martes, 21 de diciembre de 2010

Ecuador. Capitulo II. Otavalo


Emprendimos la visita a Otavalo de buena hora.

La dirección de la expedición había decidido que desayunaramos durante el viaje. El motivo era mostrarnos un famoso establecimiento "El Café de la Vaca", muy en boga en estos momentos, que empezó como un mesón para camioneros y ahora se va extendiendo, y ya tiene cuatro restaurantes, todos mas o menos cercanos a Quito.

Nosotros paramos en Cayambe, al lado de la carretera Panamericana Norte, que nos quedaba de camino hacia Otavalo.

Hay que decir que la mítica Carretera Panamericana, concebida en 1.923, que une el continente desde Alaska (E.E.U.U.) a la Patagonia, en Argentina, es una carretera estrecha de dos vías, ida y vuelta, que ha quedado desbordada por el tráfico, en aumento, del país; que necesitaría de un mantenimiento mucho mayor, ya que una gran parte de ella transcurre en la alta montaña, con lo que eso quiere decir de desgaste y destrozo, y para más incomodidades, esta para el bolsillo, es de peaje.

Bien, pues llegamos al Café de la Vaca, instalación muy agradable, donde nos dimos un opíparo desayuno americano, versión ecuatoriana: un gran zumo a elegir entre diversas y desconocidas frutas, allí las naranjas, cuyo zumo prefiero, escasean, de hecho, no recuerdo haber visto ninguna; escogí un zumo de naranjilla, que no se parece nada al de naranja, es mas ácido, el parecido solo está en el nombre.

También hubo café, chocolate, huevos con jamón de york, queso y orégano, original de la casa; lo mas rico fue la bollería, tanto el pan, como los bollos y sobre todo unos bizcochos de la zona, llamados de Cayambe, que son verdaderamente deliciosos. Nos contaron que fueron los misioneros españoles, poco después de la conquista, los que enseñaron a los nativos a hacerlos.

Ahora contribuyen a la prospera economía del pueblo, pues hay numerosas fabricas de este producto, además de lugares donde degustarlos y comprarlos.

Otro de los manjares que nos ofrecieron fue queso tierno, poco curado, que también se produce en la zona, y nata de leche para untar el pan o los bollos. Todo riquísimo, como se puede deducir.

Una vez repuestos de la primera parte del viaje, seguimos por la Panamericana, hasta llegar a Otavalo. Fuimos dando vueltas y mas vueltas, contemplado un paisaje muy montañoso, y desolado.

En las laderas hay lo que podríamos llamar esqueletos de arboles, que en otros tiempos fueron acacias, muertos por parásitos, en forma de grandes nudos oscuros. Esta especie arbórea tiene su origen en la sabana africana, y por lo que vimos, tiene grandes dificultades para vivir en la sierra ecuatoriana, aunque algunas pocas, aún sobreviven.

Por el camino se iban divisando, a lo lejos, algunos de los volcanes de la zona, como el Nevado Cayambe (5.790 m), a cuyo pie está la ciudad de los bizcochos, del cual Humbolt, tras su visita a Ecuador, escribió: "Esta montaña puede ser considerada como uno de los monumentos con los cuales la Naturaleza ha hecho una gran diferencia en la Tierra"

Poco después llegamos al Lago San Pablo. Paramos unos minutos para contemplar el lago, a considerable distancia. Lo que estaba cerca era una tienda por la que había que atravesar para llegar a la terraza, desde la que se veía el lago, acompañada de un mercadillo de objetos, supuestamente, artesanales.

El lago, de origen volcánico, está a los pies del lado sur del volcán Imbabura; antiguamente la economía de la zona dependía, además de la agricultura, de la totora, caña flexible, que crece en el lago, con la que se hacían barcas para desplazarse, por ese y otros lagos de la región, y otros objetos como cestas, etc. Hoy día, ya no se utiliza la totora, y está invadiendo el lago, que drena mal; pero todavía es un precioso paisaje.

El volcán Imbabura, que le da nombre a toda la comarca, es otro de lo gigantes andinos (4.630 m).
Estaba coronado por la niebla, que muchas veces, y en casi todos los volcanes, impide verlo por completo, pero aún así era muy bello e imponente.

Seguimos hacia Otavalo, muy cerca allí, donde nos esperaba el tradicional mercado de los sábados; antaño solo había mercado ese día, hoy día ampliado a todos los días de la semana en consideración a su éxito y número de clientes y visitantes, que crece cada año, ya que Otavalo es sede del mayor mercado indígena de Sudamérica.

En épocas prehistóricas la región de Imbabura, donde está situado Otavalo, y una buena parte de lo que hoy es Ecuador, estaba poblada por tribus de origen antillano que habían llegado a través de los ríos Marañon y Napo, por el sur o a través del río Esmeraldas, mas al norte.

Posteriormente, poco antes de la llegada de los españoles, habían sufrido la invasión y dominio del Imperio Inca.

Otavalo fue fundada, como Quito, por Sebastián de Belacazar en 1.534 con el nombre de San Luis de Otavalo.

Hoy es una ciudad de 60.000 habitantes. Desde los años 60 del s. XX ha desarrollado su mercado artesanal, visitado, casi obligatoriamante, por los turistas y por la gente de los alrededores, que le ha reportado renombre y beneficios económicos.

Cuando llegamos, el mercado ocupaba la plaza del Centenario, mas conocida como Plaza de los Ponchos, una calle muy larga, la calle Sucre, que atraviesa toda la extensión del pueblo y algunas calles adyacentes.

Tuvimos bastante tiempo, hora y media, para visitar el mercado y el resto de la ciudad.

El mercado, muy colorido, ofrece sobre todo artículos textiles, como mantas, ponchos, hamacas, tapices, gorros, chales, blusas, etc. Hay también gran cantidad de artículos manufacturados, zapatos, mochilas, viseras, etc, y algunos, mas bien pocos, objetos de piedra, de madera o de metal, así como vasijas de barro, con algún artesano trabajando.

Los vendedores van vestidos con el traje regional, mas conservado en las mujeres que en los hombres, que lo van abandonando y sustituyendo por el socorrido atuendo de vaqueros y ropa deportiva.

Deambulamos por el mercado un rato. Como a esa hora hacia mas bien fresco y solo llevaba una camiseta, compre un chal , color berenjena con algo de alpaca, muy bonito y que me ayudo hasta que el sol empezó a calentar.

Apartándonos de la plaza de los Ponchos, y calles adyacentes llegamos al mercado de abastos, que se extiende por la parte mas antigua del pueblo, guarecido, por arcadas y en alguna otra plaza, por toldos fijos.

Este mercado me pareció aún con mas colorido e interesante que el otro.

Muchos de naturales de la zona iban por allí eligiendo frutas y vegetales para su cesta, de lo mas variado. La riqueza del huerto del país es enorme, por poner solo un ejemplo, en patatas tienen entre 400 y 600 variedades, de todas las formas imaginables: aplanadas, redondas, alargadas; de colores de piel, amarillo, rojo, morado, negro, para nosotros desconocidas; una de las mas apreciadas es la "papa chola", con la que hacen la rica sopa serrana locro, que tuvimos ocasión de comer varias veces.

Dimos luego un paseo por la ciudad que conserva todavía un cierto aire colonial. La Plaza Bolívar, el centro del pueblo, tiene alrededor, como edificios mas importantes, el Ayuntamiento con un gran reloj, que adorna su bonita fachada y la iglesia de San Luis, conocida también como del Señor de las Angustias, patrono de Otavalo y muy venerado en la ciudad.

La fundación de esta iglesia, por los franciscanos, data del s XVI, y en ese lugar estaba hasta que fue destruida por un terrible terremoto, en 1.868. Se reconstruyo en 1.880.

Mientras la visitábamos se estaba celebrando una boda local. Tanto el novio como los invitados iban ataviados con el traje regional, y lucían sus espesas trenzas; no así la novia, que iba de blanco, como todas las novias del mundo.

Siguiendo nuestro paseo por calles con algunos bonitos edificios de tipo colonial, llegamos a la otra iglesia importante de Otavalo la Iglesia de El Jordán, que aunque de fundación menos antigua que la de San Luis, fue construida en el s. XVIII y destruida por el mismo terremoto. Su reconstrucción duro desde 1.910 hasta 1.964; hoy día se puede ver bastante similar a la original, según parece.

Habíamos conocido Otavalo y no solo lo que le da fama y nombre, además de ganancias, su Mercado Artesanal, sino todo el entorno.

Tras algunas dudas sobre la conveniencia de ir a Cotapachi, antes o después de comer, gano la primera opción.

Y es que esta población esta especializada en la confección de cuero.

Cotacachi tiene unos 40.000 habitantes, está situada a los pies de otro gigante andino, el volcán Cotacachi (4.939 m.) y goza de una gran prosperidad debido a su industria del cuero, con exportaciones a E.EU.U. y otros países.

Visitamos algunos comercios de la c/10 de Agosto, en la que se suceden las tiendas de artículos de cuero, tanto de abrigo, como complementos; de allí salimos C. y yo, así como casi todo nuestro grupo, con sendas chaquetas de cuero, muy bonitas por cierto.

Mientras dábamos una vuelta por la plaza cercana a la calle de las tiendas, un paisano local nos dejo sacarle unas fotos con toda su calma. Nos saludamos y nos dejo buen sabor de boca por su amabilidad, de lo mas natural.

Hicimos la comida en la Hacienda Cusin, magnifico hotel a los pies del monte del mismo nombre, en el valle de La Rinconada, cercano a Otavalo.

Nuestra guía ecuatoriana G., que disfrutaba de una gran ignorancia, incultura y desparpajo combinadas, nos contó una historia sobre jesuitas en Ecuador, en general, y en esta hacienda en particular, que resulto puro invento, supongo que para explicar el nombre de monasterio que le han puesto, a parte de las habitaciones del hotel; la historia del lugar no tiene nada que ver con ninguna orden religiosa.

Durante 400 años perteneció a dos familias de origen español, como explotación agropecuaria, desde que en 1.602 Felipe II la vendió a la familia Luna.

Después de la construcción de la carretera Panamericana, y el desarrollo del mercado de Otavalo, fue transformada en hotel, aprovechando algunas instalaciones casi en ruinas, que fueron remozadas.

Tras diversos avatares y habiendo caído en una casi total decadencia, el hotel fue vendido en 1.990 a los actuales propietarios, que lo han convertido en unas instalaciones muy atractivas, ampliándolo con la construcción de esa parte del hotel llamado Monasterio, en 1.995.

Esta labor lo ha convertido en un sitio paradisiaco, con preciosos jardines,

rincones que invitan a la tranquilidad, salones decorados con antigüedades, tanto españolas como indígenas.

Un ambiente acogedor y muy bonito de ver.

En el disfrutamos de una buena comida, seguida de un paseo por el hotel y los jardines.

Era hora de volver a Quito, a donde llegamos de noche.

Y para la noche había proyectada una salida nocturna, para conocer la animación de fin de semana de una zona, en estos momentos emblemática de la ciudad, la calle La Ronda.

Esta estrecha y relativamente larga calle que evoca muchas calles de España, con sus casas encaladas, farolas y balcones floridos, es una de las mas antiguas de la ciudad. Esta en pleno centro histórico de Quito. Fue habitada y frecuentada por poetas, músicos y bohemios en el s. XIX, y primeros del XX y otros personajes emblemáticos quiteños.

Como sucede con mucha frecuencia, el centro de la ciudad había sido abandonado por los habitantes mejor situados economicamente, que buscaban zonas mas modernas, y se había ido deteriorando gravemente, cayendo en la marginalidad y delincuencia; era una zona peligrosa.

Hasta que después de la denominación de Quito como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en 1.987, las autoridades administrativas han trabajado mucho por la recuperación del casco histórico.

En ese contexto va incluida la rehabilitación de La Ronda.

Ahora es una preciosa calle, muy bien iluminada, con gran afluencia de publico, entre los cuales familias enteras, que comprenden desde los abuelos hasta los nietos, y también mucha gente joven.

Hay establecimientos para todos los gustos, desde bares pequeños, hasta enormes, donde se pude comer y beber, e incluso asistir a un espectáculo folclórico, y muchos con música en vivo.

Después de pasear a lo largo de la calle, y entrar en algún bar demasido lleno, encontramos uno, muy grande, donde teníamos sitio. Nosotros y otra pareja de nuestro grupo, eramos los únicos extranjeros. La gente comía, bebía y celebraba, creo que oímos cantar, mas de una vez, el consabido "Cumpleaños feliz". También había un trío que, mas que cantar bramaba, con mas voluntad que acierto, lo que debían ser canciones conocidas por los asistentes, pero no por nosotros.

Allí probamos una bebida tradicional y muy popular en el país el canelazo, que se hace con aguardiente, azucar, jugo de naranjilla y agua de canela, y se toma caliente, ya que es originaria de la sierra andina.

Tengo que decir que aprecie poco el brebaje, pero hay que probar de todo.

Nuestro variado día... y noche había terminado.

Al día siguiente teníamos que conocer Quito.. de día.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Medallones de cerdo rellenos de espinacas

Un bonito, fácil y sabroso plato, que puede venir bien para alguno de estos días de fiesta.

Ingredientes



  • 2 solomillos de cerdo de 350-400 g cada uno
  • 25 g de mantequilla
  • 30 ml ( 2 cucharadas soperas) de aceite de oliva
  • 1 diente de ajo
  • Sal
  • Pimienta negra molida

Para el relleno
  • 1/2 cebolla grande, muy picada
  • 40 g de mantequilla
  • 175 g de espinacas picadas
  • 175 g de carne de salchichas
  • 30 ml (2 cucharadas soperas) de perejil muy picadito
  • 1 huevo batido
  • 1,5 ml (1/4 de cucharada de té) de sal
  • 1,5 ml (1/4 de cucharada de té) de tomillo fresco o molido
  • 1 pellizco de nuez moscada
  • 1 pellizco de pimiento de cayena

Elaboración

  1. Limpiar los solomillos de grasa y de la telilla que pueden tener.
  2. Recortarlos para dejar un cilindro
  3. Picar los recortes de carne y añadirlos a la, carne de salchichas.
  4. Cortas los cilindros a lo largo.
  5. Abrirlos, dejandololos a 1/4 de su grosor
  6. Aplastarlos con el mazo hasta que sean mas finos, y hayan aumentado al doble de superficie.

Para preparar el relleno

  1. Freír la cebolla picada en la mitad de la mantequilla, hasta que este transparente, unos 7 minutos
  2. Sacarla de la sartén y reservarla en un plato.
  3. Añadir el resto de la mantequilla y rehogar las espinacas otros 5 minutos.
  4. Mezclar bien la carne de salchichas, los recortes de carne picados, la cebolla, las espinacas rehogadas, el perejil picado, el huevo batido, la sal, el tomillo, la nuez moscada y la pimienta de cayena al gusto.
  5. Salpimentar los solomillos aplastados.
  6. Extender sobre cada uno el relleno.
  7. Enrollarlos firmemente.
  8. Atarlos con una cuerda o cosiendo los bordes.
  9. Salpimentar de nuevo por fuera


  1. Calentar el horno a 170ºC.
  2. Calentar el aceite d oliva con la mantequilla en una fuente de hornear.
  3. Aplastar el diente de ajo con la hoja de un cuchillo
  4. Freírlo en el aceite hasta que este ligeramente tostado.
  5. Retirarlo.
  6. Poner el rollo de cerdo a dorar por todos lados.
  7. Cubrir la fuente con papel de aluminio
  8. Dejarlo en el horno 45 minutos, dándole la vuelta de vez en cuando
  9. Destapar y dejar otros 15 minutos para que tome color.
  10. Retirar las cuerdas si ha atado.
  11. Cortar en lonchas

Servir sobre un lecho de patatas salteadas.


¡A que queda vistoso!... y sabroso

sábado, 11 de diciembre de 2010

Viaje a Ecuador: de Oviedo a Quito

El pasado mes de octubre mi marido y yo hicimos lo que se ha convertido, casi, en una "tradición", un viaje largo, a un país lejano; lejano en cuanto a las horas de avión que hay que emplear para llegar, pero cercano en cuanto que comparte parte de nuestra historia, sus costumbres y carácter son parecidos a los nuestros y su lengua es la misma: Ecuador.

En efecto pasamos quince días recorriendo de norte a sur, por el centro, este bonito e interesante país, no demasiado visitado por los españoles, e incluso llegamos hasta un destino muy deseado, en cambio, por nuestros compatriotas: las Islas Galápagos.

Nuestro grupo era bastante reducido, dieciséis personas, y por lo tanto manejable; algunos nos conocíamos del viaje, en el enorme buque Explorer, del año pasado y el ambiente fue agradable.

El viaje comenzó en Oviedo, continuó después de una corta espera en Madrid y transcurrió, sin incidentes, durante once horas, dentro del avión, que son las que se tarda en llegar a Quito, la capital de Ecuador y nuestra primera parada.

El pensamiento de las horas que me esperan dentro del avión me disgusta y aplasta, por decirlo así; pero después de tan pesimistas expectativas, la prosaica realidad que no puedes eludir, es menos agobiante de lo temido, y entre comer varias veces, leer y charlar un rato, se va pasando.

Lo de dormir ya es mas difícil, pues en esta ocasión salimos de día y llegamos de día, siete horas antes. Es cierto que cuando sales del avión, después de esa casi total inmovilidad, te sientes como si fueras un odre bien repleto, pesado, y cansado. Pero no hay que dejarse impresionar. Hay que hacer como si el tiempo, y sobre todo el reloj no existieran.

La llegada al aeropuerto de Quito, Mariscal Sucre, comporta cierta emoción, ya que parece que el avión va a aterrizar sobre los edificios.
                                                                                                               
Y es que este aeropuerto ha quedado rodeado de casas y almacenes, mismisimamente al lado de ellos, y por otro lado se ha quedado pequeño para los grandes aviones actuales, de manera que los mayores no pueden aterrizar en él, y los medianos caben justito. Ya ha habido algún que otro accidente, como perdida de parte de un ala, y "cepillado" de algún edificio.

Bien, pues sin ningún desagradable incidente desembarcamos en Quito, y de allí nos llevaron al hotel.

Era media tarde y todavía había luz. Debido a la situación del país en el ecuador geográfico, anochece muy poco después de las seis, todos los días del año, y amanece a las seis, durante todo el año. Doce horas de luz, con ese horario.

La impresión que produce la ciudad es de caos. Todo debe tener su orden, pero no lo parece.

Edificios desiguales, con la pintura desconchada, o pintados con una pintura de bajísima calidad, se suceden calle tras calle; el cielo esta encapotado, como debe ser siempre en estos meses de la estación húmeda, y por algunos lugares se ven las enormes montañas, mejor dicho volcanes, que rodean la ciudad.

Llegamos a nuestro hotel, el Hilton Colón, al lado del parque de El Ejido. Allí nos esperaban nuestros guias y una especie de comité de bienvenida a cargo de directivos del hotel y presentación de nuestra guía en Ecuador, una joven ecuatoriana, que llamaremos G. y del plan del viaje, en lineas generales; una vez concluida la breve charla, fuimos convocados para la cena, en el mismo hotel.

Tomamos posesión de la habitación, desde la que teníamos buenas vistas, y seguidamente pasamos al comedor del hotel.

Todos estábamos cansados, el reloj marcaba una hora y nuestro cuerpo otra; casi nadie tenia apetito, pero hicimos un esfuerzo de normalización y todos tomamos algo.

Otro esfuerzo de tipo físico, además del horario, es acostumbrarse a la altitud de Quito que está a 2.850 m. sobre el nivel del mar. Tengo que decir que ni C. ni yo tuvimos ningún contratiempo, solo un miembro del grupo se vio afectado seriamente, pues no podía respirar, una vez en la cama, y tuvo que venir un médico, pero afortunadamente, solo fue esa noche y ya no tuvo mas molestias.

Antes de seguir, digamos unas palabras sobre el país que íbamos a visitar.

Ecuador es un pequeño país del cono sur americano, que baña el océano Pacifico. Tiene unos 13.000.000 millones de habitantes en su suelo y mas de 4.000.000 millones de emigrados, principalmente en E.E.U.U. y en España.

Como ya indica su nombre, está atravesado, muy cerca de la capital, Quito, por la linea ecuatorial.

Este hecho y su geografía, en la que un elemento muy importante son los enormes y elevados volcanes, nevados les llaman ellos, de la cordillera andina, que atraviesan el país de norte a sur, por el centro, hacen que su clima resulte templado, y poco cambiante.

No hay cuatro estaciones, el clima se divide en dos, estación húmeda y estación seca. Eso no quiere decir que el sol, que cae perpendicular, no sea temible, cuando sale. Pero nosotros estuvimos en la estación húmeda, el sol, en general, sale poco y el cielo está velado por una variable, a veces ligera, otras veces densa, capa de nubes.

Ellos dividen su país continental en tres parte, la costa, la sierra y la Amazonía. La cuarta parte son las Islas Galápagos, en el océano Pacifico aproximadamente a 1.000 km de la costa.

Nosotros visitamos las tres últimas.


  • La Sierra
  • La Amazonía
  • Galápagos en la Isla Santa Cruz (Islas Galápagos)
Por el océano, cercano a la costa circulan dos corrientes marinas que contribuyen al clima, temperandolo, la corriente de Humbolt, fría que viene del sur y la corriente cálida que viene por el norte y procede del Caribe.

Es un país en el cual se ha producido una enorme biodiversidad, de las mayores del planeta, hoy día muy valorada y estudiada.

Su historia es casi tan variada como su naturaleza.

Los primeros pobladores, provenientes del oeste, el actual Brasil, se establecieron en la costa, que ofrecía un entorno mas habitable que la sierra, hace unos 6.000 años.

A lo largo de la costa, y después, también en la sierra se desarrollaron durante milenios, diversas culturas, valdivia, chorrera, machachila, etc, hasta llegar a las mas recientes como la huancavila, cara de la costa, cañari, o quitus del altiplano, que predominaron mas en un momento, o en otro, produjeron cerámica, y otros objetos de arte y se constituyeron en sociedades complejas, hasta que llegaron los incas en el s. XV d.C. y dominaron la mayor parte del país, poco antes de la llegada de los españoles.

Hasta principios del s. XV el Imperio Inca se concentraba alrededor de Cuzco, en el actual Perú, hasta que el Inca Pachacuti puso en marcha la creación del un vasto imperio, el Tahuantinsuyo o "Tierra de las cuatro regiones".

El sucesor de Pachacuti, Tupac Yupanqui marcho hacia el país de Cañar, donde encontró una feroz resistencia entre los cañaris, en el centro de Ecuador, que logro dominar, para seguir hacia el norte donde también se le opuso, una aún mas feroz resistencia, que finalmente fue abatida, con grandes matanzas y derramamiento de sangre.

Finalmente todo el territorio fue sometido.

Cuando llegaron los españoles el Inca Atahualpa, nieto de Tupac Yupanqui, estaba en guerra con su hermano Huascar, al que derroto, pero dejando el imperio inca bastante debilitado.

Francisco Pizarro llego a las tierras del imperio inca en 1.532. Después de diversas incidencias hizo prisionero a Atahualpa, y posteriormente lo ejecuto.

Cuando Sebastian de Benalcazar (o Belalcazar)

llego a Quito, en 1.534, por encargo de Pizarro, encontró la ciudad arrasada por orden del ultimo general del inca, Rumiñahui, que prefirió destruirla a que cayera en manos de los españoles.

Me resulto curioso que en varios lugares de Ecuador encontramos una especie de culto a este bárbaro, que al tiempo que destruía la ciudad, mato a una ingente cantidad de los habitantes que vivían allí, antes de ser conquistado el territorio por los incas. ¿Será que creen tener mas afinidades con los antiguos incas, que con los españoles?

A partir de 1.535 se desarrollo la época colonial, dependiendo lo que hoy es Ecuador, cuyo actual territorio era la Real Audiencia de Quito que, a su vez, dependía del Virreinato del Perú, y mas tarde del Virreinato de Colombia, llamada entonces Nueva Granada.

Ecuador fue una colonia relativamente pacifica, prosperaron la agricultura y las artes; pero también se produjeron algunos levantamientos de los indígenas y mestizos, por el sistema de trabajo forzado al que estaban sometidos.

La colonia tuvo una duración de cerca de 300 años.

Descontentos los criollos, descendientes de los dirigentes españoles, que llevaban, a veces, siglos en América, por las trabas al comercio y a un verdadero poder político, que ya no querían compartir con la metrópoli, y ayudados por Inglaterra, que deseaba hacerse con el comercio en esos enormes territorios, promovieron la independencia, que se logro en Ecuador en 1.822, al tomar militarmente Quito, uno de los oficiales de Simón Bolívar, el mariscal Sucre.

En los primeros ocho años de esta nueva situación Ecuador formo parte de la Gran Colombia, sueño de Bolívar, que agrupaba además Venezuela y Colombia, hasta que los grandes terratenientes de Ecuador, que querían dominar solos su territorio, acabaron declarando el país independiente en 1.830.

Después de la Independencia, las condiciones de la población indígena y mestiza continuaron igual, pues las leyes que los ataban a la tierra no fueron abolidas hasta finales del s. XIX.

La inestabilidad política fue grande a lo largo del s. XIX, con enfrentamientos continuos entre liberales y conservadores, produciéndose el asesinato de dos presidentes, a cargo de cada facción.

Esta inestabilidad política continuo durante el s. XX, con la toma del poder por parte de los militares, en grandes periodos de tiempo, derrocando al presidente elegido por sufragio universal, aunque nunca sufrió grandes derramamientos de sangre o brutales dictaduras, como en otros países sudamericanos.

Después de muchas promesas relativas a la persecución de la corrupción, fuertemente instalada en todas las esferas de la "cosa pública", de ajustes monetarios y financieros, y vaivenes políticos, actualmente ejerce el poder un presidente escorado a la izquierda, al menos verbalmente, apoyado por la vecina Venezuela, en lo que han dado en llamar "la revolución bolivariana", que agita los fantasmas del pasado colonial del país, con grandes mentiras, y se apoya, usando a destajo la demagogia, en las clases populares, compuestas en su mayor parte de indígenas y mestizos.

La economía del país, está basada, principalmente, en la exportación de materias primas, de las cuales la mas importante con mucho, es la del petróleo. Sorprende que habiendo sido descubiertos los yacimientos en la década de los 60 del s. XX, no haya una sola refinería en el territorio.

Otras de sus exportaciones son el plátano, el cacao y flores, principalmente rosas.

El turismo está poco desarrollado, aunque tiene instalaciones de gran calidad y es un país verdaderamente bello.

Se concentra sobre todo en las islas Galápagos, que han atraído la atención del mundo, como paraíso terrenal. Sobre esto ya volveremos a su debido tiempo.

Teníamos que prepararnos para descansar. El día siguiente era sábado, y se celebraba el famoso mercado de Otavalo, nuestro próximo destino.

Entre esta población y Quito hay 250 km, pero en Ecuador las distancias se miden en horas, no en km.