martes, 31 de julio de 2012

La Rioja. Segundo día. San Millán de la Cogolla



Nuestro segundo día en La Rioja estuvo pasado por agua, lo cual no nos impidio disfrutar de la región. Fuimos a visitar uno de los grandes monumentos de España, San Millán de la Cogolla, en cuyo Monasterio nació la lengua castellana escrita, por primera vez.

Salimos de Santo Domingo de la Calzada y en menos de media hora estábamos en San Millán de la Cogolla; al llegar, ya hizo acto de presencia la lluvia, pero... no importo demasiado pues estuvimos dentro del monasterio un largo rato.

Era a comienzos de la primavera, y todo el campo se encontraba "vestido", con el verde nuevo.


San Millán de la Cogolla, precioso pueblo de algo menos de 300 habitantes, al pie de la Sierra de la Demanda, debe su nombre al anacoreta y santo, Millán, nombre evolucionado desde el latín Emilianus, que vivió por estos pagos casi cien años, entre los s.s. V y VI (474-575) , donde fundo una comunidad monástica mixta, que con el tiempo sería uno de los mayores focos culturales del sur de la Europa medieval.


San Millán fue discípulo de otro santo anacoreta, san Felices y maestro de Santa Potamia, aristócrata que se retiro de la vida mundana, para convertirse, también, en anacoreta.

San Millán fue el patrón de Castilla hasta la unificación de Castilla y León, en que fue sustituido por Santiago, a pesar de lo cual los castellanos siguieron invocándolo como su patrón, para mas tarde en el s. XVII proclamarlo, de nuevo, patrón de Castilla y copatrón de España

Aunque el pueblo no está exactamente en el Camino de Santiago, muchos peregrinos se desplazaban hasta allí, para retomar, después, la ruta jacobea.

Dentro del recinto urbano se encuentra el Monasterio de San Millán, formado por dos sedes, el Monasterio de Suso, o de arriba, en castellano antiguo y el Monasterio de Yuso, o de abajo.

En otra ocasión en la que estuve por allí, hace varias décadas, solo visite el mas antiguo, el Monasterio de Suso, en el que, en su primera fundación habitó san Millán, pero esta vez, solo visite el Monasterio de Yuso, pues para visitar Suso hace falta coger hora, ya que las visitas están restringidas a la capacidad de un pequeño bus, que sale de Yuso, único vehículo de acceso permitido.

Bien, pues la visita a Yuso resulto muy interesante, tanto desde el punto de vista artístico, como cultural.

El Monasterio de San Millán de Yuso fue fundado por el rey García Sánchez III de Navarra, en el año 1.053.

El rey era gran devoto de San Millán y deseaba llevar sus restos mortales, enterrados en Suso, a su recién fundado monasterio de Santa María la Real de Nájera, con gran disgusto de los monjes del Monasterio.

Durante el traslado de los restos en una carreta tirada por bueyes, al llegar al llano, cerca del río, los bueyes se detuvieron y no hubo forma de obligarlos a caminar, hasta que el rey comprendió que aquello era un milagro, debido a la voluntad de san Millán de permanecer en aquellos lugares; fue entonces cuando mando construir el Monasterio de Yuso.

Durante un corto tiempo coexistieron los dos Monasterios, pero a partir del s. XII solo hubo una comundidad monástica benedictina, en Yuso.

Después de diversos avatares y cambios, algunos dramáticos, actualmente lo ocupa una comunidad de monjes Agustinos Recoletos.


Tras la demolición del primitivo monasterio románico del s. XI, se construyó el edificio que vemos hoy día, en el s. XVI, en estilo herreriano


Empezamos la visita por el Salón de los Reyes, que recibe este nombre debido a los cuadros que representan a cuatro de los reyes benefactores del monasterio.

En este salón lucen, en la Escalera Real, los escudos de la Abadía y de Castilla, del s. XVII.

Hay, adosado a la pared, la reproducción del códice Emilianense 60, folio 32, en la que se encuentra la frase mas larga de las Glosas Emilianenses, pequeñas anotaciones al margen de homilías escritas en latín, en diversas formas de romance hispánico, con las que el monje que las hizo pretendía aclarar el significado del texto latino, que ya no entendía la mayor parte de la población, y que probablemente datan del s. XI. Son de enorme importancia filológica, ya que se trata del primer testimonio escrito del romance hispánico, o lengua hablada por el pueblo llano.


Hoy día podemos decir que necesitamos traducción de las glosas en romance, tanto como del latín, pero...es que ha pasado mucho tiempo desde entonces.

Con una guía, que por cierto, era bastante mediocre, empezamos el recorrido por el monasterio.

Entramos en primer lugar en la iglesia, comenzada en 1.504 y acabada treinta y seis años después, de estilo gótico tardío.

La parte delantera desde el coro central, pasando por el presbiterio, hasta el sagrario estaba destinada para el exclusivo uso de los monjes, mientras que el pueblo usaba la parte trasera, desde el trascoro hasta la puerta.


Tiene un retablo del s. XVII, con pinturas de fray Juan de Ricci, que representa, en el centro, a San Millán a caballo, en la batalla de Hacinas, contra los moros.


En el trascoro, zona como he citado, destinada al pueblo, hay una impresionante puerta de separación de la zona de los monjes, de estilo rococó, realizada en 1.767, por Francisco Bisou , decorado con esculturas de los santos que aparecen en el entorno de San Millán, como San Braulio, su biógrafo, san Felices, su maestro, algunos discípulos, etc.


En esta zona hay un magnifico púlpito plateresco del s. XVI, que admiramos detenidamente.


Pasamos, después, a la Sacristía, que es una de las mayor valor artístico de España.

Arquitectonicamente data del s. XVI; en un principio fue Sala Capitular de los monjes, para pasar a usarse como sacristía a finales del s. XVII . También a finales de este siglo se le añaden doce cobres en las cajoneras, hasta llegar mas tarde a veinticuatro.


El retablo barroco, está presidido por una talla de Nuestra Señora Reina de los Ángeles.

Tiene el techo decorado con frescos, del s. XVIII, formando todo un conjunto armónico y bello .


A continuación visitamos la biblioteca del Monasterio, uno de los lugares importantes del mismo, donde tienen una colección de Cantorales del s. XVII, realizados a mano en pergamino. Contienen todos los cantos que la comunidad monástica utiliza a lo largo del año. Es una de las cuatro colecciones completas de cantorales, que hay en Epaña.

Hay, también, en la biblioteca, una excelente colección de facsímiles.

Entre ellos se encuentran el códice 46, que contiene todo el saber de la época, una especie de diccionario enciclopédico, con mas de 20.000 artículos, y el códice 60, en el que están las Glosas Emilianenses, con las primeras frases en romance hispánico, así como una de las obras del primer escritor en castellano, de nombre conocido, Gonzalo de Berceo, que fue educado en el Monasterio de Suso, y mas adelante profeso como monje en el de Yuso.

Todos estos códices, obras y facsímiles se produjeron en el Escritorio de San Millán, fundado y protegido por los reyes de Pamplona, que se distinguió por el número y la calidad de las miniaturas de alguno de sus Beatos, y fue un foco cultural en la Europa altomedieval.

Después de contemplar estas maravillas, vimos el austero claustro procesional, empezado a construir en 1.549, de estilo gótico y renacentista, en la planta baja, y clasicista en el segundo piso.


Nos quedaba, aun, el pequeño museo donde tienen expuestas la dos arquetas con las reliquias de San Millán y San Felices.

Entre los años 1.067 y 1.081 el abad Dom Blas encargo realizar un arca lo mas rica posible, para guardar las reliquias de San Millán. Para el interior se emplearon las mas finas telas, mientras el exterior del arca de madera era recubierto con laminas de oro, plata, piedras preciosas y tarjetas de marfil tallado, tanto en el arca relicario de San Millán como en la destinada a las reliquias de San Felices, siendo en total veinticuatro marfiles, 11 en cada arca y uno en el frontispicio de cada una.

Así permanecieron en el monasterio hasta 1.809, en que durante la invasión francesa, los soldados de Napoleón, arrancaron las placas de oro y piedras preciosas, así como los marfiles, con el consiguiente destrozo, igual a los desastres de todo tipo, tanto arquitectónicos, como artísticos que se produjeron en otros muchos lugares de España, durante este terrible episodio de invasión del país.

En el año 1.944 se hizo una reconstrucción de las arcas, con los marfiles recuperados en diferentes lugares del mundo, que son quince de los veinticuatro originales, y que podemos ver hoy día, en el pequeño museo.

Aquí acababa la visita guiada. Salimos por la magnifica puerta renacentista., sobre la cual se halla el relieve de San Millán a caballo, y que tiene en ángulo la iglesia del monasterio, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción.

Es interesante conocer que en el año 1.977 se celebro en el Salón de la Lengua, inaugurado en el Monasterio, el Milenario de la Lengua Española, con una serie de actos oficiales y conferencias. El Salón de la Lengua está decorado con los escudos y banderas de los países hispánicos y de Filipinas, además de un busto de Gonzalo de Berceo, primer escritor de nombre conocido del castellano.

El Monasterio de San Millán de la Cogolla es considerado la cuna del español, debido al monje del s. XI que escribió las Glosas Emilianenses, primer escrito en romance hispánico.

En el año 1.997 los Monasterios de Suso y Yuso fueron declarados Patrimonio de la Humanidad.

En él se desarrollan congresos y conferencias dedicadas a estudios lingüísticos, apoyados por diversas fundaciones, asociaciones y centros de investigación.

Cuando salimos había dejado de llover y lucia un tímido sol. Todavía había nieve en lo alto de las cumbres y el paisaje era magnifico.


Seguimos nuestra ruta camino de Nájera.

Entre San Millán y Nájera se encuentra el Monasterio de Cañas, pero llegamos cuando estaban cerrando y decidimos dejarlo para otra ocasión, ya que bien merece una visita.

Dejare Nájera para la siguiente entrada, pues también hay mucho que decir y comentar sobre esta ciudad.

sábado, 7 de julio de 2012

Quiche de calabacín



Una sabrosa tarta de hortalizas con mucho ajo

Ingredientes para un molde de 28 cm


Para la masa:

200 g de harina
1 pizca de sal
100 g de mantrequilla fría
75 ml de agua

Para el relleno

600 g de calbacines
4 dientes de ajo
5 cucharadas de aceite de aliva
sal
4 huevos
10 g de queso emmental recien rallado
2 cucharadas de cebollino
1 cucharada sopera colmada de harina
1/4 l de leche

Para el molde
un poco de mantequilla

Elaboración

Preparar con la harina, la sal, la mantequilla y el agua una masa quebrada, para lo cual

Extender la harina sobre la superficie de trabajo.

Espolvorear la sal por encima.

Cortar la mantequilla en pedacitos y extender por encima.

Picar todos los ingredientes con un cuchillo o una espatula, mezclarlos y amasarlos con las manos.

Hacer un hueco en el centro de la masa, verter el agua en él y amasarla rapidamente.

Formar una bola con la masa, envolverla en papel transparente y dejarla reposar 2 horas, por lo menos, en la nevera.

Pasado el reposo extender la masa en una superficie enharinada hasta formar un circulo de unos 32 cm.

Engrasar el molde con un poxo de mantequilla.

Cubrir el fondo y los bordes con la masa. La masa no se parte tan facilmente si se la enrrolla sobre el rodillo de amasar y se la transporta así al molde.

Apretar el borde de la masa y recortarlo alrededor.

Cubrir la masa con un paño de cocina y dejarla reposar reposar otras 2 horas mas en la nevera.

Pinchar el fondo de la quiche repetidamente con un tenedor.

Repartir el relleno por encima, alisarlo y verter encima la leche batida con los huevos.

Un vez cocida, cubrir la quiche algo enfríada con una tapa grande o una tabla, darle la vuelta, colocar encima la fuente donde se va a servir, y darle la vuelta de nuevo.

Calentar el horno a 250ºC

Lavar los calabacines.
Cortarles los extremos y luego cortarlos en dados de unos 3 cm.

Pelar los diente de ajo y cortarlos en laminas.
Calentar el aceite y rehogar losajos.

Añadir el calabacín y freirlo a fuego fuerte, removiendo durante 2 minutos.

Sazxonarlo con sal.

Pinchar varias veces el fondo de la tarta con un tenedor.

Separar la clara de yemo de 1 huevo.

Unar el fondo de la tartas con un poco de clara.

Extender el calabacín por encima.

Espolvorear el queso rallado con el cebollino, finamente picado.

Diluir la harina con un poco de leche.

Batir la clara sobrante con la yema separada y los otros huevos,asií como lla harina disuelta.

Verter la mezcla sobre el calabacín.

Cocer la quiche 25-30 minutos, si la superficie se dora demasiado deprisa, cubrir con papel de alimunio.

domingo, 1 de julio de 2012

Tres días en la Rioja. Primer día. Llegada a Santo Domingo de la Calzada

El pasado mes de abril pase tres días en la Rioja, acompañada por toda mi familia. Celebrábamos mi aniversario y me pareció una fecha adecuada para esta reunión en tal lugar, ya que mi existencia empezó en esas tierras, aunque viví fuera de ella toda mi vida, menos mi primer año, y luego, la he visitado poco.

Por tanto era un bonito momento para volver, disfrutar de este magnifico entorno, y hacerlo conocer a los demás miembros de la familia, catorce en total, entre marido, hijos y nietos.

Así que el día de Jueves Santo de la pasada Semana Santa, emprendimos el viaje, unos desde un lugar y otros desde otro, para reunirnos en Santo Domingo de la Calzada, donde pasamos esos tres días alojados en el parador de Turismo, que, como todos los hoteles de la cadena, es un excelente hotel, en este caso en un escenario histórico, ya que ocupa el lugar del antiguo hospital de peregrinos, del s. XII, fundado por el propio Santo Domingo, convenientemente adaptado a su actual función, en pleno casco antiguo.

Santo Domingo de la Calzada es una pequeña población, al pie de la Sierra de la Demanda, de esta privilegiada Rioja, a orillas del río Oja, de cerca de 7.000 habitantes.

Veamos un poco de La Rioja, que perteneció a la provincia romana Tarraconense, paso luego a poder de los vándalos y mas tarde de los visigodos, para después ser invadida, como el resto de la Península Ibérica, por los musulmanes, que permanecieron en ella mas de 200 años, hasta la reconquista cristiana de la Alta Rioja en 923, por Ordoño II, rey de León y su aliado Sancho Garcés, rey de Pamplona.

Desde ese momento se promueve la repoblación de estos territorios, para lo cual es muy importante el papel del Camino de Santigo.

La afluencia de peregrinos desde las primeras noticias sobre la aparición de la tumba del Apóstol Santiago, en Galicia, va aumentando. Desde el s. XI peregrinos de toda Europa acuden a Santiago de Compostela para ganar el jubileo, atravesando grandes montañas, como los Pirineos, los Montes de Oca, los Montes de León etc., y ríos de corrientes peligrosas, y necesitan lugares donde descansar y reponer fuerzas.

Por eso la Iglesia, los nobles y los reyes van a mejorar los caminos, construir puentes, y disponer hostales y hospederías en los puntos estratégicos, creando poblaciones, donde antes no había, para acoger a los peregrinos.

El comercio, poco desarrollado hasta el s. XI, aumenta con este trasiego de gentes, estableciéndose mercados en muchos de los pueblos por donde pasa el Camino.

Aunque los peregrinos reciben el nombre de francos, proceden, en realidad, de toda Europa; vienen no solo de Francia sino que hay lombardos, alemanes, flamencos, provenzales, etc, etc.

En este ambiente surge Santo Domingo de la Calzada, fundada por el antiguo ermitaño y clérigo Domingo García, gran colonizador de la zona, en la cual roturo campos, talo bosques, y construyo una calzada, alternativa de la calzada romana, para facilitar el camino a los peregrinos.

El rey Alfonso VI concede a Domingo, en 1.112, terrenos para edificar una iglesia y un burgo. A partir de entonces se desarrolla una población alrededor de dicha iglesia y del hospital creado por Domingo. Donaciones particulares, y mas tarde los fueros concedidos por Alfonso VIII, en el s. XII potencian el crecimiento del burgo.

Este crecimiento tiene su apogeo en el s. XVI, para caer en decadencia en el siglo siguiente y ver de nuevo el florecimiento del pueblo en el s. XVIII, en el que se produce un desarrollo urbanístico con la remodelación de la Plaza Mayor, los nuevos paseos del Espolón y la Carrera y la edificación de la Torre Exenta, torre de la catedral no adosada a ella, la mas alta de La Rioja.

En el s. XIX con la creación de la provincia de La Rioja, pasa a ser cabecera de la comarca y partido judicial, convirtiéndose en el centro de servicios de la zona.

En 1.973 su casco antiguo es declarado Conjunto de Interés Histórico-Artístico.

Pues en este entrañable lugar tomamos posesión de nuestras habitaciones y después salimos a dar una vuelta, cuando ya caía la tarde.

Nos encontramos, en una plaza a la que se llega por la Calle Mayor, un mercadillo o feria de alimentación que produjo gran interés. Muchas de las delicias riojanas estaban allí concentradas y fueron adquiridas por algunos miembros de la familia.

El casco antiguo está lleno de casonas, y tiene gran sabor.

Ya habíamos hecho nuestra primera aproximación a La Rioja, que iba a proseguir los tres días siguientes, en los que tendríamos ocasión de conocer la Catedral y otros puntos de interés en Santo Domingo y otros lugares de la región.