sábado, 22 de junio de 2013

Mijas


La mañana siguiente la empleamos en visitar Mijas, una de las poblaciones importantes de la Costa
del Sol.

Era un bonito día de invierno, con sol y un frío airecillo, adecuado para una excursión.

Mijas cuyo nombre procede de la contracción de su nombre romano Tamisa, primero en Mixas, que derivo al actual, es la tercera población en habitantes de la provincia, con mas de 82.000, con un 36% de extranjeros, principalmente comunitarios. Durante el verano la población puede multiplicarse por dos.

Hay que decir que el municipio es extenso, pues llega desde la sierra hasta el mar, en una sucesión de colinas y ondulaciones del terreno.

Tiene tres núcleos urbanos bien diferenciados, que se encuentran bastante alejados entre si: Mijas Pueblo, situado en la ladera de la Sierra de Mijas, que es el pueblo histórico; Las Lagunas, en la costa llamada Mijas Costa, hoy único en cuanto al urbanismo extremo, contiguo a Fuengirola; y La Cala, otra localidad costera.

Nosotros visitamos Mijas Pueblo, el mas interesante y único caserío que ya estaba poblado en la época de los romanos. El núcleo situado a 418 m sobre el nivel del mar, es el centro administrativo, donde están el Ayuntamiento y los edificios históricos.

Es un pueblo muy bonito, que, aunque ha aumentado en volumen de construcción, desde mi anterior visita hace mas de veinte años, ha conservado su estilo, con algunas calles empinadas, estrechas y sinuosas, casas encaladas y muros blancos adornados con flores.

En la sierra que la rodea, el paisaje es típicamente mediterraneo, con bosques de pinos, repoblados en el s. XX, y arboles autóctonos, como algarrobos, encinas y acebuches. Gran cantidad de plantas olorosas también se dan en esta sierra, como el tomillo, romero, hinojo, cantueso..., destacando, en los claros del bosque, flores no autóctonas como las orquideas.

                                                                           
Toda esta masa arbórea y de matorral ha sufrido diversos incendios, tanto fortuitos como intencionados, que junto a la presión urbanística, son las principales amenazas para la conservación del territorio.
                                                           
 El pueblo se extiende por la ladera de la sierra como un balcón, ofreciendo un vivo contraste ente las casas blancas y el verde circundante,
                                                                        
 

con espectaculares vistas de los alrededores y de la costa.

El territorio donde se asienta Mijas fue habitado desde la antigüedad; por él pasaron fenicios y griegos, atraídos por los yacimientos de minerales y piedras preciosas que abundaban en la zona, lo que hizo que el historiador griego del s. II, Ptolomeo, la citara en su obra Geografia.

Los romanos la llamaron, como hemos visto, Tamisa, manteniendo un importante comercio favorecido por la Via Appia, que unía Málaga con Cádiz.

A los romanos le sucediron los visigodos, hasta que se produjo la invasión islámica de 711.

Fue devuelta a la cristiandad tras la reconquista del territorio llevada a cabo por los Reyes Cátolicos en 1.487.

 En el reinado siguiente de Carlos I, permaneció fiel al rey durante la Guerra de las Comunidades, por lo cual fue premiada con exenciones, y con los nombres de Muy Leal y Villa.

Hasta bien entrado el s. XVIII el mar estaba infestado de piratas de variadas procedencias, por lo cual las poblaciones se refugiaban en la montaña; para la vigía y protección se construyeron torres de vigilancia  a lo largo de toda la costa, tanto atlántica como mediterranea, algunas de las cuales todavía están en pie.

Todavía en el s. XX, la economía de Mijas  se basaba en la pesca, algunas explotaciones ganaderas y sobre todo en la agricultura cuya mayor riqueza eran las viñas, arruinadas en 1.880 por la plaga de la filoxera, que las destruyo por completo.

En los años 50, debido al nombre que empezaba a sonar de Costa del Sol, se construyo algún pequeño hotel, que fue el comienzo del emporio turístico en que se convertido hoy día.
                                           

Llegamos, pues, a Mijas después de una hora, ya que desde Torremolinos íbamos parando en varios hoteles del mismo lugar y alrededores, cogiendo otros pasajeros, pues el trayecto, sin paradas, es de menos media hora, en un fresco y despejado día invernal.

Nuestra primera visita fue al Ermita de la Virgen de la Peña, excavada en la roca por monjes mercedarios en 1.548, aunque la tradición cuenta que la imagen de la Virgen apareció mucho antes, entre los muros de un antiguo castillo, rmaneciendo oculta durante los siglos de ocupación musulmana.

 Ahora, en una hornacina, se encuentra la pequeña imagen de la Virgen de la Peña, patrona de Mijas, de gran devoción entre los mijeños.
                                                                       

Desde allí nos dirigimos al complejo que forman la antigua iglesia de la Concepción, el nuevo Auditorio y los jardines que lo rodean.

La iglesia de la Inmaculada Concepción, su nombre completo, situada en la parte alta de Mijas, ocupa el núcleo original del pueblo. 
                                                                             

Construida entre 1.540 y 1.565, fue consagrada en 1.631. Para la robusta torre campanario de estilo mudéjar, fue aprovechada una antigua torre del castillo.

Por estar cerrada solo la contemplamos por fuera.

 El lugar es delicioso, con esta gran iglesia y los jardines del Auditorio, estrenado en 2.007, cercano a la pequeña pero original Plaza de Toros, instalada desde 1.900.


En efecto esta pequeña Plaza de Toros es cuadrada, dedicada, sobre todo, a encierro de novillos, los cuales parece que tienen gran aceptación y afluencia de público extranjero, y supongo que nacional, durante el verano.
                                                                    

Paseamos por las bonitas calles de Mijas, todas blancas, empinadas, adornadas con faroles, rejas y flores.


Vimos la iglesia de San Sebastian levantada en el s. XVII, reformada en varias ocasiones.
                                                                        

 Tanto al llegar como al marchar, habíamos visto lo que fue uno de los atractivos de Mijas en décadas pasadas, hoy en franco retroceso, los burro-taxi, que daban paseos a los turistas por la ciudad; no se si había tan pocos por la estación del año, o por el desuso en que van cayendo.
                                                         

La excursión continuo con una visita de arqueología industrial. Nos llevaron a una antigua fabrica de aceite, en desuso hace mucho tiempo, pero acondionada para la visita.
                                                                           

Creo que el guía trataba de explicar la extracción del aceite de oliva como si se hiciera en aquel recinto, yen estos tiempos, e incluso nos dio multitud de detalles. Bueno, aún con esa pequeña ficción fue interesante.
                                                             

Al acabar las explicaciones nos habían preparado un pequeño aperitivo, con aceitunas y vino, el siempre bienvenido vino de Málaga.

sábado, 15 de junio de 2013

Marbella y Puerto Banus

                                                                                

La tarde del primer día en la costa del Sol la empleamos en conocer una de sus mas emblemáticas poblaciones: Marbella.

Marbella es conocida por ser lugar de veraneo y residencia en algunos casos, de la jet set. Ricos y famosos, se dan cita en ella, frecuentemente en verano, y también a lo largo del año.

Marbella, nombre de origen incierto, tiene casi 140.000  residentes, con mas del 15% de extranjeros, sobre todo comunitarios, que aumentan cerca del 30% durante la estación veraniega, llegando, según unas fuentes, a 500.000 y según otras a 700.000 habitantes.

Situada en una  franja de tierra, totalmente urbanizada, solo quedan sin edificar los campos de golf y alguna pequeña zona residual, al pie de Sierra Blanca, aunque en el extremo oriental del municipio aun  se conserva una zona de dunas: las Dunas de Artola.
                                                               

 Debido a la proximidad de la sierra con la costa, la ciudad presenta un gran desnivel entre el norte y el sur del municipio, propiciando vistas del mar y de la montaña desde casi todos los puntos de la ciudad.

No cabe duda, como así lo atestiguan los yacimientos arqueológicos, de que la franja litoral entre el mar y la Sierra Blanca estuvo poblada desde el Paleolítico por seres humanos, de los que se han encontrado fosiles, que habitaron en cuevas, con pinturas rupestres y fabricaron utensilios líticos .

Los fenicios llegaron a estas costas, donde fundaron factorías comerciales, se han encontrado restos de una de ellas del s. VIII a.C.

Después de la conquista romana se produjo un gran impulso al comercio, con la implantación de fábricas de salazones y producción de garum, salsa hecha con vísceras de pescado fermentadas, que era considerado en la antigua Roma como afrodisiaco, usada para proporcionar sabor salado a los alimentos a lo largo y ancho del Imperio romano. Quedan de esta época tres capiteles jónicos incrustados en la muralla, una villa romana y las termas de Guadalmina.

A la caída del Imperio romano el territorio fue ocupado por los visigodos que han dejado los restos de una basílica Paleocristiana, construcción singular de doble ábside, única en España.

Tras la invasión islámica de 711, el poblamiento fue escaso; después de doscientos años se construyo el castillo, para vigilar la costa, acosada por piratas vikingos.

En el año 1.483 el rey Fernando el Católico la reconquisto, procediéndose a un repoblación con gentes venidas de variados lugares.

Personaje ilustre de esas épocas fue Alonso de Bazán, Corregidor de la villa, que dono en su testamento, para la beneficencia, el Hospital de la Encarnación, conocido también como Hospital Bazán.

Después de sufrir los desastres de la invasión francesa de Napoleón y la subsiguiente Guerra de la Independencia, la economía continuo, como siempre, dependiendo de la agricultura, el comercio y la pesca, aunque está última disminuyo drasticamente por los ataques de los vecinos del sur, que infestaban de piratas el mar Mediterraneo.

Fue en el s. XIX cuando se descubrió un importante yacimiento de hierro magnético en Sierra Blanca, que propicio la instalación de empresas de extracción del mineral y la construcción de los primeros altos hornos, de uso civil, en España.

La promulgación de nuevas leyes que favorecian la agricultura, facilito la creación de colonias agrícolas como las vecinas a Marbella, San Pedro de Alcántara y El Ángel; esta última se convertiría, con el tiempo, en el germen de uno de los lugares de gran lujo del litoral andaluz: Puerto Banus, que veremos mas tarde.

Así discurría el devenir de Marbella, hasta que en los años 50 del siglo pasado, una serie de promotores turísticos, algunos aristócratas y otros empresarios, como su descubridor y principal promotor Ricardo Soriano, marques de Ivanrey, su amigo Norberto Goizueta, y mas tarde el príncipe Alfonso de Hohenlohe, y Jaime de Mora y Aragón, hermano de la reina Fabiola de Bélgica, entre otros, se trasladaron a vivir a Marbella, la desarrollaron turisticamente y la cambiaron para siempre, convirtiendo la localidad en una de las mas sobresalientes del panorama turístico internacional.

En 1.954 se abrió el Hotel Marbella Club, inaugurando la Milla de Oro, que continua prestando sus servicios.
                                                                       

En los años 70 llego el rey de Arabia Saudi, Abdul Aziz al-Saud, que adoraba Marbella, y  que significo gran bienestar para todos los ciudadanos que formaban parte de su servicio, por los generosos sueldos que pagaba. El rey paso muchos veranos en su mansión de Marbella, una reproducción, no se si a escala, de la Casa Blanca del Presidente de E.E.U.U., en Washington, en un altozano y casi oculta a miradas indiscretas.

No puedo, para hacer honor a la verdad, dejar de mencionar el escandalo del urbanismo en Marbella, cuya investigación judicial con el nombre de Operación Malaya, continua en estos momentos.

El modelo de corrupción, tanto urbanística como de blanqueo de capitales, protagonizado por el Ayuntamiento de Marbella, ha contado con la colaboración, en cuanto a permisividad, de la Junta de Andalucía, que lo ha tolerado y ha mirado hacia otro lado durante muchos años.

Lo que ha sido instruido y juzgado hasta ahora solo es una pequeña parte de lo allí acontecido, y hay para años. Una verdadera pena, tanto por el robo sistemático a todos los ciudadanos, amparándose en el poder político, como porque Marbella se ha llenado de cemento y ha importado al litoral andaluz este corrupto modelo.

Dejando, pues, en manos de los jueces y la policía tan escabroso asunto, pasemos a conocer un poco Marbella, de la cual tengo que decir que vimos principalmente su casco antiguo, muy interesante por cierto.

Cuando se habla de Marbella, solo suele referirse a los habitantes y visitantes de la jet set, sus veraneos, sus fiestas, en otro tiempos mas abundantes, y con asistentes de mayor categoría que en la actualidad , y el lujo desplegado en esta ciudad, olvidando su precioso casco histórico, que fue el que nosotros recorrimos.

Antes de llegar a él, empezamos visitando el Museo del Bonsái, donde hay interesantes ejemplares, alguno con mas de 500 años, considerado el mejor Museo de olivos-bonsáis del mundo.
                                                                               

 Hasta ese momento había visto pocos bonsáis, y, sobre todo, no tantos juntos y tan antiguos, así que me resulto una visita curiosa y agradable.
                                                                                         

                                                                       

Seguidamente fuimos hasta la muralla , que conserva varios de sus paños y torres.
                                                                                  
La muralla de Marbella en la cual se integraba el Castillo, construida por los musulmanes entre los s. X y XI, y ampliada en el s. XIV, contenía la medina árabe, espacio que hoy día se corresponde con el casco antiguo de la ciudad, muy modificado tras la reconquista, siguiendo el modelo castellano.
                                                                         

Así se abrió el espacio para la Plaza de los Naranjos, cuyos antiguos edificios están ocupados hoy día por el Ayuntamiento y otras oficinas administrativas, y que hace las veces de Plaza Mayor.

La preciosa plaza está presidida por el Ayuntamiento, mandado a construir por los Reyes Católicos, terminado en 1.568 y ampliado en 1.779.


Otros dos edificios interesantes en la plaza de los Naranjos, anteriores al Ayuntamiento, son la casa del Corrregidor, con una arcada en la planta superior de la fachada de piedra, reliquia del arte castellano del s. XVI.


y la Capilla de Santiago Apóstol de 1.552, mandada a construir por Fernando el Católico para commemorar la rendición de los musulmanes de la zona, edificio sencillo, pero muy evocador.
 

Destaca la fuente central, mandada a construir por el primer alcalde cristiano, en 1.504.

Nos adentramos por el laberinto de calles, aunque no demasiado estrechas, con sus casas blancas, adornadas con flores, con sus faroles, por las que se puede pasear sin temor, ya que son todas peatonales. Vimos una hornacina con la imagen de una virgen, muchas tiendas y terrazas, todo perfectamente cuidado, que daba gusto ver.
                                                                                  


Llegamos por ultimo a la Iglesia de la Encarnación, construida en 1.618, obra de gran volumen para las dimensiones de la ciudad vieja, que inspiraría muchas de las iglesias del Nuevo Mundo.
                                                                       
                                                                       
Habíamos recorrido en gran parte del casco antiguo de Marbella
                                                                          

Para la despedida la guía nos mostró el paseo de las esculturas de Dalí, mejor dicho, atribuidas a Dalí.

Pasado el pequeño Parque de la Alameda, en dirección al mar se encuentra la Avenida del Mar, decorada en su parte central con las diez esculturas supuestamente de Dalí, aunque la Fundación Gala-Dalí nunca presto su apoyo a estas esculturas de gran tamaño, hechas a partir de pequeños originales.

Las diez esculturas, que costaron un dineral, fueron instaladas en esta avenida, durante el mandato como alcalde de Jesús Gil, polémico empresario, mas tarde primer edil de Marbella, al que los habitantes de la ciudad querían y votaban, pero siempre envuelto en casos judiciales, por su particular, y porque no decirlo, corrupta manera de gobernar el municipio.
                                                                           

En todo caso quedan muy bien en el centro de la avenida y contribuyen a la fama de lujo y riqueza del lugar.

Para acabar la tarde, subimos de nuevo al bus que nos llevo a Puerto Banus, situada a 8 km de Marbella, que debe su nombre a su promotor José  Banus, uno de los mayores atractivos de la Costa del Sol, símbolo de lujo y de alta sociedad.

La costa que va de Marbella a Puerto Banus es conocida como La Milla de Oro, ya que en ese espacio han construido lujosas mansiones, villas y castillos, multimillonarios en su mayor parte jeques, príncipes, y sus familiares cercanos o lejanos, procedentes de los países del petróleo.

Según datos estadísticos Puerto Banus es visitado cada año por 5.000.000 de personas

Al atardecer o en las noches de verano, estas gentes se reunen en los muchos bares o restaurantes del paseo marítimo y dejan dinero para el sostenimiento de estos establecimientos durante todo el año.

El puerto, alrededor del cual se ha formado el casco urbano, tiene capacidad para mas de 900 yates o embarcaciones de lujo. Fue creado siguiendo el modelo de las Marinas de la Costa Azul; el alquiler diario del amarre es el cuarto mas caro del mundo.

En el paseo marítimo están aparcados los coches de los propietarios de los yates. Puede ser uno de los lugares del mundo con mas concentración de Ferraris, Rolls-Royce, Bentley, Lamborgnini y Asthon Martin, y abundan también otras marcas como Porsche, Mercedes y BMW.

El lugar, precioso desde el punto de paisajístico, y en cuanto a  barcos,  yates y coches nada frecuentes, también satisfacía las espectativas de la visita.
                                                                                 

Paseamos por allí cerca de una hora, mientras se aproximaba el crepúsculo.
                                                                                 

 Como era domingo por la tarde había poca gente, pero la que había hacia juego con el resto del equipamiento, incluidos algunos árabes que se veía eran gente del servicio de los jeques y demás, que pasaban su día libre por allí.

De regreso a Torremolinos vimos muchos km de costa, con miles de luces, de los miles de urbanizaciones que ocupan casi todo el terreno.

sábado, 8 de junio de 2013

Budín de verduras

                                                                 
                                                                           
Plato rico y ligero que puede servir para una cena o primer plato de una comida, cuyas veduras se pueden variar según los gustos, lo que se tiene en la nevera o la temporada.

Ingredientes
                                                                                 
                                                                                   
1 repollo
1/4 k de zanahorias
1/ k de guisantes
3 alcachofas
3 huevos
1/4 k de patatas
12 cucharadas de harina
3/4 l de leche
20 g de mantequilla
5 cucharadas de aceite
Sal

Elaboración

Cortar el repollo en tiras.

Ponerlo a cocer en agua hirviendo con sal .

Partir las zanahorias en cuadritos y cocer con los guisantes en agua hirviendo con sal.

Quitar las hojas duras de las alcachofas, cortar en cuatro o mas y cocer en agua hirviendo con unas gotas de zumo de limón.

Cocer las patatas con la piel, en agua fría. Pelarlas y cortarlas en cuadritos, es mejor esperar a que se enfríen para cortarlas.


Cuando todas las verduras están cocidas y bien escurridas, mezclarlas, rehogarlas en una sartén con el aceite.

Sacarlas de la sartén y añadir los huevos batidos.

                                                                                
Poner en un molde redondo o donde quepan, previamente untado con aceite y espolvoreado con pan rallado.                                                                                


Meter en el horno al 200ºC durante 1/2 hora para que tome consistencia.
                                                                     

Sacar del molde,
                                                                               

y cubrir con salsa bechamel.

 


Para la salsa bechamel

Poner en un cazo la mantequilla y 1 cucharada de aceite.

Echar la harina y revolver hasta que empiece a tomar color.

Agregar la leche caliente. Dejar cocer 2 minutos, sin dejar de remover.

Así preparada cubrir el budín.
                                                                               

 Servir el resto de la bechamel en salsera aparte.