miércoles, 26 de octubre de 2011

Las Edades del Hombre. Primera sede. Medina de Rioseco


Esta pasada primavera fuimos a visitar la nueva exposición de Las Edades del Hombre, en dos de las ciudades de Castilla, sin considerar las capitales, de glorioso pasado y mas que interesantes, ya que la muestra se desarrolla en Medina de Rioseco y Medina del Campo, las dos pertenecientes a la provincia de Valladolid, una buena excusa para recorrer y disfrutar de pueblos y ciudades de la región.

Hagamos un poco de historia sobre las Edades del Hombre

Esta interesante iniciativa es una fundación promovida por las diócesis de Castilla y León, para la promoción y difusión del arte sacro de esta región de España, que tuvo su primera exposición en 1.988, ha recorrido todas las diócesis de Castilla y León, y ha llegado a lugares como Amberes, Bélgica (1.995) y Nueva York, donde en la Catedral de San Juan el Divino se realizo una exposición en 2.002.

He tenido la suerte y la oportunidad de visitar varias, aunque no todas, de estas muestras, que nunca me han defraudado. En esas otras ocasiones mi marido y yo habíamos hecho la visita solos; esta vez íbamos en compañía de nuestros primos L. y A., lo que hacia el viaje aun mas agradable.

La exposición de este año, bajo el nombre de Passio, inaugura el Segundo Ciclo y hace el número XVI.

En efecto el tema de la Pasión de Cristo es el hilo conductor de la muestra, en la que se exponen obras clásicas y también contemporáneas, de los cuales hay una buena representación.

Las tallas, cuadros y objetos antiguos son todo obras de gran calidad, colocadas de forma cronológica, para que se pueda observar la evolución del arte sacro, a través de los siglos. Las piezas actuales son también de gran interés, aunque de diverso mérito, y ponen de relieve que los temas religiosos siguen atrayendo a pintores y escultores contemporaneos.

Pero, además de las obras mostradas, las dos sedes de la exposición han sido elegidas con mucho acierto, la Iglesia de Santiago el Real en Medina del Campo, y la Iglesia de Santiago de los Caballeros en Medina de Rioseco, por su importancia histórica y artística.

Aun con el mismo tema de la Pasión en las dos iglesias, la orientación es distinta, ya que en Medina de Rioseco se presenta desde una perspectiva cronológica, de la Última Cena hasta la Resurrección de Cristo, mientras en Medina del Campo la exposición es temática, con las diferentes representaciones propias de la Pasión, en total, alrededor 180 obras pertenecientes al patrimonio de la iglesia, y a alguna colección particular, en las obras contemporaneas .

Empezamos el recorrido por Medina de Rioseco, que estaba mas cerca de nuestro hotel, reservado por A., en Ampudia, y sobre la cual volveré, pues no puedo dejar de hablar de este precioso pueblo.

Medina de Rioseco, la Ciudad de los Almirantes, bien merece por si sola una visita, que con motivo de la exposición de las Edades del Hombre, aprovechamos para hacer.

Esta antigua ciudad de la comarca de Tierra de Campos, a observar que estos Campos se refieren a los Campos Góticos (Campii Gotorum), y no a los campos agrícolas, tiene algo mas de 5.000 habitantes y una gloriosa historia.

Remontandonos en el tiempo, los vestigios mas antiguos de Medina de Rioseco se corresponden con la Edad del Hierro, en la época celtíbera.

Ocupada la región por los romanos y mas tarde, tras la caída del Imperio Romano, por los visigodos, y después de la invasión musulmana, por los moros, volvió a manos cristianas, como reino de León, a principios del s. IX, siendo repobladas estas tierras por mozárabes (cristianos que vivían en la zona ocupada por los musulmanes), que venían de Andalucia, de ahí probablemente el origen del nombre Medina, ciudad en árabe.

Durante la Edad Media formo parte de la Merindad del Infantado de Valladolid, siendo la residencia de los Almirantes de Castilla, el primero de los cuales fue Alfonso Enriquez, nombrado por su padre Enrique II de Trástamara; el cargo, además de la acción militar en el mar, conllevaba jurisdicción civil y criminal sobre todos los puertos del reino.

El s. XVI fue de auge económico en la ciudad, con la construcción de cuatro grandes templos; se celebraban en ella dos de las mas importantes ferias del reino y fue el centro de distribución de la plata llegada de América.

Y así de Almirante en Almirante, llegamos a la Guerra de Sucesión, cuando a la muerte de Carlos II, sin descendencia, le disputa el reino a Felipe V, nombrado sucesor en el testamento del finado rey, el archiduque Carlos de Habsburgo.

El undécimo y último almirante, Juan Tomas Enriquez , duque de Medina de Rioseco, tomo el partido equivocado al declararse en contra de Felipe V, que después de ganar la guerra, suprimió el Almirantazgo en 1.725, y confisco títulos y bienes a los Enriquez.

El s. XVIII fue de apogeo económico en Medina de Rioseco, por las mejoras e innovaciones introducidas por nuevas técnicas y nuevas construcciones.

El ramal llamado Canal de Campos, del Canal de Castilla, gran obra de la ingeniería española, construido entre mediados de este siglo y del siglo siguiente, para facilitar el transporte de trigo a los puertos del norte de España, llegaba a Medina de Rioseco.

Aunque después de diez años, la explotación del canal como transporte de cereal, pronto quedo obsoleto, tras la construcción de la vía férrea, que corría paralela al canal, su cauce siguió contribuyendo al desarrollo de la región, propiciando que se instalaran en sus orillas fábricas de harina, molinos de papel y fundiciones siderúrgicas.

Actualmente su principal uso es el regadío, y va en aumento la promoción turística, con visitas y paseos en barco.

A principios del s. XIX la invasión francesa de Napoleón Bonaparte, tuvo en Medina una de las primeras batallas, que termino con la derrota de los españoles, la batalla de Moclín (1.808), tras la cual vinieron el expolio, el incendio y las violaciones. Medina vio destruidos su castillo y el palacio de los Almirantes, por el invasor.

Hoy día recuperada de estos avatares históricos, es una pequeña y agradable ciudad, que vale la pena conocer, pues a sus monumentales iglesias hay que añadir sus calles, de gran sabor castellano, con arcadas y casas singulares.

Después de comer en Ampudia, que era nuestra base, nos fuimos a hacer la visita a Medina de Rioseco.

El día estaba caluroso. Emprendimos la marcha hasta la iglesia de Santiago de los Caballeros , donde está la sede de la exposición.

Atravesamos el pueblo contemplando sus porches y casas antiguas, pasando por delante de la Iglesia de la Santa Cruz, donde nos detuvimos a contemplar su monumental fachada, para pasar a continuación, al interior.

Esta iglesia comenzada a construir en el s. XVI, sustituyo a otra iglesia anterior de estilo gótico, de la cual se conserva una capilla, siendo acabada en el s. XVII.

La fachada, así como el interior, reproducen el modelo jesuítico de la iglesia del Gesú, en Roma, con influencias herrerianas, que le dan un aspecto severo.

Su estructura sufrió enormemente con el terremoto de Lisboa de 1.755, y posteriormente con un gran incendio en 1.974. La fachada tuvo que ser apuntalada y la bóveda principal se vino abajo.

Su reconstrucción ha sido costosa y controvertida. Hoy alberga el Museo de Semana Santa y conserva en su interior varios retablos del mismo templo.

Seguimos calle adelante hasta encontrar la iglesia de Santiago, donde esta la Exposición de las Edades del Hombre.

Unas palabras también sobre la iglesia, antes de adentrarnos en ella.

Empezada a construir en 1.533, la Iglesia de Santiago reune varios estilos, desde el gótico al barroco, pasando por el plateresco y el neoclásico, con una gran impronta del herreriano, en el fachada principal.

Lo mas impresionante de la iglesia es el riquísimo y monumental retablo barroco que llena todo el ábside central, dedicado al apóstol Santiago, diseñado por Juan de Churrigera.

Precisamente delante de dicho retablo mayor esta colocada la exposición.

La muestra en Medina de Rioseco, como decía al principio, esta dedicada a la Pasión de Cristo de forma cronológica, con importantes y preciosas piezas antiguas, acompañadas de cuadros

y esculturas modernas y contemporaneas, colocadas de manera didáctica, para ponerlas en valor.

La exposición es mas corta que otras ya realizadas.

A pesar de la riqueza y belleza de las obras expuestas, contemplando el maravilloso fondo que constituye el retablo mayor, me pareció mas importante el continente, que el contenido.

En todo caso el recorrido no deja indiferente, sino todo lo contrario, es magnifico.

Al salir recorrimos de nuevo el pueblo. Un escaparate con pastas y empanadas de la región atrajo nuestra atención, y no pudimos dejar de comprar unas cajitas de las mismas.

Después de tomar un refresco en una terraza, fuimos al Canal de Campos, ramal del Canal de Castilla, del que he hablado, que nos gusto muchísimo.

La luz de poniente lo iluminaba, y ofrecía una preciosa vista. Fue una pena que, por la hora en que llegamos, ya no se podía recorrer en barco.

Mientras estábamos contemplando el Canal, un viento fresco se levanto y del mucho calor paso a casi frío, con un descenso del termómetro de unos 10 ºC.

Nos quedamos a tomar unas tapas como cena y luego regresamos a Ampudia, donde en el hotel acabamos el día con una copa, en el lindo patio del mismo.

viernes, 21 de octubre de 2011

Limones rellenos de sardinas

Sugestiva manera de tomar un paté de sardinas o de atún, transformado en relleno de limones

Ingredientes
Para 4 personas
  • 4 limones grandes
  • 200 g de sardinas ó atún en aceite de oliva
  • 175 g de queso tipo Philadelphia
  • 90 ml de nata entera
  • 1/ cucharada de té de mostaza de Dijon
  • 1cucharada de te de cebolla picada muy finamente
  • Pimienta negra molida
  • 1/ cuchara de te de pimentón
  • 1 pellizco de cayena molida
  • 1 clara de huevo
  • 4 ramitas de tomillo fresco, hojas de laurel o perejil picado para adornar

Elaboración
Cortar la parte superior de los limones y reservarla
Retirar la pulpa con un cuchillo para pomelo o con una cucharita pequeña
Quitar las pipas y reservar la pulpa y el zumo
Recortar un poco el fondo del limón para que se sostenga en pie
Recortar un poco la parte blanca si es muy espesa, con el cuchillo para pomelos.
Aplastar las sardinas o el atún hasta formar una pasta suave, con el queso, la nata y la mostaza.
Sazonar con la cebolla picadita, la sal, el pimentón, la pimienta negra, y la cayena al gusto.
Añadir a la mezcla el zumo y la pulpa de 1 limónBatir a punto de nieve firme la clara de huevo.
Incorporarla a la mezcla
Rellenar los limones, dejando que sobresalga un poco de mousse.
Cubrir con la tapa de los limones.
Meter en la nevera durante 1/2 hora, antes de servir.
Poner, antes de servir, en cada limón un ramita de tomillo. una hoja de laurel o perejil picado para adornar.

domingo, 16 de octubre de 2011

Córdoba. 2º día

Al día siguiente nuestro proyecto de visitar la Mezquita incluía madrugar. Era domingo, y el horario de visitas era de 8:30 a 10 de la mañana. De 10 a 2 de la tarde se reservaba el espacio para las celebraciones litúrgicas.

El día era tan bueno respecto a la meteorología, como el anterior. A esa hora el termómetro no había empezado a subir, y el fresco primaveral, que luego se convertiría en tórrido calor, daba gusto.

Atravesamos el barrio de la Judería, uno de los lugares emblemáticos de la ciudad.

Este barrio de trazado irregular y sinuoso, lleno de callejones estrechos, casas encaladas con los muros llenos de flores, y rincones seductores es uno de los mas antiguos de Córdoba.

La Judería de Córdoba es una de las mas grandes de Europa. En este barrio habitaron los judíos desde el s. II, hasta su expulsión de España en 1.492, alcanzando su máxima prosperidad en los s.s. XI y XII, coincidiendo con la época de esplendor del Califato de Córdoba.

Después de recorrer el barrio llegamos a la Mezquita, a tiempo para visitarla durante la hora y media indicada.

Debido a temprana hora había poca gente, y pudimos entrar sin hacer cola y verla  sin aglomeraciones.

La Mezquita-Catedral es de los mas impresionantes y bellos monumentos que nos ha dejado el tiempo.


La Antigua Mezquita de Córdoba, hoy día Catedral de la Asunción de Nuestra Señora, fue declarada, en 1.984, Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO.

Construida sobre la Basílica Visigótica de San Vicente Martir, que había sido el principal templo de la ciudad desde el s. V, y alguno de cuyos elementos aparecieron en la zona mas antigua del recinto, en las excavaciones emprendidas entre 1.931-36, como este precioso mosaico, algunos capiteles y pilares.

Después de la invasión musulmana de 711, y tras un periodo en que los cristianos pudieron celebrar su culto en una parte de la basílica, a cambio de pagar los tributos correspondientes, fue expropiada y mandada a derruir en 786, para construir sobre ella la mezquita, reutilizando gran parte de los materiales.

El inicio de la construcción se debe al primer emir de Córdoba, Abderraman I, aprovechando columnas y capiteles de monumentos de las épocas romana y visigoda, sobre los cuales se añadieron otros pilares y arcos, para dotar al conjunto de estabilidad. El resultado es un inmenso bosque de columnas, coronado por doble arquería que recuerda a un palmeral.

Durante los siguientes siglos la mezquita fue ampliada, pues la ciudad había crecido enormemente, por los sucesivos emires independientes y luego por los califas de Córdoba, añadiéndole el patio, el almiar o torre de oración, y ampliaciones y añadidos para aumentar su riqueza y su belleza.

Tras la reconquista de Córdoba en el año 1.236, el rey Fernando III el Santo, convirtió la mezquita en catedral.
Después de diversas obras de acomodación para el culto cristiano, casi dos siglos mas tarde, en 1.523, se acomete la construcción de una nueva iglesia gótico-renacentista, en el centro de la mezquita .

Sin recibir nuevos aditamentos, lo que vemos hoy es un híbrido que sintetiza los valores artísticos de Occidente y Oriente, que la hacen una obra única.

Yo había visitado la mezquita hacia años, acompañada de una amiga; el lugar me produjo tal impresión que volví al día siguiente sola, para poder recogerme y sentir el impacto místico que había percibido, y conste que mi carácter no me lleva por ese camino; pero la belleza que tiene ese bosque de columnas, la luz que penetra por las lejanas celosías, los colores, las filigranas que adornan las paredes y las bóvedas, en fin todo el entorno, conmueve el corazón y exalta el espíritu.

En ocasión de la visita de hoy, en que también iba acompañada, mi entusiasmo fue mas intelectual, y no me provoco los sentimientos de la primera ocasión. Admire de nuevo el maravilloso bosque de columnas, en un entorno restaurado, pues se han ido corrigiendo los estragos del tiempo, y la mezquita luce esplendorosa.

Paseamos, pues, por todos lados, admirando el mihrab, elemento que en toda mezquita debe servir para indicar la dirección de la Meca, pero que en la mezquita cordobesa no es así, (existen diferentes interpretaciones de esta singularidad), que luce como una joya.







Entramos en el Museo, donde se encuentra el tesoro de la catedral, con importantes piezas de arte sacro, entre las cuales sobresale la custodia realizada por Enrique de Arfe en el s. XVI, con 2,63 m de altura y mas de 200 k de peso, que representa una catedral gótica.

Hay también una colección de cálices, copones de oro y plata, grandes cruces, todas ellas efectuadas en materiales preciosos.

Llegaba la hora de la misa, en que todos los visitantes tienen que salir.

Teníamos bastante tiempo hasta la hora de comer, así que nos demoramos por los alrededores de la mezquita, parando un buen rato en el patio, con sus naranjos alineados, desde donde se ve la torre de la catedral.



y dando la vuelta a la mezquita por el exterior donde se pueden admirar sus puertas, todas distintas y a cual mas bella.




Y, caminando por la ciudad llegamos a la Plaza de la Corredera, lugar emblemático de Córdoba.

Esta plaza, única cuadrangular de Andalucía, recuerda mucho la plaza mayor castellana, de la que hay buenos ejemplos como la Plaza Mayor de Madrid, la de Salamanca, por citar dos de las mas famosas y mas bonitas, pero también de muchas ciudades y pueblos de Castilla.

La Plaza de la Corredera está situada en el centro de la ciudad; ha sufrido muchas remodelaciones a lo largo del tiempo, siendo su configuración actual obra del salmantino Antonio Ramos Valdes, que la trazo en 1.683.

Fue un gran enclave comercial hasta el s. XX, en que se derribo un edifico que albergaba el mercado de abastos que estaba en medio de la plaza. Debajo se encontraron los mosaicos romanos que hoy se encuentran expuestos en el Alcázar de los Reyes Cristianos.

Allí decidimos quedarnos para tomar unas tapas, en alguna de las terrazas que la rodean, buscando, eso si, la sombra, pues el calor apretaba y el sol quemaba.

Hacia mucho calor, el sol caía a plomo, así que después de deambular de nuevo por la ciudad, nos refugiamos en un hotel, recién inaugurado, cerca del Cristo de los Faroles, donde se estaba divinamente, para tomar un café.

De allí fuimos a recoger nuestras cosas y seguidamente a la estación para coger el AVE, de vuelta a Madrid. En esta ocasión el tren iba lleno hasta los topes, pero el viaje nos resulto igualmente agradable. El sol declinaba cuando llegamos a Madrid.

Preciosa excursión la que habíamos hecho.

martes, 11 de octubre de 2011

Mantecados de almendra

Los mantecados admiten muchos sabores. Yo he optado por los que mas me gustan, que son de almendra

Ingredientes (salen unos 50)


  • 300 g de harina
  • 300 g de manteca de cerdo
  • 300 g de azúcar
  • 100 g de almendras tostadas molidas
  • 1 huevo
  • un pellizco de sal
  • una cucharadita de canela en polvo
  • azucar glass

Elaboración

Tostar ligeramente la harina, dandole unas vueltas por la sarten con una cuchara de madera, sin que tome color.
Poner la harina en una mesa de marmol o similar en forma de círculo.

Ir poniendo en el centro la manteca, el azucar, las almendras, la canela, la sal y el huevo.

Amasar muy bien con las manos, hasta que la masa esté muy fina.

Coger un poco de masa, de el grosor de una nuez y formar una bola.
Aplastar la bola de masa, hasta que quede un redondel grueso.
Colocar los mantecados en una bandeja de horno.
Meter en el horno a 150ºc durante media hora.

Sacar del horno.
Dejar enfriar en la misma bandeja.
Espolvorear con el azucar glass.

Se conservan muy bien en una caja de lata.