una improvisada plaza de toros para celebrar las fiestas, hasta que en el s. XVIII se decidió hacer de ella una verdadera plaza mayor, al estilo de las europeas.

En 1.906 se colocó el monumento a la Independencia en el centro, desplazando la fuente, y se cambió el nombre de Plaza Grande por el de Plaza de la Independencia, a pesar de lo cual los quiteños siguen llamándola por el primer nombre.

La plaza se encuentra flanqueada en sus cuatro costados por diferentes edificios públicos
  • Palacio de Carondolet
  • Catedral Metropolitana
  • Palacio Arzobispal
  • Palacio Municipal
  • Hotel Plaza Grande
El Palacio de Carondolet, es la sede del Gobierno y residencia del Presidente de la República; fue restaurado y renovado por uno de los Administradores de la Real Audiencia de Quito, el barón de Carondolet, a finales del s. XVIII, con una bonita columnata y balcones de hierro forjado que adornaron el Palacio de Versalles, en Francia, traídos hasta aquí.

La Catedral Metropolitana, templo mayor de la ciudad, empezó su construcción en 1.562, concluyendo en 1.806.

Alberga gran cantidad de obras de arte, en pintura, escultura y objetos religiosos, pero no nos fue posible ver el interior, ya que solo abre de 7 a 9 de la mañana.

Este extraño y reducido horario puede que tenga que ver con la contraprogramación, de la que ya he hablado, pues, en efecto, cuando llegamos a la Plaza Grande, allí estaba el consabido grupo folclórico, bailando y saltando al compás de una estruendosa música, justo a las puertas de la catedral.

La primera construcción del Palacio Arzobispal, data de 1.653, en terrenos adquiridos por la Iglesia; ha sido restaurado y modificado a lo largo de los siglos, aunque conservando siempre un aire colonial;

dentro tiene un precioso patio con una fuente central y cuatro pisos de balconadas. Me recordó mucho los patios canarios, de la misma época, que abundan en las islas.

Ahora ha sido convertido, como algunos de las islas, en centro comercial. El Obispado conserva en él una oficina.

El Palacio Municipal rompe la armonía de la Plaza Grande, y es mirado con poca simpatía por los ciudadanos. En los años 60 del siglo pasado, la piqueta, manejada por las autoridades de aquella época, acabo con las casas antiguas de estilo colonial, tomando la decisión de hacer un nuevo edificio, que es el que ahora está allí.

Por fortuna se desechó el proyecto de construir una torre de cristal de catorce pisos, que hubiera acabado para siempre con el encanto de la plaza. En 1.973 se construyo el actual edificio de hormigón, de poca altura. Como está encalado y tiene tejado de teja, solo desentona, pero no es demasiado agresivo.

Al lado del Palacio Arzobispal está el Hotel Plaza Grande, sobre el cual volveremos. Solo decir que ocupa un bonito edificio de 1.935.

En una de las esquinas, ya fuera de la Plaza, enfrente del Hotel Plaza Grande, se encuentran el Convento y la Iglesia de la Concepción.

Este fue el primer convento de monjas fundado en Quito, en 1.577 . Como todas las iglesias y demás monumentos de Quito, ha sufrido mucho a través de los siglos, pero hoy luce completamente restaurado.

Otra de las iglesias que está casi en la plaza, en la adyacente calle Garcia Moreno, es la Iglesia del Sagrario, otra de las joyas coloniales de Quito; fue edificada en el s. XVII; de gusto italianizante, se encuentra junto a la Catedral, por lo que a veces se la llama "La Catedralilla". Fue originariamente la capilla principal de la catedral, construida para el culto del Santísimo Sacramento.

Desde su entrada no se ve la Plaza Grande y no se escucha la estruendosa música que acompaña los bailes folclóricos, así que estaba abierta y se estaba celebrando la Eucaristía cuando entramos, con lleno total. Como en todos los actos litúrgicos que pude ver en Ecuador, la gente vivía la celebración, con cánticos y rezos en voz alta.

Por la esplendida calle García Moreno, llegamos a uno de los mas visitados monumentos de Quito la Iglesia de la Compañía.

La calle, que sale de la Plaza Grande, está, toda ella, ocupada, por lo que fueron la Universidad San Gregorio Magno, fundada por los jesuitas en el s. XVII y el Seminario de esta Orden.

Los jesuitas llegaron a Quito en 1.575, para instalarse difinitivamente en 1.586. Lo primero que fundaron fue el Seminario Conciliar de San Luis; posteriormente establecieron un Colegio Máximo para estudios de Teología, Escolástica, Latín y Filosofía, que llego a ser Universidad en 1.622. Entre las instalaciones que tenia, destacaba su biblioteca, de las mejores de Sudamerica, que fue declarada Biblioteca Pública, mucho tiempo después.

Tras la expulsión de los jesuitas en el s. XVIII, la Universidad desapareció y los edificios fueron destinados a sucesivos y heterogeneos usos: Universidad pública, fábrica de tabacos, que funcionaba como prisión de hombres y mujeres, instalaciones militares, o cuarteles, e incluso hubo ¡un depósito de polvora!

En el s. XIX, después de la Independencia, se ubicó en ella la Casa de la Moneda; hasta que en 1.860 el Presidente García Moreno, llamó, de nuevo, a los jesuitas, a los cuales se devolvieron buena parte de los bienes e inmuebles incautados, construyéndose el edificio que hoy podemos admirar.

Toda la calle García Moreno, es monumental; el antiguo solar de la Universaidad jesuítica, está ocupado, hoy día, por el Centro Cultural Metropolitano, que contienen diversas dependencias,
  • Archivo Histórico
  • Museo de Arte Colonial
  • Biblioteca con mas de 50.000 volúmenes
salas de exposiciones, salas de conferencias y eventos, y otras de menor interés.

Contiguo a este edificio se encuentra la Iglesia de San Ignacio de Loyola, mas conocida como de la Compañía.

La iglesia, comenzada en 1.605, se concluyo en 1.765, en vísperas de la expulsión de los jesuitas de los dominios del rey de España y de otros varios países.

La fachada del templo es una de las maravillas del barroco y plateresco americano, realizada con el esquema de la Iglesia del Jesú, de los jesuitas en Roma, que fue el modelo para todas las iglesias de la Orden, aunque mucho mas adornada en el caso de la de Quito.

En cuanto al interior, entrar en el templo es quedar deslumbrado ante la síntesis de fasto y armonía, de barroco revestido de oro.

El Retablo Mayor es obra, como muchas otras en la ciudad, de nuestro conocido artista quiteño, del s. XVIII, Bernardo de Legarda.

Después de esperar casi una hora delante de la iglesia, pues nuestra guía no sabía el horario de visitas, por cierto bastante raro, la visita a este monumento empezaba a las 13:15, pudimos conocer el interior, que nos dejo maravillados; con su entero recubrimiento de pan de oro, artesonados, capillas volutas, etc., es como un enorme joyero; y también una muestra del poder y la riqueza que tuvo la Orden de los Jesuitas en este territorio.

En la esquina, enfrente de la Iglesia de la Compañía está el edificio, que fue el Banco Central, hoy día dedicado a Museo y Centro de las Artes Escénicas.

Habíamos acabado nuestro paseo de la mañana por Quito, recorrido para conocer y contemplar muchas, aunque no todas sus bellezas. Por ejemplo, de las famosas Siete Cruces, todas ellas delante de iglesias coloniales, habíamos visto cinco. Quizás sea demasiado ambicioso, querer ver todo lo importante; hay tiempos muertos, monumentos donde el grupo se detiene mas de lo previsto y deseable; sería aconsejable y estupendo tener un guía adecuado, etc., pero... habíamos aprovechado bastante; lo demás quedara para la próxima visita a Quito.

En resumen habíamos disfrutado mucho conociendo esta bella ciudad. La hora de comer se aproximaba.

Dejaremos para otro capítulo el resto del día.

miércoles, 12 de enero de 2011

Ecuador. Capítulo V. El Cotopaxi

Esta espectacular vista del volcán Cotopaxi, es la que deseariamos haber visto, pero....los nevados andinos se muestran pudorosos, se envuelven en nubes y brumas, se ocultan.

Aún así resulta emocianante verlos y pisarlos.

El científico alemán Alexander von Humbolt dijo de este impresionante volcán en 1.802, durante su visita por Sudamérica:

"Tiene la forma mas hermosa y regular de todos los picos colosales de los Andes. Es un cono perfecto cubierto por una capa blanca de nieve"-.

Y de su descripción y de las fotos tenemos que fiarnos, pues durante nuestra visita, y tal como suele ser en las altas montañas, permaneció casi por completo velado por una espesa capa de nubes que solo dejaban ver, según deambulaban por su cono, una parte del glaciar.

Salimos de buena hora del hotel, nuestra base seguía siendo Quito, ya que el volcán dista 89 km, en dirección sur, de la capital.

Esta enorme montaña de 5.680 m, la segunda en altura del Ecuador, y uno de los volcanes activos mas altos del mundo; está precedida, viniendo desde Quito, por una serie de volcanes, a uno y otro lado de la carretera, que hicieron a Alexander von Humbolt llamarla la Avenida de los Volcanes.

Si el tiempo hubiera estado despejado, hubiéramos podido ver en la carretera Panamericana por la cual circulábamos, el primero de los volcanes, el Iliniza (5.248 m), que estaba cubierto de nubes como todos los demás, y a derecha e izquierda varios más.

Los grandes gigantes, se yerguén como guardianes, a lo largo de unos 300 km, en la cordillera de los Andes, que recorre todo el centro de Ecuador.

Tengo que hablar ahora de los árboles de este país. En un momento determinado de su historia, hace entre cien y ciento cincuenta años, alguno de los presidentes de Ecuador, considero que tenia que reforestarse el territorio, devastado por la tala de arboles. No pensó, desde luego, en especies arbóreas autóctonas, sino que eligió, entre las del mundo, el eucalipto de origen australiano, y las coníferas.

El primero se ha revelado como contraproducente, pues, aunque crece rápido, consume una enorme cantidad de agua, sobre todo en sus primeros años, que se resta para el desarrollo de otras especies, y también impide el crecimiento del sotobosque. Además, a una determinada altura, por encima de los 3.000 m, que en el centro de Ecuador se consiguen con toda facilidad, no puede desarrollarse.

El pino americano y canadiense tampoco ha resultado adecuado, pues, en muchas zonas, no se han aclimatado bien y gran cantidad de los plantados han perecido.

Estas dos grandes aberraciones han llenado la sierra, y también zonas de la costa, que no vimos, de arboles extraños a los lugares y que no dan demasiado rendimiento para la explotación, que se centra en la producción de leña, en la fabricación de postes altos y bajos para las minas y más recientemente, explotada por empresas extranjeras, en la producción de pulpa para la fabricación de papel.

Volviendo a nuestra excursión fuimos progresando por la Panamericana, hasta llegar al Parque Natural del Cotopaxi.

Este espacio protegido fue creado en 1.979. Tiene mas de 33.000 hectáreas; lo conforma un enorme páramo, antes del cual esta el Área Recreativa del Boliche, que tiene distinta administración que el parque; está cubierta, por un gran bosque de pinos, que fueron plantados por orden del presidente Lucio Andrade en 1.928, en vistas a la reforestación, esperando que estos arboles se adaptaran a las alturas, y que dan un aspecto mas alpino, que andino al paisaje.

Hace algunos años, las coníferas fueron atacadas por un hongo, que tiñe de marrón sus troncos y ramas estropeándolos y matándolos, y que además, ha perjudicado a las otras especies presentes.

Los pinos ocupan el 50% del Área; según se va ascendiendo, ya en el Parque Natural del Cotopaxi, los arboles desaparecen y la vegetación es autóctona, la propia del páramo andino, lo que hace el paisaje más autentico; mas cerca del volcán la vegetación desaparece, y solo hay algunas pocas y pequeñas plantas aisladas, que se las arreglan para sobrevivir en esas grandes alturas.

Habíamos parado en la entrada del Parque, donde hay un pequeño y desatendido museo, que trata de explicar lo que hay dentro del parque, tanto en cuanto a flora como a fauna. Da la impresión de que no está cuidado desde hace tiempo, y algunos de los animales disecados que muestra, parecen polvorientos y apolillados. Sin embargo, excepto algunas aves, estos fueron los únicos animales que vimos durante nuestra visita.

Una pena..., pero en el parque lo importante es la naturaleza, que se nos mostraba, aunque envuelta en brumas y nieblas, con todo su esplendor, una vez liberada de los pinos foráneos y enfermos, de mas abajo.

La forma actual del Cotopaxi es el resultado de su actividad volcánica durante los últimos 5.000 años.

Después de la entrada en la historia, con la llegada de los españoles a estos territorios, en 1.534, se han constatado diversas erupciones, con episodios de cenizas y avalanchas de lodo y piedras, conocidos por los vulcanologos con el nombre de lahar, ( palabra que significa alud en lengua javanesa) que provocaron en 1.742, entre otros desastres, la parcial destrucción y decadencia de la provincia y ciudad de Latacunga, antes muy rica y fértil, región que volvió a ser afectada por otra erupcion de 1.788.

Sin embargo la mayor erupción histórica del Cotopaxi sucedió en el 1.877. La enorme fuerza explosiva formo grandes columnas de ceniza, a las que sucedieron ríos de lava, que, al fundir el glaciar, provocaron inmensos raudales de agua con grandes bloques de hielo, lodo, piedras y peñascos, que arrasaron todo lo que encontraban a su paso.

Nuestra primera parada fue para acercarnos a la Laguna de Limpiopungo.

El entorno es impresionante. Hay una enorme planicie, producida por las avalanchas de barro, y en ella entre enormes alturas, los volcanes Cotopaxi, Rumiñahui, Sincholagua, Pasacocha, se encuentra la pequeña laguna, de aguas serenas y oscuras y seguramente gélidas. Allí vimos diversas aves que tenían la laguna por residencia.

El volcán Rumiñahui se refleja en ellas, en tiempo despejado.

Seguimos en el bus hasta el aparcamiento desde el que se ve el refugio de montaña, que acoge a los montañeros dispuestos a subir el Cotopaxi hasta el cráter, o hacer una caminata por las empinadas cuestas.

De acuerdo con la guía decidimos subir un trecho, acercándonos al refugio. Caminamos unos cuarenta y cinco minutos.

Era difícil caminar por la grava que rodaba, y sobre todo por la altura, a la cual debe uno acostumbrarse. Ya llevábamos unos días en Quito, pero no se pude decir que estuviéramos aclimatados a esas alturas. De nuestro grupo nos "atrevimos" a subir cuatro en total, el resto se quedo esperando en el aparcamiento. Nuestra guía G., poco experta en cuanto a visita cultural, resulto una experimentada trepadora, y nos llevo por la senda de grava, por otro lado perfectamente clara, con pericia.

Las nubes que cubrían el cono del volcán no se despejaron, pero vimos un poco mas de cerca el glaciar, y con mas perspectiva la inmensa llanura, y algunos de los otros volcanes.

La bajada fue peor, pues la grava resbalada según la pisabas. Al fin nos reunimos con el grupo y seguimos, sin mas paradas, hasta dejar el Parque Nacional.

Íbamos viendo, sin poder separar los ojos de la ventanilla, todo aquel amplísimo, desolado y sobrecogedor paisaje desprovisto de vegetación. En la extensa llanura se ven grandes bloques de piedra, de los que arrastro el lahar.

Varios ríos fluyen por la planicie, el río Pita, el río Santa Clara y varios mas, que han modificado su curso varias veces, a causa de las erupciones. Vimos algún río de aguas rápidas, pero no sabría decir cual era.

Habíamos pasado toda la mañana ocupados con el volcán.

Teníamos la comida en la Hacienda La Ciénega, pero antes hicimos otra interesante visita.

Al lado de la Hacienda hay un enorme invernadero, dedicado al cultivo de rosas

El cultivo de flores se ha generalizado en Ecuador, después de que fuera implantado en la década de los 70 del siglo pasado. En los 80 pudo empezar a exportar, siendo hoy uno de los sectores importantes, desde el punto de vista económico, del país. Es verdad que la llamada parte del león se la llevan las compañías extranjeras, y que el coste de instalación es mas elevado que en otros países, pero da trabajo y divisas a Ecuador.

Mientras visitábamos el invernadero de las rosas, nos explicaron las severas condiciones que deben reunir las flores para su exportación: deben ser perfectas en todo, sin un solo defecto, y cosa importante es el tamaño del tallo, que es pedido de mas o menos centímetros por los diferentes países; así como también hay preferencias por determinados colores, según el gusto de los compradores.

Como se comprenderá con facilidad los importadores de estas selectas flores son los países ricos, cuyos ciudadanos pagan una buena cantidad por cada flor.

Recorrimos el invernadero, los almacenes donde se clasifican las rosas, el almacén de paquetería, donde hay apiladas muchas cajas con las siglas de los distribuidores e importadores, y por último salimos de allí con una rosa cada uno, con la que luego la guía pudo hacer un bonito ramo para su casa.

Al lado está la Hacienda La Ciénega, donde íbamos a comer.

Este magnifico establecimiento, tiene una preciosa avenida rodeada de grandes arboles,

al final de la cual se ve la mansión.

La hostería, situada en la faldas del Cotopaxi, cercana a Quito, es visitada por mucha gente, entre los cuales hay un importante número que va al volcán, a hacer caminatas y montañismo.

La hacienda colonial, de las mas antiguas y señoriales de Ecuador, que está considerada como una de las mejores del país, perteneció desde el s. XVII al marqués de Maenza y a sus descendientes. Fue convertida en hostería en el año 1.982.

Tiene unas grandes paredes de piedra volcánica de dos metros de espesor, que le han permitido resistir varias de las erupciones y avalanchas del volcán.

Ha sido escenario de diversos acontecimientos de la historia social, política y científica del país.

Allí residió el científico francés Charles Marie de la Condomine, que con otros científicos franceses, españoles y criollos, dirigió la Misión Geodésica, en el año 1.736, con el objetivo de determinar el paralelo ecuador, la mitad del mundo, y que sirvió también, posteriormente, para establecer el patrón metro, y el Sistema Métrico Decimal.

Al coincidir, seis años mas tarde de su llegada, con una de las erupciones del Cotopaxi, se traslado a sus cercanías, alojándose en la Ciénega y entablando una gran amistad con el marqués de Maenza, su anfitrión.

Otro de los ilustres huéspedes del marqués fue el científico alemán Alexander von Humbolt, que en el año 1.802, realizo estudios en toda la zona.

Políticos y presidentes de la recién estrenada república también frecuentaron la casa del marqués de Maenza.

Hoy día es un precioso hotel, con todo lo requerido para celebrar bodas, pues tiene una bonita capilla, banquetes y otros eventos.

Con un lindo jardín, que cuidaba en esos momentos un jardinero

Durante la comida nos sirvieron locro, una deliciosa sopa serrana, de papas, queso y aguacate.

En Ecuador hay siempre en la mesa uno de sus condimentos preferidos el ají, con el cual aderezan todos los platos. Es una especie de salsa muy picante con fuerte sabor a pimiento. Probé un poco con el locro, pero me gusto mas sin este aderezo.

Cuando ya estábamos acabando, apareció un trio musical, que tocó música andina, y pretendió, con mucha educación, vendernos algún disco con sus canciones. Algunos del grupo quisieron llevarse el recuerdo.

Para la despedida de Quito, ya que al día siguiente dejábamos la capital, la empresa que organizaba el viaje nos invito a cenar.

Volvimos al Panecillo, que ya habíamos conocido de día, al Restaurante Pim´s. Aunque la noche estaba algo mas que fresca y estábamos cansados, disfrutamos de una buena cena y de las espectaculares vistas del centro histórico iluminado, que se veían desde aquella altura.