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lunes, 1 de febrero de 2016

6º día en Jordania: Aqaba

                                                                                       

 Amaneció un nuevo día en el que íbamos a disfrutar del maravilloso Golfo de Aqaba.

Antes de pasear por ese mar azul intenso, con ese cielo igualmente azul, sepamos algo de la zona.

El Golfo de Aqaba, cuyas aguas, que vierten en el Mar Rojo, a través de los estrechos de Tiran, separan la Península del Sinai de la Península Arábiga.
                                                             

Políticamente sus costas pertenecen a cuatro estados, Arabia Saudí, Egipto, Israel y Jordania, que posee allí 12 km2.

En 1.965 el rey de Jordania Hussein I, cambio 6.000 km2 del interior desértico de su país, por esos km de costa, con el vecino rey de Arabia Saudí, para proporcionarse una salida al mar.

Desde la mas remota antigüedad, el final del Golfo de Aqaba fue poblado por el ser humano, que ha dejado sus huellas. Se llamo en aquellos tiempos prebíblicos Ayla.

El rey de Israel Salomón estableció allí la base de su gran flota mercantil, en  Ezion Gaber, a solo 3 km de la actual Aqaba, en el s. X a.C, de hecho solo 30 km separan la Aqaba jordana de  la ciudad israelí de Elitat, situada en el mismo golfo de Aqaba.

Posteriormente paso a ser posesión de los ptolomeos egipcios; los nabateos hicieron de ella un emporio comercial, desde donde se exportaban incienso, especias y mirra, además de objetos de metal y cerámica.

En 106 d.C, cuando Trajano conquista el reino nabateo, paso a formar parte del Imperio Romano y siguio siendo un floreciente emporio comercial gracias a la culminación de la "Vìa Nova Traiana" que comunicaba la zona con la actual Siria.

 Durante el imperio bizantino, fue arzobispado, para pasar luego a formar parte del reino gashánida, dinastía árabe cristiana, hasta la conquista musulmana, tras la legendaria batalla de Tabuk de 630, comandada por el propio Mahoma.

Sin embargo durante la ocupación islámica la ciudad continuo siendo arzobispado, y un enclave cristiano, a pesar de ser lugar de paso de los peregrinos a La Meca.

Fue reconquistada por los Cruzados en 1.116 y anexionada al reino de Jerusalén, pasando de nuevo a los musulmanes en 1.187.

Luego cayo en manos de los mamelucos, que le pusieron el nombre actual de Aqaba y que construyeron un caravanserrallo fortificado, sobre la fortaleza edificada por el caballero cruzado Reinaldo de Chatillon.

El dominio otomano (1.516-1.917) supuso el declive de la ciudad, acelerado después de la apertura del canal de Suez en 1.869.

En 1.917 fue conquistada por las tropas del príncipe hachemita Feisal y sus aliados ingleses que ayudaban y dirigían, en gran parte, comandado por el famoso coronel ingles Lawrence de Arabia, la llamada Revolución árabe, que consiguió sacar de unos grandes territorios al Imperio otomano, hasta entonces dueño de todo Oriente Medio y de parte de Europa.

En 1.925 Aqaba paso a formar parte de Jordania.

Hoy día Aqaba es un emporio turístico, que aprovecha su gran patrimonio natural, clima cálido con una temperatura constante todo el año, costa bordeada de las estribaciones de los macizos montañosos que la rodean, y que esconde fondos marinos de gran riqueza, donde un sinfín de variados peces de colores viven en esas aguas cristalinas, y se mueven entre los arrecifes de coral, tambien de diversos colores.
                                                                       

En estos momentos hay grandes obras de transformación, para conseguir el desarrollo turístico y urbano de la zona, con atención a la preservación de su riquezas naturales, a lo cual ayuda mucho su condición de Puerto Franco, que atrae inversiones por los beneficios fiscales que apareja.

Bien, pues nos disponíamos a pasar un día entero en este fascinante Golfo de Aqaba, tanto por su milenaria historia como por sus condiciones ambientales y geográficas.
                                                                     

Tras un buen desayuno, llegamos, en el autobús, hasta un pequeño embarcadero, donde nos esperaba un yate para ir aguas adentro, siempre cercano a la costa. El suelo del barco era de cristal así que pudimos ver diferentes arrecifes de coral de formas y colores variados. Una maravilla.
                                                                 

El arrecife de coral bordea toda la costa de Aqaba a lo largo de 25 km, hasta la frontera con Arabia Saudí. No hay arrecifes en alta mar.

El arrecife comienza literalmente en la orilla y se extiende como los dedos de la mano, formando cumbres y descensos bruscos.

Es un gran espectáculo que contemplamos mientras nuestro barco, que tenia el fondo de cristal, avanzaba lentamente. Los corales son de muchos colores, tanto se ven azules como rosas, no vimos rojos, pues esos están a mas profundidad y solo los pueden ver los buceadores; hay un gran diversidad biológica, con preciosos peces de colores, que nadan entre los corales.

El deporte del buceo está muy promocionado y extendido en Aqaba, donde hay muchas facilidades para su práctica.

Después de un buen rato de contemplar los peces y los corales como si de una película o documental se tratara, tuvimos otra diversión, que fue un baño en las tranquilas aguas del Golfo. Nos proporcionaron todo lo necesario para hacer snorkel, pero yo preferir nadar un rato.

Una vez en el barco, de nuevo, puso rumbo hacia un restaurante al aire libre donde nos esperaba un buffet muy parecido a los que venimos tomando en el resto del país. Lo que cambiaba y lo hacia agradable eran las vistas al mar, y a los montes de la Península del Sinai, que se veían en la lejanía.

Finalizada la comida volvimos al hotel y tras un pequeño descanso aprovechamos la estupenda oferta del hotel, con varias piscinas y también playa.
                                                                       

Yo elegí la playa donde disfrute de un tonificante baño, mientras mi marido opto por alguna de las  piscinas.

                                                                           
Después de tomar una copa en el pequeño bar, pasamos al bufet, en este caso esplendido, del hotel, donde tomamos nuestra última comida en Jordania, con un poco de pena de no haber tenido mas tiempo en Aqaba, que me pareció una etapa fantástica de nuestro viaje a Jordania.

Al día siguiente, sin tiempo para desayunar, nos trasladaron al pequeño aeropuerto de la ciudad y volvimos a Amman y de allí a casa.  

viernes, 22 de enero de 2016

5º día en Jordania: Pequeña Petra y desierto de Wadi Rum

                                                                       

Después de descansar en el mismo hotel de Wadi Musa, salimos tras el desayuno, para seguir conociendo la zona, pues aun quedaba otra joya nabatea que explorar, bueno, una joyita, pues la "Pequeña Petra". podíamos decir, que es la hermana menor de Petra, tanto por estar excavada en la roca, como por que sus construcciones son bastante similares a las de Petra, era nuestra primer parada del día.

La Pequeña Petra está a unos 10 km de Wadi Musa en un paraje montañoso espectacular, en cuyas rocas y paredes se pueden ver tumbas aisladas o algún pequeño núcleo de construcciones excavadas en la montaña,
                                                                   

pero le pequeña Petra es algo mas que unas cuantas tumbas, en esta zona, como en Petra, hay restos arqueológicos de los asentamientos  mas antiguos de la humanidad, de 9.000 años a.C,. al menos.

Pero volviendo a Pequeña Petra, atravesamos, para llegar, un desfiladero mas corto que el Siq, pero aún mas angosto, de 1 m de anchura en algún tramo, a donde no llega el sol, y la temperatura es menor, llamado Siq al-Barid o "cañón frío", antes de llegar a donde se suceden residencias, almacenes, tumbas, canales de agua, cisternas, lo que fue un centro comercial importante y lugar de descanso para las caravanas de camellos que pasaban por Petra.
                                                                           

Allí los turistas no aparecen , o al menos no vimos ninguno mientras visitamos el lugar, era bastante temprano por la mañana y quizás llegaron mas tarde.

A ambos lados de cuando el desfiladero se ensancha, se ven las estancias y almacenes que ocupaban los caravaneros que allí se reposaban. En una de ellas, el triclinium (comedor)
                                                                       
                                                                         
 se conservan, en una esquina del techo, pinturas al fresco, únicas en toda la zona, un hallazgo muy importante, dada la escasez de frescos helenísticos.
                                                                           


                                                                         

                                                                           

Fue un equipo de arqueologos ingleses el que las descubrió y restauro entre 2.007 y 2.010, ocultas hasta entonces bajo una capa de hollín y suciedad.

En los frescos se pueden ver flores, pájaros, insectos, tres clases de vides diferentes, así como hiedra y enredaderas. Estas pinturas se asocian al culto de Dionisios, dios griego del vino, que cubrirían la bóveda, y las paredes de la estancia,

Una de las figuras mas destacadas es un niño alado (ver mas arriba), tocando una flauta, apoyado en una enredadera.

Tuvimos otro entretenimiento simpático en la Pequeña Petra; un grupito de niños de la zona. posiblemente beduinos, se pusieron a cantar folklore, y a moverse acompasadamente.

 Les aplaudimos y les dimos unas cuentas monedas.
                                                                     

Otro músico, este senior y solo, tocaba un instrumento a nuestro paso; también obtuvo unos cuantos euros.
                                                                       

Parece que el magnifico encuadre que ofrece la Pequeña Petra, mejor y mas genuino que los escenarios cinematográficos, es utilizado por el rey de Jordania, Abdulla II,  para obsequiar a algunos amigos y visitantes extranjeros con comidas, cenas y cócteles cuando así le place.

Abandonamos el lugar cuando ya empezaba a calentar demasiado el sol, atravesando el impresionante paisaje montañoso
                                                                                 

para dirigirnos a otra de las maravillas de Jordania, el desierto de Wadi Rum
                                                                                               

Wadi Rum o el Valle de la Luna es un valle desierto situado a 1.600 m sobre el nivel del mar, en una región montañosa de arena y piedra arenisca, cuyo punto mas elevado es el monte Jamal Umm al Dami, de 1.854 m., declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2.011.

El Wadi Rum ha estado habitado desde la prehistoria como muestran las inscripciones y figuras labradas en la piedra, pertenecientes a cultura talmúdica, anterior a la ocupación islámica.

Desde el año 2.007 viven en desierto varias tribus de beduinos.

Precisamente llegamos a un espacio, al lado de algunas de esas fantásticas montañas,  muy bien preparado, con toldos, sofás, mesas, donde comimos en  el correspondiente buffet, que acogimos con gusto.
                                                                   

Después de buen rato de descanso, subimos a unos cuantos coches todo terreno, conducidos por los beduinos, habitantes del lugar, en los cuales recorrimos una parte del desierto, ya que el paseo fue de mas de dos horas.

 Una excelente manera de verlo.

El desierto de Wadi Rum fue un lugar de paso de las caravanas de los nabateos, que conocían a la perfección los secretos del desierto, que guardaban con mucho celo.

Todas las caravanas procedentes de la India o China, repletas de mercancías como especias, sedas, perlas, incienso y marfil, y un sinfín de materias preciosas, debían atravesar este desierto por lo que los nabateos se convirtieron en los controladores del comercio entre Oriente y Occidente.

Durante la Rebelión Árabe de 1.917-18, el oficial del ejercito británico T. E. Lawrence, mas conocido como Lawrence de Arabia, que apoyaba al príncipe hachemita Feisal y combatía junto a él, con el objeto de desposeer al Imperio Otomano de sus dominios, utilizo Wadi Rum como base de operaciones, y fue así como entro en conocimiento del mundo occidental

Wadi Rum es uno, si no el más bello desierto del mundo; en palabras de un buen conocedor del mismo, Lawrence de Arabia,

"inmenso solitario... Como tocado por la mano de Dios"

Este inmenso paraje del sur de Jordania tiene un aspecto mágico: un enorme mar de arena salpicado de gigantes de piedra arenisca que cambian del amarillo al rojo, conforme avanza el día.

Entre dunas y paredes de granito, esculpidas por el sol y el viento, se siente uno como en otro mundo.

Subidos en el todoterreno visitamos los rincones mas espectaculares como el Puente de Piedra de Burdah, un arco de piedra tallado por el viento,
                                                                 

 los Siete Pilares de la Sabiduría, una inmensa mole de arenisca que domina el desierto, que toma su nombre del relato de Lawrence de Arabia,
                                                                           
                                                                 



los petroglifos del cañón de Khaz´ali, que proceden de la cultura tálmudica, anterior al Islam, tallados en la piedra hace mas de dos mil años
                                                                                 


Desde el 2.007 viven en Wadi Rum los beduinos de la tribu zalabia, que se encargan del turismo de la zona, tanto en la restauración, como del recorrido en jeep, como del folk.

Tuvimos ocasión de contemplar dos espectáculos protagonizados por estos beduinos. Durante una parada, uno de los conductores trepo como un gato por una pared de roca, hasta llegar muy arriba y quedar como suspendido en el aire.
                                                                   
                                                                 
El otro espectáculo se desarrollo en una tienda beduina, donde un grupo de músicos nos ofreció folk de la zona, mientras bebíamos té.
                                                                                 


Cuando salimos de la jaima, la luz del sol era la del ocaso, con la que las rocas tomaban un color rosado, que las favorecia.
                                                               

La conocida película "Lawrence de Arabia"(1.963) que presenta como un desinteresado aventurero a este militar británico, se rodó en Wadi Rum.

Nos fue señalado el lugar donde estaba acampada la producción de este film, dirigido por David Lean y protagonizado por el actor, ambos británicos, Peter O´Toole.
                                                               

Antes de dejar Wadi Rum vimos una reliquia, casi arqueologica, el tren de vía estrecha que instalaron los otomanos, para trasladar tropas durante la Rebelión Árabe.


viernes, 8 de enero de 2016

4º día en Jordania: Petra


Hoy llegábamos a uno de los grandes monumentos de Jordania y del mundo: Petra, la ciudad de los nabateos.

Después de haber descansado, del cansado viaje de ayer, en el hotel de Wadi Musa, con magnificas vistas al monte donde Moisés, por orden de Yhave, golpeo la piedra de la cual broto agua para calmar la sed de los israelitas, durante su largo peregrinar por el desierto del Sinai, salimos hacia la cercana Petra.

 Llegamos, en primer lugar a una gran plaza. que reune tanto el Centro de visitantes como terrazas. tiendas y restaurantes, donde se pueden quedar los frustrados visitantes, que allí se enteran de que para llegar al monumento del Tesoro hay varios kilómetros y para repostar en el único restaurante que hay en la zona, mas de 4.5 km., caminando o bien  alquilando una pequeña calesa tirada por burro, mula, o jamelgo, y conducida por un jordano, que va dando saltos, mayores o menores durante todo el recorrido, y no tiene mas remedio que optar por una de estas dos opciones.
                                                         
Bien, pues antes de adentrarnos en las fastuosas edificaciones de Petra, sepamos algo de ella.

La extensa zona donde se encuentra Petra, la capital nabatea, estuvo habitada desde el Paleolítico, 10.000 años antes del nacimiento de Jesucristo.

Diversos pueblos vivieron en ella como los edomitas o idumeos, pueblo semita mencionado en la biblia, como descendientes de Esau, el hijo mayor de Isaac, que después de vender su primogenitura a su hermano Jacob por un plato de lentejas, se traslado al desierto de Judea, donde se convirtió en el patriarca del pueblo edomita.

En el s. VI a. C., el próspero reino edomita de los s.VIII y VII,  entro en decadencia, tras la conquista babilonia de Judea, dando paso al pueblo nómada de los nabateos, procedente de la Península Arábiga, posiblemente de Yemen, que acabaría suplantándolos por completo.

Los nabateos, habitantes del desierto dedicados al pastoreo, conseguían sobrevivir en ese hostil medio, gracias a que excavaban grandes cisternas en la roca, donde recogían y almacenaban el agua de lluvia.

La prosperidad del reino nabateo se debió al control de las rutas comerciales entre Arabia y las costas mediterraneas y entre Egipto y Mesopotamia.

Durante el s. IV a.C. los nabateos lograron un gran nivel de riqueza debido al comercio de la plata, incienso, mirra y especias y al control de las caravanas, a las que suministraban agua y alimentos y a las que cobraban peaje.

Debido a su privilegiada posición estratégica y a la protección de la morfología geológica de la zona, pudieron resistir los intentos de conquista de helenísticos, egipcios y seleucidas sirios y aprovecharon su fortaleza para extender su territorio, que comprendía desde la actual Siria hasta el golfo de Aqaba, es decir el Neguev, el Sinaí, Transjordania y parte de Arabia

Los reyes nabateos hicieron templos, edificios administrativos y túmulos, con frecuencia excavados en la piedra caliza, facilmente moldeable, de gran belleza, que hicieron de su capital, Petra, una de las ciudades mas bellas de la antigüedad.
                                                                             

Tras la próspera época del rey Aretas IV, gran constructor, el reino nabateo paso a estar asociado al Imperio Romano, y varias décadas después, tras un descenso del comercio, que llevo aparejada la decadencia de su prosperidad, durante el reinado del emperador Trajano, fue incorporada a la provincia romana de Arabia.

Esta unión se produjo sin ninguna lucha, pero freno su desarrollo, aunque se siguió construyendo hasta finales del s. III.

 La causa principal del declive de Petra se debió al surgimiento de otros centros caravaneros, como Gerasa y Palmira, y a un terrible terremoto del año 362, que provoco la destrucción de templos, edificios administrativos y viviendas, de manera que la ciudad quedo reducida a algunos pequeños núcleos de población dispersos.

Durante el Imperio bizantino Petra fue sede episcopal, y se aprovecharon algunos edificios para iglesias y se utilizaron algunas de las viviendas desocupadas.

Tras la invasión y conquista musulmana de 663 Petra cayó en el mas absoluto olvido,  hasta quinientos años mas tarde, cuando los cruzados entraron en la zona y crearon una fortaleza: Wadi Musa, (el Valle de Moisés).

En el s. XIII una expedición del sultán mameluco Baybars, en el año 1.276, que se dirigía a sofocar un levantamiento en Karak. paso por Petra.

A partir de entonces la ciudad se vio sumida en el abandono y el olvido, que duro cientos de años, siendo ocupada por tribus de beduinos que vivían ignorados del mundo y protegidos por las rocas y montañas de Petra.

Su descubrimiento tuvo lugar en 1.812 por el explorador, aventurero y espía  suizo Johann Ludwig Burckhardt, que utilizo su inteligencia, ingenio y tenacidad para descubrir Petra.

Burckhardt adquirió fama de excelente explorador gracias a su carácter metódico y calculador, de manera que fue contratado por la Sociedad Africana, institución que promovía descubrimientos, tanto en África como en Oriente Medio.

En Siria estudio la lengua árabe, que llego dominar y fue en Oriente Medio donde oyó por primera vez hablar de una ciudad perdida en el desierto, a los caravareneros y camelleros que atravesaban el mismo.

 Aunque al principio hizo poco caso de estos relatos, ya que consideraba que los habitantes de esa zona tenían tendencia a la fabulación de historias fantásticas sobre tesoros, después de leer a Estrabón, geógrafo griego del s. I a.C, que se refería a una ciudad tallada en la misma roca, en el territorio que hoy día es Jordania, empezó sus investigaciones para concluir que existía una zona en la que ningún europeo había pisado, en los montes situados en Wadi Musa, donde según la biblia se encuentra la tumba de Aarón, el hermano de Moisés.

 Después de hacerse pasar por un peregrino musulmán, con el nombre de Ibrahim ibn Abdullah, que quería honrar la tumba de Aarón, un profeta venerado también por los musulmanes, de ser abandonado por el guía beduino que había contratado en Amán y de ganarse la confianza de una tribu beduina que habitaba a la entrada de Wadi Musa, y conseguir un guía de la tribu, siempre con el motivo de llegar a la tumba de Aarón, emprendio la busqueda de la desconocida y fabulosa ciudad de la que habia oido hablar, Petra
.
Traas caminar, subir y bajar por aquellos parajes, un día entro en un larga grieta, de un largo desfiladero, El Siq, con paredes de mas de cien metros que impiden la entrada del sol en las zonas mas estrechas, y tras avanzar un km se encontró de frente con el Kashné o Templo del Tesoro, un espectáculo digno de los dioses, que lo dejo clavado en tierra.

Esto que vio su descubridor Burckhardt, era lo que ahora íbamos a contemplar nosotros.
                                                             
Salimos desde el núcleo de tiendas, cafeterías y autobuses y bajo un sol que ocupaba todo el firmamento y que iba calentando mas de lo deseado, entramos en un camino polvoriento que llevaba a las montañas. Enseguida nos encontramos con las primeas construcciones, los cubos de Dijn, y otros túmulos, sobre los que los  arqueólogos aun no han decidido si son túmulos funerarios o tenían otro uso.
                                                                               

Con construcciones, a un lado y a otro, avanzamos hasta  la mayor de la zona, la Tumba de los Obeliscos o Tumba de las Pirámides, por la influencia del arte egipcio en su decoración. Tallada en la piedra de la roca, ha estado y está muy expuesta a la erosión, aunque aún se puede contemplar su belleza casi integra.

                                                                               
Muy cerca de esta gran tumba se encuentra la entrada al Desfiladero del Siq.
                                                                         

Esta, podemos decir, gran grieta, de un km mas o menos de longitud, va serpenteando sinuosamente, dejando a ambos lados las paredes de 100 o mas m., que no dejan pasar la luz del sol, ni ver el esplendoroso cielo de Jordania. aunque la senda se ensancha y se estrecha a su antojo, durante casi todo el recorrido, dejando ver de vez en cuando, el sol y el cielo.
                                                                                   

                                                                         

Es un paraje natural sorprendente, un sendero fascinante como hay pocos en el mundo, decorado con pequeños nichos votivos, uno de los cuales nos fue mostrado, una figura antropomorfa, sin cabeza, como uno de los dioses nabateos; 
                                                                       
                                             
se ven también dinteles, pequeños obeliscos, restos de estatuas, todo ello tallado en la roca, lo cual indica que era un lugar sagrado, entrada de los grandes monumentos nabateos.

Al acabar el desfiladero, el guía nos hizo detenernos, cerrar los ojos, y respirar hondo para que la visión que íbamos a tener, apareciera de pronto, como una  sorpresa.
                                                                                 

Cuando abrimos los ojos ojos delante de nosotros había una gran fachada tallada en la piedra rosa, que, verdaderamente  produce un impacto, ya que es maravillosa.
                                                                         

Allí nos quedamos un rato contemplando el Kashné o Templo del Tesoro, nombre que le viene de una leyenda sobre un tesoro nabateo, guardado en la urna central que corona la fachada.

En esta fachada, tallada en la roca, de 40 m de altura por 28 de ancho, se pueden seguir las diversas influencias, egipcias, y helenísticas, que inspiraron al arquitecto, que de esa forma consiguió este bello monumento. Fue construido probablemente en el s. I a.C. por el rey nabateo Aretas III.

Se desconoce si era templo o tumba. Los beduinos que vivieron en Petra, que habían sometido la ciudad al saqueo, creían que había un tesoro magnifico, escondido por piratas en la gran hornacina central, hacia la cual disparaban, impactos que se pueden apreciar a simple vista.

Se puede prescindir de la visita al interior, ya que no hay mas que una sala cuadrada, cuyas paredes tienen los relieves de la roca como única decoración.

Este monumento es una de las 7 maravillas del mundo moderno, declarado en 2.007.

Nos quedaba todavía mucho por ver, así que tras contemplar largamente el Kashné, seguimos por el  Siq exterior, mucho mas ancho que el desfiladero, llamado "Vía de las Fachadas" con numerosas tumbas, algunas muy bellas, y otras bastante erosionadas, a ambos lados, moldeadas en la roca, como si de barro se tratara,
                                                                   
                                                                 
 entre las que destaca la Tumba de Uneishu, un noble nabateo, con fachada mayor que las demás de la zona y doble cornisa.
                                                               

Hay muchas mas tumbas, o túmulos funerarios, ya  no pretendo hacer un catálogo, que sería largo describir.

 Si se puede, hay que ir a Petra y verlo con los propios ojos, pues es uno de los grandes y sorprendentes lugares del mundo.
                                                                   


                                                                         
Al final de la calle se encuentra el majestuoso Teatro, tallado en la roca, construido por los nabateos en el I a.C. y reformado por los romanos en el s. I d.C, para darle un mayor aforo, donde podían reunirse hasta 7.000 espectadores.
                                                                 

Recorrimos aquel enorme espacio, donde vivió y construyo el pueblo nabateo, con una parada en uno de los improvisados bares a modo, casi, de tienda beduina, donde nos refrescamos con un zumo de naranja recién exprimido, y con todas las garantías, ya que además de hacerlo a nuestra vista, el camarero se puso guantes desechables.

Nosotros caminamos por el sendero principal, pero los diversos caminos de Petra están jalonados por
cientos de edificios, tumbas, baños, templos, arcos, columnatas, todo lo que una próspera ciudad como fue Petra, podía permitirse.

Llegaba la hora de reponer fuerzas, para lo cual fuimos al único restaurante de la zona; se nos ofreció un buffet muy parecido al de otros restaurantes del país, ensaladas, humus, verduras, carne, apropiado para el calor del desierto.

Tras descansar un rato, unos cuantos de la excursión nos animamos a subir los mas de 800 escalones hasta otro monumento de la ciudad, el llamado Monasterio, o el-Deir.

La ascensión hasta allí es un poco penosa, sobre todo por el calor, porque los escalones están bastante deteriorados, y por las curvas y mas curvas del recorrido.

Otra de las maneras de llegar a la cima es montando un asno, en compañía de un guía. Vimos bajando a toda velocidad a varios de ellos, y daba miedo como saltaban entre curvas y escaleras. En esos momentos agradecí a mis pies poder subir con mi solo esfuerzo y no montada en un burro kamikaze.
                                                                       

El-Deir vale la escalada.

 Habíamos llegado. Un gran monumento excavado y esculpido en la roca se ofrece a la vista una vez superada la ultima curva y el ultimo escalón.
                                                                               

Fue construido por los nabateos en el s. I, en honor del rey Obodas I, y es el segundo monumento mas importante de Petra, tras el llamado Templo del Tesoro o Kashné, al cual se parece mucho a simple vista, ya que los dos son ejemplos del clásico arte nabateo. Hay que fijarse en los detalles para ver las diferencias.

El interior, una sala cuadrada sin adornos, está vacío como los otros monumentos nabateos; se desconoce el uso que tenía, quizás fuera empleado para ritos funerarios, pero no se han encontrado tumbas en su interior.
                                                                     

Desde allí se contempla una hermosa y amplia vista de la zona,

Después de descansar y refrescarnos emprendimos la bajada. que resulto mas llevadera que la subida.

Una vez en la base de la montaña seguimos el camino que ya conocíamos, de vuelta.

Impresionante Petra. Todo en ella, paisaje, montañas, colores, monumentos, asombra y regala la vista.

sábado, 8 de agosto de 2015

3er día en Jordania. Madaba, Monte Nebo, Castillo de Karak

                                                                                                                                        
Empezamos el día yendo a cambiar euros por dinares jordanos, la moneda local, en un banco de Amán, para a continuación dejar esta ciudad, pues hoy llegaríamos a cenar y dormir a nuestra segunda base: el pueblo de Wadi Musa, cercano a Petra.

Nuestra primera visita fue a Madaba, a 35 km al suroeste de Amán.

Madaba situada sobre la "Medba" bíblica, de la cual deriva su nombre, disputada entre los s.s. X y IX a.C. por amorreos e israelitas, es, hoy día, una ciudad de 60.000 habitantes, en la antigua "Vía Regia" cuyo mayor, por no decir único, interés son los mosaicos descubiertos en el s. XIX, que adornaron las iglesias bizantinas de la ciudad, principalmente el "Mapa de Jerusalén y Tierra Santa" del s.VI, del cual hablare mas tarde.

Por esos mosaicos antiguos, sobre todo, y por los talleres de artesanía que trabajan actualmente el mosaico, es por lo que Madaba es conocida como la "Ciudad de los Mosaicos".

 Es la ciudad de Jordania con mayor número de cristianos entre su población, muy practicantes de su religión y tradiciones, que viven tranquilos, pues Jordania, un país mayoritariamente musulmán, es tolerante.

En cuanto a la larga historia del territorio donde se asienta Madaba, se han hallado restos arquelógicos de una primera habitación humana, en la colina que domina la actual ciudad.

Madaba aparece citada en la biblia, en Éxodo, Num. 21:30

 ¡Ay de tí Moab!,
perdido estás, pueblo de Camós,
Ha entregado sus hijos a la fuga
y sus hijas al cautiverio, 
en manos de Sijón, el rey amorreo.
Su posteridad ha perecido,
desde Jesbón hasta Dibón,
y hemos dado fuego
desde Nofaj hasta Madaba

 y Josúe, 13:9

"La otra media tribu de Manases, junto con los rubenitas y los gaditas, había recibido ya la parte de la heredad que Moisés les había dado: la tierra desde Aroer, que está a orillas del torrente Arnón, y la ciudad que está en medio de la vaguada; y toda la llanura desde Madaba hasta Dibón..."                                                    
Ciudad perteneciente al reino de Moab, cercana a la frontera de Ammon, disputada por amorreos e israelitas, que la conquistaban a los primeros y por el propio Ammon.

Aparece en la Estela de Mesha, que narra las hazañas de Mesha, rey de Moab, a mediados del s. IX a. C. y la cita como una de las ciudades reconquistadas a los israelitas.
                                                                                 

Mas tarde paso a pertenecer al reino de los nabateos.

Tras la conquista romana de 69 a.C., Madaba se convirtió  en una próspera población de la provincia de Arabia, con hermosos edificios y templos.

El cristianismo arraigo con fuerza en Madaba que llego a ser sede episcopal. El obispo de Madaba asistió al Concilio de Calcedonia, de 451, IV de la iglesia, que condeno el monofisismo y declaro que en Jesucristo se unían la naturaleza divina y humana, "sin confusión, sin cambio, sin división", frente al monofisismo que defendía una única naturaleza divina en Cristo.

En 749 Madaba fue destruida por un terremoto, y abandonada por sus habitantes, permaneciendo inhabitada durante muchos siglos.

Viajeros europeos del s.XIX la describieron como un campo de ruinas, rodeado de llanuras fértiles, algunas de las cuales eran cultivadas por la tribu beduina de los Bani Sarkhr.

Así permanecio hasta 1.881 en que tres tribus cristianas, procedentes de Karak, se instalaron en las ruinas de Madaba; esto provoco un conflicto con los beduinos asentados allí, por la tierras necesarias tanto para el cultivo, como para el ganado. Finalmente gracias a la intervención de las iglesias ortodoxa y católica, durante el imperio otomano, y de compensaciones a los beduinos, se resolvió el pleito; la población actual de Madaba procede de dichos antiguos pobladores.

Fue cuando las tribus cristianas se asentaron en la antiguas ruinas de Madaba, y comenzaron a construir sus hogares, cuando salieron a la luz los antiquísimos mosaicos, que hoy podemos ver.

Así que llegamos a Madaba nos encaminamos a la iglesia ortodoxa de San Jorge, donde está el mas importante mosaico bizantino, atravesando algunas calles de la ciudad llenas de comercios con ofertas de mosaicos de todos los tamaños, alfombras, que también producen allí, y recuerdos variados para los turistas.

La iglesia ortodoxa de San Jorge fue construida en 1.886, sobre el solar de otra antigua iglesia bizantina; en el ábside se encuentra el espectacular Mapa de Jerusalén y Tierra Santa, del s. VI, un mosaico que cubre gran parte del suelo de la iglesia, del que se conserva, del original, solo una cuarta parte.
                                                                                     

El mapa formado originalmente por mas de dos millones de teselas, hechas con piedra local de vivos colores, es el primer testimonio gráfico de Palestina, Egipto, el Delta del Nilo y Siria.

Representa el área que va desde el Líbano, en el norte, hasta el Delta del Nilo en el sur, y desde el mar Mediterraneo, hasta el desierto arábigo, y se pueden seguir en él escenarios como el Mar Muerto, con peces que remontan el río, como huyendo de él, varios puentes sobre el río Jordán, un león a la caza de una gacela, en el desierto de Moab, Jericó rodeada de palmeras, Belén, y otras ciudades como Neapolis, Ascalón. Gaza, Pelusium y Charachmoba, tan detalladas que podrían pasar por planos callejeros.
                                                                         
                                                           
El centro del mapa lo ocupa Jerusalén, con detalladas construcciones de la Ciudad Vieja, como varias de las puertas de sus murallas, la iglesia del Santo Sepulcro, la Torre de David, el Cardo Máximo, etc.
                                                                   

 El estudio del mapa ha desempeñado un papel importante en la localización de Ascalón, ciudad de Israel, mencionada en la Estela del faraón Merenptah, de la XIX dinastía, que reino entre 1.213-1.203 a. C. y única referencia a los israelitas en la totalidad de los escritos egipcios.

En el mapa mosaico aparece la iglesia Nea de Jerusalén consagrada en 542 y no aparecen mas edificios construidos después de 570, por lo que se puede datar su elaboración entre esos años.
                                                                                                                                             

Desde su descubrimiento ha sufrido daños por incendios, las actividades de la nueva iglesia y la humedad, siendo restaurado en 1.965 .

A diferencia de los mapas actuales que se orientan hacia el norte, el mapa de Madaba se orienta hacia el altar, en el este, y tiene actualmente unas dimensiones de 16x5 m., una tercera parte de su tamaño original

Puede que el mapa sirviera para orientar a los peregrinos en su camino hacia Jerusalén y Tierra Santa.
En él aparecen ciento cincuenta ciudades y aldeas, todas ellas rotuladas en griego, así como el paisaje local.

En febrero del 2.010, nuevas excavaciones arqueológicas confirmaron la precisión del mapa, con el descubrimiento de una nueva vía que atraviesa Jerusalén, que aparece en el mismo.

Tras esta visita a Madaba seguimos hasta el Monte Nebo, que está a 15 minutos en bus, una visita eminentemente bíblica.
                                                         

La Biblia narra, en Deuteronomio 34:1, como Moisés, que había conducido a los israelitas desde Egipto a Canaán, fue, digamos, castigado por Yahve a ver la Tierra Prometida, sin poder entrar en ella, desde la cima de una montaña, antes de morir.

"Y subió Moisés de la llanura de Moab al Monte Nebo, en la cumbre del Pisga, situado frente a Jericó; y le mostró Yahve la Tierra de Galaad, hasta Dan, todo Neftalí, y la tierra de Efraim y de Manases, toda la tierra de Judá hasta el mar occidental; el Neguev y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar. Y le dijo Yahve: Esta es la tierra que jure dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: a tu descendencia la daré. Te he permitido verla con los ojos, pero no pasaras a ella. Y murió allí Moisés, siervo de Yahve, en la tierra de Moab, conforme lo dicho por Yahve, enfrente de Bet-Peor; y ninguno conoce su sepultura hasta el día de hoy."

Los campos de Moab fue el lugar al que llegaron los israelitas tras vagar durante 40 años por el desierto del Sinai, conducidos por Moisés.

El monte Nebo, desde el que Moisés pudo ver la Tierra Prometida, es una elevación de 800 m sobre el nivel del mar, situada al este del río Jordán, desde la que se pueden observar en días claros la ciudad de Jericó, el Mar Muerto, y hasta  una parte de Jerusalén, una vista panorámica de 180º, como nosotros pudimos contemplar, que me resulto altamente emotiva.
                                                               

En el s. XX excavaciones arquelógicas, sacaron a la luz una iglesia bizantina del s. IV.

De esta antigua iglesia, erigida por los primeros cristianos, donde suponían que estaba enterrado Moisés, tenemos noticias a través del libro de viajes de una de las primeras escritoras latinas, una antiquísima peregrina a los lugares de Tierra Santa, en pos de la vida de Jesucristo, la monja  Egeria, que se cree había nacido en la Galecia hispánica, y que visito estos lugares entre 381 y 384:

Llegamos pues a la cima de aquel monte, donde hay ahora una iglesia no grande, en la misma cima del monte Nebo. Dentro de esta iglesia, en el lugar donde está el púlpito, vi un lugar un poco mas alto, que tenia las dimensiones que suelen tener los sepulcros. Entonces pregunte a aquellos santos que cosa era esto, y ellos respondieron: " Aquí fue puesto el santo Moisés..."

Otro testimonio sobre la primitiva iglesia, del s. V, proviene del Obispo monofisita de Gaza, Pedro el Íbero que dice:

El beato Pedro decidió ir a dar una vuelta a Arabia, por causa de su enfermedad, para buscar alivio en las aguas termales de Livias, que llevan el nombre de san Moisés. Al día siguiente partimos para Madaba. A la mitad del camino nos allegamos a la montaña santa de Moisés, su nombre es Abarim..., donde Dios le dijo:  "ve y muere". Sobre este hay un santo y amplio techo dedicado al Profeta, y varios monasterios construidos alrededor.

Tras muchos siglos de silencio encontramos una primera descripción de las ruinas del Monte Nebo, realizada por el duque de Luynes, un hombre inmensamente rico, coleccionista y arqueologo aficionado, en 1.864, cuando visito Oriente Medio.

Después del descubrimiento del diario de viajes de Egeria en Arezzo, Italia, en 1.884, y del redescubrimiento del libro de Pedro el Íbero, el Monte Nebo cobro actualidad mundial; se entrego a los franciscanos, Custodios de los Santos Lugares de Tierra Santa, para su cuidado, en 1.933. Ellos han desarrollado y desarrollan una ingente labor arquelógica y de restauración sobre toda la zona y muy particularmente  sobre los mosaicos de la iglesia bizantina primitiva. En el momento de nuestra visita estaban elevando una gran iglesia bastante austera de lineas, todavía en obras, dentro de la cual se encuentran los restos recuperados de las sucesivas iglesias de los s.s.VI y VII.
                                                                       

Las obras nos impidieron entrar en la iglesia, aunque muchos de los preciosos e importante mosaicos bizantinos se encuentran cerca, albergados en una especie de jaima y se pueden ver muy bien.
                                                                         

Entre el santuario y el mirador se encuentra un monumento en bronce, en forma de T griega que evoca los pasajes de la Biblia, en que Yahve dice a Moisés( Num.21.8):

"Haz una serpiente de bronce, ponla en un asta, y todos los que hayan sido mordidos, y la miren, quedaran curados."

y las palabras de Cristo a Nicodemo (Jn 3, 14-15):

"Lo mismo que Moisés levantó la serpiente en el desierto, el Hijo del Hombre tiene que ser levantado en alto, para que todo el que crea en él tenga vida eterna."
                                                                               

Hay otras varias esculturas en el entorno. En la avenida de acceso al santuario se alza un monolito de 6 m de altura, en honor al Libro del Amor entre las Gentes, obra del escultor Vincenzo Bianchi, con un mensaje en griego, latín y árabe que dice: "Dios es amor".
                                                                                 

Otro de los monumentos del Monte Nebo: Es la gran piedra redonda llamada Abu Badd, que era la puerta de un  monasterio bizantino.                            
              

Después de admirar el paisaje, con sus conmovedoras resonancias bíblicas, y los mosaicos de gran belleza y buena conservación, seguimos viaje a Al-Karak, donde ya pasaba de la hora de almorzar, pero donde pudimos restaurar fuerzas antes de emprender la visita del castillo de Kerak.
                                                                     
                                                                         
Esta imponente fortaleza construida en el s .XII, por los Cruzados, se eleva a 900 m sobre el nivel del mar, desde la que se puede ver el Mar Muerto, a lo lejos, y la ciudad actual, de cerca de 200.000 habitantes, a sus pies.

La ciudad de Karak está construida sobre una meseta triangular y el castillo, uno de los tres mas grandes de Oriente Medio, se encuentra en la punta sur; mide 220 m de largo, y 125 m de ancho en el extremo N y 40 en el extremo S, donde un estrecho valle lo separa de la colina colindante, mucho mas alta, que el castillo, y está rodeado de un foso de 20 m de ancho.
                                                                               

Los Cruzados tardaron veinte años en edificarlo, a mediados del s. XII, de 1.141 a 1.161 . Cuando lo terminaron se convirtió en la residencia permanente del señor de Tranjordania, que, entonces, era el feudo mas importante del reino de los cruzados, rico en producción e ingresos fiscales.

Después de varios asedios y otros avatares. el castillo paso a manos de su mas famoso dueño, Reinaldo de Châtillon, uno de los personajes mas interesantes de las Cruzadas, admirado como un héroe por sus contemporaneos cristianos y odiado enormemente por los musulmanes; prueba de ello la tuvimos oyendo las explicaciones de nuestro guía, que no se recato de contarnos las acciones, según él poco menos que diabólicas de Reinaldo, juzgando sus actos sin tener en cuenta, como se hace tantas veces, el contexto histórico en las que se desarrollaron.

Reinaldo, un soldado perteneciente a la pequeña nobleza, sin riquezas, ni relaciones, llego a ser príncipe de Antioquia gracias a su matrimonio con Constancia de Antioquia, a la que conquisto con su poder de seducción, y años mas tarde, después de haber pasado dieciséis años como prisionero de los musulmanes, tras haber sido apresado en una batalla, llego, por su matrimonio con Estefanía de Milly, viuda de Miles de Plancy, señor de Transjordania, al señorío de este feudo.

A partir de entonces Reinaldo dedicara sus esfuerzos a fortalecer su señorío, con vistas a independizarse en el futuro, y a luchar contra los musulmanes, que había tenido ocasión de conocer, pero no apreciar, durante su largo cautiverio.

En esta lucha contra los musulmanes, con episodios de gran crueldad, incumplimiento de pactos y asalto a los lugares santos de esta religión, como la Meca, y a los peregrinos que acuden a ella, Reinaldo dio muestras de una gran visión geoestrategica, enfrentándose a Saladino, jefe de la tribu ayubí que había conseguido reunir un gran ejercito y que finalmente derroto a los Cruzados en la batalla de Hatim (1.184).

Reinaldo de Châtillon fue apresado junto con otros muchos, y Saladino, que sabia que era su mayor enemigo, le corto la cabeza.

De nuevo en poder musulmán, Karak paso a gobernar un territorio que abarcaba, casi, la actual Jordania, y que jugo un gran papel político en Oriente Medio durante los s.s. XIII y XIV.

Un siglo después se convirtió en capital del reino mameluco, durante un corto periodo. El sultán mameluco Baibars modifico el castillo y construyo un palacio residencial en su interior.

Bajo los ayubíes y los primeros sultanes mamelucos, se realizaron importantes reformas en el castillo, y en la ciudad, sus fortificaciones se reforzaron con enormes torres, que comunicaban con el castillo por pasadizos subterraneos, cuyas entradas se pueden ver hoy en día.

En épocas posteriores el castillo fue utilizado de distintas maneras: como refugio de rebeldes, como lugar de reunión de las tribus beduinas, etc., hasta caer en poder de los turcos en 1.894, que usaron el palacio mameluco del interior del castillo, como prisión. Está situación duro hasta la desaparición del imperio otomano en 1.918.

Para resumir brevisimamente su historia. diré que la ciudad fortificada de Karak se construyo sobre los restos de una antigua ciudad moabita de 850 a.C., y el castillo fue elevado a mediados del s. XII, por orden del gobernador feudal, Pallen le Boutellier, en el promontorio sur del recinto amurallado, para defender Tierra Santa de los musulmanes; al cabo de dos años de construido paso a poder de nuestro conocido Reinaldo de Châtillon, que, después de llegar a ser Señor de Transjordania lo convirtió en un enclave estrategico, punto de partida de todas sus expediciones militares contra los musulmanes, desde el que, además, controlaba las rutas comerciales que iban a La Meca, desde Siria y Egipto  

 Antes de entrar en la ciudadela destaca en el frente norte, cerca de la portada un muro, salpicado de aspilleras y flanqueado por dos torreones.
                                                               

Desde el frente oriental se pueden ver un extenso panorama con los valles y colinas tras los cuales está Amman.
                                                                       

Dos murallas defendían el frente oeste, la interior, que defendía el patio superior, y desde la que se ve el patio inferior y otra exterior.

El castillo,  tiene dos partes bien diferenciadas, el castillo de los cruzados, construido según el modelo de los francos, románico con solidos muros y cuatro torres, y la parte inferior añadida por los ayubies y mamelucos, de factura mas fina. En la construcción se empleo piedra caliza de las canteras de la región, pero el diferente labrado de las piedras permite distinguir las empleadas por los francos, grandes bloques de piedra no trabajados, de las ultilizadas por los musulmanes, de tamaño medio y ajustadas entre si.
                                                                                
                                                                             
La planta y la elevación del castillo demuestran que se tuvo en cuenta la orografía del lugar, ya que sus pendientes naturales constituyen la primera linea defensiva del castillo.

La planta del edificio de forma casi trapezoidal, se compone de dos recintos, uno superior y otro inferior. El castillo también tiene protección contra los seísmos.

En el interior de la fortaleza se notan varios niveles, donde se encuentran diferentes cámaras y habitaciones para los soldados, unidas por corredores a las ventanas que proporcionan aireación y luz.

En el patio superior hay restos de una pequeña iglesia, un horno, unos baños, una escuela y una mezquita, así como estancias, terrazas y cuarteles; en tanto que el patio inferior está rodeado de grandes salas, cuarteles, galerías y una prisión.

Después de recorrer todo lo que se puede ver en el castillo, y las esplendidas vistas de la ciudad, allá abajo y del amplio panorama, seguimos hasta la localidad de Wadi Musa, cercana a Petra, que visitaríamos al día siguiente y donde teníamos el hotel.