
Siempre me es grato ir a Portugal, país que me encanta, y que por suerte conozco hace mucho tiempo, pero nunca había estado tan al sur, en el mismo sur.
Recorrimos de nuevo el camino hacia Huelva, contemplando los bosques de pinos piñoneros que ocupan una gran extensión, y que son explotados por el delicioso fruto que producen. Al parecer esta labor, y la consiguiente ganancia, ya que el piñón es uno de los frutos secos mas caros del mercado, se la encomiendan a personas sin otro trabajo, que así pueden tener algún ingreso, aunque la temporada es corta, solo algo mas de tres meses.
También vimos gran cantidad de invernaderos donde se cultiva intensivamente la fresa, y el fresón, durante todo el año, desde hace tiempo, y mas recientemente el arándano, que producen una gran riqueza en la región.
Otro cultivo que se ve son los campos de naranjos, y otros cítricos, aunque son mas pequeños que los del Levante.
Por último el olivo también tiene su parte en esta poderosa agricultura de Huelva
Otro de los accidentes geográficos destacados que vimos por el camino, es una enorme duna fósil, que está consolidada con los pinos que crecen en ella, la mayor altura, por esa parte.
Al pasar a Portugal el paisaje se vuelve mas abrupto y la agricultura menos desarrollada; abundan los higueras, los alcornoques y sobre todo los algarrobos, cuya harina utilizan aun, sobre todo en pastelería.
En el Algarve íbamos a visitar tres ciudades: Tavira, Faro y Vila Real de Santo Antonio.
El nombre de Algarve es de origen arabe, al-Garb, nombre descriptivo que significa oeste u occidente, referido a los antiguos territorios conquistados, y llamados por los musulmanes al-Andalus.
El rey Alfonso III de Portugal la reconquisto para los cristianos en 1.249, y se proclamo rey del Algarve, lo cual no supuso ninguna autonomía para la región, que siguió unida al resto de Portugal.
Hoy día, el Algarve es la región mas turística y visitada de Portugal, por gentes que provienen de muchos países europeos, debido a sus magnificas playas y paisajes naturales, como la Sierra de Monchique, y la Sierra de Caldeirao, además de su clima mediterraneo, pues las sierras cortan los vientos mas fríos, y sus magnificas playas.
Bien, pues empezamos nuestro recorrido por Tavira, preciosa ciudad a orillas del río Gilao, de unos 17.000 habitantes.
Al llegar a Tavira sorprende su gran puente romano, podríamos decir de base romana, aunque construido en el s. XVII, puente de siete ojos, que ofrece bonito espectáculo.

Tavira, a poco mas de 30 km de la frontera española, es una de las mas atractivas ciudades del Algarve, desde el punto de vista arquitectónico.

Durante la época de los descubrimientos portugueses fue un importante enclave, por ser el puerto mas cercano a África, convirtiéndose en base de aprovisionamiento y hospital, y también para la defensa contra las incursiones piratas, en el Océano Atlántico.
Varias desgracias, entre otras la peste que se declaro en 1.645, el terremoto de 1.755 y la desaparición de su puerto, ocupado por los sedimentos, iniciaron una larga decadencia, mitigada en el s. XVIII por la instalación de industrias pesqueras del atún, y la salazón de pescado.
Hoy vive, principalmente, del turismo.
Fue casi destruida por el terrible terremoto de Lisboa de 1.755, y reconstruida después, con muchos bonitos edificios diciochescos con balcones de forja, y nada menos que ¡¡treinta y siete iglesias!!.
Su casco antiguo de callejuelas estrechas y empedradas, se reparte a ambos lados del río, unido por el puente romano.
Paramos en la Plaza de la República, a orillas del río y cercana al Puente Romano, que ahora es peatonal, rodeada de las casas mas antiguas y elegantes y la totalidad del casco antiguo.
En el centro hay un monumento, bastante feo, que conmemora a los combatientes de la primera Guerra Mundial, y alrededor tiene un escenario con gradas de piedra semicirculares, para ver los espectáculos públicos que allí se realizan.



Subiendo encontramos la Posada Convento de Graça, emplazado en el antiguo convento de Ermitaños de San Agustín, fundado por D. Sebastiao en 1.569.
Situado en la colina del Castillo, donde antiguamente estaba la judería, destacan en el interior su patio renacentista de los s.s. XVI y XVII y la escalinata de roble, así como la fachada, ambas del s. XVIII.
Tanto el interior como el exterior lucen esplendidamente restaurados, para albergar una de las Posadas portuguesas, establecimientos hoteleros de lujo de los que hay por todo el país.



En cuanto al interior, no pudimos verlo al estar cerrada.
Esta adosada a las ruinas del castillo, construcción del s. XII, de origen musulmán, muy dañado por el terremoto de 1.755 y por los siglos posteriores, en que fue desmantelado.

Pasear por el esplendido jardín que hay cerca de ellas fue muy bonito, pues, además, se pueden contemplar desde el Mirador allí instalado, las cúpulas de las iglesias de la ciudad, los Jardines del Castillo, y los techos de la ciudad moderna.


Bajados de nuevo a la Praça da República, aprovechamos para tomar un zumo, y contemplar el río, el puente romano y las bonitas casas.
Seguimos nuestro viaje hasta llegar a Faro, la actual capital del Algarve y su mas importante ciudad, con mas de 60.000 habitantes.

Pero ni la estación del año, ni nuestra intención era la de disfrutar de playa alguna, sino de conocer la ciudad.
El entorno de la Ría Formosa estuvo habitado desde la Prehistoria. Los romanos fundaron una ciudad, llamada Ossonoba, que ocupo el mismo lugar donde ahora está Faro, en la que se desarrollo el comercio, llegando a ser un importante enclave del suroeste de Iberia.
Después de la caída del Imperio Romano fue ocupada por los visigodos y seguidamente por los moros, tras la conquista islámica de la península, hasta que fue reconquistada por el rey Alfonso III de Portugal, en 1.249.
En 1.596, sufrió el ataque corsario del conde de Essex, Robert Devereux, que la saqueo, y que se apodero, entre otras muchas cosas, de la biblioteca del obispo de Faro, libros que luego fueron donados a la Universidad de Oxford, donde forman parte de la Bodleian Library.
Con ocasión del terremoto de Lisboa de 1.755, varias zonas del Algarve sufrieron graves daños; el tsunami provoco grandes destrucciones en la zona costera, excepto en Faro, que resulto protegida por los bancos de arena de Ría Formosa. Desde entonces, la ciudad siempre ha sido la sede administrativa de la región.
Un triste acontecimiento sucedió en esas maravillosas playas en época reciente. Una niña británica, de casi cuatro años, Madeleine McCann, que pasaba unos días con sus padres y hermanos en una de las playas del Algarve, desapareció la noche del 3 de mayo de 2.007, sin que se haya logrado encontrarla, ni conocer que fue lo que paso para provocar esa desaparición, a pesar de la gigantesca operación mediática que sus padres montaron, y que duro muchos meses.
Finalmente, cuando, varios meses después fueron imputados por la desaparición, en Portugal, los padres de la pequeña regresaron con sus otros dos hijos a Gran Bretaña, y con mas de un millón de euros, que habían obtenido de donaciones de particulares, para la búsqueda por todo el mundo de Madeleine, que nunca ha aparecido. He leído que pagaron la hipoteca de su mansión, con parte de ese dinero.
Uno de esos misterios modernos, que ni la policía, ni los medios han conseguido resolver.
Empezamos nuestra visita por la catedral.
La catedral de Faro es una parte del conjunto que forman la Plaza de la Catedral, el Seminario, el Palacio Episcopal, el Ayuntamiento, la propia catedral y tras la catedral, en la adyacente Plaza de Alfonso III, el convento de Nuestra Señora de la Asunción.
Es un conjunto magnifico, muy bien conservado y mantenido.
Se llega a la Plaza de la catedral atravesando un precioso arco.


Otro gran edificio de la Plaza, es el Ayuntamiento. A pesar de ser mucho mas moderno que los anteriores, no desentona. Se inició su construcción, en estilo neoclásico, en 1.883, que se prolongo durante décadas.

Después del terremoto de 1.755 la torre, que había pertenecido a la antigua muralla, fue reconstruida.

Tuvo que ser reparada después del ataque corsario, en 1.596, del conde de Essex, que la saqueo e incendio.
Tiene también elementos renacentistas, y sobre todo barrocos, incorporados en el s. XVIII, como la Capilla de Nuestra Señora de los Placeres y la Capilla de San Letio, además del retablo mayor, todo en pan de oro.


Es impresionante el órgano barroco situado junto al Coro alto, adornado con motivos orientales, conocidos como "chinoiseries", del cual hay solo otro, en el mundo.


Es una zona de paso de las aves migratorias entre las cuales el calamón común, emblema del parque, es una de las especias mas raras de Europa, que vive, solamente, en España y Portugal, precisamente en Ría Formosa.
Desde lo alto de la torre pudimos ver una gran extensión de la Ría Formosa, grande y bonito espectáculo.
Justo detrás de la catedral está el Convento de Nuestra Señora de la Asunción, que alberga desde 1.976, el Museo Arqueológico y Lapidar "Infante D. Henrique".

Algunas cigüeñas aprovechan las torres de Faro

Encontramos la muralla, que rodea el casco antiguo o Vila Adentro, en portugués, de forma ovalada y remoto origen, ya que se remonta a los romanos. Fue modificada durante la ocupación árabe; conserva de esa etapa dos torres albarranas que servían para proteger la entrada del Arco del Reposo; también quedan restos de la muralla bizantina.
A pesar de los estragos causados por el ataque corsario del s. XVI, y el terrible terremoto de 1.755, las murallas han sobrevivido hasta el día de hoy en Faro.



Nosotros dejamos Faro, del cual sin duda se pueden visitar mas monumentos y sus playas, que dejaremos para otro viaje, ya que se acercaba la hora de comer.
Para esto fuimos a Vila Real de Santo Antonio, ciudad que está en la frontera, en la desembocadura del río Guadiana, enfrente de la española Ayamonte.
Vila Real de Santo Antonio tiene algo mas de 10.000 habitantes. Sus orígenes están en la villa medieval de Santo Antonio de Arenilla, que desapareció anegada por el mar a principios del s. XVII.

El proyecto tuvo mucho éxito y en pocos años la ciudad se convirtió en pujante centro conservero del atún y la sardina.
Del s. XVIII conserva muchos edificios del centro de la ciudad, y de las margenes del Paseo Marítimo.
Bien, pues en uno de sus restaurante hicimos las comida; nos pusieron un plato conocido y apreciado por mi, brandada de bacalao, que estaba bien preparado, además de alguna otra cosa.
Después de la comida pudimos pasear por la bonita Plaza Marques de Pombal, rodeada de naranjos, y de edificios diciochescos, con un obelisco central, en honor del rey José I.



En un bar tomamos un cafecito y uno de los licores de la zona, Amarguinha, un licor dulce, que se elabora en Portugal, hecho a partir de almendras amargas, una mezcla entre limoncello y amaretto, en cuanto a sabor, mientras contemplábamos el gran río.
Nuestra visita al Algarve había finalizado. Esta parte de Portugal, no me defraudo, me gusto tanto como otras, de mis anteriores visitas.
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