



Fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1.965, gracias a su gran atractivo, que le procuran sus calles porticadas, y los monumentos que han sobrevivido al paso de los siglos, principalmente el Castillo y la Colegiata de San Miguel.
Es en efecto una muy antigua villa, que tuvo gran importancia como sede episcopal, donde hubo varios conventos, como uno de Templarios, otro de Agustinos, y uno de monjas Clarisas.
Su historia se remonta a la Alta Edad Media y va ligada a los Rojas y al Duque de Lerma, Francisco de Sandoval y Rojas, valido del rey Felipe III, que creo para él el Condado de Ampudia, en 1.602.
En el s. XVIII, con una gran caida demográfica, quedo reducido a un pequeño pueblo dedicado a la agricultura y a la ganadería.
Empezaremos, como hicimos nosotros ese día, por el castillo.

El Castillo de Ampudia está situado en una altura próxima al casco urbano. Fue construido entre 1.461 y 1.488, por el primer titular del Mayorazgo de Ampudia, García Lopez de Ayala; alojó, como rehenes, a los hijos del rey francés Francisco I, después de su derrota en la Batalla de Pavía, y fue sede ocasional de la Corte, durante la época del Duque de Lerma, valido del rey Felipe III, para después caer en abandono y decadencia, hasta que en 1.960 lo compro el industrial Eugenio Fontaneda (dueño de Galletas Fontaneda), que lo ha restaurado, proporcionándole el magnifico aspecto con que ahora lo vemos.
Se mantienen en él una vivienda y un museo, en el cual hay distintas secciones: farmacia, armas, aparatos musicales, juguetes antiguos, arte sacro, con tallas y cuadros, y de arqueología, que va desde la Edad del Bronce, hasta las épocas romana y visigoda, con piezas importantes.

El castillo es una imponente construcción, que domina el pueblo. Lo recorrimos, siempre por fuera, admirando esto y lo otro.
Continuamos conociendo el pueblo. El sol iba saliendo y calentando, un poco, el fresquísimo día veraniego.
Nos acercamos a otro de los grandes monumentos de Ampudia, la Colegiata de San Miguel. Un cartelito nos informo de que la temporada de visitas empezaba unos pocos días mas tarde, el 1 de julio. Sin desanimarnos encontramos, en un palacio adjunto dedicado entre otras oficinas a información turística, la de que, quizás, el párroco, accediera a enseñarnos la Colegiata, si podía y quería, indicándonos donde vivía, que era allí, al lado.
A pesar de esta intromisión en la vida y ocupaciones de este clérigo, fuera de temporada, nos acercamos a su casa, y, por suerte, lo encontramos en ella. Protesto un poco, como era lógico, pero, luego, y muy amablemente nos abrió y enseño la iglesia.
La iglesia parroquial de San Miguel, antigua Colegiata, es un soberbio templo, mas adecuado para los pasados y esplendorosos días de Ampudia, que para la situación actual, pero que, sin embargo, podemos apreciar como gran monumento, en toda su belleza.

Se compone de tres grandes naves con bóvedas de crucería y estrelladas,






Era una representación de la Pasión de Cristo, de la misma manera que se hacen los belenes por Navidad, con sus caminos, grutas, hogueras, vegetación... etc.
Las figuras las tiene que encargar a alguna de las empresas que se dedican a fabricar las figuritas del belén, y va añadiendo alguna cada año. Muy curioso

Por estar todavía fuera de temporada, ya que las visitas empezaban el 1 de julio, la plaza delante de la colegiata estaba desierta, así como el resto del pueblo.
El sol que estaba oculto un rato antes empezaba a despejar las nubes, y podíamos contemplar todo el magnifico conjunto.
Hay también en Ampudia un Museo de Arte Sacro, del cual, al estar cerrado solo vimos el exterior. Esta ubicado en lo único que queda del antiguo convento de San Francisco, fundado en el s. XVII, por el Duque de Lerma, y desaparecido con las leyes desamortizadoras del s. XIX.

Después de este paseo matutino cogimos el coche para ir a Medina del Campo y completar nuestro recorrido por la segunda sede de las Edades del Hombre.
El tiempo había quedado estupendo, menos caluroso que cuando llegamos, pero muy agradable.
Llegamos a Medina del Campo con tiempo para la visita a la otra sede de la exposición de las Edades del Hombre.
Medina del Campo, provincia de Valladolid, en la comarca de Tierra de Medina, recorrida por el río Zapardiel, afluente del Duero, tiene algo mas de 22.000 habitantes, y una excelente situación logística, al estar a menos de 100 km de seis capitales de provincia castellanoleonesas.

Fue habitada por los vacceos, tribu de origen celta, antes de la conquista romana.
A la caída del Imperio romano fue ocupada por los visigodos, que dieron un santo, San Hermenegildo, hasta la invasión musulmana de 715.
Paso de nuevo a manos cristianas durante el reinado del rey Alfonso VI de Castilla y León; en el año 1.077, Alvar Fayez de Miñana, compañero del Cid, la conquisto a los moros, en su nombre.
En los territorios recuperados se implantó la cría de ganado ovino, cuya lana se exportaba a Flandes, Inglaterra y Francia; esta actividad productiva fue promovida y protegida por los reyes, y dio lugar a dos grandes ferias de ganado al año, de las mas importantes de Europa.
Este desarrollo produjo gran prosperidad en Medina, donde acontecieron importantes hechos históricos, como la celebración de las Cortes, siendo visitada por reyes y nobles como María de Molina, varios reyes castellanos y los Reyes Católicos.
En ella vivió sus últimos días Isabel la Católica, en el castillo de la Mota, donde firmo su testamento y murió.
Tan intensa actividad económica genero un gran patrimonio artístico, como el castillo de la Mota, del s. XV, la Colegiata de San Antolín, del s. XVI, la iglesia de Santa María la Real, el Hospital, el palacio de Dueñas, la Plaza Mayor, etc., por citar algunos de sus numerosos monumentos.
Su casco antiguo fue declarado Conjunto Histórico- Artístico en 1.978.
Después de numerosos avatares históricos, la actividad económica fue decayendo a lo largo de varios siglos, hasta empezar a recuperarse a mediados del s. XIX, debido al papel de Medina como núcleo ferroviario.
Hoy día recuperada y habiendo diversificado su crecimiento, es una prospera ciudad, que ha puesto en valor su valioso pasado.
Pero, nuestra visita tenía una meta concreta, Las Edades del Hombre; así que los otros grandes monumentos han quedado para otra ocasión.
Al llegar nos dirigimos directamente a la Iglesia de Santiago el Real, donde está ubicada la muestra.
El templo formaba parte del desaparecido convento de San Pedro y San Pablo, de los jesuitas, convertida en iglesia parroquial de Santiago el Real desde 1.770, y está situada en la plaza de Santiago
Su construcción comenzó en 1.553, durando diez años. Como todas las iglesias de los jesuitas se corresponde a la organización interior y exterior de la iglesia de Gesú, en Roma, aunque conserva algunos elementos góticos, como las bóvedas de crucería estrellada, aunque con adornos renacentistas.
Fue fundada por un rico mercader de Medina, Don Pedro Cuadrado y su mujer doña Francisca Manjón, cuyas estatuas orantes se encuentran al lado del presbiterio.
En el desaparecido convento de Jesuitas, abandonado tras la expulsión de la Compañía en el s. XVIII, estudiaron ilustres personalidades como San Juan de la Cruz, el Padre José de Acosta, autor de la "Historia natural y moral de las Indias", el Padre Hernando Suárez de la Concha, evangelizador de Méjico, entre otros.
Después de dejar los coches y recorrer la calle Santa Teresa, llegamos a la iglesia.
Lo mismo que en Medina de Rioseco, me impresiono la iglesia y particularmente el Retablo Mayor, de una extraordinaria factura, realizado por Sebastian Lopez en 1.595, con bajorrelieves y pequeños cuadros de gran calidad.



Para aprovechar el buen tiempo, comimos en la Plaza Mayor, escenario muy bello, en una terraza agradable, con la estatua (moderna) de Isabel la Católica, allí al ladito mismo

Tengo que volver a Medina del Campo, para visitar el resto de su monumental patrimonio.
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