domingo, 26 de junio de 2011

Werther en el Teatro Real de Madrid

El pasado día 30 de marzo, tuve mi segunda función del mini abono, cuatro funciones, en el Teatro Real de Madrid.

Iba con expectación, ya que hacia meses que había asistido a la primera ópera: Ascensión y caída de la ciudad de Mahagonny, ya en lo que podemos llamar "era Mortier".

La ópera a ver y escuchar ese día era Werther .

Wherter es una ópera en cuatro actos del compositor francés Jules Massenet (1.842-1912), con libreto de E. Blau, P. Millet y G. Hartmann, basado en la novela epistolar "Los sufrimientos del joven Werther", de J.W.Goethe, estrenada en la Opera de Viena en 1.892, en versión alemana y un año después, en 1.893 en la Ópera Cómica de París, en la versión francesa.

Goethe escribió esta novela epistolar en 1.774, cuando contaba con 24 años. Aunque Europa se encontraba, desde el punto de vista artístico y literario en pleno clasicismo, la obra es prerromántica; inaugura, por decirlo así, el movimiento Romántico, que prendió con fuerza en el s. XIX.

El argumento tiene tintes autobiográficos: la pasión que despertó en el autor la joven Charlotte, prometida, cuando la conoce Goethe, a uno de sus amigos, y el sufrimiento que le produjo esta pasión no correspondida.

El trágico desenlace fue inspirado por el suicidio de otro de sus amigos, un pintor taciturno, amigo también del marido de Charlotte.

La novela epistolar fue una forma muy apreciada en el s. XVIII, que se puede llamar el siglo de las cartas, ya que se escribían entre diferentes personajes de la sociedad, tanto literarios, como políticos, músicos, aristócratas... largas epístolas, durante años.

Desde su publicación tuvo un éxito fulgurante, influyendo en la manera de sentir y e incluso de vestir, descrita en la novela, de muchos jóvenes, que se vieron fascinados por el amor a la manera romántica. Incluso se creo una leyenda, con pocas evidencias, de unos cuantos suicidios inspirados por la novela.

Para el lector de hoy día resulta difícil imaginar tal éxito. A la novela le pesa el paso del tiempo, y la sensibilidad y forma de entender la relación amorosa, actualmente, está lejos de los excesos románticos, que rozan la cursilería y el folletín.

Sin embargo, mas de un siglo después, mientras el Romanticismo agonizaba, el compositor Massenet, inducido por su editor Hartmann, que lo llevo a visitar el pueblo alemán de Wetzler, donde se suponía que se había desarrollado la pasión de Werther, se vio fascinado por el argumento y trabajó en la composición de la opera; él mismo declaró

"En Werther coloque toda mi alma".

El compositor triunfo al captar la esencia de esta obra maestra de la literatura alemana, en una ópera francesa. Una hazaña excepcional.

En cuanto al libreto tiene diferencias relevantes con la novela de Goethe, donde el personaje de Charlotte está menos definido.

P.e., no está claro si ella también ama a Werther, mientras en la ópera, Charlotte sufre tanto como Werther.

En la novela Werther muere solo, mientras la ópera contiene un acto completo en el que los amantes se declaran su amor, mientras Werther se muere.

Y así algunas diferencias mas, como la introducción del personaje de Sophie, la hermana menor de Charlotte, prendada también del joven poeta Werther.

Es un argumento muy personalista con poca influencia del exterior; un drama íntimo que se desenvuelve, casi, en los limites domésticos.

El compositor era gran admirador de Wagner, y de Gounod del cual era, en cierto modo continuador, y sabía escribir bellas melodías. A Werther (y sobre todo a Massenet) le debemos algunas de las mas bellas arias de toda la historia de la opera.

Bien, pues la función que me correspondía en el abono era el día 30 de marzo pasado, y el elenco de cantantes, el que se llama segundo reparto.

Hubiera preferido oír a José Bros, del cual he escuchado ya varias óperas, pero no pudo ser; nos toco, en el papel de Werther, el también destacado tenor lírico italiano Giuseppe Filianoti, y en el de Charlotte, la mezzosoprano italiana Sonia Gannasi.

Filianoti tiene bonita voz, pero no es del todo adecuada para el papel, que necesita una voz menos fina, y quedo tapado por la orquesta, en ocasiones. A Sonia Ganassi le paso lo mismo. Hasta la segunda parte no encontraron el canto adecuado, ya que la función fue de menos a mas.

No me gusto la soprano en su actuación, demasiado hierática; parecía que le costaba moverse; se desplazaba como si fuera un bloque pétreo. Ya sé que representa a una señora burguesa dispuesta a cumplir con su deber, pero un tanto plúmbea si que resultaba.

La dirección de escena corrió a cargo del alemán Willy Decker, que escogió una presentación minimalista de la obra, a base de ángulos rectos y diagonales, contraste de luces y sombras, muy fría y poco acorde con los sentimientos desbordados y románticos del argumento.

En cuanto a la dirección de la orquesta, que ahora cambia a cada nuevo montaje, pues no hay titular de la ópera, de que añorar al maestro J.López Cobos, corrió a cargo del director francés Emmanuel Villaume, que no logro adecuarse debidamente a los cantantes, en todo momento.

En resumen, bonita ópera este Werther de Massenet, no del todo perfecta, pero aceptable.

martes, 21 de junio de 2011

Espaguetis a la carbonara

Pasta al "estilo carbonara", con tocino, huevos y queso.

Plato muy apreciado por niños y adultos, que puede servir de primer plato o de plato principal, acompañado de una ensalada.

Ingredientes

  • 400 g de espaguetis
  • 100 g de tocino ahumado
  • 50 g de queso, parmesano, o cualquier otro queso duro
  • 2 dientes de ajo
  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • 3 huevos
  • 4 cucharadas de nata
  • 1 cucharadita de sal
  • Pimienta blanca recién molida

  • 1  l de agua para cocer la pasta
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 1 cucharadita de aceite

Elaboración

Hervir el agua con la sal y el aceite; dejar cocer los espaguetis al dente, según los minutos señalados en el paquete.

Cortar el tocino ahumado en trocitos (se puede usar el que ya vine cortado en cajita).

Rallar el queso.

Pelar los ajos y cortarlos por la mitad a lo largo y luego a lo ancho.

Freír los ajos en el aceite de oliva; dejarlos hasta que están dorados, y sacarlos luego con la ayuda de un tenedor.

Freír en el mismo aceite el tocino ahumado.

Batir a mano, o en la batidora los huevos, la nata, el queso, sal y pimienta.

En la olla donde hemos frito el tocino, incorporar los espaguetis escurridos,

y a continuación el batido que hemos hecho.

Poner de nuevo al fuego suave para calentarlos, si hiciera falta.

Sencillo y rico.

jueves, 16 de junio de 2011

Ecuador.Capítulo XVII. De Guayaquil a Oviedo

El viaje tocaba a su fin.

Era nuestro último día en Guayaquil y en Ecuador, ya que por la noche cogíamos el avión de vuelta a España y a Oviedo.

Había que aprovechar el día.

De las diversas fundaciones de Guayaquil, la que mas se resalta, hoy día, es la Francisco de Orellana, a la cual rinde honores la ciudad, con un monumento cercano al Cerro Santa Ana

También la Casa de la Moneda, en España, ha querido rendir homenaje a los exploradores, conquistadores y fundadores españoles en América, como Francisco de Orellana, con esta vistosa moneda.

Como he contado en el otro capítulo dedicado a Guayaquil, la tarde anterior habíamos aprovechado para conocer algunos de los mas interesantes lugares de la ciudad; ahora íbamos a recorrerlos de nuevo, y a conocer algunos otros, dirigidos por un guía local, F. y en un bus, con parada en los sitios interesantes, lo cual resulto muy cómodo

Avanzamos, pues, por la conocida Avenida 9 de Octubre; mientras circulábamos, lentamente, alrededor del Parque Centenario, contemplando la columna de mas de 10 m de fuste y las estatuas mitológicas que guardan las cuatro esquinas de la plaza, íbamos recibiendo información, prescindible, por poco interesante, sobre su significado.

Me gustaron mas los fantásticos ejemplares de arboles tropicales que hay en la plaza.

Nos dirigimos, seguidamente a visitar la Catedral Metropolitana, dedicada a San Pedro, situada en el centro de la ciudad.

Aunque el establecimiento de la iglesia matriz es muy antiguo, estuvo en el Cerro Santa Ana, desde la definitiva fundación de la ciudad en 1.547, después del pavoroso incendio de 1.692, se traslado su sede a la ciudad nueva, manteniendo esta ubicación por 300 años, pero no su arquitectura, que ha variado totalmente.

La actual catedral data de 1.948; es de estilo neogótico, con tres naves que se alzan sobre pilares que se cruzan en lo alto de las bóvedas, formado ojivas. Tiene espaciosos ventanales con vidrieras, y un altar de mármol.

Me llamo la atención ver, en la pared lateral derecha del templo, un altar dedicado a uno de nuestros recientes santos: Monseñor José Mª Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.

Bien es verdad que sabía que esta Orden tiene muchos seguidores en el mundo, no solo en España, pero me sorprendió encontrarlo en la Catedral de Guayaquil, y en lugar tan destacado.

En la otra pared lateral, el altar está dedicado a una venerada santa ecuatoriana.

Después de recorrer despacio este gran templo, salimos al jardín de enfrente llamado Parque Seminario o Parque de las Iguanas.

En él conviven la estatua ecuestre de Simón Bolívar, un precioso quiosco de música, en hierro forjado,

y un considerable número de iguanas, que tienen el suelo y los arboles por su casa.

Resulta muy curioso verlas caminar lentamente, subirse a los arboles, donde sestean y comparten la ubicación con las aves, y con gran cantidad de gente que ocupa la plaza, sin ningún problema. Exótico espectáculo para nosotros.

Tan entretenidos estábamos, primero en la catedral y después en el parque, que solo nos dimos cuenta de que faltaba una de nuestras compañeras, cuando íbamos a subir al bus. El desconcierto se extendió entre nosotros, ¿Donde está L.? nos preguntábamos.

Después de recorrer la plaza y hacer cábalas durante un interminable rato, a alguien se le ocurrió que la desaparecida se hubiera extraviado en la iglesia y sin vernos, ni buscarnos, hubiera vuelto al hotel.

Eso era, precisamente, lo que había ocurrido. En algún momento L. se había separado del grupo, y sin vernos, ni buscarnos, había procedido de manera drástica a coger un taxi y volver al hotel. Y nos había dado un susto, si señor.

Pequeño incidente de una hora mas o menos que fue solventado por uno de los guías, yendo al hotel por ella.

Continuamos la visita en el Malecón Simón Bolívar o Malecón 2000, que ya conocíamos del día anterior.

En el Hemiciclo de la Rotonda, recuerdo en mármol y bronce de la misteriosa "Entrevista de Guayaquil", entre José de San Martín y Simón Bolívar, de la cual no salio ningún acuerdo, ni una gran federación de toda la parte que había administrado España durante 300 años, como deseaba este último, pero que sin embargo es conmemorada tan vistosamente, empezamos la detallada visita.

El monumento fue encargado al escultor español José Antonio Homs en 1.935, a quien se había encargado, también, unos años antes, las esculturas del pórtico norte del Parque Centenario

Desde allí se tiene una magnifica vista del recuperado río Guayas, en cuanto a limpieza de sus margenes, que frecuentan las aves y supongo que también los peces.

Recorrimos, a continuación el Malecón, mas detenidamente que la tarde anterior.

El Malecón es un pilar histórico de la ciudad, que se expandió desde él, y en sus comienzos tuvo un importante desarrollo; después del traslado del puerto de Guayaquil a su nueva ubicación mas al sur, toda la zona portuaria fue abandonada y sufrió una intensa degradación, con aumento de la marginalidad y la delincuencia. Desde el año 1.999 se han emprendido grandes obras, que han transformado toda la zona y han convertido a Guayaquil en una de las mas bonitas y prosperas ciudades del país.

Vimos las posibilidades de entretenimiento de que disponen en ese espacio, dividido en diferentes secciones, pintadas con colores distintos, parques infantiles, restaurantes y cafeterías, terrazas con vistas al gran río, museos; varios clubs, un jardín botánico con especies autóctonas.

Precisamente en lo que mas nos detuvimos fue en el jardín de plantas.

Hay en él una buena representación de flores y plantas endémicas del país; nos gusto ver algunos ejemplares de ceibo, uno de los arboles mas representativos de la flora tropical de la costa del Pacífico y de Guayaquil y su comarca.

Es el que está a la izquierda en la foto. El detalle del tronco es para que se vea que esta cubierto con las espinas protectoras.

El ceibo es un árbol del bosque seco tropical. Llega a ser gigantesco, ayuda con sus enormes y fuertes raíces tablares a fijar el suelo, a estabilizar y controlar la erosión de la tierra. Puede almacenar agua en su tronco, en época de lluvias y filtrarla al suelo en etapa de sequía.

Su proceso de crecimiento puede durar hasta 100 años; para protegerse durante su, digamos época juvenil, que puede durar un cuarto de los 150 años de vida que suele tener, su tronco esta enteramente recubierto de espinas cónicas, fuertes y gruesas.

Después de protegerse de esta forma, acaba ensanchando mucho el tronco, que puede llegar a convertirse, años después, en madriguera de diferentes mamíferos.

El ceibo del jardín del Malecón era todavía muy joven; su tronco era bastante delgado y completamente cubierto de espinas.

Hay en el jardín muchas flores que le dan gran colorido

En la acera enfrente del malecón, en la zona llamada Rocafuerte, se alinean los edificios institucionales de Guayaquil, hoy día restaurados, y majestuosos: el Palacio Municipal y el Palacio de la Gobernación.

El Palacio Municipal o Cabildo de Guayaquil, es la sede de la Municipalidad y del Alcalde de Guayaquil. Está edificado sobre la antigua Casa Consistorial o Cabildo Colonial, que fue demolido en 1.908, durante la epidemia de peste bubónica que asolo la ciudad.

El edificio actual, inaugurado en 1.929 es de estilo ecléctico, con reminiscencias renacentistas, góticas y clásicas.

El Palacio de la Gobernación que está en la siguiente manzana, fue también encargado y proyectado en los mismos años que el Palacio Municipal; es formalmente diferente, tiene mas aspecto neorenacentista, pero muy parecido en cuanto a volumen.

Está fragmentado en su interior por una gran galería cubierta por una estructura de hierro y cristal.

En la misma calle se eleva el monumento al mariscal Sucre, que tanto intervino en la Independencia de Guayaquil.

Al final del malecón se llega al solar fundacional de Guayaquil, el Cerro Santa Ana, llamado antes Cerrito Verde.

En la actualidad el Cerro es un punto turístico de la ciudad. En el recorrido de 310 m, con 456 escalones, que llevan hasta la cima, se encuentran restaurantes, cafeterías, tiendas de artesanía, galerías de arte, toda una oferta, junto a las restauradas fachadas de las casas de sus habitantes.

Estos escalones y la fantástica vista de Guayaquil, ya lo habíamos hecho la tarde anterior; ahora subimos a una altura media, desde donde ya hay una buena vista de la ciudad, para bajar seguidamente y recorrer el Barrio Las Peñas, que esta en la base del Cerro Santa Ana.

El Barrio Las Peñas es el mas antiguo de la ciudad; esto no quiere decir muy, muy antiguo, pues como ya he relatado, Guayaquil ha tenido, tanto pavorosos incendios, que la dejaron practicamente en cenizas, como epidemias y pestes, que necesitaron de traslados y movimientos diversos.

Así que las casas de este barrio datan de poco mas de cien años. Sin embargo, sus caracteristicas formales y estructurales son muy parecidas a las mansiones de los s.s. XVIII y XIX.

Hasta hace algún tiempo era un barrio abandonado, solo quedaban en él algunos artistas; pero en los últimos años ha sido rescatado, para convertirse en uno de los mas interesantes núcleos turísticos de la ciudad.

Aquí vivieron personajes ilustres de la historia del país y de la ciudad, como los presidentes de la República: Robles, Tamayo, Arosamena, Baquerizo Moreno, Eloy Alfaro..., escritores, músicos, pintores, etc. También fue cuna de industriales, marineros y un largo etc. de gentes de la ciudad.

Al pie del cerro está el pequeño bastión llamado La Planchada, donde vivió el poeta ecuatoriano Numa Pompilio Llona, que da nombre a una de las calles mas típicas.

Las casas restauradas, hoy día, son muy atractivas y bonitas y conforman, con su unidad, un lugar soberbio, por el hicimos un paseo encantador.

Habíamos acabado la visita a lo mas interesante de la ciudad. Habíamos percibido su animación y actividad, comprobando su vitalidad, que hace de Guayaquil una ciudad hermosa y potente.

Todavía hicimos una visita, esta vez desde el autobús, a la zona moderna, el barrio residencial de Samborodón, cercano al Estero Salado, de gran expansión.

A lo lejos se veían los enormes puentes que salvan la unión de los ríos Babahoyo y Daule, que se funden para crear el Guayas.

Volvimos al hotel pasando al lado del Cementerio de Guayaquil, conocido también como la Ciudad Blanca, declarado Patrimonio Cultural Nacional en 2.003.

Su perímetro, al lado del Cerro del Carmen tiene forma de trapecio. Fue inaugurado en 1.843, y es considerado como uno de los mejores de América Latina, en su genero.

Es un legado cultural que posee estatuas y relieves realizados por artesanos locales y extranjeros. En conjunto es como una ciudad, con calles, avenidas, caminos, escaleras y con un gran muro, que lo aisla del bullicio ciudadano

Fue ese muro y algunos mausoleos que sobresalían por encima de él, lo que pudimos ver desde el bus.

Pasamos algunas horas en el hotel, preparando la marcha, disfrutando de la tranquilidad y buen servicio del bar, donde tomamos unos bocadillos.

Por último nos trasladamos al aeropuerto. Aquí tuve ocasión de comprobar cuanto incomodan los terroristas en el mundo, pues después de algunas amenazas de bomba del género, y tras facturar el equipaje, tuve que ir a un enorme angar, donde la policía revisaba algunas maletas elegidas al azar, entre las cuales toco la mía.

Después de un examen minucioso del equipaje, pude embarcar sin mas contrariedades.

El viaje a Ecuador había concluido. De un país, casi desconocido para mi, había resultado un maravilloso viaje, que he tratado de describir en estos capítulos, para mis recuerdoss y para el que pueda interesarle.

Espero que os haya gustado.

Hasta el próximo, gracias por la atención que me habéis prestado.

sábado, 11 de junio de 2011

Bizcocho de claras de huevo

Este bizcocho está muy bien para aprovechar las claras de huevo que van quedando de otros postres o guisos; se pueden adaptar las cantidades según el número de claras, que tengamos. Veamos la receta

Ingredientes

  • 6 claras de huevo
  • 200 g de azúcar
  • 150 de maizena
  • 100 g de mantequilla
  • 1 pellizco de vainilla en polvo
  • mantequilla para untar el molde
Elaboración

Montar las claras muy firmes, con una pizca de sal.

Añadir la maizena y el azúcar, alternando una cucharada de cada una.

Agregar la mantequilla reblandecida.

Untar el molde con mantequilla, con la ayuda de un pincel, si se tiene

Espolvorear de harina, sacudiendo el sobrante.

Verter la masa dentro del molde.

Hornear a 150ºC, con el horno previamente calentado durante 5 minutos, otros 50 minutos.

Sacar del horno.

Cuando este templado colocar encima de una rejilla para que se acabe de enfriar.


Esta muy rico, solo o

con un cafecito

lunes, 6 de junio de 2011

Capítulo XVI. Ecuador. De las Islas Galápagos a Guayaquil

Había llegado la despedida de las islas Galápagos. Dejábamos las tortugas, y demás reptiles autóctonos, los manglares, los piqueros, los volcanes, etc... y la garua, constante en las alturas de la isla Santa Cruz, para volver al continente.

Bonita experiencia, muy interesante, pero que como ya he comentado hubiera preferido conocer con un crucero entre islas.

Desayunamos malamente, no había café preparado, no había tostadas ... en el hotel ya nos daban por amortizados; después de nuestra marcha no quedaban mas clientes. Supongo que el personal contratado para nuestra estancia volvería a otras ocupaciones, concretamente el chef, nos había dicho la noche anterior que volvía a Quito al día siguiente.

En el minibus recorrimos una carretera en linea recta, que va a la isla de Baltra, donde esta el aeropuerto, al cual llegamos en una lancha que atravesó el estrecho canal que separa las dos islas.

Echamos una ultima ojeada al paisaje, iluminado por un esplendido sol, esa mañana.

Después de cerca de dos horas llegamos a Guayaquil, y fuimos conducidos al mismo hotel donde ya habíamos pernoctado una noche, y donde nos habían guardado el equipaje que no queríamos llevar hasta las islas, el Hotel Oro Verde.

Desde la habitación teníamos, no diría yo preciosas vistas, pero sí panorámicas de la ciudad, para ir haciéndonos una idea

Así que con toda la tarde libre y provistos de buen calzado y ropa veraniega, en Guayaquil por fin hacia un tiempo cálido y agradable, salimos a conocer la ciudad.

Guayaquil es la ciudad, de las conocí que en Ecuador, con un aspecto urbano mas europeo, a mi parecer. Quizás, para afinar esta afirmación, haya que remontarse a los años cincuenta, o sesenta en Europa, y mas concretamente en España.

En Guayaquil hay, además de su excelente clima, anchas calles, bonitas plazas, impactantes monumentos, barrios pintorescos y remozados, la avenida del malecón arreglada con muchos modernos elementos lúdicos y culturales, en suma una ciudad muy bonita y seguramente muy agradable para vivir.

Guayaquil, capital de la provincia y del cantón de Guayas, es la ciudad mas grande y poblada de Ecuador, con mas de 3.000.000 de habitantes y un importante centro comercial, financiero, cultural y de ocio de la República.

Su situación geográfica es privilegiada; se encuentra a orillas del río Guayas, a unos 20 km de su desembocadura en el Océano Pacífico, en el este, mientras está rodeada por el Estero Salado en el Suroeste y por la cordillera Chongon- Calonche en el Noroeste.

Varias culturas se desarrollaron en la llanura interior y en las margenes del río, de forma independiente unas de otras, antes de la llegada de los españoles, entre las cuales la huancavila fue la mas extendida.

Deseando Francisco Pizarro extender las conquistas de los españoles, ordeno la fundación de Guayaquil en el año 1.534; pero, la fundación fue un proceso largo, dirigido por diversos conquistadores, el primero de los cuales fue Sebastian de Belalcazar, seguido de Hernando Zaera, Francisco de Orellana, Diego de Urbina, siendo los sucesivos asentamientos destruidos por los indígenas, al encontrarla con poca defensa y poca población, en sus diferentes ubicaciones, ligeramente diferentes.

Finalmente la fundación definitiva de Santiago de Guayaquil se efectuó el 25 de julio de 1.547.

Pronto se convirtió en un importante centro comercial. Por la abundancia de madera y de mano de obra y por la situación de su puerto llego a ser uno de los mas importantes astilleros de América, en el s. XVII.

Tuvo que soportar diversos ataques piratas. En 1.587 el corsario, pirata protegido por el rey de Inglaterra, Thomas Cavendish, ataco la ciudad, y lo mismo hizo en 1.624 el corsario francés, pirata protegido por el rey de Francia, Jacques L´Heremite Clerck. Los ataques se fueron sucediendo hasta 1.687, en que la ciudad fue incendiada, saqueada y parcialmente destruida.

A partir de esta fecha se tomaron mas medidas de protección; se construyeron fortines, se separo la ciudad vieja de la ciudad nueva, y se aumento el ejercito.

Durante el periodo de la consolidación de la independencia de la metropoli, uno de los acontecimientos mas sobresalientes fue la llamada Entrevista de Guayaquil entre José de San Martín y Simón Bolívar, dos de los militares criollos que llevaron a cabo el movimiento independentista.

Nadie sabe que ocurrió durante la entrevista. La idea de Bolívar era fundar una gran república, la Gran Colombia, que comprendiera la parte que había administrado España en el sur del continente, durante casi 300 años. Pero no hubo ningún acuerdo, San Martín regreso a Argentina, y posteriormente se traslado a Europa, donde murió, mientras que Bolívar prosiguió con sus planes sobre la Gran Colombia, que comprendia también Guayaquil.

Posteriormente Ecuador se segrego de este proyecto.

A pesar de los pobres o nulos resultados, de este encuentro, en Guayaquil hay un monumento muy destacado en su recuerdo.

Después de la independencia, en 1.822, el resto del siglo XIX fue muy agitado, como en todo Ecuador, estableciéndose en Guayaquil diversos gobiernos, principalmente de corte liberal, que dieron un cierto auge a la ciudad, a pesar de las catástrofes de la época como el Gran Incendio de 1.896, que destruyo parcticamente la ciudad y la terrible epidemia de fiebre amarilla.

Actualmente, el alcalde de la ciudad, el socilacristiano Jaime Nebot, y el Presidente de la República, Rafael Correa, de corte izquierdista y chavista están enfrentados, ganando las elecciones cada uno en su zona, la de Nebot, la rica y pujante Guayaquil y Correa en el conjunto de la República.En 1.992 la municipalidad de Guayaquil emprendió una regeneración de la ciudad.

En los años 60 se trasladó el puerto de Guayaquil a una nueva ubicación en el sur de la ciudad.
La falta de planificación urbanística, en los espacios liberados por este proceso, en el malecón y el centro, produjo la degradación del mismo, que fue abandonado por sus residentes, limitandose la actividad al comercio y a las oficinas.

En los años 90 era evidente el deterioro urbano en las instalaciones públicas y privadas, mientras el espacio era ocupado por la marginalidad, tanto en el comercio como en los individuos, y la delincuencia, que allí se habían instalado.

Fue en 1.992 cuando el alcalde Febres Cordero, que anteriormente había sido presidente de la República, emprendió la regeneración de toda la zona, con importantes iniciativas de carácter urbano, administrativo y social, seguidas, mas tarde, por el actual alcalde, Jaime Nebot, que han cambiado la ciudad completamente.

En el año 2.004 esta gestión fue reconocida internacionalmente por el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (UNDP), como un ejemplo de buena práctica para la erradicación de la pobreza y para la promoción del desarrollo.

Ha sido el programa Malecón 2000 el catalizador de la transformación urbana y social de Guayaquil.

Se han recuperado el borde fluvial del río Guayas, el histórico Cerro de Santa Ana, donde comenzó la ciudad, el malecón del Estero del Salado, la Avenida 9 de octubre, que enlaza ambos malecones; un gran proyecto que continua con sus numerosas obras, cuando visitamos la ciudad. Oímos comentar en varios lugares del país, la transformación radical que se ha producido en la ciudad, que ha incrementado su riqueza, en muchos campos, entre otros el turístico.

Al salir del hotel, elegimos en primer lugar, tirar a mano izquierda hacia el Estero del Salado.

Como ya he dicho, la ciudad ofrece un estupendo aspecto, y el paseo hacia ese malecón es muy agradable.

El Estero Salado es un brazo de mar. Conjuntamente con los ríos Duale y Babahoyo, forma un ecosistema llamado Estuario Interior del Golfo de Guayaquil, un sistema compuesto por una compleja red de canales.

El Estero Salado ha sufrido una gran contaminación, en sus aguas y en sus orillas, por el salvaje vertido de basuras, tanto de desechos industriales, como domésticos.

Entre los años 1.993-2.002, se emprendieron medidas de limpieza, que han mejorado la situación del Estero, aunque aun queda mucho por hacer. En este año, 2.011 las autoridades han prometido la completa recuperación de este brazo de mar.

Caminando por la Avenida 9 de octubre que une los dos malecones, el del Estero Salado y el Malecón Simón Bólivar a orillas del río Guayas, llegamos al parque de Guayaquil, que ha sido nombrado recientemente Plaza Baquerizo Moreno, en honor de uno de los presidentes de la República.

Esta bonita plaza tiene un palacio de exposiciones, restaurantes, un pequeño lago, y la estatua de otro presidente, Abdalá Bucaram Ortiz, de exótico nombre.

Con la estrenada limpieza de aguas y margenes las aves, patos, cuervos, garzas y también los peces, están regresando al lugar.


La estructura mas sobresaliente del malecón del Salado es el puente colgante, que combina metal, barandas y tubos, con la madera del piso entablado.

Cerca del malecón están las Facultades de la Universidad de Guayaquil, así como lugares de ocio y restauración. Toda una parte nueva de la ciudad.

Seguidamente y siguiendo en dirección inversa la misma Avenida 9 de Octubre, pasamos por el Parque Centenario, uno de los puntos neurálgicos de la ciudad.

Inaugurado en 1.920, para commemorar el centenario de la independencia, tiene una gran columna donde están representados los proceres de la misma, con una copia en metal del acta fundacional de Guayaquil. El fuste de la columna es de mas de 10 m.


Diversas estatuas alegóricas rodean las entradas del parque, que tiene una verja metálica y se cierra a determinada hora, para evitar la suciedad y el vandalismo.

Allí, en medio de una frondosa vegetación descansamos un buen rato, mientras comíamos unos manises, que constituyeron nuestro almuerzo, y veíamos el animado ambiente de la ciudad.

En la Avenida 9 de Octubre se pueden ver los edificios mas altos de la ciudad, y algunos de sus comercios mas conocidos, como los grandes almacenes, Juan Eljuri. Este empresario cuya familia es de origen libanes, es de los mas notorios en Guayaquil.

En la confluencia de la Avenida 9 de Octubre con la calle Pedro Carbo, que está a la mitad del trayecto desde el Parque Centenario hasta el Malecón 2000, encontramos una de las importantes iglesias de Guayaquil, la Iglesia de San Francisco.

Aunque es una de las iglesias mas antiguas de la ciudad, ya que fue fundada por la Orden franciscana en los primeros años del s. XVIII, ha sido destruida por el fuego varias veces, y reconstruida a continuación.

La actual es obra del s. XIX, con restauración y alguna pequeña modificación en 1.920, y actualmente puesta en valor por las planes de regeneración del municipio de Guayaquil

En su interior hay importantes obras de arte, como un Descendimiento de la Cruz y otros grupos escultóricos de la época colonial y republicana.


Delante de la iglesia está la plaza de San Francisco, llamada también de Rocafuerte, con una bonita fuente, lugar muy fotografiado por los turistas.

Pudimos observar como el comercio es, fundamentalmente, local y nacional. En este país las grandes multinacionales y sus franquicias, que le dan gran uniformidad al comercio en otras ciudades del mundo, apenas existen. Allí, como era antes en España, se llevan las tiendas multimarca con objetos y moda local, dentro de todas tendencias.

La animación en esta avenida era extraordinaria.

Al final de la misma se encuentra el Malecón Simón Bolívar, o Malecón 2000, uno de los mayores espacios regenerados del la ciudad.

El malecón constituye una de las mayores obras emprendidas por la ciudad de Guayaquil. En un espacio de 2,5 km se pueden realizar múltiples actividades, solo o en familia, en alguno de los muchos lugares que tiene, monumentos, museos, jardines, centro comercial, cines, miradores para contemplar el esplendido paisaje.También hay muelles donde embarcar para realizar paseos diurnos o nocturnos, por el río Guayas.

Uno de los monumentos que atraen la atención es La Rotonda, donde en mármol y bronce está escenificado el Encuentro de Guayaquil.

Este lujoso monumento, produce cierto desconcierto, sobre todo de lejos, pues al estar Bolívar y San Martín muy juntos y a contraluz no se ve bien que son dos hombres y presenta un aspecto ambiguo.


Paseamos, pues, por el malecón, viendo la belleza y anchura del río Guayas. Al final del malecón esta el Cerro de Santa Ana, también recuperado de miserias pasadas y con mucho sabor.

El pintoresco Cerro de Santa Ana, a manera de atalaya, domina el caudaloso río Guayas y la llanura donde se levanta Guayaquil.

Fue en ese punto donde se levanto la ciudad, en su definitiva fundación en 1.547.

En la actualidad el Cerro Santa Ana, restaurado en el programa de regeneración de la ciudad, es un punto de gran interés turístico, siendo su máximo atractivo la majestuosa vista de Guayaquil, desde la cima.

Para llegar a la misma tuve que subir 456 escalones, que están numerados, pasando por las restauradas fachadas de las viviendas, restaurantes, cafés, galerías de arte, tiendas de artesanía, plazoletas, miradores, áreas verdes, que conforman un espacio recobrado y atractivo.


En la fachada de cada edificio hay una fotografía de como estaba antes, pura cochambre, para comparar con el bonito y renovado presente.

Una vez en la explanada de la cima hay otros casi cincuentas escalones para subir a lo alto del faro, que también subí.

Desde la cima se pueden ver al norte, la imponente intersección de los ríos Babahoyo y Daule, que forman el Guayas; al sur el casco comercial de la ciudad; al este la isla Santay, protegida por las leyes para conservarla en su estado natural, y Duran, y al oeste, el contiguo y también histórico Cerro del Carmen y el resto de la ciudad.


En la cima se sitúan, además del gran faro, la Plaza de Honores, amurallada, con varios de los antiguos cañones que defendieron la ciudad en su momento, y una pequeña capilla, dedicada a santa Ana, que como el faro, fue construida en 2.002.

Bajar de la cima del Cerro Santa Ana, lleva casi el mismo tiempo que subir, las rodillas sufren.

Una vez abajo quisimos ver el templo que esta a sus pies, la iglesia de Santo Domingo, también conocida como de San Vicente Ferrer.

Delante de la iglesia había una delegación de la contraprogramación, practicada por el actual gobierno de Ecuador. Un grupo de muchachos tocaba música a cuantos decibelios podía. Esto delante mismo de la iglesia, cuyas puertas estaban abiertas de par en par, mientras ellos ocupaban una especie de tarima elevada. Si dentro de la iglesia se desarrolla algún culto, cosa que no sucedía en ese momento, se lo podrán difícil, con tanto ruido.

La primitiva iglesia, al pie del cerro fundacional, fue erigida en 1.548 por los frailes Dominicos, que llegaron al Nuevo Mundo para evangelizarlo. El primer templo se quemo en unos de los muchos incencios que asolaron la ciudad, por ser de madera, material de todas las construcciones en Guayaquil. Sobre las ruinas se volvió a edificar otra iglesia, que volvió a quemarse, hasta que se construyo la de cemento.

La actual data de 1.936. Lo único que se conserva de la época colonial, son unos ladrillos grandes y gruesos colocados en la parte posterior del templo.

A pesar de no ser antigua, la iglesia tiene mucho encanto, con su color rosado y su bonita ubicación.


Nuestro paseo por Guayaquil, tocaba a su fin. Volvimos por algunas calles laterales a la Avenida 9 de Octubre.

No eran tan bonitas como la avenida, se las veía un poco deterioradas, y la limpieza no brillaba demasiado, pero la animación seguía igual. Los comercios estaban concurridos, así como los bares; sin duda era un espejismo, pero todo el mundo parecía contento.

Volvíamos al hotel para prepararnos para la cena de despedida de nuestro precioso viaje.

Fuimos a un restaurante de la zona nueva, al lado del Malecón del Estero Salado, que nos había sido muy ponderado, llamado "Lo Nuestro", pero ni la comida, ni el espectáculo de música en vivo, repondieron a las espectativas.

La cena fue mediocre y la música, que habíamos oído decir que iba a ser de color local, fue de corridos mejicanos y otras músicas ajenas.

Lo pasamos bien de todas formas, y ya lamentabámos nuestra próxima partida a la noche siguiente, aunque todavía teníamos una visita guiada durante el día.