miércoles, 15 de agosto de 2018

Grecia 7º día. 1 Corinto


Antes de empezar con la descripción de nuestras visitas de hoy haré una aclaración: aunque nosotros las llamamos igual hay que distinguir entre el yacimiento arqueológico de la antigua Corinto y la ciudad nueva de Corinto, situada en el mismo istmo, pues antes de estar en ellas yo misma no sabia que se ubican en lugares distintos, a unos entre 5 y 7 km de distancia.

Bien pues empezare por la antigua Corinto.

El antiguo Corinto fue una ciudad estado, situada en el istmo de Corinto, la estrecha franja de tierra que une el Peloponeso con la Grecia continental, entre los mares Egeo y Jónico, a medio camino entre Atenas y Esparta.

La antigua ciudad de Corinto tenia dos puertos, uno a cada la do del istmo, Lequio y Cencreas,de ahí que el geógrafo griego Estrabón la llamara "señora de los dos puertos. Debido a su estratégica ubicación, dominaba el importante cruce de caminos del comercio, pues allí confluía la ruta marítima entre este y oeste y la ruta terrestre, entre norte y sur.
                                                                       

Los primeros asentamientos de Corinto se desarrollaron en torno a la colina del Acrocorinto, elevación que domina el lugar, en el Periodo Neolítico, a partir de los s.s. IX y VIII a.C.

Según uno de los relatos de la mitología, el gigante de cien brazos y cincuenta cabezas Briareo, arbitró la disputa entre Poseidón, dios del mar y Helios dios del sol; su veredicto fue que el istmo de Corinto pertenecería a Poseidón y la acrópolis, la Acrocorinto, a Helios. Otra leyenda atribuye la fundación de la ciudad a Sísifo, ya sabemos de la facilidad de los griego para sus relatos mitológicos, y aun hay varias versiones mas.

Corinto es mencionada en La Ilíada por Homero, llamada, a veces Efira, entre los territorios que lucharon con Agamenón, rey de Micenas, en la guerra de Troya.

Corinto organizaba los Juegos Ístmicos, similares a los Juegos Délficos y Olímpicos, aunque menos famosos que estos últimos.

Después de las diversas guerras entre las ciudades griegas, se convirtió en aliada de Esparta, para pasar, después, a aliarse de forma circunstancial con Atenas.

Las Guerras Medicas significaron la alianza entre las ciudades griegas, para poder derrotar a los persas, pero una vez acabadas, las rivalidades y los conflictos armados, duraron entre ellas hasta la conquista de Grecia por Filipo II de Macedonia, en 338 a.C., tras vencer en la batalla de Queronea

Filipo II la hizo cabeza de la Liga de Corinto, que controlaba el mismo.

En 197 a.C. después del conflicto en el que medió Roma, declarando ciudad libre a Corinto, unió la ciudad a la Liga Aquea  y estableció una guarnición romana en el Acrocorinto. Los corintios se enfrentaron posteriormente con los romanos, que derrotaron a la Liga, y el cónsul romano Lucio Mumio (193-140 a.C) se vengo de la ciudad y sus habitantes, saqueándola y destruyéndola, y transladando todas sus obras de arte a Roma en 146 a.C.; Corinto  permaneció destruida y abandonada por cien años.

En el año 44 a.C. Julio Cesar (100-44 a.C) decidió reconstruir Corinto, a la que nombro Colonia Julia Corintio Augusta, y la pobló con legionarios veteranos y hombres libres.

Corinto se recupero, de manera que cuando Pablo de Tarso (San Pablo) la visito, hacia el año 50, era una ciudad importante, capital de la provincia romana de Acaya.

Pablo vivió en ella alrededor de año y medio, hacia el año 52, según cuentan los Hechos de los Apóstoles y posteriormente dirigió a la pequeña congregación cristiana que se había formado , en uno de los dos puertos de Corinto, Cencreas; episodios relatados en dos de sus epístolas, incluidas en el Nuevo Testamento.

 Los corintios tenían fama de ser sexualmente liberales, debido, seguramente, a ser un puerto de mar, con mucho transito de mercancías y gran cantidad de marineros de muchos lugares. Corinto, pues, era famosa en el mundo antiguo por su prosperidad, lujos y libertinaje.

En el santuario de Afrodita, situado en el Acrocorinto, se practicaba la prostitución sagrada, y vivían allí  mas de un  millar de hetairas dedicadas a ese oficio.

El emperador Adriano, gran amante de todo lo griego, la embelleció, y le dio gran prosperidad.

Tanta prosperidad atrajo a los pueblos invasores ya durante el convulso s. III, en que comenzó la decadencia de Roma, como los hérulos los primeros, los visigodos al mando de Alarico, en el s. IV y los eslavos en el s. VIII.

En 521 fue destruida por un terremoto. Otro, mucho mas moderno, aconteció en 1.858, y los habitantes que sobrevivieron trasladaron la ciudad a seis km, que es la actual.

Corinto perteneció al Imperio Bizantino o Imperio de Oriente, con diversos avatares como el resto del país, ya que en 1.205 fue conquistada por los francos en el curso de la Cuarta Cruzada, conquista que contribuyo en gran medida a su decadencia, así como a la de todo el Imperio, luego por los venecianos varios siglos después y por último por los turcos otomanos en 1.459, que permanecieron en ella durante mas de 500 años.

La mayoría de las ruinas que podemos ver en Corinto son de época romana. Entre los restos anteriores destaca el templo a Apolo, con sus once columnas dóricas, pero vayamos por partes, con nuestra entrada en el extenso recinto arqueológico.
                                                           

Lo primero que vimos fue la imponente mole del Acrocorinto, que, por decirlo así, preside la antigua ciudad, una elevación rocosa, que se uso como acrópolis desde la Antigüedad, hasta la Edad Media.


El Acrocorinto tuvo un importante papel estratégico, como defensa y refugio de los ciudadanos de Corinto, estuvo amurallado. y tuvo mucha importancia durante siglos, pero solo lo vimos, sin subir a su cima.

Corinto, como rica ciudad que fue, tuvo numerosos monumentos en los tiempos griegos y romanos, pero el tiempo, las invasiones y los terremotos han dejado un extenso campo de ruinas, todas muy interesantes.
                                                                   

Antes de llegar al templo de Apolo encontramos la fuente Glauce, que recuerda la trágica muerte de Glauce, hija del rey de Corinto, Creonte, a manos de la hechicera Medea, argumento de una de las tragedias de Eurípides.
                                                                                   



Destacan las citadas siete columnas dóricas del templo de Apolo, visibles en cuanto llegas, este templo fue erigido en 540 a.C. probablemente sobre un templo anterior, citado por varios de los viajeros europeos que pasaron por allí en los siglos siguientes, desde el griego Pausanias, el navegante Ciriaco de Ancona, el autor del Códice Ambrosiano, ambos del s. XV, etc. hasta el día de hoy.
                                                                                   

Seguimos paseando hasta llegar a la fuente  Pirene, con su leyenda mitológica propia, ya que según la misma, fue el rey de Corinto el que exigió al dios-río Asopo la creación de una fuente que abasteciera la ciudad de agua, a cambio de información sobre el paradero de su hija Egina, secuestrada por Zeus.
                                                       

El templo de Octavia, dedicado a la hermana del emperador Augusto, construido al este del ágora romana,  espacio ruinoso hoy día,
                                                                         


el odeón,
                                                                             
                                                                                                                                                           
las termas,
                                                               

y la basílica Juliana, todos de época romana fueron otros de los muchos antiguos monumentos que vimos a lo largo de la visita.

En el antiguo Corinto existía, como en otras ciudades romanas, el podio, llamado bema, para los que querían expresar sus ideas a los presentes en esos momentos, y se nos indico el lugar en el que Pablo de Tarso pudo haber predicado, mientras pasaba un año y medio acogido por los judíos Aquila y Priscilla que habían huido de Roma, cuando el emperador Claudio expulso a los judíos.
                                                                 
                                                                                   
Finalizamos la visita en el Museo Arqueológico de Corinto, fundado en los años 30 del s. XX por la American School of  Classical Studies para albergar las piezas que iban apareciendo en las excavaciones arquelógicas del yacimiento.
                                           

El museo es muy interesante y digno de verse, complemento de los restos arquitectónicos que habíamos visitado.
                                                                           

Nuestra visita a la antigua Corinto finalizo entonces. Después de comer hicimos una breve parada para ver el canal de Corinto.

Como ya sabemos la nueva Corinto, por la que no es necesario adentrarse ya que no ofrece ningún interés, se sitúa a unos 6 k del yacimiento arqueológico, conocida principalmente por el canal de Corinto, que comunica el mar Egeo con el mar Jónico.

La idea de hacer un canal comenzó en el s. VII a.C., por iniciativa del tirano Periandro de Corinto, que no pudo realizar por las dificultades técnicas insalvables, en aquella época.

Siglos adelante fue Julio Cesar el que pensó en un canal; le siguió en el proyecto, Nerón,  que llego a excavar mucho terreno durante un año, pues al año siguiente murió. Se intereso, también por el proyecto, el senador romano Herodes Ático, sin poder realizar ninguna acción.

Mas tarde los venecianos, en el s. XVII, tras su conquista del Peloponeso, volvieron a pensar en el canal, sin llevarlo a la practica, de tal manera que hasta la independencia de Grecia del Imperio Otomano en 1.830, no volvió a tocarse el proyecto.

De todos estos intentos, algunos ni siquiera iniciados, se deduce la conveniencia e importancia de la apertura de este canal.

 La construcción del canal se llevo a cabo entre 1.881 y 1.893, y en su momento constituyo una de las mayores obras de ingeniería de la historia. Sin embargo fue el emperador Nerón (37-68), como hemos visto, el que planifico el proyecto e inicio las excavaciones. De hecho el empresario francés Ferdinand de Lesseps (1.805-1.894) recogió en su proyecto el trazado de Nerón, que realizo el ingeniero húngaro István Türr
                                                               

El canal tiene una longitud de ocho km, excavados a nivel del mar, por lo que no requiere de esclusas; ahorra 700 km alrededor del Peloponeso, pero actualmente resulta demasiado estrecho para los buques de carga modernos, que solo pueden pasar de un en uno, y en un sistema de un solo sentido; las embarcaciones  grandes deben ser remolcadas.
                                                         

Hoy día se utiliza como transporte turístico principalmente

Después de ver el canal y el discurrir de varios barcos, pasamos a una cafetería-tienda donde compramos varias bolsitas de las afamadas, con razón, pasas de Corinto, que consumimos al llegar a casa.
                                                                                     

Por la tarde seguimos visita a Micenas y Epidauro, pero eso será para otro capitulo.