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lunes, 8 de julio de 2013

Granada. La Alhambra y El Generalife

                                                                               

Hoy íbamos a tener un plato fuerte, que nunca cansa: Granada, y mas exactamente La Alhambra, que nos iba a ocupar la mañana entera.

He estado varias veces en Granada, y cada vez he disfrutado de ella.

 Se comprende al verla, que el gran pintor Sorolla, sintiera tal entusiasmo cuando la visito por primera vez, que volvió a instalarse durante varios meses en ella, para captar su esencia y sus paisajes, que nos ha dejado en la serie de cuadros sobre Granada.

El tiempo empeoro y se puso mas de acuerdo con la estación invernal, pero por fortuna no llovió, ya que ese meteoro si que hubiera empañado nuestro recorrido.

Atravesamos los Montes de Málaga, con sus curiosas formaciones geológicas que delatan un antiquísimo pasado volcánico, cubiertos en su parte mas alta por niebla, que dificultaba, pero no impedía, ver el montañoso y variado paisaje.

En las cercanías de Granada se veía Sierra Nevada, coronada por abundante nieve.

Fuimos directamente al objeto de nuestra visita, La Alhambra.

Digamos dos palabras sobre esta maravillosa ciudad y su maravilloso complejo palaciego.

Granada fue el último reino musulmán, el reino nazarí, de la Península Ibérica, conquistado por los Reyes Católicos, el 2 de enero de 1.492; después del asedio no se produjo una cruenta batalla, sino unas negociaciones de rendición, las Capitulaciones de Santa Fe, en las cuales el último rey moro entrego las llaves de la ciudad a los reyes y partió hacia el destierro, con lo que se dio por concluido el periodo de ocho siglos que duro de la Reconquista.

La Alhambra, una de las maravillas del mundo, conservada con su carácter fundacional, a pesar de las muchas vicisitudes, decadencia, agresiones, destrucciones y restauraciones que ha sufrido desde el s. XV, se nos presenta hoy día rehabilitada, en todo su esplendor.
                                                               

La Alhambra fue creada como ciudad palatina, mezcla de palacio y fortaleza; en el perímetro de sus murallas podían vivir mas de 2.000 personas y funcionaba de manera autónoma al resto de la ciudad; tenia cuatro zonas diferenciadas: La Alcazaba o fortaleza militar, la medina o ciudad que servía a la corte, los palacios del sultán y El Generalife, para el paseo y las distracciones.

Aunque las primeras construcciones datan del s. XI, su mayor esplendor llega en el s. XIII, cuando los reyes de la dinastía nazarí, la convierten en residencia real y acometen grandes obras, como los baños, el Cuarto de Comares, la Sala de la Barca y el Patio de los Leones.

Los siguientes sultanes siguieron embelleciéndola, hasta conseguir esta cumbre del arte musulmán en España.

 Su enorme atractivo no solo radica en sus construciones sino también en su ubicación, que genera un  gran paisaje integrado en la naturaleza.

Su nombre, que proviene del árabe quiere decir "fortaleza roja", ya que efectivamente con la luz de poniente el color de sus piedras es rojo.

Después de la conquista cristiana se hicieron algunas obras imponentes, que desentonan del exquisito arte nazarí, como el palacio renacentista que mando construir Carlos I , aunque como lleva tanto tiempo en medio de la Alhambra, ya forma parte de ella.

A partir del s. XVIII el conjunto palaciego sufrió un gran deterioro, que se vio aumentado con las barbaridades cometidas por el ejercito francés, cuando Napoleón invadió España.

En 1.812 con ocasión de la retirada del ejercito napoleónico, después de su derrota total en España, este decidió volar la Alhambra con una serie de cargas explosivas, conectadas entre si con un reguero de pólvora. De hecho ya habían volado algunos torreones defensivos como la Torre de las Siete Puertas, solo la valentía y arrojo de un soldado español, que interrumpió la sucesión de cargas explosivas, la salvo.
 
La decadencia se acentuó durante el siglo XIX, de tal manera que cuando el escritor, hispanista y diplomático estadounidense Washigton Irving visito la Alhambra, la encontró habitada por gentes que la tenían por su casa. El mismo se instalo durante varios meses en ella, y el contacto con sus habitantes le dio  muchos de los temas para su libro "Cuentos de la Alhambra" en el que recoge antiguas leyendas y cuentos de la ciudadela roja.

También, con su influencia, trabajo para la rehabilitación del amenazado recinto, que le debe mucho de su conservación.

Hoy día el cuidado de la Alhambra es tal, que solo se puede visitar mediante reserva de día y hora, y el conjunto se presenta restaurado y con similar esplendor al que tuvo en otros tiempos.

Empezamos nuestro recorrido por el palacio de Carlos V.

El palacio fue mandado a construir por el rey Carlos I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con  el nombre de Carlos V, después de su boda con Isabel de Portugal, celebrada en Sevilla en 1.526.

                                                           
Tras el enlace los regios esposos vivieron en la Alhambra varios meses, y tanta admiración y gusto sintieron por el complejo palaciego, que Carlos I encargo la construcción de un nuevo palacio, pensando en establecer su residencia en la Alhambra.

El proyecto fue encomendado al arquitecto y pintor español Pedro Machuca, uno de los introductores en España del estilo renacimiento, que ya imperaba en Italia. Machuca se había formado en ese país y se tiene la creencia de que fue discípulo de Miguel Ángel.

Para la construcción del edificio en el mismo corazón de la Alhambra, hubo de desaparecer algún

                     
pabellón anterior, pero aunque hoy nos sorprenda este enclave, en una época en que no se tenían las consideraciones de conservación actuales y se derruían palacios, templos etc. sin ningún miramiento, la admiración y la sensibilidad ante la belleza de la Alhambra, tanto de los Reyes Católicos, como de los reyes Carlos e Isabel, y su deseo de disfrutarla, contribuyeron a su conservación y supervivencia.

La innovadora planta del palacio es un cuadrado, con un patio interior redondo, disposición que no tiene antecedentes en la arquitectura del renacimiento y que sitúa el palacio en la vanguardia artística de la época.

El edifico, así como el patio, representación del poder imperial y de la filosofía política de Carlos I, consta de dos niveles, con almohadillado de piedra entremedias; en el piso superior las columnas son de orden jónico, mientras las del patio son dóricas


El austero exterior, se adorna con algunos bajorrelieves que representan los triunfos guerreros del emperador.

                                                           

Es un edifico impresionante, su austeridad por un lado y sus perfectas proporciones por otro, me gustaron mucho. Tengo que decir que ya lo conocía de antiguos tiempos, pues tuve ocasión de oír un concierto, seguido de cena de gala en su patio, hace muchos años. De noche todo tiene otro aspecto, mas irreal. También lo he visto en otras ocasiones de día, pero ahora, disfrute mucho contemplándolo de nuevo.

Atravesamos a continuación una de las puertas de la muralla
                                                                 

para entrar enseguida en la sala mas antigua, el Mexuar, sala de audiencia y de justicia para casos importantes, en la época musulmana y como capilla, en la cristiana; su decoración es el resultado de múltiples intervenciones entre los s.s. XVI al XX.
                                                                       

Al salir de esta sala se entra en el Patio del Mexuar, un precioso patio con gran alero de madera y fuente central


Pasamos seguidamente al Salón de Embajadores, ubicado en la Torre de Comares, el espacio mas amplio y alto de todo el palacio, desde el cual se puede contemplar el valle del río Darro.
                                                                             

Cada centímetro de pared de esta bella estancia esta cubierto por algún elemento decorativo, con alabanzas a Alá y al emir y fragmentos del Corán.

En otros tiempo el suelo era de mármol, que ahora es de tierra, en cuyo centro hay un gran cuadrado de azulejos a modo de alfombra, con el nombre de Alá escrito en el centro.
                                                                                   

Uno de los elementos mas importantes del Salón es el techo, de forma cúbica, donde están representados los siete cielos musulmanes, uno encima de otro. Todo el techo esta tachonado de estrellas.
                                                                                 

Realizado en madera de cedro, tiene incrustaciones de otras maderas de diferentes colores para representar las estrellas. Una autentica maravilla.

Pasamos después a uno de los mas conocidos y bellos patios del complejo residencial, el Patio de los Arrayanes, o de los Mirtos, otro nombre para esta misma planta, llamada así por los macizos de este arbusto que bordean el estanque central.
                                                         

Alrededor del patio hay diversas estancias, como la sala del trono y de audiencias, como hemos visto con el Salón de Embajadores o de Comares.

El patio fue restaurado en el s. XIX, como otros lugares del palacio.

 Cuando Washigton Irving visito la Alhambra quedo impresionado por sus dimensiones y belleza, y lo describió detalladamente en sus escritos.

Galería sur del Patio de los Arrayanes






Pasamos a continuación al mas famoso patio de todos los de la Alhambra, el Patio de los Leones, de merecida fama por su extrordinaria armonía y belleza. Organizadas alrededor de este patio se encontraban las estancias privadas del sultán y su familia, en el cual juega un papel importante el agua.


La perfecta relación entre agua, arcos, columnas y capiteles de rica decoración, y la fuente central que le ha dado el nombre, hacen de este espacio un lugar inigualable.
                                                                     

La fuente esta recién restaurada y luce en todo su esplendor, después de diez años de trabajos.

Tanto los doce leones que sostienen la taza, como la propia taza, datan de la misma época de la construcción de la Alhambra, en el s. XIV, y están labrados en mármol de Macael, Almería. La taza de la fuente es octogonal, con decoración geométrica en el borde, que salio a luz en esta última restauración,

Seguimos luego a admirar la Sala de los Abencerrajes, que fue la alcoba del sultán, espacio cerrado sin ventanas, solo hay unas pequeñas aberturas, alrededor de la cúpula, para la entrada de la luz;
                                                                 

la cúpula está cubierta de mocárabes y las paredes ricamente decoradas, en las cuales el estuco y los colores son originales.
                                                                           

 En el centro, una fuentecilla servía para reflejar la cúpula, con lo que se conseguía una luz preciosa y  mágica.

Alrededor del patio de los Leones hay otros salones y estancias como la Sala de los Reyes, llamado así por la pintura que ocupa la bóveda central, donde están representados los diez primeros reyes de la dinastía Nazarí, gran constructora y decoradora del conjunto de la Alhambra, y donde se deja sentir el influjo e intercambio artístico entre musulmanes y cristianos, pues en la religión islámica está prohibida la representación humana.
                                                                          
                                                               
Otra de las salas que rodean el Patio de los Leones es la Sala de Dos Hermanas, que se refieren a dos losas gemelas de mármol que hay en el suelo, a ambos lados de la fuente central, iguales en tamaño, color y peso.

Esta espectacular sala tiene la cúpula de mocárabes mas bella de todo el palacio, y eso que es difícil decidir entre tanta maravilla.
                                                                                  

En ella se encuentra el Mirador de Daxara o Lindaraja, que antes de la construcción del palacio de Carlos V, tenia vistas sobre el valle del Darro y la ciudad a lo lejos.

El balcón del mirador es una autentica filigrana,


 que ahora da a un pequeño jardín renacentista, el Jardín de Lindaraja.
                                                              

El jardín tiene un acusado aspecto de claustro; la fuente central es de diseño barroco, realizada en piedra de los alrededores de la Alhambra, todo ello encantador.

Alrededor del patio en la parte alta se sitúan las llamadas Habitaciones del Emperador, mandadas a construir en 1.528, después del matrimonio de Carlos I con Isabel de Portugal, época en la que se alojaron durante varios meses en la Alhambra, y que les gusto tanto que el futuro emperador pensó en establecer allí su sede, proyecto que nunca pudo realizar.

Se construyen, pues cuatro cuartos nuevos, una especie de "suite real", compuesta por una antecámara por la que accedía a las habitaciones del rey y de la reina y el despacho del rey dotado de chimenea y con un artesonado obra de Pedro Machuca, el autor del proyecto de palacio de Carlos V.
                                             

Una lápida, colocada en 1.914,  recuerda a  Washigton Irving que se hospedo, en 1.829, en unas habitaciones contiguas, un poco posteriores a la construcción de las Habitaciones del Emperador, conocidas como Salas de Frutas, por sus techos decorados con esos elementos.
                                                           

Salimos después de los palacios de la Alhambra, encontrando una de las mejores vistas de la ciudad con el Albaicin y el Sacromonte, que están enfrente.
                                                                         

Seguimos luego hacia El Partal, dejando a la izquierda la muralla norte de la Alhambra y restos de muros y pavimentos que forman el Patio de la Higuera, mas allá del cual se encuentra el pórtico del Palacio del Partal.

Como es habitual en la palacios nazaries, tiene delante una gran alberca central presidida por el pórtico de cinco arcos, que antecede a la estancia interior, que es la de la Torre de las Damas; por encima del pórtico sobresale un pequeño y precioso mirador.

Este palacio se ha incorporado  al conjunto de la Alhambra hace apenas un siglo, ya que en 1.891 su propietario Arthur von Gwinner, lo cedió al estado español. Hasta entonces había sido una casa particular con gran parte de la estructura y de la decoración original enmascarada por otros añadidos.
                                                                     

Son también dignos de destacar los Jardines del Partal, que rodean el palacio, donde se ha hecho una enorme labor de restauración desde las primeras décadas del s. XX, procediendo a expropiaciones de pequeñas propiedades y diseñando un jardín integrado en el propio palacio.




Al salir de El Partal cogimos el Paseo de Torres que llega hasta El Generalife,


llamado así porque discurre junto a la muralla y pasa por diversas torres, la Torre de los Picos, por la forma de sus almenas, la Torre del Cadí, y dos de las mas hermosas torres de la Alhambra, la Torre de la Cautiva y la Torre de las Infantas.
                                                                         

Desde el paseo de Torres podemos divisar el Camino de Ronda, foso que rodea toda la Alhambra, a veces a cielo abierto y otras de forma subterránea, que tuvo un fin defensivo y de comunicación con los distintos sectores de la fortaleza.
                                                                    

Yendo hacia la izquierda entramos en los Jardines Nuevos y el Paseo de los Cipreses, que son como la antesala del Generalife, proyectados por el arquitecto Francisco Prieto y comenzados a construir en 1.931.

La combinación de suelos empedrados, fuentes y  macizos de flores, además de los cipreses recortados formando esculturas, hacen de los Jardines nuevos un lugar destacado, perfectamente integrado en el Generalife. En 1.954 se añadió un Auditorio que se utiliza fundamentalmente para el Festival Anual de Música y Danza de Granada.
                                                                             

Estábamos ya en el Generalife.

El Generalife está fuera de las murallas de la Alhambra, en la ladera del Cerro del Sol, y carecía de comunicación con la Alhambra, en el periodo musulmán.

Fue finca de recreo de los sultanes y también explotación agrícola; en la Edad Media tenia al menos cuatro huertas y el palacio.

Sus edificios, patios y jardines forman, junto con la Alhambra, uno de los conjuntos mas destacables y atractivos de la arquitectura civil musulmana en España.

En la actualidad el Generalife está formado por dos conjuntos de edificaciones conectados por el Patio de la Alberca.
                                                                                    

El destino de reposo y disfrute de la naturaleza del Generalife hace que sus edificios sean mas sobrios, menos decorados que la Alhambra. Solo en el recinto en el que acaba la Acequia Real, la Sala Regia, está adornada con yeserías. En el s. XV se añadió a la Sala una torre-mirador con hermosas vistas sobre la ciudad, el Albaicin y el Sacromonte.
                                                                       

Sin duda el Generalife ha sufrido modificaciones y restauraciones diversas, pero no cabe duda que su perfecta combinación entre arquitectura y jardines, su originalidad que reside en la gran amplitud de plantas y jardines, como marco de su exquisita arquitecta, lo convierten en uno de los mas deliciosos jardines que se puedan contemplar. Dan ganas también de vivirlos...

Cuando ya salíamos del Generalife vimos enfrente el Parador de Turismo que está dentro del recinto amurallado de la Alhambra.
                                                        

 Debe ser muy bonito pasar unos días en ese entono; idea que queda para el futuro...