
Aun con la inevitable condición de turista, se siente la sensación de ser un descubridor.
Salimos en lancha después del desayuno, navegando hacia el río Arajuno, un afluente del Napo donde se desarrollaron nuestras actividades. Aunque estábamos en un borde de la selva, las margenes del río son espectaculares, pues los arboles y plantas crecen enmarañadamente, con gran competencia por el suelo y la luz.

En algún trecho se ve un islote de piedras en medio del río, que sin duda desaparece en alguna crecida, y luego surgirá distinto.

Este centro de recuperación tiene algunos voluntarios internacionales que lo cuidan. El que nos atendió a nosotros era un joven alemán, que llevaba un año en el centro; chapurreaba el español y estaba en un proceso de asimilación con las criaturas que tenia que cuidar, pues no parecía haberse lavado y menos peinado, ya que llevaba rastas, en meses.
Vimos allí diversos animales, que parecían contentos en su "libertad vigilada", varias especies de monos, enormes ratas acuáticas amazónicas, tucanes, araras, guacamayos, peces, no se si seria la famosa piraña, pequeños caimanes, tortugas...etc.

Lo siguiente fue una diversión no conocida anteriormente por mi. Se llama "tubing" y consiste en, metido en una enorme rueda neumática, ponerse en el río y recorrer un buen trozo arrastrado por la corriente.
Para ello habíamos cogido en el hotel, provisto de todo lo necesario, cada uno nuestra rueda, que se había cargado en el techo de la lancha.
La lancha en la que veníamos del Centro de recuperación de animales, varo en una playa fluvial y cada uno, con su correspondiente salvavidas se metió en la rueda, después de recibir unas someras instrucciones sobre el manejo de la misma en el río.
Aquí cada uno demostró mas o menos pericia, según sus habilidades. Mi marido se coloco con maestría en el centro del río, donde estaba la corriente y llegó de los primeros a la meta, formada por las lanchas. Yo tarde un rato en salir de una zona de calma a la que había ido a parar. Tuve que poner en practica las instrucciones utilizando los brazos de remos con la posición del cuerpo casi en horizontal, para llegar a la corriente.

Nosotros lo encontramos bastante divertido.
Por la tarde fuimos de nuevo en lancha, hasta un poblado quichua, que es la etnia que ocupa esta región.
Al dejar la lancha se camina un rato por la selva, digamos, domesticada; poniendo buena voluntad se puede ir haciendo de explorador.
Vimos madera de los arboles circundantes, ya convertida en tablones. Plataneras, grandes arboles con hormigueros en lo mas alto, diversas plantas medicinales, que usan para sus males menores y finalmente un vivienda quichua.


De origen prehispanico, procede principalmente de la fermentación, no destilada del maíz y otros cereales americanos. Es una bebida suave de poca graduación alcohólica, cuya elaboración, casera, está encargada a las mujeres.
Nos contaron que cuando los hombres regresan del trabajo, o los niños de la escuela, van a la vasija de chicha y calman su sed con esta bebida, que encuentran estimulante y agradable.
Después de la demostración de la confección de la bebida, que antes incluía el masticado de la parte solida de la misma, ahora sustituido por un rallado de la misma, nos fue ofrecida la prueba, de una vasija preparada anteriormente.
No puedo decir que me resultara agradable ni metérmela en la boca, ni tragarla, ni su sabor, parecido a la leche agria, pero como buen turista, acostumbrada a las excentricidades de esta "profesión", tome un buchito y lo trague. Creo que tampoco fue demasiado apreciada por ninguno de los presentes.
Puesto que estábamos en la selva, C, nos hizo una demostración de habilidad con la cerbatana, instrumento que usan o usaron los nativos del territorio, para cazar principalmente.

Invitados a repetir el tiro, nadie lo logro, de los que se atrevieron, aunque algunos estuvieron cerca y mandaron la flecha lejos. Hay que haber entrenado para conseguir el tiro certero.
El sol, que en la Amazonía se pone como en todo el país a las seis, iba declinando; teníamos que volver.
El viaje en lancha hasta el hotel fue tan bonito, como todos los otros por el río.

Llegamos al pequeño puerto de Ahuano, donde nos esperaba la explicación y contemplación del arte, primitivo pues es sin torno, de la cerámica que hacen los quichuas.

Al lado había una pequeña tienda donde se vendían sus obras. Adquirimos una, ya que nos pareció un proceso muy habilidoso.
Volvimos a la Casa del Suizo, atravesando el pueblo. Allí la vida parece plácida, transcurre con su propio y calmo "tempo"; todo parece hecho sin prisas.
Otro coctel después de cenar cerro el día, que había sido interesante.
La molestia, que me duro días, ya se me había presentado. Me sorprendí rascándome con furia las piernas. Durante el "tubing" y mas aun en la visita a la casa quichua, me habían acribillado los mosquitos. Cosas de la selva, me dije con resignación...
Veo que ya estáis entrenados para hacer el descenso del Sella con nosotros!
ResponderEliminarLo del tiempo me ha recordado mis años en Brasil. Es verdad que tienen un concepto diferente, viven la vida con calma. Me costó acostumbrarme pero aprendí y ahora pienso que tienen razón: correr, para qué? Prefiero disfrutar el momento, pausadamente.
Besos
Las apariencias engañan. Hoy me duele el cuello, me da la impresión de que lo tengo contraido, ¿será de los ejercicios de pilates de ayer, o de la falta de ejercicio de hoy?
ResponderEliminarEstá lloviendo a ratos todo el día.
La Amazonía que visitamos, el borde de la selva es un lugar para quedarse tranquilamente mas días de los que disfrutamos. Es calmo y relajante.
Besos