lunes, 1 de julio de 2019

Tarta de cerezas

                                                                                             

Estamos en pleno momento de este delicioso fruto; las cerezas las tomamos con frecuencia como postre, pero, además, se pueden confeccionar con ellas ricas tartas, como esta que os propongo, una combinación de bizcocho, crema y cerezas, una mezcla muy conseguida.

Ingredientes

Para el bizcocho
                                                       

250 g de harina integral
1 cucharada de levadura royal
150 g de azúcar
1 cucharadita de bicarbonato sódico
220 cc de leche
120 cc de aceite
ralladura de limón
1 limón
1 cucharadita de canela en polvo
30 de pipas de girasol
3 gotas de esencia de vainilla
200 g de cerezas
un poco de harina

Para la crema
                                       

125 g de mantequilla
75 g de azúcar glas
3 gotas de esencia de vainilla
1 limón

Decoración al gusto, con cerezas, flores  hojas

Elaboración

Para el bizcocho

Precalentar el horno a 180ºC.

Engrasar dos moldes redondos de 20 cm. y espolvorearlos con harina

Tamizar la harina, la levadura en polvo y el bicarbonato sódico juntos.

Agregar la leche, el aceite, la ralladura de limón y el zumo del limón, la canela, las pipas de girasol y el extracto de vainilla y mezclar todo bien.
                                                 

Añadir las cerezas sin hueso, espolvoreadas con harina.
                                         
Verte la mezcla en los moldes preparados y hornear a 180ºC durante entre 30 y 35 minutos, hasta que al introducir una aguja de hacer punto, salga limpia.
                                                                       


Para la crema
                                       

Batir la mantequilla blanda, el azúcar glas, la esencia de vainilla y el zumo de limón, hasta que la mezcla esté suave y esponjosa,

Colocar la mitad de la crema entre los dos bizcochos y la otra mitad encima del bizcocho superior.
                                                                 
 
Dejar reposar la tarta en la nevera al menos unos 30 minutos.
                                                                 

Decorar 
                                                                                       

lunes, 29 de abril de 2019

Falstaff en el Teatro Real de Madrid

                                                               

 El pasado 28 de abril, tuvimos ocasión de ver la opera Falstaff de G. Verdi, en el Teatro Real, el mismo día que se celebraron elecciones generales en España.

Hacia tiempo que no asistía a una opera de Verdi, así que mi expectación era grande, tanto por Verdi, como por la puesta en escena.

Giuseppe Verdi (1.813-1.901) fue el mas notable e influyente compositor de ópera italiana de su época, puente entre el bel canto de Rossini, Donizetti y  Bellini, y la corriente del verismo y Puccini, autor de alguno de los títulos mas populares del repertorio operístico.

El genial compositor fue un patriota en lo político, un experimentador en lo profesional, un hombre luchador y generoso que transmitió a través de su música no solo la belleza, sino las complejidades del alma humana

Nació el 10 de octubre de 1.813 en Le Roncole, Busetto, entonces parte del Ducado de Parma, que  pertenecía a Francia y que luego  paso a los Habsburgo, y mas tarde a los Borbones, para unirse en 1.860 al nuevo Reino de Italia. Una muestra de la convulsa historia de Europa a lo largo del
s. XIX.

En su pueblo recibió las primeras lecciones de música, para continuar con las mismas en Busetto.

Se convirtió en organista de su pueblo y luego, cuando tenia 19 años, se traslado a Milán, donde intento entrar en el Conservatorio de Música, sin conseguirlo.

La celebridad le llego con su tercera ópera Nabucco, cuando contaba con 29 años.

Falstaff fue la última obra compuesta por Verdi, su segunda comedia, dentro de su extensa producción, y su tercera ópera basada en dos obras del dramaturgo ingles William Shakespeare: "Las alegres comadres de Windsor" y "Enique IV".

Falstaff, pues, es una comedia lírica operística  con música de Giusseppe Verdi y libreto de Arrigo Boito, (1.842-1.918), poeta, narrador y compositor italiano, estrenada el 9 de febrero de 1.893 en el Teatro de la Scala de Milán.
                                                                         
                                                                 
En total Verdi trabajo durante tres años, para completar la ópera.

La noticia de que Verdi iba a componer otra opera fue recibida con entusiasmo en Italia, sin embargo, Falstaff no tuvo tanto éxito como otras obras del compositor. Para algunos era evidente que Falstaff carecía de melodías vigorosas, como ya había sucedido con los trabajos precedentes de Verdi.

Después de unas cuantas representaciones en Italia y otros países europeos, la obra cayó en el olvido hasta finales del s. XX, en que fue rescatada por el director Arturo Toscanini, y desde entonces es representada con frecuencia.

Hace diecisiete años que Falstaff no se veía en el Teatro Real. Esta nueva producción se ha hecho en colaboración con el Teatro de la Moneda de Bruselas, la Opera Nacional de Burdeos y la Tokio Nikikai Opera Fundation, teatros donde se podrá ver después del estreno en Madrid.

Antes de entrar en el argumento, tengo que mencionar el traslado que hace el escenógrafo, desde la época de Shakespeare a la actualidad, como por otro lado es habitual en nuestros días.

 Aunque el primitivo Falstaff es un aristócrata ingles, compañero de armas y aventuras del príncipe Hal, futuro Enrique IV de Inglaterra, es olvidado por este al llegar a rey.
                                                                               


Falstaff, viejo gordinflón arruinado, siempre metido en la taberna, rodeado de algunos "amigos", entregado a la bebida y a la gula, aunque intentando mantener cierta dignidad, tiene la idea de acabar con sus problemas económicos, seduciendo a alguna mujer rica, para quedarse con la fortuna de sus maridos; pone en marcha su plan enviando a dos matronas adineradas, sendas cartas de amor... idénticas.
                                                                 
 Las señoras que son amigas, se dan cuenta y deciden vengarse, sometiendo a Falstaff a una encerrona, organizada por las dos, la  hija de una de ellas y algún otro colaborador. Como es habitual en bastantes óperas se monta un gran lío.
                                                                           

Falstaff se ve burlado por unos y por otros y se derrumba, mientras reivindica su capacidad para el engaño, que ha sido imitada y desarrollada por sus, en principio, engañados.

Sobre la puesta en escena de Falstaff, hay, como suele acontecer hay opiniones dispares; obra del ya conocido en el Teatro Real, el escenógrafo francés Laurent Pelly (Paris, 1.962), por la dirección de  "La fille du regiment", "Hansel y Gretel" y "El gallo de oro", de las cuales he visto la primera y la última, y que en su momento, me gustaron.

En esta ocasión, tanto la ambientación, trasladada desde el s. XV, la época del rey Enrique o el s. XVI cuando escribió la obra, en que está inspirada, Shakespeare, hasta nuestros días; de vez en cuando se oyen anacronismos tales como hablar del miriñaque de las damas y otros mas.

Como ya he comentado mas arriba, no estoy de cuerdo en la, podemos decir, actualizacion de las óperas, practica habitual ahora, que desvirtúan no solo el relato, sino la intención del autor. Supongo que consideraciones como el gasto de la producción y, porque no decirlo un cierto esnobismo e imitación o seguimiento de lo que han hecho otros y famosos directores de escena, cuenta para esta practica.

El caso es que Falstaf transcurre en un bar de mala muerte, en lo que podría ser un barrio de la periferia, y allí Pelly recurre a una realización tópica sin atisbo de imaginación, que por cierto había exhibido en El gallo de oro, y que resulta un tanto monótona y poco atractiva.
                                                                             
Mucho mejor es la dirección de orquesta del joven director italiano Daniele Rustione (Milán, 1.983) con una música limpia y expresiva, que se adecua perfectamente a los cantantes.
                                                                       
El barítono italiano Roberto de Candia, canta e interpreta a Falstaff de manera adecuada al personaje,
burlón, hedonista y al mismo tiempo digno.
                                                                                 

Tanto él como Simone Piazzola, también barítono italiano, que canta a Ford, son buenos cantantes y actores.

Los demás cantantes a la altura requerida y el excelente coro del Teatro Real tan bien como de costumbre

Una buena representación, a pesar de algunos de los inconvenientes que he citado.

lunes, 22 de abril de 2019

Lanzarote, capítulo 4, Puerto del Carmen, Yaiza, El Golfo, Salinas de Janubio


Teníamos un amplio programa para el día de hoy que empezamos visitando el primer enclave turístico que se hizo en Lanzarote, y el mas importante de la isla, Puerto del Carmen.

En mis diversos viajes a Lanzarote el primero fue esta localidad, entonces no tan construida y ocupada como hoy en día. Cuando comenzo el turismo en esta zona, solo había un hotel, Los Fariones, inaugurado en 1.966, y poco mas, luego llegaron los apartamentos, que empezaron a trepar por las laderas de los montes cercanos y algún otro hotel, hasta llegar a la casi saturación de hoy día.

Puerto del Carmen pertenece al municipio de Tías, del que está a algo mas de 4 km; se extiende a lo largo de 7 km de costa, con playas, hoteles y capacidad para mas de 30.000 personas.

Se encuentra cercano al Aeropuerto de Lanzarote y resguardado, dentro de lo posible, de los vientos alisios que soplan constantemente en la isla.

La zona estaba habitada antes de la conquista y fue conocida, a partir del s. XVI como Tiñosa, como aparece en varios mapas de aquella época. En ese siglo fue utilizado como puerto natural, que adquirio cierta importancia con el comercio de la barrilla, planta silvestre (Mesembryanthemum crystallinum), en las Islas Canarias, que se utilizo para la obtención de sosa cáustica, para fabricar jabón. y que fue una fuente económica de aquellos tiempos.

Ya en los comienzos del s. XX perdió su importancia como puerto, en favor de Arrecife.

A partir de la década de los 60 del siglo pasado, la suerte de la zona de Tías, considerada una de las mas pobres de la isla, cambio por completo, y la nueva actividad económica, el turismo, la ha convertido en la zona mas boyante de Lanzarote.

Desde la apertura de la primera instalación turística de la isla, el hotel Los Fariones en 1.966 atrae turismo  internacional, aunque principalmente europeo.

En la sucesión de playas sobresalen la Playa de los Fariones y la Playa Blanca, entre otras.

En paralelo a la costa se extiende el ancho paseo Avenida de las Costas, con todo tipo de servicios, desde tiendas, cafeterías, restaurantes etc., por  el que paseamos un buen rato


Abandonamos Puerto del Carmen para trasladarnos a Yaiza, municipio limítrofe con Tías y uno de los mas interesantes de Lanzarote.
                                                     

En efecto, en el extremo sur de la isla, conocido como "El Rubicón" se creo, en 1.402, el primer asentamiento colonizador de las islas Canarias, a cargo de los mercenarios normandos Juan de Betencourt y Gadifer de la Salle, vasallos del rey Enrique III de Castilla, y financiados por él, para la empresa de la conquista de las islas Canarias. Por decirlo de otra manera, ahí comenzó la conquista de Canarias.

En "El Rubicón" se encontraba la primera catedral de las islas, dedicada a San Marcial, patrono de Lanzarote, destruida por piratas ingleses en el s. XVI.

En el s. XVIII la zona de Yaiza sufrió las diversas erupciones del volcán Timanfaya, que cambiaron la configuración de la isla y el paisaje de la misma, crónica narrada por el párroco de la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios.

                                                               
En el solar donde está la iglesia hubo una ermita, origen de la posterior construcción acabada en 1.728.

En su interior alberga piezas de gran valor, como el retablo mayor, el artesanado de la nave principal y los cuadros laterales como el de Nuestra Señora del Rosario y el, muy habitual en las iglesias de las islas, del Juicio Final.
                                                                               

                                                                                 
Hoy día gran parte de la zona arrasada por el volcán forma parte del Parque Nacional de Timanfaya, uno de los lugares muy turísticos de la isla.

Hicimos un corto paseo por Yaiza, contemplando alguna casona y alguna taberna, para seguir la exploración de la isla hasta El Golfo, uno de los lugares mas impresionantes de la costa de Lanzarote. 

El Golfo se formo a raíz de las erupciones, en 1.730, del volcán Timanfaya. La laguna que ocupa el fondo del golfo, surgió debido a la inundación del cráter, siendo su llamativo color verde efecto del  alga (Ruppia maritima) que habita en  su interior y del azufre que contienen sus aguas; fue llamada en primer lugar como "La Laguna de los Clicos" referencia a un marisco que se cogía allí, hoy día extinguido, aunque el nombre que le dan los lanzaroteños es, mas comunmente "Lago Verde".
                                                                   

El Golfo es uno de los escasos ejemplos de hidrovulcanismo, actividad volcánica que sucede a poca altitud.

Este lago ha sido declarado Reserva Natural, por lo que el baño está prohibido.

El mar pasa por el medio del cráter, formando una hermosa playa de arena negra, que contrasta con el verde de la laguna y el marrón de las rocas y riscos de los alrededores.

La roca del volcán es de toba porosa, que por efecto de la erosión ha creado espectaculares formaciones, de tal manera que es uno de los mas impresionantes paisajes de Lanzarote, labrados por el fuego, el mar y el viento.
                                                                 

En el Golfo también hay un pequeño pueblo de pescadores, de los que ya no se ven muchos por la isla, dedicado a la pesca y a servir a los visitantes con buena comida, sobre todo de pescado: en uno de esos establecimientos con esplendida terraza sobre el mar, al que podíamos ver con parte de su poder desplegado,
                                                                           

tomamos un buen almuerzo a base, claro está, de pescado y vino blanco de la tierra.

Luego seguimos por la costa hasta llegar a otro punto espectacular: Los Hervideros, a unos escasos
2 km del Golfo.

Este lugar de la costa de gran belleza natural, lo forman las rocas del litoral, cuando la lava procedente de la explosión del volcán Timanfaya llego al mar, y se formaron los acantilados, convertidos en dura roca.
                                                                                 

Allí, con la marea embravecida, se produce un gran espectáculo; cuando las rompientes chocan contra la costa, se cuelan y suben entre las rocas, de manera que parecen que el agua está hirviendo, y de ahí el nombre.
                                                                         

Paseamos por las sendas preparadas para el disfrute de este espectáculo marino, para seguir después, hasta las Salinas de Janubio, muy cercanas a los Hervideros ya que las separan muy poco mas de 6 km, que siguen activas hoy día, apoyadas por la UE, que las ha declarado Espacio Natural Protegido.
                                                                             

Las Salinas de Janubuio se encuentran en una laguna formada por las erupciones volcánicas. que crearon una barrera de lava ente el mar y la laguna.
                                                             

Entre sus valores paisajísticos, la complejidad y originalidad del complejo salinero, y sus instalaciones hidráulicas, hay que unir su función como refugio y nidificación de aves acuáticas.

La construcción de las Salinas comenzó en 1.865 a iniciativa de don Vicente Lleó Benlliure, y continuada la empresa por su sobrino don Jaime Lleó Mira en colaboración con la familia Cerdeña y don Ginés Diaz, que las acabaron en 1.945.

Las salinas ocupan una gran extensión de 490.000 m2, construidas en terrazas; ofrecen un espectáculo fascinante, sobre todo con la luz del sol poniente, que es como las vimos nosotros, con los estanques de rejilla geométrica, cuyo contenido cambia en función de la cantidad de sal y el ángulo de la luz. El color rojizo que muestran se debe a diversos habitantes de los estanques, la artemia, pequeño crustáceo de color rojo, también a un alga de ese color (Dunadiella salina), así como a dos bacterias que aparecen cuando la salinidad es muy alta.

Las salinas son un  refugio de nidificación y puesta de aves acuáticas, migratorias, por lo cual están incluidas en la ZEPA, zonas de especial protección para las aves.

Habíamos acabado nuestra excursión y regresamos a Costa Teguise.