Mostrando entradas con la etiqueta Ceuta. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ceuta. Mostrar todas las entradas

domingo, 15 de septiembre de 2013

Ceuta


                                                                   
Gran madrugon hoy, para nuestra primera visita a Ceuta, ciudad española y africana

Nos levantamos mucho antes que el sol, a las cinco de la madrugada. El viaje de hora y media larga transcurrió en la oscuridad.

Por fin llegamos a Algeciras, gran puerto en la provincia de Cádiz, el primer puerto europeo en viajeros y el segundo en mercancías. De la ciudad solo vimos la gran refinería de CEPSA, el puerto y la primera linea de casas de pisos.
                                                         

A las 9 embarcamos en el ferry que hace la travesia del Estrecho de Gibraltar. A la izquierda del barco se podía ver muy bien el Peñón de Gibraltar, con su conocida silueta.


Una negra nube ocupaba un buen trozo de cielo, pero el resto del mismo era azul y soleado.
                                                               

Tras casi una hora de viaje llegamos a Ceuta.

Antes de recorrerla sepamos algo de ella.

El emplazamiento geográfico de Ceuta es privilegiado, como sucede con las ciudades que ocupan un istmo, cuya longitud es de 19 km2, que va desde el Monte Hacho hasta el continente africano; también pertenece a Ceuta la Isla de Santa Catalina, mas islote que isla.
                                                                                 

Paralela a la costa corre la Sierra de Anyera, llamada en la parte ceutí, la Sierra de la Mujer Muerta, nombre que alude a su silueta, vista desde la ciudad.

                                                                  
En el territorio de Ceuta hay siete colinas, que son el origen de su nombre, del latín Septem Frates, que derivo en Septa, de ahí Ceuta, entre las que destaca el Monte Anyera, el mas elevado del territorio, con 349 m. de altitud.

Considerada como la divisoria entre las aguas de los dos mares que la rodean, el Océano Atlántico y el Mar Mediterraneo, hay, a cada lado de la ciudad, sendas bahías.

         
La historia de Ceuta es antiquísima. Por ella han pasado diversos pueblos que la nombraron de diferentes maneras, tratando de describirla, tanto por su belleza, como por su topografía. El que ha derivado en el actual es el que le dieron los romanos, Septem Frates, como ya sabemos.

Los primeros en llegar fueron los fenicios; fue, después, una ciudad cartaginesa, base naval durante la primera Guerra Púnica; a los cartagineses sucedieron los romanos. Tras la caída del Imperio Romano fue arrasada por los vándalos en 423, y ocupada posteriormente por los godos y los bizantinos, en su empeño de restaurar el Imperio Romano de Occidente, empresa que fue de corta duración, ya que los visigodos la recuperaron.

En el 711 fue invadida por los musulmanes, que la conservaron hasta 1.415, en que fue devuelta a la cristiandad por el rey Juan I de Portugal, que nombro gobernador de la ciudad a Pedro de Meneses, I Conde de Vila Real, cuya estatua adorna una de las plazas de la ciudad.

Fue portuguesa hasta que paso a integrarse en España durante el reinado de Felipe II, con la unificación de la Península Ibérica. Cuando esta unión acabo, separándose Portugal definitivamente de España en 1.640, durante el reinado de Felipe IV, los ceutíes decidieron seguir siendo españoles, por lo cual el rey concedió a la ciudad los títulos de Noble, Leal y Fidelísima. Sin embargo la ciudad no olvido sus orígenes y conservo el recuerdo de Portugal en su escudo.

A la muerte de Carlos II, durante la Guerra de Sucesión, en 1.704, la Armada inglesa, en colaboración con los nativos, después de haber ocupado el Peñón de Gibraltar, intento hacerse también con Ceuta, pero fue rechazada .

En 1.956 tras la independencia del reino de Marruecos, hasta entonces un Protectorado hispano-francés, empieza una reivindicación del mismo sobre Ceuta, por motivos mas que nada geográficos, pues el territorio de Ceuta nunca ha sido marroquí.

Hoy día es una próspera ciudad de mas de 82.000 habitantes, en la que conviven en armonía españoles, magrebíes, hindúes y judíos, favorecida por su calidad de puerto franco.

Uno de los símbolos de Ceuta, que se ve desde que se llega al puerto, son las Columnas de Hércules, una Abyla, que representa Ceuta, y otra Calpe, Gibraltar, que según la leyenda  estaban en este lugar, separando los continentes, y que Ulises pudo ver a su regreso a Itaca, tras la Guerra de Troya.

Hay dos inmensas esculturas en bronce de Hércules en Ceuta, obra del artista local Ginés Serrán, las mayores esculturas de bronce en el mundo, referentes a la mitología clásica, ya que miden 7 m. de altura y pesan, cada una, cuatro toneladas.

Una de las esculturas colocada en la bocana del puerto sirve de saludo a los viajeros, la otra está en la Plaza de la Constitución. El propio escultor eligió el estrecho de Gibraltar, escenario del mito original, para el emplazamiento de una de ellas.

                                                                  

 El importante patrimonio histórico y artístico de Ceuta, se evidencia tanto en los restos arqueológicos, que nos han dejado los pueblos que allí se asentaron, como en sus monumentos, gran parte de los cuales proceden de su pasado militar.

Subimos en primer lugar al Monte Hacho, desde donde hay una panorámica de todos los puntos cardinales, tanto de Ceuta, a los pies del monte, como del océano, y a lo lejos el estrecho, con la lejana silueta del Peñón de Gibraltar.                                                                


El monte Hacho, se encuentra en la Península de Almina y es la mayor elevación de Ceuta; es también el lugar donde se estableció la primera población, en épocas prehistóricas; está coronado por la Fortaleza de Hacho, construida por los bizantinos,  antes de ser utilizada por musulmanes, portugueses y españoles.
                                                                           

Hoy día es un cuartel del Ejercito Español.

En este privilegiado entorno se encuentra la Ermita de San Antonio, santo muy popular en Ceuta, junto al Mirador del mismo nombre.

Se trata de una ermita construida en el s. XVI, que cada año acoge una romería en honor del santo.
                                                                

Visitamos la ermita por fuera y por dentro, y contemplamos el esplendido paisaje, mientras nos caía un chaparrón encima.
                                                                             

 Esta ciudad, por su emplazamiento geográfico, tiene un clima muy cambiante y tanto llueve como sale el sol, cosa que sucedió varias veces, a lo largo de la mañana.

Después de un breve paseo en autobús por la ciudad, en lo que se llama una visita panorámica, quedamos sin guía, a nuestras expensas para tratar de conocer un poco la ciudad.

Por consejo de una de nuestras acompañantes, que no guía, fuimos a un museo inaugurado en 2.006; fue un buen consejo, pues resulto muy interesante.

Se trata del museo construido sobre una basílica tardorromana, que recoge todos los hallazgos arquelógicos encontrados en Ceuta.
                                                               

El Museo exhibe, no solo los restos de la Basílica Tardorromana, sino también piezas de la Cabilia de Benzú, restos pertenecientes a la factoría de salazones romana, un aljibe medieval y una sala dedicada a la desaparecida Madraza de Yadida.
                                                         


                                                                                  

El recorrido por las interesantes piezas mostradas, incluye paneles informativos y material audiovisual.
                                                                          

La Basílica, declarada Bien Cultural en 1.991, data de finales del s. IV o principios del s. V.

 La parte central de la basílica fue utilizada como necrópolis, que muestra diferentes tipos de sepulturas, algunas de las cuales aún no han sido abiertas. Una pasarela elevada está colocada encima de la necrópolis, para apreciarla bien, Allí se ha encontrado un interesante sarcófago romano.
                                                                          

Su importancia radica en ser uno de los pocos testimonios del Cristianismo y de basílicas, en el norte de África.

Pasamos un buen rato recorriendo el museo, de muy agradable y documentado recorrido.

Tras la visita al museo nos llegamos a la Plaza de África, centro neurálgico de la ciudad, rodeada de bellos edificios de diferentes épocas, como la Catedral, el Santuario de Nuestra Señora de África, las Casas Consistoriales, la Comandancia General, además de una panorámica de las bahías norte y sur.

La Catedral estaba cerrada, solo pudimos ver el exterior, que me recordó algunas iglesias de las Islas Canarias.
                                                                   

La Catedral de la Asunción de la Virgen, su nombre completo, tiene una portada neoclásica de mármol negro. Se empezó a construir en 1.677 acabando las obras en 1.726. En 1.949 se procedió a una reforma del templo, al que se doto de una segunda torre, ya que hasta entonces solo tenía una, y se efectuaron bastantes modificaciones en el interior. Se advierte, en su exterior, también, cierta influencia de la Catedral de Cádiz.
                                                                                
                                                                                 

En medio de la Plaza de África se eleva un monolito neogótico, en recuerdo de los Caídos en la Guerra de África (1.859-60) .

El Santuario de Nuestra Señora de África se alza cerca del mar; data del s. XVIII, en que se construyo el actual edificio, sobre una ermita anterior.
                                                                                 

Está dedicado a Nuestra Señora de África, Patrona de Ceuta, cuya imagen fue enviada a Ceuta, el año 1.425, por el Infante portugués, Enrique el Navegante. Es una talla en madera, de una pieza y estilo gótico, procedente de Centroeuropa,  que sostiene a su hijo, Jesús, muerto.

En el interior y dentro de un retablo barroco, se encuentra el camarín de la Virgen de África. La Virgen sostiene el Aleo, bastón con el que jugaba el primer gobernador de Ceuta, Pedro de Meneses, cuando fue nombrado tal por el rey Juan I de Portugal, ofrecido por el mismo a la Virgen, y que desde entonces emplean todos los gobernadores de la ciudad, en su toma de posesión.

La imagen de Nuestra Sra.de África viste un manto bordado, que es cambiado según los usos litúrgicos, dentro de los varios que posee.
                                                  

Enfrente del Santuario se encuentra la Comandancia General de Ceuta; esta institución militar ya existía en el s. XVIII, y continua funcionando actualmente. El edificio de la Comandancia tiene algo de inspiración portuguesa


Camino de nuestro punto de encuentro con el resto de la excursión, contemplamos las imponentes murallas de Ceuta.

Las primeras murallas fueron construidas por los musulmanes, reconstruidas siglos mas tarde por los portugueses, primero y por los españoles después, entre 1.674 y 1.705. Un gran foso navegable las rodea y tienen subterráneos para refugio y defensa de la ciudad.
                                                                             

Se puede también admirar otro lienzo de la Muralla Norte, las Murallas del Paseo de las Palmeras, que sostienen la calle del mismo nombre, que va desde la plaza de África, hasta la Plaza de la Constitución.

El Paseo de las Palmeras es la calle primera de Ceuta, y en ella hay buenos y bellos edificios de distintas épocas.
                                                                        
                                                                         
Al principio de la Calle se halla la Puerta de Santa María, por donde, según la tradición entro la imagen de Nuestra Señora de África, enviada, como sabemos, a Ceuta en 1.421, por el Infante Enrique de Portugal.
                                                                     

Llegamos después a una de las calles comerciales, llena de gentes diversas y gran animación, desde la que salimos hacia el restaurante, pues había llegado la hora de comer.

Para esta imprescindible actividad, fuimos al Parque Marítimo de Ceuta.
                                                                           

En la zona de Ceuta que se ha ganado al mar, se encuentra el Parque Marítimo del Mediterraneo, obra del artista lanzaroteño Cesar Manrique, que como siempre en sus realizaciones, respeta el entorno, lo pone en valor, y crea espacios muy agradables.

El Parque ocupa 56.000 m2, y tiene lagos de agua de mar, solariums y jardines, instalaciones y servicios.
                                                              

A la entrada se encuentra el edifico principal, a modo de castillo, inspirado en las antiguas murallas ceutíes, que alberga el Casino de Ceuta, un restaurante y una discoteca.
                                                                          

Comimos en uno de los restaurantes del parque, resultando el entorno bastante mejor que la comida.

A la salida nos esperaba otro fuerte chubasco, así que nos apresuramos a montar en el autobús, para hacer el camino de vuelta, puerto, ferry y carretera.