
En él te proporcionan toda la comida y toda el agua, e incluso zumos, tés y cafés que quieras, pero la diversión escasea.
Si eres norteamericano y estas dispuesto a entretenerte como tal, la dirección ofrece diversas charlas, p. e. sobre nutrición, problema que, ya he apuntado, es grave entre los pasajeros, por su exceso de peso.
O pasatiempos como pintar dibujitos, como los que pintan los niños en la guardería, dirigidos por un tutor como allí se hace.
También puedes ir al gimnasio a castigar el cuerpo en los aparatos ad hoc, e incluso bañarte en los yacuzis exteriores, soportando después el gélido aire ambiental al salir.
Debe haber todavía alguna que otra diversión mas, todos los días nos pasaban el programa completo de a bordo, como cursillos de fotografía en incluso clases de bridge para principiantes. Todo, natural y rigurosamente en inglés.
Otros pasatiempos, muy concurridos aunque más peligrosos para la cuenta corriente son los que necesitan utilizar la tarjetita proporcionada a la entrada del barco, con tentaciones diversas para que la uses; así hay dos joyerías, una perfumería, otras dos tiendas de recuerdos, que incluyen ropa y objetos diversos, venta de cámaras de foto, y por si fuera poco, todos los días, en el paseo central, llamado La Promenade, ponen caballetes donde venden bisuteria y camisetas.
Es fácil caer en la compra compulsiva después, de tantas horas de barco.
También, pagando por el mismo procedimiento, puedes someterte a los ciudados de masajistas, con las diversas modalidades, del spa.
Después del desayuno optamos por caminar por la cubierta 14, acondicionada para este fin, con trayectoria marcada en el suelo. Tuvimos suerte pues el día era de buena temperatura y soleado. Pudimos ver que solo el agua nos rodeaba, vista impresionante.

Este resulto ser un "morenito" colombiano, muy alto y que hablaba además de su y nuestro idioma materno, otra varias lenguas, como a lo largo de los días tuvimos ocasión de comprobar; además de presentarse, su misión, las cosas interesantes prometidas, se podía resumir en una sola: una incitación repetida al consumo dentro del barco.
Comimos en el buffet, que era variado aunque nada exquisito. La masa a la que hay que dar de comer en estos barcos impide la buena calidad
Por la tarde, antes de la cena, tuvo lugar el "Saludo del Capitán de la nave" al pasaje, que ha sustituido la cena de gala que aparecía en la serie Vacaciones en el mar, de hace unos cuantos años.
El capitán vestido con su uniforme de gala y subido a un simulacro de puente de mando que hay en el paseo central, dirige a los pasajeros unas palabras y luego presenta a la tripulación, incluido el chef. Tengo que decir que nuestro capitán era como de encargo, alto, mediana edad, guapo.
Los norteamericanos son muy animados pues se visten de gala para este evento, que va acompañado de una copa de champán.
Están dispuestos a disfrutar con todo.
Cenamos, a continuación en el enorme salón llamado Da Gama, en nuestros puestos asignados. Para la cena te ofrecen una pequeña carta, para elegir; hay que ir con cuidado porque algunas cosas no están nada apetitosas; con los días descubriríamos que lo mejor era pedir siempre carne a la plancha. La bebida es asunto de la tarjetita.
Bien, pues así había pasado nuestro primer día, navegando, navegando... hasta nuestra primera parada que iba a ser en Portland, Maine.
Hasta entonces...