
Llegamos al hotel Seti I, sobre el lago Nasser. Es un hotel de bungalows, con bonitas terrazas y piscinas, que no invitan a ponerse el bañador, debido a los potentes rayos de Amón-Ra. Más bien se va buscando la sombra con gran interés. El hotel, algo anticuado, pienso que fue proyectado para recibir turismo de calidad, aprovechando la cercanía del lago y de los monumentos, pero... aquello está muy, muy lejos de todo.
La comida corrió por nuestra cuenta. Tomamos un bocadillo en la terraza, ya que teníamos que salir enseguida, para visitar los templos. Nos llevaron en bus, junto con los demás turistas del hotel; tardamos muy poco, ya que están muy cercanos al mismo.
Antes de continuar tengo que hablar de la ingente obra que se hizo con este complejo, en los tiempos actuales.
Cuando se construyo la Presa Alta o Gran Presa de Assuan, el monumento iba a quedar sumergido completamente, al estar a orillas del río.
En la gran operación de rescate, promovida por la UNESCO, se decidió cortar los templos en grandes bloques, que fueron numerados y trasladados 65 m más arriba, y 200 m hacía dentro, conformando previamente una colina existente, de forma idéntica a la que tenía en su emplazamiento original. Allí se monto de nuevo este enorme "rompecabezas".

Tuvimos otra novedad, por cierto muy agradable, que consistió en que pudimos ver el interior de los templos sin guía. Estos tienen prohibida la entrada en ellos. El nuevo guía local nos dio las explicaciones, por cierto mejores que las que nos daba nuestro guía habitual, en el exterior y nos dejo bastante tiempo para que cada cual fuera a su ritmo. Una delicia.
Abu Simbel significa "la montaña pura". El complejo está formado por dos templos excavados en la roca, mandados edificar por el faraón de la XIX dinastía Ramsés II, uno a mayor gloria suya y el otro a la de su esposa favorita o Gran Esposa Real, Nefertari. Son dos maravillosas construcciones. Están muy bien conservados, en parte porque permanecieron sepultados bajo la arena hasta el s. XIX.

La construcción empezó en 1.284 a.C., y duro veinte años.
El templo mayor está dedicado a tres dioses de tres grandes ciudades de Egipto, Amón de Tebas, Ptah de Menfis y Ra de Heliópolis, y al propio faraón divinizado. En la roca de la fachada hay cuatro estatuas colosales que representan a Ramsés, sentado en el trono, con la doble corona del Alto y el Bajo Egipto. Una de ellas fue deteriorada por un terremoto y se partió. A sus pies, según la costumbre, están los miembros de su familia, su esposa Nefertari, su madre Tuya y varios de sus hijos e hijas. Los colosos miden 22 m de altura.


Está ilustrada la batalla de Quadesh, en Canaán (actual Siria), contra los hititas, que fue reivindicada por Ramsés como una gran victoria. Sin embargo, parece que el rey hitita contra el que luchó, Muwatallish, también se jactó de haber ganado.
El caso es que acabo en un tratado de paz, y para sellarla Ramsés se casó con una princesa hitita, hija del rey; el relato de dicha unión también decora las paredes del templo.
Hay también filas de prisioneros asiáticos y algunos de los suplicios que se les infringían, como cortarles las manos y los genitales.
Hay capillas adyacentes, todas decoradas con pinturas, para diferentes usos y ritos, alguna de ellas inacabada. Se ve al faraón efectuando ritos de purificación, abrazado por los dioses, elevándoles ofrendas...

Sucede en él un curioso efecto, que nos indica a que gran nivel había llegado la técnica en Egipto. El recinto esta proyectado para que dos veces al año los rayos del Sol iluminen las caras de Amón, Ra y Ramsés, y ejerzan su poder vivificador. La cara de Ptah permanece en la penumbra, ya que era considerado el dios de la oscuridad, entre otros atributos. Esto sucede los días 20 de febrero y 20 de octubre, que se cree eran respectivamente, los del cumpleaños y coronación de Ramsés.

Me sentí más que en ningún otro lugar transportada a aquellas lejanas épocas y en comunión con aquella cultura.

La fachada excavada en la roca tiene seis colosos de pie que miden 10 m cada uno, cuatro representan a Ramsés y dos a Nefertari, todos de la misma altura, algo poco frecuente pues las estatuas del faraón solían ser de mayor tamaño. A los pies de ellas hay diferentes príncipes y princesas.

"Una obra pertenenciente por toda la eternidad a la Gran Esposa Real Nefertari-Marienmut, por la que brilla el sol".
El templo, su dedicatoria, todo en suma, es una grande y bella prueba de amor.
La entrada conduce a la sala hipóstila que tiene seis columnas con capiteles decorados con la cabeza de la diosa Hathor. Todas las paredes están pintadas con historias del faraón y su amada, y formulas de adoración a deidades femeninas, como la propia Hathor, Mut, la esposa de Amón, Isis, Anuket, (cuyo nombre significa la "Abrazadora" ) la diosa del agua, de las cataratas y del Nilo, y también de la lujuria, especialmente adorada en Nubia.
Aunque se sabe poco de Nefertari, algunas fuentes dicen que era nubia, y que ese fue uno de los motivos de Ramsés para elegir ese emplazamiento.
La sala hipóstila, así como la capilla y el santuario donde está la estatua de Hathor están maravillosamente decorados. Conforman una auténtica joya.

Para el último acto del día, aún teníamos que esperar, pues debía ponerse el sol. En efecto, era un espectáculo nocturno de luz y sonido, con los templos como escenario. Nada podía ser más apropiado, pues ningún escenógrafo hubiera podido imaginar algo tan impresionante.
Paseamos un rato contemplando el immenso lago, y viendo el ocaso del sol, que en Egipto siempre es magnifico.
Casi de noche comenzó el espectáculo; para nuestra suerte fue en español, los otros visitantes tenían que ponerse unos cascos para oír la narración en inglés.

Estaban resaltadas todas las estatuas, tanto los colosos como la familia, madre e hijos de Ramsés y Nefertari, a los cuales se les veía mucho mejor.
Mientras, la voz relataba los avatares del monumento, por medio de sonidos y luces cambiantes, tanto su historia reciente, con el aparatoso traslado de lugar, como la reproducción del terremoto que lo dañó, el recuerdo de las batallas de Ramsés contra distintos pueblos y el relato del amor de los esposos, por medio de sugerentes diálogos.
Se me hizo corto.
Volvimos al hotel. En el restaurante había mucha gente y un buffet. Ambas cosas nos hicieron recordar con nostalgia nuestro barco, y su estupendo cocinero.
Y nada más por hoy. Hasta el capítulo siguiente.
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