
Empezamos temprano nuestra visita a Quito, que iba a ser densa. En esas latitudes hay que aprovechar las doce horas de luz, que van de las seis de la mañana a las seis de la tarde, de forma constante todo el año.
Quito es la capital de Ecuador, una inmensa ciudad de casi dos millones de habitantes, a los pies del
volcán activo
Pichincha (4.794 m), que ha tenido numerosas erupciones históricas, la última en 1.999. la ciudad quedo cubierta de cenizas muchos días, pero no hubo
víctimas, ni
demasiados destrozos materiales, debido a que la lava
vertió sobre el lado occidental del
volcán, donde no hay
población.

Debido a su
ubicación en la sierra ecuatoriana, en medio de enormes gigantes andinos y amplios y
también, a veces, estrechos valles, tiene 50 km de largo por solo 4 de ancho. Es una
geografía espectacular para el visitante, pero no parece demasiado cómoda para el residente.
Las autoridades han
tratado de mejorar las
comunicaciones, en la ciudad
hay una extensa red de servicios de transporte públicos, como los
trolebuses, con numerosas paradas por las grandes
vías interurbanas,

y variadas
lineas de autobuses, que recorren la ciudad.
Mas volcanes la rodean, el
Casitagua (3.200 m) al norte, y el
Atacazo (4.463 m) al sur;
también se puede ver, si el día esta despejado, lo cual no sucede a menudo, el
volcán activo Cotopaxi, uno de los grandes Nevados andinos.
El clima de Quito corresponde, debido a su
situación, a mas de 2.800 m sobre el nivel del mar, al templado de montaña, sufriendo pocas variaciones a lo largo del año.
Allí no hay cuatro estaciones, sino dos, la seca, que dura cuatro meses, de junio a septiembre, y la húmeda que ocupa los otros ocho meses.

La temperatura es bastante uniforme. Mientras estuvimos allí, el tiempo
permaneció nublado, con un chaparrón, al menos, diario, e hizo bastante fresco por la mañana y
después del atardecer, lo cual no quiere decir que, si salia
algún rayo de sol, al
mediodía, no abrasara, ya que cae perpendicularmente, si no se iba protegido por sombrero, gorro, o crema solar.
Recientes estudios suponen el poblamiento de la zona donde se encuentra Quito desde hace 12.000 años.
Diversas tribus habitaron estos lugares, que sufrieron vicisitudes tanto de
índole natural, erupciones
volcánicas, terremotos, etc. que las hicieron desaparecer, como invasiones y guerras, como la sangrienta ocupación de los incas, que lucharon con las tribus de
los quitus y de los
caras allí establecidos, hasta dominarlos.
Los incas
habían llegado, a lo que hoy es Ecuador, unos cuarenta años antes de que lo hicieran los españoles, y las luchas
fratricidas por el control del Imperio los
habían debilitado.
En el año 1.534
Sebastian de Belalcazar,

enviado por Francisco
Pizarro, llego a Quito, que
encontró devastado, en ruinas e incendiado por los
últimos incas en su huida. Cerca de esas ruinas, junto a las faldas orientales del volcán
Pichincha, fundo
San Francisco de Quito, con una población de unos 200 habitantes.
Unos siete años
después,
Francisco de Orellana, partiendo de esta ciudad en busca del
país de la canela,
descubrió el
río Amazonas el 12 de febrero de 1.542.
De
ahí la celebre frase "
Es gloria de Quito el descubrimiento del río Amazonas".
El rey
Felipe II creo la Audiencia y Presidencia de Quito en 1.563, que dio origen, siglos mas tarde, a Ecuador y la
convirtió en su capital.
Quito posee el centro
histórico mas grande y mejor conservado de
América, que fue de los primeros en ser declarado
Patrimonio de la Humanidad, por la
UNESCO, en 1.978.
Tiene alrededor de ciento treinta edificios monumentales,
principalmente de
carácter religioso, y otros cinco mil inmuebles, registrados como parte del patrimonio
histórico.
Estuvo descuidado durante años, lo cual contribuyo al deterioro de muchos de sus edificios, siendo ocupado por el comercio informal y la
marginalidad,
conviertiendose en una zona poca segura. Esto ha cambiado radicalmente; se ha procedido a la
restauración y
conservación de iglesias, calles y plazas, recuperando, el centro
histórico, su pasado esplendor.
Empezamos la visita en el punto en que
Francisco de
Orellana partió con su expedición, hasta
descubrir el
río Amazonas. En una pequeña plaza hay un busto a él dedicado

Desde esa plaza se ve el Santuario de
Gualupo en el valle de
Tumbaco, el lugar donde
empezó la gesta de
Orellana.

En el conjunto del antiguo
monasterio construido en el s.
XVII, se levanta la iglesia de Nuestra Señora de
Guadalupe, primer santuario mariano ecuatoriano, donde los
quiteños siguen peregrinando, para venerar la imagen de la Virgen,
traída a Quito por los españoles.
Vimos el complejo mariano desde las alturas.
En aquella parte alta, nos
contó la guía, hubo, en marzo de 2.009, un terrible accidente cuando un pequeño
avión militar chocó contra dos edificios de viviendas de la ladera,
empotrandose en el cuarto de estar de unos vecinos,
probablemente a
causa de la intensa niebla. Hubo siete muertos y gran destrozo. El
inmueble afectado aun se
veía en reparación.
Seguidamente fuimos a conocer la sorprendente
Basílica del Voto Nacional. Ya
habíamos tenido
ocasión de verla al pasar la noche anterior, muy bien iluminada.

Ahora
íbamos a visitarla mas detenidamente. Y, en efecto, sorprende encontrar esta enorme iglesia
neogótica en un entorno tan colonial.

La
Basílica del Voto Nacional,
también llamada de la Consagración a Jesús o
Basílica de San Juan, es una iglesia
neogótica, situada al lado del centro
histórico de Quito.
La idea de su
construcción surgió como perpetuo recuerdo de la Consagración de Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, en el año 1.883.
Para
financiar la obra, el parlamento del
país incluyó los primeros gastos en el presupuesto nacional. Posteriormente tuvo donaciones monetarias de particulares,
así como aportaciones tanto de materiales de
construccion, como de mano de obra.
Mas tarde el gobierno de Ecuador promulgo un impuesto sobre la sal, dedicado a la realización de la obra.
La construcción
comenzó en 1.892. En 1.988 fue consagrada
oficialmente, aunque
todavía no ha terminado.

Debido a su estilo, la
Basílica del Voto Nacional es comparada, en el nuevo mundo, a dos de las grandes catedrales góticas: la Catedral de San Patricio de Nueva
York, y ya, mas
inadecuadamente, la Catedral de
Nuestra Señora de
París.
Es un enorme edificio que se distingue desde numerosos puntos de la ciudad y ciertamente
impresionante.
En la fachada hay sendas estatuas de la Virgen María y del papa Juan Pablo II, que visito y bendijo la basílica en 1.985.

Una de las
características, que la diferencian de las
demás catedrales
góticas o
neogóticas es la decoración, en los
convencionales elementos de este estilo, sustituidos por representaciones localistas.
Así, en la puerta principal, una de las escenas representa a los
indígenas cuando la llegada de los españoles; en los nichos,
habitualmente ocupados por santos, se han colocado personajes de la vida social y
política ecuatoriana; la vidrieras,
así como el
rosetón están decorados con la flora
endémica de Ecuador, constando debajo de cada flor su nombre;

y
principalmente, donde mas se nota, es en las
gárgolas, ya que estos no son animales
mitológicos, como en las catedrales europeas, sino animales
endémicos de la fauna ecuatoriana, como caimanes,
galápagos, monos, pumas, etc.

La torre mas alta de la
basílica, de 115 m de altura, está decorada con
cóndores, el ave nacional de Ecuador, y su altura evoca el vuelo
mínimo del
cóndor

Deambulamos por toda la
basílica, subiendo hasta la tribuna, desde la que se tenía una magnífica vista de la nave central, de 140 m de largo.
Contrariamente a las antiguas
catedrales góticas , en esta
basílica el altar se encuentra, no al fondo, sino, casi, en el
centro de la nave.
Algunos de nuestros compañeros, mas bien pocos, siguieron subiendo hasta las torres, desde las que contaron hay una gran
panorámica de Quito; pero yo no llevaba calzado apropiado,
así que me tuve que conformar con el relato; aún desde la zona intermedia de la
basílica ya se tienen buenas y bonitas vistas sobre la ciudad y su centro
histórico, y sobre todo sobre el Panecillo, cerro que esta enfrente de la iglesia,

que era nuestro siguiente objetivo
Esta loma de 3.000 m sobre el nivel del mar, es un punto
emblemático de Quito, visible desde muchos km antes de llegar; fue llamada
así por los
españoles, por su parecido con un pequeño pan.
Durante toda la
época colonial marcó el limite sur de la ciudad. Las ruinas de un antiguo templo inca sirvieron de deposito de agua, que
abastecía a la capital, llamado Olla del Panecillo.

Desde el año 1.976. el cerro, está coronado por una gigantesca estatua de la
Virgen Alada realizada con siete mil piezas de aluminio, por el escultor español,
Agustin de la
Herrán, (Bilbao, 1.932), lo que la convierte en la mayor escultura mundial hecha con este material.

El artista realizo una replica de la escultura de 30 cm, del artista
quiteño del s. XVIII,
Bernado de
Legarda, que se guarda en el Convento de San Francisco, por lo cual es llamada
también Virgen de
Legarda, y representa a la Virgen María tal como la describe el libro del Apocalipsis:
"Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer vestida de Sol, con la Luna bajo los pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas... Apareció también otra señal: un enorme Monstruo, rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos.. Y la mujer dio a luz un hijo varón, que debe gobernar a todas las naciones con vara de hierro. El Monstruo se lanzo en persecución de la Mujer. Pero a la Mujer le dieron dos alas de águila grande para que volara lejos de la serpiente".
(Apocalipsis
XII, 1-14)
A pesar de haber sido muy visitado el Panecillo desde siempre, por las
espectaculares vistas de Quito, desde que la Virgen Alada reposa en la cima, y se ha procedido a un plan de
regeneración de la zona, se ha
incrementado notablemente el numero de visitantes.

Nosotros pudimos apreciar toda esa
espectacular vista. Desde el Panecillo
veíamos además del centro
histórico,
perfectamente trazado a escuadra, como todas las ciudades que fundaron los
colonizadores españoles, la
Basílica del Voto Nacional frente por frente

y una ladera del
volcán Pichincha,
además de, a nuestro lado, la colosal estatua de la Virgen Alada, que hay que decir que impone en el ánimo.
Todavía, aun habiendo visto algunas de las bellezas de Quito, nos quedaba el
plato fuerte, el gran centro
histórico de Quito.
Este, por su interés y grandeza, lo dejaremos para el siguiente capítulo