lunes, 8 de abril de 2013

Budín de ternera con salsa de aceitunas

                                                                              

El pastel de carne es un plato de la gastronomia y tradición de casi todas las cocinas del mundo. Se sirve, por lo general caliente, aunque tambien se puede servir frio, como fiambre.

 El pastel de carne admite muchas variedades, de las cuales os ofrezco una muy sencilla, que queda muy sabrosa, con el acompañamiento de la salsa de aceitunas. 

Ingredientes
                                                                     


800 g de ternera picada
150 g miga de pan
1/ l de leche
2 huevos
Sal, pimienta, nuez moscada

Para la salsa

                                                                               


50 g de mantequilla
2 cucharadas d4e cebolla picada
1 cucharada de harina
1/ l de caldo
1 vaso de vino de vino de jerez
1/4 k de aceitunas
Perejil

Elaboración

Poner la miga de pan con la leche hirviendo  para que se empape. Reservar.
                                                                           

Mezclar la carne con la miga de pan,  empapada en leche, las yemas, sal, pimienta y nuez moscada.
                                                                 

Se deja reposar un rato mientras se prepara un molde, untado de mantequilla.
Batrir las claras a punto de nieve.
Incorporarlas a la mezcla anterior.
                                                                   


Poner en el horno a 180ºC durante 45 minutos.
                                                                     


Pinchar con una aguja para comprobar que esta hecho, si sale seca.
                                               

Desmoldar en una fuente honda y verter la salsa por encima.


Salsa

Sofreir la cebolla con la mitad de la mantequilla en un cazo pequeño, durante 7 minutos.
Cuando la cebolla empieza a estar transparente, añadir la harina.
Al cabo de 2 minutos o algo menos añadir el caldo y dejar hervir otros 2 minutos.
Agregar una ramita de perejil , el vino de jerez, y las aceitunas y cocer otros 2 minutos.
                                                                         

Apartar del fuego y añadir el resto de la mantequilla.
Utilizar bien caliente.

                                                                         




lunes, 1 de abril de 2013

Exposición Edades del Hombre en Burgos. Primera etapa: Poza de la Sal

                                                                       

 A finales de octubre pasado mi marido y yo visitamos la última edición de la conocida serie Edades del Hombre, promovida por las diócesis de Castilla y León.

En esta ocasión la muestra, con el título de Monacatus, tenia como sede el Monasterio del Salvador en Oña, que este mismo año celebro su milenario.

Bien, pues nuestra base para la visita fue otra población burgalesa, muy cercana a Oña, Poza de la Sal, que bien merece por si sola una visita, de tan interesante y bella que es.

Allí, en un hotelito situado en pleno casco histórico, en la Plaza Vieja, donde antaño se hacia el mercado, nos quedamos dos noches.
                                                               

Desde la ventana de la habitación se podian contemplar los tejados y una amplia panóramica.
                                                                        

El día de nuestra llegada lo dedicamos a conocer Poza de Sal, y dejamos las Edades del Hombre para el segundo día.

Poza de la Sal es una de las muchas ciudades históricas de Burgos, que es tanto como decir de Castilla, dada la importancia que tuvo toda la región en la formación de nuestro país.

La localidad se encuentra en la comarca de La Bureba, con su caserío apretado contra la Peña del Castellar, 
                                                                           

en cuya altura se alza el castillo de Poza de la Sal, desde el que se tienen magnificas vistas sobre el pueblo
                                                                     

 y de toda la Bureba, desde la Sierra de Oña, hasta los Montes de Oca.
                                                                 

La antigua Salionca de los primitivos moradores, los autrigones, cobro importancia con la conquista romana, con la que se convirtió, llamada entonces Flavia Augusta, en uno de los principales productores de sal, elemento indispensable para la conservación de los alimentos.

Después de los romanos, dominaron los visigodos durante 300 años. Tras la invasión musulmana de 711, hubo gran inestabilidad durante la Alta Edad Media, hasta que a finales del s. IX el conde Diego Rodriguez Porcelos,  fue encargado por el rey Alfonso III, último rey asturiano, de la repoblación de la Bureba, en la cual se encuentra Poza.

La historia de Poza de la Sal está estrechamente ligada a la explotación de la mina de sal; durante siglos la propiedad e industria estuvo ligada a diversos monasterios de la región, hasta que estos la cedieron a la corona en tiempos de Alfonso VIII, momento de una segunda repoblación de la localidad.

La organización que establecieron los Reyes Católicos, que duro hasta el s. XIX, beneficio la distribución y comercialización de la sal, con caminos mas adecuados y con mas seguridad.

En el s. XVI  Carlos I crea el titulo de Marques de Poza, para Juan de Rojas, descendiente del primer Señor de Poza.

La explotación de la salina fue convertida en monopolio real por Felipe II, administración que duro hasta la caída de Isabel II, en 1.868.

Digamos ahora dos palabras sobre la extraordinaria mina de sal de la Poza.

La sal era, hasta hace poco, un material precioso como conservante alimentario. A tal punto llegaba su importancia que se utilizaba como forma de pago ya en época romana, siendo, esta práctica, el origen del termino salario.

Hasta la explotación de las minas subterráneas, la producción de sal estaba limitada a la costa y a manantiales salobres, por lo que su posesión era codiciada.

El diapiro salino (nombre de la formación geológica del yacimiento de sal) de Poza de la Sal es el mas grande de Europa, y su formación, como la de las demás minas de sal ha llevado millones de años.

Bien, pues con esta fuente de riqueza que duro siglos, y gracias a su extraordinario entorno, los diferentes dueños de las salinas elevaron un castillo en lo alto del macizo rocoso, de una verticalidad que lo hace inaccesible, para el control de todos los puntos cardinales.

El castillo que vemos actualmente, fue levantado en el s. XIV por la familia Rojas, sobre el anterior castillo del s. IX, construido por el conde Porcelos, al cual se añadieron unas murallas, con lo cual la villa de Poza quedo completamente protegida.
                                                                       

En el s. XVIII el castillo estaba ruinoso, tras sus largos siglos de existencia, pero... fue rehabilitado por las tropas francesas, durante la Guerra de la Independencia, que lo utilizaron para controlar y vigilar una amplia zona. Debe ser de los pocos lugares de España en que el ejercito de Napoleón en vez de destruir, construyo.
                                                                                       

Llegamos a Poza de la Sal pasado el mediodía,  así que después de dejar nuestras cosas en el hotel, salimos a comer, en otro hotel con restaurante, ya que el nuestro no tenia.

Después de una agradable comida, y de un rato de descanso salimos a conocer el pueblo.

El día era magnifico, probablemente el último día bueno en cuanto a temperatura y sol del otoño, ya que en esa comarca la climatología tiende al "pasmo".

La villa es un gran conjunto, que tiene la consideración de Conjunto Histórico-Artístico desde 1.982.

Su trazado refleja el origen medieval, y los restos del castillo, murallas, iglesias, ermitas y el salero, son testimonios de la importancia económica e histórica de la villa durante la Edad Media y la Edad Moderna.

Casi enfrente de nuestro hotel se encuentra la Iglesia Parroquial, dedicada a los Santos Cosme y Damián, principal joya artística de la Poza, declarada Monumento Histórico-Artístico en 1.974; comenzada a construir en el s. XIII, sufriría reformas y añadidos a lo largo de los siglos, que enmascaran su origen gótico temprano.
                                                                 

En la fachada principal, acabada en 1.655, se encuentran las esculturas realizadas por Sebastian López de Frías, de los patronos de la villa, titulares de la iglesia, San Cosme y San Damian, santos hermanos médicos.

En su interior alberga cuadros, esculturas y objetos litúrgicos de gran valor, que no pudimos ver, por estar, casi todos los días de la semana, cerrada.

Seguidamente bajamos por las tortuosas calles del pueblo, llenas de casonas y algún palacio, hasta llegar a la zona de las salinas.

                                                                           

Precediendo a las salinas, se halla un conjunto de lavaderos, abrevaderos y fuentes, que constituyen una de las obras civiles mas importantes de la villa.
                                                   

La obra se realizo en el s. XVIII, aprovechando algunos elementos de la época romana, como el acueducto, el puente y alguno de los manantiales.

Llegamos, a continuación a las salinas, uno de los enclaves mas atractivos, por lo extrordinario, de  la región.

Se trata de un afloramiento salino casi a  cielo abierto, que los pozanos llaman "el Salero" y que forma un gran anfiteatro en cuyo centro se sitúa la Peña Castellar, primitivo asentamiento de Poza.

El complejo proceso de sacar la sal y convertirla en salmuera, seria demasiado largo de explicar; solo diré que en el restaurado Salero, se ven muy bien los estanques para obtener la salmuera y se comprende mejor el proceso.

En la actualidad  las salinas de Poza han perdido su función milenaria, pero constituyen un testimonio único de esas actividades económicas.
                                                                                     

La tarde empezaba a caer cuando llegamos a este entorno, pero con la luz del sol poniente tenia aun mas bonito color. Además el lugar es magnifico con las peñas y roques que las rodean.
                                                                                

Cerca del salero, están todavía en pie, aunque en estado ruinoso, alguno de los almacenes donde se guardaba la sal.

                                                                     
Acabada nuestra visita a las salinas, que nos llevo un buen rato, subimos hasta la puerta de la muralla del castillo, desde la que se tiene una vista a media altura del pueblo.

Tengo que decir que en la restauración de la torre de la muralla me pareció inadecuada una escalera metálica, con baranda de aluminio u otro metal igualmente color acero, que afea el conjunto.

                                                                             
Hay que ver el mal gusto y falta de criterio de los políticos que hoy día se encargan de estos asuntos, (bueno, se encargan de todo), y a pesar de la cantidad de asesores con los que se rodean, acaban produciendo aberraciones.Ya lo he visto en otros monumentos, de otros lugares.

Después volvimos al centro histórico, pasando por el Ayuntamiento, cercano a la iglesia.
El edificio se construyo probablemente en el s. XVI, durante la época de esplendor de la Poza.


Llegamos luego a uno de los lugares urbanos mas atractivos de la villa, la Plaza Nueva construida 1.665 por iniciativa de doña Juana de Rojas, Marquesa de Poza.
                                                                 
El casco antiguo esta rodeado por la muralla medieval, que se conserva en su mayor parte, murallas de cinco metros de altura y dos de grueso,
                                                                 

cuya puerta del Conjuradero, ocupa una de los lados de la Plaza Nueva; el centro de la plaza tiene un bonito quiosco de música, y otro de sus lados, protegido por una barandilla de hierro, se abre sobre La Bureba, ofreciendo una magnifica panorámica.

Varios palacios ocupan los laterales de la plaza; son las casas de las familias ilustres de la villa, como los Gutierrez-Salazar, los Muñoz de Velasco, etc.
                                                               

Y hablando de personajes importantes naturales de Poza de la Sal, tengo que citar al mas conocido en toda España, el tristemente desaparecido, hace ya unos años, Félix Rodriguez de la Fuente, médico y biólogo autodidacta, naturalista y defensor de la naturaleza, a través de su trabajo como realizador de documentales para la radio y la televisión, entre los que destaca la serie El Hombre y la Tierra, que se emitió por TV1 entre 1.974 y 1.980.

Su gran carisma ha perdurado, a pesar del tiempo transcurrido desde su muerte, sucedida en Alaska, E.E.U.U., en 1.980, en un accidente aéreo, mientras realizaba una filmación para un documental, en compañía de dos colaboradores y el piloto del avión. Todos perecieron.
                                                               

Pues bien, llegamos a la Plaza Nueva y disfrutando de la templada y soleada tarde estuvimos un buen rato contemplando el amplio paisaje de la Bureba.

Unas tapas en un bar cercano nos sirvieron de cena.

viernes, 29 de marzo de 2013

Menestra de acelgas

                                                        

 Las acelgas son una verdura muy sabrosa, con un ligero toque amargo, y saludable, por los muchos elemntos esenciales que posee De ellas se aprovecha tanto la penca como las hojas

Ingredientes
                                                               


1 k de acelgas
1/2 k de patatas
1 huevo
1 diente de ajo
3 cucharadas de aceite
Pimienta
Sal

Elaboración

Quitar las hojas de las acelgas, dejando la penca limpia
Lavarlas
Cortas las pencas en tiras y después en trocitos pequeños como daditos.

                                                               


Cocer en abundante agua hirviendo con sal durante 1/2 hora.
Escurrir en un colador y reservar.
                                                                     

Pelar las patatas.
Cortarlas también en daditos.

                                                                     

Freír en una sartén las patatas hasta que queden doradas.

                                                               

Freír el diente de ajo en 3 cucharadas de aceite, hasta quedar tostado.
Echar en este aceite las acelgas.
Rehogarlas.
Añadir las patatas fritas, mezclando todo.
                                                                       

Batir el huevo y echarlo sobre la mezcla anterior hasta que cuaje.
 Servir inmediatamente.