domingo, 1 de mayo de 2016

Zamora, llegada y primera visita a la ciudad

                                                                   

Después de comer en Tábara, seguimos viaje hasta Zamora, que está a algo mas de 46 km, unos 40 minutos en coche.

Íbamos a alojarnos en el Parador de Zamora, que, al contrario de algunos hoteles de la cadena, está en el propio centro de la ciudad, magnifico emplazamiento para conocer muchos, aunque no todos los monumentos de Zamora.

Nos fue dada una estupenda habitación con vistas sobre una de las muchas iglesias románicas de la ciudad, y de las mas antiguas, la iglesia de san Cipriano, del s. XI, de la cual hablare mas tarde.

Por ahora sepamos algo de Zamora.

Zamora situada entre el centro y noroeste de la Península Ibérica, esta cerca de la frontera con Portugal, a 662 msnm, y tiene cerca de 64.000 habitantes.

El casco antiguo de la ciudad, calificada de conjunto histórico-artístico desde 1.973, tiene una disposición alargada, y se alza sobre una amplia meseta rocosa, la "peña tajada", citada en  el Romancero Viejo, (recopilación de los romances anónimos compuestos entre los s.s. XIV al XVI), de 23 m de altura, emplazada en el borde del río Duero, que le servía históricamente de protección.

Su primer emplazamiento es de la Edad del Bronce; fue ocupada por el pueblo celta de los vacceos en la Edad del Hierro, que la llamaron "Ocalam".

La ocupación continuo durante el Imperio romano, del cual se han identificado varias villas, de las que jalonaban la Ruta de la Plata.

La primera referencia escrita aparece en 569, como ciudad perteneciente al reino de los suevos, pueblo germánico que se asentó en la zona antes de los visigodos, en el que se la cita con el nombre de "Senimure".

Durante el reino visigodo, llegó  la invasión musulmana de 711; su nombre cambio otra vez siendo llamada "Azemur" (olivo silvestre) y también "Semurat" (ciudad de las turquesas), aunque su denominación de hoy día procede, seguramente, del nombre que le dieron los romanos, "Ocellum Duri"(Ojos del Duero), del que por un acrónimo (ce-m-uri) pasaría a ser el nombre actualo.

Sin embargo no fue hasta su reconquista, en torno al año 754, por Alfonso I de Asturias y su posterior reconstrucción y repoblamiento por Fernando I de León, (1.010-1.065), cuando paso a ser llamada definitivamente Zamora.

Los siglos entre el X y el XIII fueron importantes para Zamora en el contexto hispánico, pues tras la victoria en la  batalla de Simancas (939) entre Ramiro II de León y Abderraman III,  los cristianos recuperaron el control de los valles del Duero y del Tormes, convirtiéndose Zamora en la principal plaza fuerte de defensa de la frontera.

Tras mas batallas y destrucciones, cayó sobre la zona el azote del caudillo musulmán Almanzor, que destruyo todo lo que encontró a su paso, en su proyecto de llegar hasta Santiago de Compostela.

Como hemos visto, Fernando I de León el Magno, la reconstruyo, la repobló con montañeses y la amurallo, llamándola la "bien cercada".
                                                                               
                                                                       
Uno de los hitos históricos en Zamora, que figura también en el Romancero, fue el asesinato de Sancho II, por el traidor Vellido Dolfos, cuando el rey intentaba recuperar la ciudad, en manos de su hermana. La desaparición de Sancho que favorecía a su hermano Alfonso VI, con el cual también estaba en guerra, hizo, según nos relata el cantar de gesta del "Mío Cid", que uno de los nobles, Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, le hiciera jurar que no había participado en la muerte de su hermano, en lo que es conocido como el juramento de Santa Gadea, Burgos, que el rey no le perdono y que significo el destierro del Cid al Levante, donde siguió la lucha contra los moros.

Otro acontecimiento en la historia de Zamora fue el encuentro entre Alfonso VII de León y Castilla y Afonso Henriquez, rey de Portugal, el 5 de octubre de 1.143, en que fue reconocida, en el Tratado de Zamora, la independencia de Portugal.

En 1.208 el rey Alfonso IX de León le dio un fuero, con una delimitación territorial muy parecida a la actual.

Después de su apogeo en el s. XII y conforme la frontera se desplazaba hacia el sur, por el avance de la reconquista de la península por los reyes cristianos, Zamora fue perdiendo importancia estratégica y económica.

Tras el descubrimiento de América, en 1.492, y debido a la pobreza en la que había caído la región y la ciudad, muchos de sus habitantes emigraron a América, donde, principalmente en América del Sur, fundaron muchas ciudades con su mismo nombre.

En el s. XVIII Zamora experimento una fuerte recuperación, impulsada por la corona, que se vio interrumpida abruptamente por la invasión napoleónica, y la posterior ocupación por el ejercito francés desde 1.808 hasta 1.812, con su cortejo de muerte, expolio y destrucción, acompañado de graves perdidas del patrimonio artístico de la ciudad.

Los años que siguieron a la liberación fueron de decadencia y aislamiento, agravada por la Desamortización de los bienes de la iglesia, de 1.835, que tuvo repercusiones negativas en la economía, urbanismo y patrimonio artístico.

Desde mediados del s, XIX, Zamora experimento un resurgir económico, que aumento en el s. XX, con la llegada del ferrocarril en 1.864, un cierto nivel de industrialización, el desarrollo de la agricultura, la expansión del comercio, la construcción de nuevas carreteras, y mas recientemente el incremento del turismo, principalmente cultural, sobre el que debería hacerse mas difusión pues es uno de los lugares mas interesantes, en cuanto a la conservación del románico, de toda Castilla, yo diría mas, de toda España, muestra de su importante pasado medieval.
                                                                 

Pues una vez llegados a Zamora, salimos para dar un primer paseo por la ciudad.

Enfrente del Parador hay una plaza de clásicas proporciones, la Plaza de Viriato, llamada históricamente Plaza de la Hierba, por la compra-venta que se hacia en la misma y que después de otros nombres, llego a llamarse como la estatua del pastor lusitano que lucho contra Roma, y que tras  ocupar el espacio central ha sido desplazada a un lado.
                                                                     
                                                                   
El edificio del Parador Condes de Alba y Aliste, ocupa el palacio del s. XV, mandado a construir por Enrique Enriquez de Mendoza, I conde de Alba de Liste, que ha sufrido numerosas reformas durante su larga historia, aunque conserva la fachada original.


y fue dedicado a su actual función hotelera en 1.966.

Su interior tiene un bello patio renacentista, galería acristalada y medallones decorativos
                                                                   
  

Completan la plaza, que constituye el centro de la ciudad, la Diputación Provincial, que ocupa el edificio que fue el Hospital de la Encarnación u Hospital de Hombres, del s. XVII y las nuevas dependencias, ya se sabe que la burocracia tiende a expandirse, de la misma Diputación,  en un edificio moderno, llamado Edificio de Las Arcadas, que desentona un tanto de los otros

                                                                         
Seguimos calle adelante hacia la izquierda del Parador, por la calle  Rúa de los Francos, en la cual se encuentra la importante iglesia de Santa María Magdalena y, justo enfrente, el convento de clarisas, El Tránsito, en las cuales no nos detuvimos, dejándolas para el día siguiente.

Llegamos a una placita, donde se ubica otro templo, hay que decir que el casco antiguo de Zamora está repleto de iglesias, en este caso la Iglesia  Arcipestral de San Pedro y San Ildefonso, declarada Monumento Nacional en 1.974, en la cual, al encontrarla abierta, nos detuvimos.
                                                                     

La iglesia se empezó a construir en el s. XI, por orden de Fernando I de León, sobre otra iglesia, Santa Leocadia, probablemente visigótica.

Sufrió diversas reformas y ampliaciones en los s.s. XII y XIII, en el mismo estilo rómanico en que se había edificado en su origen, pero la siguiente reforma del s. XV dejo pocas trazas románicas y modifico sustancialmente el templo.

Las reformas continuaron en los s.s. XVII y XVIII, cuando el arquitecto Joaquín de Churriguera (1.674-1.724) reformo la torre y  construyo la portada occidental, mientras que la del norte, que da a la plaza de San Ildefonso, es neoclásica.

El interior de la iglesia originalmente con tres naves, fue remodelado en el s. XV que lo dejo con una sola nave, con bóveda de crucería.

Entre los s.s. IX y X, durante la repoblación emprendida por Alfonso III de Asturias, se supone que los mozárabes toledanos, llevaron hasta Zamora los restos de San Ildefonso de Toledo, (607-667), uno de los Padres de la Iglesia, que serían depositados en la antigua iglesia de Santa Leocadia.

El derribo de esta iglesia hizo que se olvidaran los restos de san Ildefonso, que solo reaparecieron en el s. XIII durante unas obras de ampliación de la que entonces era la iglesia de San Pedro, lo que hizo extender la advocación a los dos santos. Desde 1.493 descansan en lo alto de la capilla mayor; al lado de la urna de San Ildefonso, se encuentra otra con los restos de San Atilano, obispo de Zamora y patrón de la ciudad; debido a las urnas la capilla mayor tiene un curioso e insólito aspecto.
                                                                                                                     


En el ábside lateral derecho destacan los sepulcros del s. XVI de  Pedro de Ayala (1.332-1.407), canciller mayor de Castilla, en postura yacente y de Juan de Ayala de Mella, como orante
                                                           

En la iglesia hay un pequeño museo con objetos sacros. aunque lo mas interesante son los restos de pintura de los muros, un bajo relieve, de su época medieval y otra pintura renacentista.
                                                                         

Muchos cambios, reformas y estilos arquitectónicos diferentes, se reúnen en esta iglesia, como sucede con los grandes monumentos cuyo comienzo data de la Edad Media.

Muy cerca de esta iglesia se encuentra la Plaza de Fray Diego de Deza. adornada con un sencillo pedestal sobre el que alza el busto del fraile, en bronce, colocado en la plaza en 1.944.

Fray Diego de Deza (1.443-1.523), monje dominico, fue un importante personaje de su época, Fue obispo de Zamora y de otras cuatro diócesis; gran defensor de las ideas de Cristóbal Colón delante de los Reyes Católicos, y tutor del malogrado heredero de los reyes, el príncipe Juan.

En la misma plaza está el Convento de las Marinas, monjas clarisas, fundado en 1.482.
                                                                     

Desde allí llegamos a la ribera del río; un río tan grande como el Duero es siempre un espectáculo.

Cerca de la catedral se ve a lo lejos el Puente de Piedra, uno de los cinco puentes que unen ambas orillas en Zamora


Para acabar nuestro paseo llegamos a la Catedral, impresionante conjunto, la mas antigua y la mas pequeña de las de las once de Castilla-León. Declarada Monumento Nacional en 1.889, se inscribe en el denominado románico del Duero.
                                                                                   



Sin embargo al llegar delante de la fachada principal, lo que se ve es la portada de 1.591 como una especie de telón que oculta la fachada románica y la cabecera gótica; diseñada por Juan Ribera de Rada, es de traza sobria con influencias herrerianas.
                                                                                   

La puerta de acceso

En el centro del tímpano está representado el Salvador, al cual está dedicada la catedral.

                                                                         
Se supone que la catedral está levantada sobre un templo anterior, junto al castillo, patrocinada por Alfonso VII de León y su hermana Sancha Ramírez. Tradicionalmente se ha admitido que se construyo  de un tirón en tan solo 23 años, entre 1.151 y 1.174, por lo cual tiene una unidad de estilo poco frecuente y una extremada austeridad decorativa, con marcada influencia de la Orden Cisterciense.

Se cree que la magnifica torre románica, de 45 m de altura, bien visible, sobre todo desde el río, tenia también carácter defensivo.
                                                                     

El interior tiene planta de tres naves, y un crucero poco marcado.

Cuatro han sido los retablos mayores que ha tenido, que sufrieron diversos expolios, robos y ventas por parte de la propia catedral. El actual de bronce dorado y mármol fue diseñado en estilo neoclásico por Ventura Rodríguez, se realizo entre 1.775 y 1.785 y fue ejecutado por Juan Bautista Tammi y Andrés Verda, con maármol, jaspe y bronce; el relieve central que representa la Transfiguración, es obra de Jeronimo Prebosti.

                                            

                                                                                

Otro destacable y precioso retablo de la capilla mayor es el de Nuestra Señora de la Majestad de finales del s. XVI


Las rejas que cierran la capilla mayor y el coro forman uno de las mas extraordinarios conjuntos de la rejería castellana del primer renacimiento, atribuidas al taller de fray Francisco de Salamanca, relizado alrededor del 1.500 
                                                                                       

Otras muchas capillas retablos, pinturas, ademas de su propio museo alberga la catedral de Zamora, pero sería largo de contar, asi que solo dejo esta muestra para el que quiera ampliar la visita, yendo a la propia Zamora, que es de verdad digana de dedicarle unos días.

Nosotros después de un gran rato pasado en la catedral, volvimos hasta nuestra base, el Parador despues de un día bien aprovechado


viernes, 29 de abril de 2016

Plátanos flameados

                                                                   

Este postre es muy sencillo y al mismo tiempo,espectacular por el flameado y de riquisimo sabor.

Ingredientes                                          
                                                                           

6 plátanos
1 limón
40 g de mantequilla
1 naranja
1 cucharada de azúcar
4 cucharadas soperas de ron

Elaboración

Exprimir el limón y la naranja y reservar el zumo de ambas por separado.

Rallar la piel de naranja y reservar.

Regar los plátanos pelados con el zumo de limón para que no se oxiden y se pongan oscuros.

Fundir la mantequilla en una sartén en la que quepan los plátanos uno junto a otro y que pueda presentarse a la mesa.
                                                                     

Añadir el zumo, la ralladura de naranja. el zumo de limón donde han estado macerando los plátanos y el azúcar.

Poner en la sartén los plátanos, uno junto al otro y dorarlos por todas partes.
                                                                         

Retirar la sartén del fuego. Calentar ligeramente el ron y prenderlo con una cerilla e inmediatamente echarlo sobre los plátanos, para flamearlos,
                                                                       

Se pueden servir así mismo o acompañados de nata montada.

viernes, 22 de abril de 2016

Por tierras de Zamora: Tábara


De camino hacia Madrid, en los principios del otoño, todavía con un excelente tiempo, pensamos en explorar un poco la provincia de Zamora y Zamora ciudad, que conocíamos, pero en la que no habíamos estado desde hacia años.

Nuestra primera parada fue en Tábara, villa antigua e interesante del centro norte de la provincia.

Tábara, es la capital de la comarca de Tierra de Tábara; se encuentra a 744 msnm, siendo el centro geológico de la Depresión de Tábara, junto a las estribaciones de la Sierra de la Culebra.

Su situación en el centro del valle ha hecho de ella un lugar de paso obligado para algunas de las mas concurridas rutas del noroeste peninsular, hecho que ha sido determinante en su historia.

Su nombre puede venir del paleoeuropeo, idioma anterior al celta y al germano, con base taw- o tab-, que deriva de la raíz indoeuropea ta-, derretirse, fluir.

La historia de Tábara comienza en la Alta Edad Media, cuando después de la invasión musulmana de 711, los visigodos se repliegan al norte comenzando, con la fundación del reino de Asturias, la Reconquista.

 Un extenso territorio, los Campos Góticos, son escenario de las escaramuzas entre moros y cristianos, que allí practican el pillaje, y además el, por parte de los cristianos, traslado de población al norte, quedando una enorme zona despoblada, que ha venido en llamarse Desierto del Duero.

Después del triunfo del rey Afonso III, el Magno, en la batalla de la Polvoraria, sobre el emir de Córdoba, en 878, comienza la repoblación del territorio.

También a finales del s. IX San Froilan (833-904) funda el monasterio dúplice, (masculino y femenino), de San Salvador de Tábara, promovido por los obispos de León y de Zamora, durante el reinado de Alfonso III.

En este monasterio de Tábara se copiaron e iluminaron en el scriptorium, varios "Beatos", comentarios al Apocalipsis de San Juan, escritos en 776 por el Beato de Liébana (Cantabria), que tuvieron gran importancia e hicieron conocer Tábara en toda Europa y le dieron un inmenso prestigio cultural.

 Entre ellos están el Beato de San Miguel o de Magius, por el nombre de su autor, de excelente ejecución, que está actualmente en la Biblioteca Morgan de Nueva York,: el Beato de Tábara,  depositado en el Archivo Histórico Nacional, y el Beato de Gerona, que está en el Museo de la Catedral de Gerona.
                                                             

A finales del s. X el monasterio fue destruido por el caudillo musulmán  Almanzor, y hubo que esperar a su desaparición en 1.002, para reconstruir la iglesia del monasterio, Santa María de Tábara, no así el mismo, que nunca se reconstruyo, y los destrozos ocasionados en la zona.

Seguidamente las tierras del monasterio son declaradas de dominio real o realengo y su propiedad va pasando a varios miembros de la casa real hasta que en el s. XII (1.130), su dueña, doña Sancha Raimundez se las entrega a los templarios, Orden fundada en Jerusalén en 1.120, cuya misión era  proteger los limites de los reinos cristianos.

Tras la desaparición de la Orden de Temple, decretada por el papa Clemente V en 1.308, en Castilla se confiscan todas sus propiedades en 1.368, que pasan a otras Ordenes, como Santiago, Calatrava o Alcántara, y a distintos nobles que el rey premia por los servicios prestados.

Tras ser dueños de estas tierras diferentes señores, tanto civiles como religiosos, en el s. XVI  pasan a ser propiedad del I Marqués de Tábara, don Bernardino Pimentel, que llego a poseer extensos pagos por toda la comarca.

Los conflictos, entre los Señores y luego Marqueses y los pueblos de la zona por abusivos impuestos, duraron siglos, hasta la definitiva desaparición del régimen señorial en 1.837.

Tras las graves crisis agrarias, su principal actividad económica, de finales del s. XIX y parte de XX, y su progresivo declive demográfico, que dura hasta ahora mismo, Tábara se va recuperando y ofrece al visitante un gran interés debido a su importante pasado.

Muestra de ese pasado son los monumentos que pudimos ver en nuestro paseo por la villa, cuyo casco urbano es un ejemplo de la arquitectura civil de la comarca.

Destaca la iglesia de Santa María, por su gran torre y precioso porche románico, para cuya construcción, por los vestigios encontrados, debieron emplearse materiales del desaparecido cenobio,  del cual solo queda la estancia de la base de la torre, que dota a la iglesia de gran monumentalidad.

Fue consagrada en 1.137 por el Obispo Roberto de Astorga, construida sobre las ruinas del monasterio de San Salvador de Tábara
                                                                       

A lo largo de sus muchos siglos sufrió tranformanciones  en los s.s. XII, XV y XVIII, en el que fue realizada una remodelación completa.

Otra iglesia notable es la de Nuestra Señora de la Asunción, llamada también el Convento, por haber albergado, en otros tiempos, a sucesivas congregaciones religiosas.
                                                           

Fue construida en 1.559, formando parte del Palacio del Marqués de Tábara, que la utilizaba como capilla de la familia.

Desde su construcción hasta 1.580 fue regida por los monjes Jerónimos, pasando después a los Dominicos, hasta la Desamortizacion de 1.835. y restaurada en 1.925

Varios monumentos mas se pueden ver en Tábara, como es la estatua de uno de sus mas insignes hijos, el poeta León Felipe, (1.884-1.968), una de las personalidades mas relevantes del la Generación del 27.

Para complacer a su padre estudio la carrera de Farmacia, profesión que ejerció en distintos periodos de su vida bohemia y llena de peripecias.

Ahora, la estatua, que se encuentra en la plaza Mayor está, podemos decir, profanada por los gamberros que la han "adornado" con pintura roja.
                                                           

Se había hecho la hora de comer, así que elegimos uno de los restaurantes de la villa donde dimos cumplido consumo de un menú, nada que recordar de esa actividad reparadora, y seguidamente continuamos hasta Zamora.