lunes, 22 de marzo de 2021

Ravena


Hoy íbamos a ver una de las ciudades emblemáticas de nuestro recorrido, deseada de conocer por mi desde, podíamos decir, siempre, pero que ahora, por fin, se presentaba la ocasión.

Llegamos la noche anterior sin tiempo para nada mas que tomar posesión del hotel, cenar y descansar, así que, a la mañana siguiente después del desayuno, nos dirigimos andando al complejo bizantino, que estaba cerca.

Antes de conocerlo digamos dos palabros sobre Rávena y su historia.

Rávena pertenece a la región de Emilia-Romaña, como Bolonia, situada entre los Apeninos y a pocos km del mar Adriático, ya que en efecto, a 8 km se extienden los lidi ravennati, una serie de playas inmensas, con el verde de los prados próximos a la costa; tiene una población de cerca de 160.000 habitantes.

Se puede llamar a Rávena la ciudad de los mosaicos bizantinos y paleocristianos, que la han hecho famosa, que revelan su historia y su participación en la historia de Italia.

Los orígenes de Rávena son imprecisos, pues se atribuye a diferentes tribus, etruscos, tirrenos, tesalios y umbros, y la primera ocupación del territorio, varios milenios a.C.; estas gentes vivían en casas construidas sobre pilotes, en unas pequeñas islas que emergían en una laguna pantanosa, como es el caso, mas conocido y posterior, de Venecia.

Fue incorporada a la República Romana en el 89 a.C. y tuvo cierta importancia como región fronteriza. por ser una ciudad casi inaccesible, debida a sus pantanos . 

El emperador Augusto hizo construir, a unos 5 km, en la cercana localidad de Classe, un  puerto que primero tuvo función miliar y luego civil, y que llego a ser muy importante durante el Imperio Bizantino. Este puerto se fue colmatando entre los s. VIII y IX con la acción del mar y de los ríos que allí desembocaban, de manera que Classe perdió su importancia, hasta desaparecer como ciudad, en el s. X. De su glorioso pasado sobrevive la iglesia de san Apolinar in Classe, de la que hablare en su momento.

A principios del s. V (407), Rávena se convirtió en la capital del Imperio Romano, a donde había sido trasladada  por el emperador Honorio (395-423) por razones de seguridad, y cuando este sucumbió, siguió siendo importante durante el dominio de los ostrogodos, con su rey Teodorico I al frente, y del Imperio Bizantino, cuyo emperador Zenón (425-491) la recupero para él, en 476.

En la Edad Media Rávena tuvo un largo periodo de declive y aislamiento, que acabo en 1.400, cuando paso al dominio de Venecia. 

A partir del s. XVI Rávena perteneció a los Estados Pontificios durante los siguientes tres siglos, periodo durante el cual se procedió a la apertura del puerto-canal Corsini en 1.738, durante el pontificado de Clemente XII, (1.642-1.740) Lorenzo Corsini de nombre civil, canal navegable de 8 km que une el puerto con el centro de la ciudad y que sigue en uso, habiéndose ampliado en varias ocasiones, ya que ahora tiene 11 km, la construcción de la carretera de Forli y la deviación, al sur de la ciudad, de los ríos Ronco y Montone, que provocaban peligrosas inundaciones.

Tras otras muchas peripecias históricas Rávena, primero entro a formar parte del nuevo reino unificado de Italia en 1.861 y cuando este desapareció, tras el referendum convocado después de la Segunda Guerra Mundial en 1.946, sobre la forma del Estado, fue proclamada la Republica.

Después de la Segunda Guerra Mundial Rávena experimento un gran crecimiento económico y social debido al descubrimiento de yacimientos de gas metano, de manera que alrededor de la ciudad, hacia el Puerto Corsini, se extiende una amplia zona industrial dedicada a la química y la petroquímica.

El centro histórico de Rávena muestra muchos rasgos de su antiguo esplendor gracias a la excelente conservación de sus monumentos paleocristianos y bizantinos, que fueron incluidos en el Patrimonio, de la Humanidad por la UNESCO en 1.996.
                                                                                

Nos trasladamos a pie al primer monumento que íbamos a visitar, ya que estaba cerca del hotel, era el complejo del Mausoleo de Gala Placidia y la iglesia de San Vitale, muy cercano uno de otro, podemos decir que en el arte paleocristiano y bizantino el punto fuerte de la ciudad.
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Empezamos por el Mausoleo de Gala Placidia (386-440), hija del emperador Teodosio y hermana del emperador Honorio, entonces en el poder, que fue, puede decirse, como moneda de cambio y de actividades diplomáticas durante toda su vida. Ella misma, ferviente defensora del cristianismo, decidió levantar el mausoleo, y sin embargo sus restos no reposan en él, y quizás nunca lo hicieron.
                                                                            

Su construcción data de entre los años 425-435. Una de sus características es que no parece un lugar destinado a los difuntos sino a las oraciones por los difuntos; la edificación estaba adosada al nartex de la desaparecida iglesia de la Santa Cruz, que mas tarde se dedico a San Lorenzo, y otra es que los restos que reposan allí fueron colocados mucho tiempo después de su construcción.

Hay que destacar que mas que por su arquitectura es famoso mundialmente por sus preciosos mosaicos de transición entre el arte paleocristiano y bizantino.

El exterior es un edificio de ladrillo y piedra, con cubierta de teja, que resulta encantador, aunque lo mas impactante es el interior cuyo crucero se cierra con un cúpula,


 y con bóvedas de cañón en las naves laterales, todo ello decorado con ricos mosaicos, que representan temas y símbolos cristianos.
                                                                                        
                                                                   

En el interior hay tres sarcófagos, aunque, parece, que debido al mucho tiempo transcurrido y a los avatares de la historia, ninguno es de Gala Placidia. Pasamos un buen rato contemplando este extraordinario monumento, para, a continuación llegarnos a la iglesia de San Vital, otra de las joyas del recinto. 



La iglesia de San Vital, que es basílica desde 1960, es uno de los templos mas importantes del arte bizantino. Construida en 527, su sencillo exterior con factura de ladrillo, se podría decir que no anuncia su magnifico interior, formado por una pieza central rodeada de columnas y coronada por una una cúpula, todo ello revestido de excepcionales  mosaicos.
                                                                            

Por destacar algunos de los mas conocidos, en el ábside, a la izquierda se encuentran el emperador Justiniano I y su séquito,
                                                               

 y a la derecha, su esposa la emperatriz Teodora con su cortejo de matronas y ministros.
                                                                                    

Se desconoce el nombre del arquitecto o arquitectos que diseñaron el templo, respetando muchos de los elementos de la tradición que exigía un rígido protocolo, como la asistencia de las altas jerarquías del poder político  o la separación de sexos, reflejado simbolicamente en los mosaicos, o la existencia de dos puertas de entrada, una para hombres y otra para mujeres.

Aunque la decoración de la iglesia ha sido dañada a través de los siglos,  el presbiterio se conserva intacto                                    
                                 

y todo el templo es de un enorme valor, pues se trata del único edificio bizantino intacto, con el que se puede llegar a imaginar como serían el palacio del emperador  y otras grandes edificaciones de la capital, Constantinopla.

Después de estos extraordinarios monumentos nos dirigimos a otro, singularmente evocador. Se trata del Baptisterio Neoniano, la construcción mas antigua de Ravena, el mejor y mas completo baptisterio de los primeros tiempos del cristianismo, que retiene rasgos del arte greco-romano en la representación humana.

Su construcción data de la regencia de Gala Placidia, tutora de su hijo de corta edad, Valentiniano III (419-455), emperador de Roma, que embelleció la ciudad durante su mandato, concluido por el obispo Neone, de ahí su nombre, a finales del s. V.

Fue construido encima de unas termas romanas y se trata de un edificio de ladrillos de planta octogonal, que simboliza la Resurrección.
                                                                          

 En la cúpula del interior, está representado en magníficos mosaicos el Bautismo de Cristo por San Juan Bautista, orlado seguidamente por los doce apóstoles, y otras representaciones religiosas en las paredes recubiertas de mosaicos igualmente.
                                                    

 La pila bautismal ocupa en centro del baptisterio data de la Edad Media, pero recientes investigaciones arqueológicas han demostrado que la primera pila tenia las mismas dimensiones que la nueva y que contaba con una circulación constante de agua.



Allí nos entretuvimos otro buen rato, para seguir, luego, el recorrido por otro de los monumentos de Ravena, el mausoleo de Teodorico, personaje muy apreciado por mi después de leer Las Sagas islandesas de Teodorico de Verona, anónimo del s. XIII, inspirado en muchas leyendas germánicas, traducida del islandés por nuestro compatriota Mariano González Campo, (Murcia 1.968), licenciado en filología islandesa y residente en ese país, que leí con gran placer.
                    

Situado en las afueras de Rávena, junto a la necrópolis reservada a los godos, que eran arrianos, fue encargado, como su tumba por el rey Teodorico el Grande en 520, poco antes de morir en 526, tomando como modelo el mausoleo de Augusto, en Roma, donde el sarcófago imperial estaba debajo de una cúpula. 

Se encuentra ubicado en un parque de las afueras de la ciudad, espacioso, con grandes parterres de hierba y algunos arboles, que me pareció muy adecuado para el reposo eterno del rey Teodorico.
                                                                      

Se distingue de los otros edificios de Rávena porque no está construido de ladrillo, sino con bloques de piedra de Istria; tiene planta octogonal y está dividido en dos plantas. El piso bajo albergaba funciones religiosas o protocolarias, mientras el piso superior fue utilizado como cripta funeraria, donde, en una tumba circular de pórfido rojo, se supone que debieron descansar los restos mortales de Teodorico. 

La falsa cúpula está construida en mármol de Dalmacia y pesa alrededor de 300 toneladas 


                                                                                 

Dichos restos fueron extraídos durante la dominación bizantina de Ravena, tras el edicto de Justiniano en 561, contra los arrianos.

Hay que recordar que todos los godos y otras muchos pueblos bárbaros eran arrianos, creencia cristiana que fue declarada herejía en el Concilio de Nicea de 325 y ratificada como herejía en el Concilio de Constantinopla de 381; tras el desalojo de los restos del gran rey, el mausoleo de Teodorico se convirtió en una capilla católica.

Después de comer fuimos a visitar el ultimo monumento que íbamos a ver en Ravena; en la ciudad hay otros muchos que ver, pero para una primera visita, era suficiente.

Fue la iglesia de San Apolinar in Classe, llamada así por estar situada en Classe, el puerto histórico de Ravena, de cuyo centro hoy día dista 5k y 8 k del mar.

Fue construida por orden del rey de los ostrogodos, que ya conocemos, Teodorico el Grande, en 505, para el culto arriano y tras la conquista bizantina de Ravena en 540, paso a ser habilitada para el culto católico a mediados del s. VI, consagrada en 547 y dedicada a san Apolinar, ciudadano de Antioquía, que fue enviado según la leyenda por el apóstol Pedro a evangelizar Rávena entre otros lugares, y fue el primer obispo de Rávena y mártir durante el reinado del emperador Vespasiano en el año 70.

Ninguna de las primitivas iglesias cristianas se ha conservado tal como se construyo y esta no es una excepción; sin embargo y a pesar de los añadidos y alteraciones es de las mejor conservadas, y permite hacerse una idea de lo que fueron los edificios religiosos de aquellos tiempos.

Al llegar delante de esta iglesia, de exterior bastante modesto, aunque grande, es difícil imaginar la grandiosidad de su interior, tanto en extensión, ya que es enorme, como en su extraordinaria decoración.


Se trata de un edificio de tres naves, siendo la central mas alta y ancha, con una fachada a dos aguas hecha de ladrillo, en la parte de la izquierda se eleva un campanario circular, también de ladrillo, que data del s. IX.

La gran sorpresa espera en el interior, donde la magnífica nave central termina en un ábside semicircular, cubierto de mosaicos policromados, de distintas épocas, y sostenida por doce columnas enfrentadas que sostienen arcos de mediopunto
                                                   

Lo mas destacado de la basílica es el gran mosaico del ábside, que es de distintas épocas, hay mosaicos del periodo ostrogodo y otros del periodo bizantino. 
                                                     

En cambio no hay mosaicos en las paredes laterales.

Es una iglesia grandiosa que deja el ánimo asombrado ante tanto esplendor, tan antiguo y tan simbólico.

Esta fue la última visita que hicimos en esta ciudad, que tiene otros monumentos, debido a la importancia que tuvo en los s.s. V y VI.

Aunque no la vimos quiero reseñar que en Rávena se encuentra la tumba de Dante Alighieri uno de los escritores italianos mas destacados de la historia, cuya actividad política le llevo al exilio en esta ciudad, en la que falleció en 1.321

Seguidamente abandonamos la ciudad, para ir a nuestra próxima etapa Padua, que quedara para otro capítulo.

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