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domingo, 31 de enero de 2010

Capítulo VII Un paseo por Nova Scotia, Canadá

Amanecia cuando llegamos a nuestra siguiente escala en Halifax, Nova Scotia, Canadá.
El sol estaba levantandose, ofreciendonos un espectaculo fantastico y rápido, pues enseguida lo inunda todo con su luz.

Tambien pudimos admirar el elegante Queen Mary II, que pasaba al lado de nuestro barco, en un viaje similar al nuestro.

En la costa podiamos ver ya Halifax, la capital de Nueva Escocia.

Nueva Escocia es una de las provincias fundadoras de Canadá.

Junto con Quebec, Nuevo Brunswick, y el estado de Maine, en E.E.U.U., fue colonizado y poblado por franceses que le dieron el nombre de Nueva Francia, desde comienzos del s. XVIII.

Los ingleses habían reivindicado, poco tiempo despues, estos territorios, que habian atraido a cierto numero de colonos escoceses, y que le dieron su actual nombre.

Despues de largas y cruentas guerras entre los franceses, los británicos y los nativos que colaboraron con ellos, Gran Bretaña se hizo con estos extensos territorios.

La población era mayoritariamente francesa, conocidos como acadianos, francofonos y católicos, lo cual no convenia a los nuevos dueños.

Se promovió la implantación de gran número de colonos alemanes protestantes, sin resolver el problema.

Finalmente los británicos dedidieron deportar a los acadianos a otras colonias suyas, a Europa y a Louisiana, en el sur de E.E.U.U., donde contribuyeron a crear la cultura cajún.

Las siguientes oleadas de pobladores fueron los llamados "leales", que quisieron mantenerse unidos a la corona británica, cuando la Independencia de E.E.U.U. y emigraron hacia el norte.
Y mucho más tarde llegaron los irlandeses que huian de la Gran Hambruna de 1.845-1.849.

Bien, volvamos a Halifax, gran ciudad de mas de 350.000 habitantes, un importante puerto de la costa atlántica de Canadá, que recibe mas de cien cruceros al año.

Conocida, tambien, por ser la ciudad mas cercana al naufragio del Titanic, desde donde partieron los barcos de rescate, trás la tragedia. Cerca de la ciudad hay un cementerio con muchas lápidas de victimas del Titanic, que no visitamos.

El autobús habia cambiado. Hoy teniamos a nuestra disposición uno mas amplio y confortable, con buenas vistas para todos, manejado por Betty-Ann experta conductora, ademas de madre y abuela, que nos llevo con toda seguridad por algunas dificiles carreteras secundarias.

Dimos un paseo por las calles antiguas de Halifax, cercanas al puerto, de fuerte sabor victoriano, restauradas en todo su esplendor por un gran plan de recuperación del municipio.

Subimos a continuacion a la Ciudadela, llamada Fort George, construida entre 1.740-1.856, primero para repeler posibles ataques de los franceses, y luego de los E.E.U.U.

Una de sus estampas caracteristicas es la del Reloj de la Ciudad, mandado a instalar por el principe Eduardo, Duque de York, Comandante en Jefe de las fuerzas de la América Británica del Norte, en 1.803, para estimular la puntualidad y el sentido del deber de las fuerzas allí estacionadas.

La Ciudadela tiene forma de estrella, inspirado en las fortificaciones diseñadass por el francés Le Pestre, señor de Vauban, para Luis XIV.

Uno de los atractivos de la visita es contemplar a los centinelas, vestidos de escoceses. El que estaba de guardia ese día era un hombre de color. Quise hacerme una foto con él y al tocarlo ligeramente me dio un gran susto, pues fuera un robot o de carne y hueso, se cuadro con gran ruido, estrepito podriamos decir, y cantidad de movimientos, para quedarse conpletamente quieto a continuación. Sigo con la duda sobre su identidad, humana o mecánica...

Seguidamente montamos de nuevo en el bús y por carreteras secundarias atravesamos un precioso paisaje costero, el de la bahia de Saint Margaret, hasta llegar a nuestro destino: Peggy´s Cove.

El lugar es espectacular. Grandes extensiones de granito han sido redondeados por la accion del agua y el viento y forman un panorama algo salvaje.

No eramos los únicos visitantes; una multitud de turistas, seguramente procedentes de cruceros como el nuestro, paseaba por allí; frío no hacía, pero C. quiso abrigarse mas pues corría el viento con ganas. En la bien abastecida tienda se compro un impermeable que parecia de lobo de mar, aunque no era amarillo.

En un extremo hay un gran faro. En la base del faro había una mujer vestida y calzada de verano con una guitarra, tocando y cantando para amenizar a los turistas. Estaba sentada en un taburete y no parecía temerle al viento.

Según una de las leyendas locales, hay varias versiones, el nombre del pueblo se debe a una niña superviviente de un naufragio, que fue llamada así por la familia que la acogió, al no conocer su nombre; otra posible procedencia del nombre es el de la propia bahía donde está el pueblo, ya que Peggy es el apodo de Margaret.

En todo caso es un bonito pueblo de pescadores. Tiene un puente cubierto, como los que ya habíamos visto, un muelle con barcos y demás artes de pesca, nasas, redes, etc, un iglesia pequeña de madera y hasta un escocés vestido a la usanza, con su falda a cuadros, para guiar a los turistas, en los nada complicados rincones del lugar.

Continuamos nuestro viaje, rodeando siempre la costa, hasta llegar a la Bahía de Mahone, otro pintoresco punto desde el que hay la mejor vista de la ciudad llamada igualmente Mahone Bay.

Se puede observar la calle principal, con las tres iglesias de tres distintas confesiones protestantes,
  • anglicana,
  • luterana y
  • unionista,
una al lado de otra, recuerdo de los diferentes emigrantes que han forjado el pueblo, alemanes, suizos, etc. y de su tolerancia religiosa.

Al atravesar la ciudad pudimos ver variadas muestras del Festival de Espantapájaros, que se acababa de celebrar en los primeros días de octubre, en el que presentan cientos de estas figuras.

Son muy simpáticos, parodias de personajes celebres de la sociedad, realeza, artistas pop, etc.; había también espantapájaros en forma de calabaza, brujas, esqueletos, pues ya preparaban Halloween.

Seguimos hasta llegar a Lunenburg.

Esta ciudad, establecida como segunda colonia británica después de Halifax, en el territorio de Nueva Escocia, en 1.753, y poblada luego con alemanes, suizos y franceses, conserva casi intacto su patrimonio urbano, con casas y edificios de finales del s. XVIII y principios de XIX.

Ha tenido desde su fundación gran cantidad de industrias relacionadas con el mar, astilleros, así como la mayor planta del país de procesamiento de pescado, entre otras actividades e industrias.

En 1.992 el gobierno de Canadá declaro Lunenburg como Distrito Histórico Nacional. En 1.993 la UNESCO reconoció este conjunto como Parimonio de la Humanidad.

Comimos en un restaurante llamado Rum Runner, nombre evocador de su pasado pirata y de fabricantes de ron. La comida no evocaba nada, solo pasable.

Después de comer dimos un paseo contemplando las casa, iglesias, fábricas, etc, todo con cierto aire de casita de muñecas, convertida en gigante por algún sortilegio.

En el muelle está atracado un velero, vencedor de la copa de América, el Bluenose, que su propietario, natural del lugar, ha dejado allí para ser contemplado por los visitantes.

Volvimos después al barco, en el cual teníamos que embarcar a las cinco y media como hora limite.

Desde nuestro camarote contemplamos Halifax, así como la salida del barco, siempre espectacular.

También se iba, momentos antes que nosotros, el Queen Mary II , con su majestuosa silueta. Lo seguimos hasta que desapareció en el océano.

Nos esperaba una larga navegación.

miércoles, 27 de enero de 2010

Capítulo VI Saint-John, New Brunswick, Canadá

Cuando nos despertamos estábamos frente a la ciudad de Saint-John, en otro país, Canadá. Para nuestra suerte no había niebla, no había viento, el cielo era azul y teníamos buena temperatura.

Fue un día perfecto en cuanto al clima. Podíamos cumplir nuestro apretado programa de visitas con agrado.

Estábamos en Canadá, en la provincia de Nueva Brunswick y en su capital Saint-John; esta ciudad de cerca de 70.000 habitantes es una ciudad bilingüe (inglés-francés), de hecho todos los letreros están en ambos idiomas.

Se encuentra situada en la confluencia del río Saint John con la bahía de Fundy.

Es la primera ciudad que se unió a Canadá, en el momento de su formación.

Dos palabras sobre Canadá.

Es un país bastante nuevo, su independencia de Gran Bretaña data del año 1.867, en que fue promulgada su primera Constitución con el nombre de British North America Act.

Es uno de los países mas grandes del mundo en cuanto a extensión, pero, debido a su clima, gran parte del año permanece bajo los hielos, o cuanto mas al norte, todo él; la densidad de población es pequeña y la mayor parte vive cerca de la frontera del sur, a unos 200 kms de los E.E.U.U.

Tiene muchos recursos naturales, posee la reserva de agua dulce mayor del mundo, gran riqueza maderera, que extrae de sus muchos y enormes bosques, y petróleo.

A la vista de un español parecería casi lo mismo que su vecino del sur, pero creo que esta visión irrita mucho a sus ciudadanos.

Por lo tanto fijémonos mas en lo que los separa.

Para empezar, el horario difiere, es una hora mas tarde que en E.E.U.U.

Por otro lado su historia es muy distinta de la de su vecino. El primer núcleo de Canadá lo constituyeron los territorios de Nueva Escocia, Nuevo Brunswick y Quebec, estos y el Estado de Maine, en E.E.U.U., habían sido colonizados por los franceses desde comienzos del s. XVII, con el nombre de Nueva Francia.

Cuando después de muchas guerras con los ingleses y con los nativos, que colaboraban con los ingleses, los franceses fueron expulsados de esas extensas regiones, estas pasaron a pertenecer a la corona inglesa.

Los residentes aumentaron, considerablemente, con una nueva oleada de gentes que vivían en el territorio de E.E.U.U., y que no quisieron separarse de la metrópolis cuando la revolución americana; son los llamados "leales", que emigraron hacia el norte.

La colonia fue favorecida por el gobierno inglés, que premió su lealtad, con exenciones de impuestos y diversas protecciones.

De hecho y después de varias modalidades de unión con Gran Bretaña, en 1.865 se tomo la decisión de nombrar a esos territorios Canadá, palabra derivada del idioma nativo iroqués, lengua de una de las tribús que poblaban el territorio -kanata-: poblado, asentamiento.

Contrariamente a la Independencia de E.E.U.U., Canadá fue emancipandose de Gran Bretaña de forma gradual, desde 1.867 hasta 1.982, hasta alcanzar plena autonomía.

Hoy día sigue perteneciendo a la Commonwealth , Mancomunidad de Naciones que comparten lazos históricos con Gran Bretaña. La reina de Inglaterra tiene allí un representante político, que actualmente nombra el parlamento canadiense.

Bien, pues volvamos a Saint-John.

Una vez desembarcados y sin tener que pasar mas que un ligero y rápido control de pasaportes, en un edificio al lado del barco, cogimos un autobús, para nuestra excursión.

En esta ocasión, y dado que el número de viajeros había aumentado en cuatro, por habersenos unido unos despistados "navegantes", compatriotas nuestros, que habían emprendido el crucero por libre y se encontraban entre los 3.000 americanos, sin saber que hacer, ni con quien hablar, el bus se revelo demasiado pequeño y nos toco a nosotros ir en la última fila, donde solo había ventana y media, la otra media era ciega, para admirar el paisaje.

Porque la contemplación de los bosques que atravesábamos, era parte importante de la excursión. Pusimos nuestra buena voluntad y miramos todo lo que la situación nos permitía.

Efectivamente, tanto los bosques como las fechas, estaban escogidos para contemplar la belleza de la naturaleza; el otoño ofrecía gran cantidad de colores, verde oscuro de las coníferas, gamas de amarillo, de marrón, rojo de diferentes tonos de los arces. Una delicia para la vista. De vez en cuando veíamos alguna casa aislada, preparada para el duro invierno, gran tejado inclinado y mucha leña en la leñera.

Al cabo de un tiempo llegamos a la primera parada de nuestro viaje. Un pueblo llamado Saint-Martins. Allí en la bahía de Fundy, muy profunda y estrecha, se producen las mareas más altas del mundo, que han excavado unas profundas grutas a un lado de la playa

La playa es de cayados o piedras redondeadas; difícil andar por ellos.

Por suerte en ese momento la marea estaba baja y pudimos ver las grutas.

Fuimos, luego, a otra zona de Saint-Martins, donde lo que había que admirar eran unos curiosos puentes protegidos por una construcción de madera. Quien haya vista la película "Los puentes de Madison" protagonizada por Clint Eastwood, se hará idea de como son. Él interpreta a un fotógrafo de la revista Life, que va a Madison a hacer un reportaje sobre este tipo de puentes.

Entramos y salimos de los puentes. Allí había un faro, que no sé si tenía mas función que adornar ese lugar, pues estaba bastante retirado del mar.

Seguidamente volvimos a Saint-John. En la ciudad hay un enorme parque, Rockwood Park, que mas parece un bosque, dedicado al esparcimiento de los habitantes de Saint-John, en él se pueden practicar muchos deportes. Nos detuvimos en el Centro de Visitantes, adornado con un estanque. Nos entretuvimos un buen rato con los patos del estanque, que se divertían de los lindo.

Volvimos al centro urbano, para visitar su Mercado cubierto, situado en el casco histórico, al lado de una plaza de fuerte sabor decimonónico, con estatuas de los proceres locales.

Tengo que decir que la circulación en Canadá es de lo mas civilizada. Siempre piensan en el peatón y en cuanto ven a alguien con intenciones de cruzar la calle, aminoran la marcha desde lejos y paran, antes de llegar al transeúnte en cuestión. Cosa no vista en otros lugares del mundo.

El mercado cerrado, tenía su encanto como todos los mercados. Estaba limpio y ordenado. Había comida cocinada, que la gente compraba con asiduidad por ser la hora del almuerzo, fruta, vegetales, productos cárnicos, productos del mar... todo lo necesario para llevar a casa y cocinar, puestos menos concurridos, en esos momentos, que los de comida preparada.

También había algunos artesanos de pequeños objetos como collares, pulseras e incluso pequeñas cerámicas. Uno de ellos, que se intereso en mi nacionalidad, tuvo la gentileza de regalarme un pequeño faro, en arcilla cocida, para colgar en la pared. Quería, según me dijo, que recordara mi paso por Canadá y a él. Se puede ver que el carácter de los canadienses es simpático y amistoso

Después fuimos a contemplar otro fenómeno natural, que sucede en la desembocadura del río Saint-John. Debido a la profundidad de la bahía de Fundy, que allí se encuentra con el río, se provoca un retroceso del caudal que llaman "cataratas invertidas". El agua en vez de ir hacia la desembocadura da vuelta atrás, se resiste a ir al mar, provocando unos remolinos y unas olas invertidas. Es curioso, mas fácil de entender viéndolo que explicándolo.

El lugar donde se produce, que es precioso, esta bastante afeado por una gran fábrica de papel en sus margenes. Hay que desviar la vista, porque ofende.

Todavía nos esperaba otra visita con vistas. En efecto, subimos hasta un castillo llamado Carleton Martello Tower, destinado antaño a la vigilancia de la costa durante la guerra de 1.812 y que estuvo en uso hasta la Segunda Guerra Mundial.

Se vislumbraba un amplio panorama, entre otras cosas el muelle donde estaba atracado nuestro barco

Ya era hora de volver al barco para comer. Llegamos por los pelos, pues el buffet cierra una hora para preparar la merienda...

Teníamos toda la tarde para "disfrutar" de nuestro transporte.

Contemplamos Saint-John, mientras el barco se iba alejando de la ciudad. La salida y la llegada del barco a una población son de las cosas mas atractivas del crucero, desde mi punto de visita.

Durante largo rato se va viendo la costa, primero la ciudad que se aleja, el movimiento de los muelles y luego el paisaje en conjunto, así como el océano, con sus luces y sombras.

Pensamos en dar un paseo por la cubierta de marcha. Imposible, el viento soplaba con ganas.
Dimos unas cuantas vueltas por el barco y sus dependencias, para acabar aterrizando en el gran comedor, donde ya había gente merendando: si, en el barco se puede comer a todas horas; pasamos de largo.

Otra de las distracciones es ir de compras, pues en cuanto el barco se pone en movimiento abren las tiendas. Una vez vistas las tiendas, el entretenimiento se acaba rápido. Comprar por comprar no forma parte de mis diversiones.

Por la noche, después de la cena tuvimos un espectáculo ofrecido por la organización, patinaje artístico. Representaban, en una pista de hielo pequeña, una semblanza de las cuatro estaciones del año.

Discreta interpretación que duro alrededor de una hora.

Seguimos navegando durante la noche rumbo a nuestra siguiente escala, que dejaremos para otro capítulo.

Hasta entonces...