sábado, 22 de febrero de 2014

Carbonade flamande (Estofado de vaca a la flamenca)

                                                                         
Este delicioso estofado es uno de los platos nacionales belgas, que ve uno pedir en los restaurantes con frecuencia. La cerveza le da el toque especial, así como los demás ingredientes.

Después de mi viaje a Bélgica me he atrevido a hacerlo, introduciendo la olla express en vez de las casi tres horas que tarda en un olla tradicional
                                                      

Ingredientes
                                                       

1 k de morcillo de vaca
1 cucharada sopera de aceite de oliva
2 cebollas medianas o 1 grande
30 g de mantequilla
1 cucharada sopera de harina
4 rebanadas de pan
mostaza
sal y pimienta

Elaboración

Cortar la carne en trozos
Poner el aceite en la olla express y saltear la carne hasta que se dore ligeramente.
                                                       

Sacar la carne a un plato y reservar.
Poner en la olla la mantequilla y añadir las cebollas cortadas en rodajas.
Dejar que se doren ligeramente, unos 7 minutos.
Sazonar con sal y pimienta.
Añadir la carne  con el jugo que ha podido desprender.
Agregar la cucharada de harina colmada sobre la carne y mezclar bien, para que la salsa sea mas consistente.
                                                                   
                                                     
Añadir la cerveza, hasta que la carne quede cubierta.
Preparar las rebanadas de pan, untándolo bien con la mostaza.
                                                     
                                                       
Añadir el pan a la olla.
                                                                   

Cerrar la olla express y dejar a la máxima presión 20 minutos.
                                                                               

Servir con patatas fritas o bien con patatas cocidas, con las cuales está igualmente delicioso.
                                                                           


sábado, 15 de febrero de 2014

4º día: Holanda, La Haya

                                                     
  
                                           

Tras nuestra corta visita a Amberes nos trasladamos al vecino país de Holanda, que en otros tiempos, no tan lejanos, fue el mismo país.

Los avatares de la historia han hecho que estos territorios, que compartieron gran parte de la misma , tengan ahora reyes distintos, autoridades políticas propias y problemas diferentes, en una y otra sociedad.

Ya que íbamos a pasar otros cuantos día en Holanda sepamos algo de este país.

En realidad su verdadero nombre es Países Bajos, nombre descriptivo respecto a la geografía del oeste del territorio, que ocupa casi un 30% y que se encuentra por debajo del nivel del mar.

Holanda es una de sus provincias, cuyo poder marítimo en el s. XVII, hizo que los Países Bajos se conocieran mundialmente como Holanda, nombre extendido al entero país, que se ha conservado hasta hoy día.

Para empezar por la particularidad geográfica que se refiere al territorio de los actuales Países Bajos, hay que saber que gran parte del norte y el oeste país, como he dicho, está por debajo del nivel del mar, mientras que el sureste se eleva, algo, por encima del mismo.

Ya desde la Edad Media, los habitantes de estas tierras recurrieron a un complejo sistema de drenaje de agua, que ha permitido aumentar la superficie del país en un 20%. Se puede decir que es un país construido sobre el agua; pero, lo que les falta de tierra firme, lo tienen de ahinco y perseverancia en drenar las aguas, y en su formidable ingeniería para conseguirlo.

De ahí que la identidad holandesa se haya conformado en esa lucha contra el agua, y haya dado lugar a gran solidaridad entre sus habitantes

Sin un constante drenaje, que se realiza todos los días del año, la mitad de los Países Bajos sería inundado por el mar y por los numerosos ríos que lo cruzan, como son el Rin, el Mosela y el Waal, por citar los mas grandes, pero los únicos.

Después de la última catástrofe, la inundación del Mar del Norte en 1.953, provocada por la rotura de un dique, al coincidir una tormenta con la pleamar, un ambicioso proyecto fue puesto en marcha, el Plan Delta, que unió las desembocaduras del Rin y del Mosela.

Sepamos algo de su historia

Alrededor de 500 los frisios,  tribu germánica que habitaba estas tierras, fueron los primeros en tomar medidas contra el agua, construyendo sus pueblos sobre montículos artificiales de hasta 15 m de altura.

 Los primeros diques fueron construidos hacia el año 1.000 y 400 años mas tarde, ya en el s. XV, se empezaron a recuperar  grandes porciones de tierra, los polders, utilizando los molinos de viento.
                                                                     

Mas adelante en el s. XX, se emprendieron grandes obras de ingeniería hidráulica, como la creación del gran dique de 30 km, el Afsluitdikj (Dique Cerrador), que convirtió el Zuiderzee (Mar del Sur) en un gran lago interno, de 1.100 km2, el Ijsselmeer, que toma su nombre de uno de los ríos que vierten en él y que es una gran reserva de agua dulce para la agricultura y el consumo humano. Por el Dique Cerrador discurre una autopista, así como un carril para bicicletas.

Mas construcciones hidráulicas, que seria largo enumerar, se encuentran en una gran parte del país, pero no puedo dejar de mencionar el Plan Delta creado tras la última gran inundación de 1.953, que construyo, a lo largo de mas de 30 años, la barrera mas grande del mundo contra aumentos del nivel del mar, provocados por tormentas.

 La obra mas destacada del complejo es la Oesterscheldekering, el mas largo de los trece diques del Plan Delta, considerada una de las siete maravillas del mundo moderno.
                                                                     

Respecto a la historia de estas tierras, tiene mucho en común con lo que fue durante mucho tiempo un territorio mas extenso, que comprendía también Bélgica y Luxemburgo.

Los primeros datos sobre los habitantes de los Países Bajos, provienen de la conquista romana por Julio Cesar, en el s. I a.C., que describe algunas tribus  germánicas como los frisones y otras de origen celta

El territorio permaneció romanizado hasta 300 d.C. cuando, a la caída del imperio romano, fue invadido por francos y sajones.

Perteneció al Imperio de Carlomagno hasta la desaparición de este, pasando, luego, al Sacro Imperio Romano Germánico, tiempos en los que se produjeron los asaltos y destrucciones de los piratas vikingos.

Para proteger a la población contra los saqueos de los hombres del Norte, se propusieron como protectores, duques y condes, como los de Brabante, Holanda, Zelanda etc., que a su vez se hicieron dueños de gran parte del territorio y también lucharon entre si, mientras, a pesar de las diferencias entre ellos, el comercio y las ciudades prosperaron.

En el s. XV, por medio de alianzas matrimoniales y compras de territorio, el Ducado de Borgoña había asumido el poder en los Países Bajos.

 La única heredera del Duque de Borgoña, Carlos el Temerario, María de Borgoña, caso con el archiduque de Austria, futuro emperador Maximiliano, por lo cual el Ducado paso a manos de la dinastía Habsburgo. El hijo de María de Borgoña y Maximiliano, Felipe caso con la Infanta Juana de Castilla, y el hijo de ambos Carlos, futuro Carlos I de España y V de Alemania,  heredo los Países Bajos, que se unieron al Imperio español, que comprendía no solo la Península Ibérica, sino sus inmensos territorios de ultramar.

Durante el s. XVI, los Países Bajos se vieron inmersos en las guerras de religión, desatadas entre católicos y protestantes, a raíz de la separación de la iglesia de Roma, protagonizada por el monje agustino Martín Lutero, como sucedió en gran parte de Europa.

Sin embargo a finales del s. XVI Amsterdam, que se había convertido en una importante ciudad, se libero del dominio español y durante el s. XVII vivió una gran prosperidad económica y artística, así como un gran poder político y colonial.

 Durante este siglo los Países Bajos fueron una potencia marítima, a lo cual contribuyeron en gran manera las actividades de piratería de los corsarios holandeses, piratas protegidos por el poder real, que no solo capturaban los barcos españoles cargados de riquezas de América, sino que invadieron diversos territorios tratando de apropiarse de ellos, como  p.e. el norte de Brasil, el sur de la Península Ibérica, y alguna de las Islas Canarias; no pudieron hacerse con ninguno de estos territorios, como hubieran querido, pero saquearon y asolaron, ciudades e islas.

En el s. XVIII declino el poder de Holanda, por sus sucesivas derrotas en las guerras con Francia en tierra, y con Inglaterra, en el mar.

Tras ser invadidos por Francia, tanto por Luis XIV en el s. XVII, como por los ejércitos de la Revolución Francesa e inmediatamente después por su continuador,  Napoleón, al acabar el Imperio francés con la derrota del mismo en Waterloo, en 1.815 los Países Bajos fueron restaurados como un reino soberano, con un rey de la casa de Orange, antiguo statuder, como titular de la corona, formando el Reino Unido de los Países Bajos que comprendía también Bélgica y Luxemburgo, hasta la separación de Bélgica, en 1.830.

Durante la Primera Guerra Mundial Holanda se mantuvo neutral y no sufrió tanto como Bélgica. Sin embargo, a pesar de su deseo de ser de nuevo neutra, fue invadida por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y ocupada, tras destruir la aviación alemana, Rotterdam

La postguerra fue dura, con diversas catástrofes naturales y emigración masiva, y posteriormente la perdida de su Imperio colonial, con la independencia de Indonesia en 1.961 y la de Surinam en 1.975.

A pesar de todo esto, en la segunda mitad del s. XX, Holanda se ha consolidado como uno de los países mas prósperos y avanzados del mundo, gracias a una economía dinámica, orientada hacia el mercado internacional, con una gran renta per capita  y una pequeña tasa de paro.

Bien, pues después de nuestra breve visita a Amberes, nos trasladamos en el bus a La Haya, distante 125 km, un poco mas de hora y media de trayecto.

Por supuesto que no se nota el momento del paso por la frontera, como en ninguno de los países de la Unión Europea, pero al poco ya se ven las tierras bajas con sus diques, sus canales y sus polders , muchos de ellos ocupados por hermosas vacas holandesas, limpias, grandes y gordas, que parecen disfrutar de esos verdísimos prados; un paisaje muy bonito, fascinante, al saber como ha sido creado.

La visita a La Haya también fue breve pero interesante.

La Haya es una populosa ciudad de mas de 500.000 habitantes, que aumentan a mas de un millón contando su área metropolitana, en la provincia de Holanda Meridional, de la cual es la capital, formando parte de la mayor área metropolitana de los Países Bajos (Randstat)  y una de las mayores de Europa.

La Haya es la sede del gobierno de los Países Bajos, pero no su capital, que es Amsterdam.
                                                                         
                                                                                   
En La Haya reside el rey Guillermo Alejandro y es la sede del Senado y del Parlamento o Cámara de Representantes.

También tiene importantes instituciones dedicadas a la justicia internacional como son la Corte Internacional de Justicia, la Corte Penal Internacional, la Corte Permanente de Arbitraje, la Conferencia de Derecho Internacional Privado, la Oficina de Patentes Europea, la Organización para la Prohibición de Armas Químicas y la Europol (Oficina Europea de Policía).

El origen de la ciudad hay que buscarlo en el s. XIII, 1.240, cuando el conde de Holanda Florencio IV, construyo en este lugar un pabellón de caza, que posteriormente fue transformado en palacio por su sucesor, el conde Guillermo II.

Cuando, en el s. XV  los Países Bajos pasaron a pertenecer al Duque de Borgoña, fue nombrado un statúder (lugarteniente), que paso a ser hereditario en el s. XVIII, para la Casa de Orange.

Después de la guerras napoleónicas y de la corta unión entre Holanda y Bélgica, con la fundación del Reino Unido de los Países Bajos, ( 1.815-1.830),  para hacer de barrera contra Francia, se estableció que la capital sería Amsterdam, y la sede del rey y del gobierno estaría en La Haya, como así sigue siendo.

Algunas partes de la ciudad sufrieron graves daños en el Segunda Guerra Mundial, incluido el bombardeo efectuado por error  por la RAF (Royal Air Force) británica, en marzo de 1.945, que destruyo el barrio de Bezuidenhout.

Empezamos la visita por la parte mas antigua de la ciudad, el Binnenhof , conjunto de edificios que, desde 1.446, han sido la sede del Parlamento holandés, y centro político del país.
                                                                     

En torno al pabellón de caza del conde Florencio IV, se levantaron otros muchos edificios, el mas conocido de los cuales es la Sala de los Caballeros (Ridderzaal), donde el rey de Holanda pronuncia su discurso anual de apertura del Parlamento, desde 1.904.
                                                                 

En el transcurso de los siglos ha sido demolido en parte, restaurado de forma inadecuada y vuelto a restaurar en su totalidad entre 1.898 y 1.904 para su actual uso, respetando la arquitectura en la que se creo.

Es una gran sala gótica con, al parecer, bellas vidrieras, pero... para eso tenemos que recurrir a las fotos, ya que nosotros solamente paseamos por los patios sin ver ningún interior, pero el recorrido es bonito e interesante.

En el gran patio del Ridderzaal hay una fuente neogótica, con profusión de pan de oro.

                                                                 
En una de las torres del Binnenhof, la Pequeña Torre (het Torentjet), se encuentra el despacho oficial del primer Ministro.
                                                                               

El Binnenhof tiene a su alrededor un cuidado parque público, muy utilizado por los ciudadanos, cuando el buen tiempo lo permite.

Teníamos tiempo libre, que aprovechamos para callejear por el casco antiguo de La Haya, con sus pequeñas calles que datan de la Edad Media; no podíamos ir muy lejos, pero nos llegamos hasta la iglesia de Santiago, una de las mas antiguas de la ciudad, que, por supuesto estaba cerrada.

                           
El resto del tiempo libre lo pasamos en un agradable café, que aunque tenía una gran terraza, pasamos al interior, pues en esas latitudes, aunque sea oficialmente verano, hace mas que fresco. Siento no acordarme del nombre del café, pero lo que si recuerdo es que tomamos un delicioso brauni, con un igualmente bueno vino blanco, rara combinación, pero ya se sabe, hay tomar lo que a uno le apetece...

Al dejar La Haya pasamos y paramos delante del edificio donde está la sede del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya.
                                                                 

Desde allí seguimos hasta Amsterdam, donde íbamos a pasar las tres noches siguientes.

sábado, 8 de febrero de 2014

Croquetas de gambas al estilo belga

                                             

Durante mi viaje a Bélgica y Holanda la primavera pasada observe como en cafés y restaurantes servian estas deliciosas croquetas de gambas.

Con el deseo de hacerlas y comerlas me hice con esta receta y las elabore en casa.

El resultado, que está a la vista, resulto satisfactorio



Ingredientes
                                                                     

500 g de gambas peladas
200 g de mantequilla
200 g de harina
375 ml de leche
3 huevos
pan rallado
nuez moscada perejil
sal y pimienta
aceite

Elaboración

Separar  las yemas de las claras  y reservar.

Poner a cocer las gambas en agua con sal, quitarlas del fuego en cuanto empiece la ebullición.

 Reservar  400  ml de caldo de cocción, que se añadirán a los 375 ml de leche.

Derretir la mantequilla.

Añadir la harina, mezclar bien e ir añadiendo, poco a poco, los 775 ml de liquido hasta obtener una pasta suave y gruesa.
                                                     

Sazonar con sal, pimienta, nuez moscada y el zumo del limón.

Agregar las 3  yemas, y las gambas.

Colocar la masa en una bandeja y dejar en la nevera unas cuantas horas o por la noche.
                                                               

En el momento de ir a hacer las croquetas, batir a punto de nieve las  3 claras reservadas.

Dar forma a las croquetas, pasarlas por la clara de huevo y rebozarlas con pan rallado.
                                                                     

Freírlas en aceite muy caliente
                                                           

Servir con una rodaja de limón y perejil frito.
                                                           

                                                                               

sábado, 1 de febrero de 2014

4º día: Amberes


Al día siguiente, nuestro cuarto día en este país, seguía lloviendo.

Salimos bastante temprano hacia Amberes, ya que teníamos un apretado programa de viaje.

Atravesamos calles, plazas y avenidas, que ya nos resultaban familiares, dejando a la izquierda la imponente mole de la iglesia del Sagrado Corazón, para recorrer los 50 km que separan Bruselas de Amberes.

La campiña belga es completamente plana y en este tiempo de primavera, muy verde, salpicada, con frecuencia, por granjas y con ganado vacuno pastando en esos sabrosos prados.  Atravesamos también algunos pueblos. Aunque la agricultura y la ganadería ocupan el último puesto de los sectores productivos en este desarrollado país, no por eso los campos dejan de estar bien aprovechados y cuidados.

Amberes tiene casi medio millón de habitantes, es la segunda ciudad  mas grande de Bélgica; su puerto es uno de los mas grandes de Europa y del mundo, y tiene importantes monumentos, testigos de su compleja historia, que la hacen una bella ciudad.

El nombre de Amberes, en neerlandés Antwerpen, puede venir de una bonita leyenda, acerca del gigante Druoon Antigon, cuya estatua adorna la Plaza Mayor, que vivía en el río Escalda, que atraviesa la ciudad, cobrando peaje a los barcos que quisieran pasar. Si un barco no pagaba, el gigante le cortaba la mano al capitán y la arrojaba al río, hasta que el centurión romano Silvio Brabo se enfrento con el gigante, le corto la mano y la arrojo al río, lo mismo que él hacía con sus víctimas. De ahí el nombre (Ant=mano, Werpen=lanzar) de la ciudad: Antwerpen.

Los descubrimientos arqueológicos indican que hubo en este territorio poblaciones galo-romanas en los s.s. II y III a.C., pero su historia comienza, como el de muchas ciudades belgas, con la creación de dos asentamientos: Aanwerp, que significa montón de tierra, otro posible origen para el nombre de la ciudad, y Caloes, 500 m al sur.

Los vikingos, que asolaron estas costas durante siglos, destruyeron una fortificación que había sido construida hacia el s.VII, pero no fue hasta que san Norberto levanto la Abadía de San Miguel de Caloes, y mas tarde, los canónigos de esta iglesia se trasladaron mas al norte, para fundar una nueva parroquia en torno a una pequeña capilla dedicada a la Virgen, precursora de la catedral, que se desarrollo un burgo en ese lugar.

La ciudad, que pertenecía al Ducado de Brabante, siguió creciendo, hasta convertirse, en el s.XIV, en un importante centro comercial y financiero gracias a su puerto y al mercado de la lana.

Sin embargo durante este siglo la hegemonía la ejerció Brujas, donde se estableció la corte, y no fue recuperada por Amberes hasta medio siglo después, cuando la navegación por el canal Zwin de Brujas se hizo imposible, por la acumulación de sedimentos, y el puerto de Amberes acogió todo el trafico marítimo en el s. XV.

Durante el s. XVI, Amberes fue el centro de las luchas religiosas entre católicos y protestantes, llegando estos últimos a destruir la catedral. La ciudad fue asolada por una serie de acontecimientos desastrosos, que aumentaron en el s. XVII, cuando, tras el Tratado de Westfalia, que puso fin a varias guerras, fue cerrado el paso, por el río Escalda, para todas las embarcaciones que no fueran holandesas. Sin la comunicación por mar, Amberes estaba perdida.

La antigua prosperidad de la ciudad decayó entre los s.s. XVII y XIX, mientras el río Escalda estuvo cerrado. Tras varios intentos de restablecer el tráfico fluvial, y cortos periodos de tiempo donde esto se consiguió, su apertura definitiva llego en 1.863.

Después de las dos guerras mundiales que tanto perjudicaron a Amberes y a toda Bélgica, durante el s. XX, la ciudad ha experimentado un gran crecimiento económico, y hoy día Amberes es una de las ciudades mas prósperas y bellas del país.

Hay que citar, en primer lugar, que Amberes es una de las capitales del tallado y comercio de diamantes mas importantes del mundo; nuestro autobús entro en la ciudad, precisamente, por el barrio donde viven actualmente los judíos ortodoxos, que se ocupan de este gran negocio.

 Se los distingue facilmente por su vestimenta y peinado, la primera tiene su origen en el traje que  usaban en Polonia desde el s. XVIII, al menos. En Bélgica, con su destemplado y frío clima puede ser adecuado, pero cuando se les ve en Israel, vestidos de la misma manera, se piensa en el calor que deben de pasar. Además de por el sombrero, se distinguen por los tirabuzones que llevan a los lados de la cabeza, cerca de las orejas.

Esto en cuanto a los hombres, e incluso a los niños. Las mujeres nunca visten pantalones, sino faldas por debajo de las rodillas, llevan el cabello debajo de un pañuelo y van con varios niños a su lado.

Después de circular por este barrio, bajamos del bus delante de la Estación Central.

El enorme edificio neobarroco, edificado entre 1.895 y 1.905, con varios pisos por los cuales pasan diversas vías, construido en mármol y metal, y coronado por una gran cúpula de 44 m de altura, que la convierten en uno de los edificios mas altos de la ciudad, es digno de visitar.
                                                               

Nuestra guía debía de tener prisa porque, después de una breve visita a la Estación, recorrimos, casi a uña de caballo, las calles que llegaban hasta la Plaza Mayor. Es verdad que estaba lloviendo, pero cuando pasamos por al lado de la casa del pintor Pedro-Pablo Rubens, apenas pudimos echarle una ojeada.
                                                                   

 En cambio paramos, aunque solo unos minutos, el tiempo de recorrer una pequeña fábrica artesanal de chocolate, cerca de la casa de Rubens, establecimiento que debe ser frecuente en este país, dedicado a la confección y venta de bombones y todo lo que se puede elaborar con chocolate.

Poco después llegamos a la Plaza Mayor de Amberes, el centro del casco histórico.
                                                                  

En ella sorprende todo; en primer lugar la forma triangular de la plaza, después, la belleza de los edificios que la forman, y por último la estatua de Brabo, el soldado romano que libero la ciudad del gigante que cobraba peaje en el río Escalda. y que no ocupa el centro de la irregular plaza, sino que está situada delante del Ayuntamiento.

La plaza está rodeada, además del Ayuntamiento y las casas gremiales, por la catedral de Nuestra Señora.
                                                                         
El Ayuntamiento fue construido entre 1.561-64 en estilo renacentista, con influencias  flamencas e italianas.


Las casas gremiales rodean la plaza, tal como sucede en la Gran Plaza de Bruselas. No son las originales, ya que casi todas ardieron en 1.576 y fueron reconstruidas luego. La mas grande es la del número 7, la Casa Española.

                                                               
La fuente central está coronada por la impresionante estatua de Silvius Brabo
                                                                       

En otra esquina de la plaza está la catedral, dedicada a la Virgen María.

Construida, en el emplazamiento de otra iglesia románica, en estilo gótico entre 1.352 y 1.521, la catedral de Nuestra Señora es la mas grande de Bélgica y una de las mas importantes iglesias góticas de Europa. La gran torre de la catedral, mide 123 m de altura, y debía tener otra torre gemela, que no fue levantada por falta de dinero.
                                                                            

                                                                          
 
El interior de la catedral es impresionante por su altura y amplitud.
                                                 


 En ella se encuentran varios cuadros de Rubens, el mas famoso de los cuales es el Descendimiento de Cruz.
                                                                                                                                  

La catedral acoge con frecuencia exposiciones, sobre todo de pintura, y, efectivamente pudimos ver una, que se desarrollaba en esos días, con cuadros flamencos, de distintas épocas, muy interesantes.

Cabe destacar, entre las exposiciones celebradas en la catedral, la V edición de las Edades del Hombre, que tuvo como tema las creaciones artísticas religiosas de la época en que España y Flandes eran un solo reino.

También paramos durante un rato en la capilla de la Virgen de Amberes, donde hay una venerada imagen de la Virgen, que data del s. XVI
                                                                        

Durante las guerras de religión que asolaron Europa, en s. XVI, los iconoclastas protestantes asaltaron la catedral y destruyeron  o vendieron muchas obras de arte.

Cuando salimos de la catedral el tiempo había mejorado; ya no llovía, así que nos llegamos hasta el río Escalda, que esta muy cerca de la catedral.

El río Escalda que nace en Francia, atraviesa Bélgica, hasta desembocar en el Mar del Norte, con un inmenso recorrido de mas de 350 km, ha sido fundamental para el desarrollo e historia de Amberes, constituyendo hoy día uno de los grandes atractivos de la zona del puerto.
                                                                            
Como teníamos un tiempo libre decidimos descansar un rato en una cafetería muy agradable, ubicada entre la catedral y las orillas del Escalda.


                                                                                   
Después de tomar un café nos llegamos hasta el río, que impresiona por su anchura y caudal.



Hubiera estado bien tener mas tiempo para recorrer un trecho de las orillas del gran río, e incluso dar un paseo en barco, pero teníamos que seguir viaje. Dejábamos  Bélgica para llegar a Holanda donde pasaríamos otros cuantos días.