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domingo, 1 de febrero de 2015

Peñíscola

                                                                                             

Una de las mas interesantes visitas de nuestra estancia en esta zona de Levante fue Peñíscola, donde teníamos nuestra base, aunque el hotel estaba situado en el límite con el vecino Benicarló, al que se podía llegar con una caminata o cogiendo el autobús.
                                                             
Dedicamos dos mañanas a conocer esta ciudad una por nuestra cuenta y otra con guía, que resumiré en un solo capítulo.

Peñíscola pertenece a la provincia de Castellón y a la comarca del Bajo Maestrazgo, y cuenta actualmente con algo mas de 8.000 habitantes, que se pueden multiplicar por varias cifras en verano.

Su nombre proviene del que le dieron los griegos: Quersonesos=península, que traducido al latín, paene insula=casi isla, origino su actual topónimo.
                                                                     

En invierno parece una ciudad fantasma, por la enorme cantidad de bloques de pisos, mas altos cuanto mas recientes, que están cerrados a cal y canto, como también los variados negocios que dan a la calle, bares, restaurantes, alimentación, peluquería, etc. están, asi mismo, cerrados. Suponiendo que sus dueños pueden disfrutar de ellos entre dos o tres meses al año, ya los ocupen ellos mismos, o sean para alquilar, les sale cara la segunda residencia, desde cualquier punto de vista que se mire. Pero, así se ha desarrollado el país... a base de ladrillo.

Peñíscola, como otras muchas ciudades de Castellón y de la Costa de Levante, presenta un enorme contraste entre su casco antiguo y su gran patrimonio cultural y el urbanismo, podríamos llamar salvaje, que ha provocado el desarrollo turístico.

La ciudad histórica se halla situada en un tómbolo, pequeña península rocosa unida a tierra por un istmo de arena, que hacia fácil su defensa, desaparecido hoy día debido a la construccion del puerto y a la edificación sobre él, que divide la ciudad en dos partes distintas.
                                                                                   

Se sabe de asentamientos íberos en la zona desde la antigüedad y su privilegiada situación hizo que griegos y fenicios establecieran en ella factorías comerciales.

Mas tarde pasaron por allí cartagineses, romanos, visigodos, bizantinos y musulmanes, hasta que fue reconquistada para la cristiandad por el rey de Aragón Jaime I, el Conquistador en 1.233.

En 1.251 el rey le otorgo carta puebla, que propicio la afluencia de pobladores cristianos venidos del norte, que aumentaron su demografía y su prosperidad.

En 1.294 el rey Jaime II de Aragón, que había crecido y se había educado junto a los monjes de la Orden del Temple, pilares de la reconquista del reino de Aragón y sentía gran aprecio por ellos, permuta la ciudad de Tortosa, en poder de los templarios, por Peñíscola.

Entre 1.294 y 1.307 los caballeros templarios aprovechan los restos de la alcazaba árabe, construida sobre la peña, para ampliarla y elevar el castillo que vemos actualmente.

Nada sabían los templarios de lo poco que faltaba para su desaparición, ya que, tras muchas intrigas y falsedades, el rey de Francia Felipe IV logra la disolución de la Orden del Temple, decretada por bula del Papa Clemente IV, en 1.311.

La propiedad de Peñíscola vuelve a la corona, que se la entrega a la Orden de Montesa, creada por el rey para recibir las posesiones de los templarios.

Otro acontecimiento histórico de gran importancia en este lugar, es haber sido residencia del Papa de Avignon Benedicto XIII, Pedro Martinez de Luna, conocido como Papa Luna, de noble familia aragonesa. que se autoexilio e instalo en Peñíscola desde 1.411 hasta su muerte en 1.423, teniendo allí la Sede Pontificia, ya que sostuvo hasta su muerte ser el Papa legitimo, por haber sido elegido cuando ya era cardenal, requisito tenido por obligatorio según el derecho canónico, del cual el Papa Luna era doctor.
                                                                               

Todo esto sucedió a caballo entre los s.s. XIV y XV, cuando se produjo el llamado Cisma de Occidente (1.378-1.429), en el que la cristiandad tuvo tres papas simultáneos.

Por último el Concilio de Parma destituyo a los tres, declarándolos antipapa, y se nombro a un cuarto. que volvió a Roma de nuevo.

A la muerte de Benedicto, se reunieron en Peñiscola algunos cardenales, que eligieron como sucesor a Clemente VIII, que fue Papa de 1.423 a 1.429, año en que concluyo el Cisma de Occidente por renuncia de este Pontífice.

Tras el periodo como Sede Pontificia, la propiedad de Peñíscola pasa de nuevo al rey, constituyéndose como ciudad de realengo.

Durante el reinado de Felipe II, en 1.578 se construyen las murallas renacentistas proyectadas por el arquitecto militar del rey, Giovanni Antonelli, siendo unas de las mas importantes fortificaciones del Mediterraneo.

A la muerte de Carlos II, se produce la Guerra de Sucesión entre el ya rey de España Felipe V de Borbón y el archiduque Carlos de Habsburgo; Peñíscola abraza el partido borbónico, por lo cual,  a la finalización de la guerra, es premiada con los títulos de Muy Noble, Leal y Fidelísima Ciudad, y obtiene también ventajas fiscales y administrativas.

Peñíscola y su  castillo permanecieron incólumes hasta la Guerra de la Independencia, contra el invasor Napoleón, cuyas tropas se habían hecho con el castillo.

 Los franceses habían expulsado a la población, que se refugio en la Sierra de Irta. La ciudadela fue reconquistada, en 1.814, por el general Elío, que la sometió a un implacable sitio, durante el cual fue destruida la cuarta parte del castillo, así como las viviendas cercanas a la fortaleza.

Después de las guerras carlistas del s. XIX, en las que Peñíscola defendio la causa liberal, el castillo perdió gran parte de su importancia militar.

Durante el s. XIX y principios del XX, las actividades económicas de Peñiscola fueron las tradicionales agricultura y pesca. Destacaba la elaboración de vino, que era muy apreciado y exportado a través del puerto de Benicarló. Con la epidemia de filoxera desaparecieron todas la vides, y se paso al cultivo del algarrobo, el olivo y el almendro.

Hacia mediados del s. XX, una incipiente actividad, el turismo, se vio favorecida por la elección de este extraordinario entorno y paisaje para el rodaje de dos películas, Calabuch (1.956) del director Luis García Berlanga, y la superproduccion estadounidense El Cid (1.962) dirigida por Anthony Mann, que dieron a conocer la ciudad mundialmente.

Actualmente el turismo es el principal motor económico de Peñíscola, que supone una transformación constante de la misma, con algunos inconvenientes de tipo ecológico y urbano, como ya hemos visto.

Para nuestra visita entramos por el Portal de San Pere o del Papa Luna, que lo mando construir en 1.414, gran arco rebajado de sillería, que luce, en la dovela central, el blasón de piedra de Pedro
Martinez de Luna,  y que era el acceso a la fortaleza desde el mar, función que desempeño hasta el s. XVIII .
                                                                             
                                                                                                                                                 
Subimos, pues, por esta cuesta, bordeando la muralla medieval, hasta llegar a El bufador, gran brecha natural entre las rocas, frente al Fortín del Bonete, por la que ruge el mar, que por ella proyecta agua en los días de temporal.


Un poco mas arriba y siguiendo la muralla norte llegamos al Baluarte del Príncipe, una pequeña fortificación en la propia muralla, con un algunos cañones restaurados,
                                                                             

que fue cuartel de artillería en el s. XVIII. Actualmente el recinto se ha habilitado como Museo del Mar.


Desde allí hay una estupenda vista.
                                                                                   
                                                         
Seguimos subiendo por las empinadas calles del casco histórico, entre las cuales destaca una casa vertical, toda ella tapizada de conchas, llamada, por eso, Casa de las Conchas
                                                                         

La casa fue levantada por una familia de padres y tres hijos, cuya madre, haciendo de guía turístico, cuando esta actividad comenzo en Peñíscola, hacia los años 50 del siglo pasado, por la que cobraba la voluntad, se hizo con suficiente dinero para comprar el solar, sobre el que edificaron la pintoresca casa.
                                                                           

 La afición y la paciencia de la madre, hizo que la revistieran completamente de conchas; dotaron a la casa, también, de unas lindas ventanas arabescas.

En 1.961 la Casa de las Conchas estaba acabada, y desde entonces es contemplada con admiración por los visitantes.

Ya habíamos llegado al Castillo, que visitamos ampliamente.
                                                                     
                                                                                      
El castillo está emplazado en la zona mas elevada del peñón que domina la ciudad, con su altura de 64 m sobre el nivel del mar.

Destaca en todo el conjunto la sobriedad y solidez de su construcción, en el que se distinguen las estancias templarias, de las de la residencia de Benedicto XIII, en las que estuvo una de las mejores bibliotecas del mundo, en su época; desde la ventana de esa atalaya, orientada hacia el Este, donde está Italia, el Papa Luna contemplaba el mar, soñando con Roma.
                                                                      

Seguramente el mayor interés arquitectónico está en la bóveda del Cuerpo de Guardia
                                                                               
                                                                                          
 y en la Basílica de los Templarios, que fue utilizada como Basílica Pontificia por Benedicto XIII y su sucesor Clemente VIII, y en la cual reposaron los restos mortales del Papa Luna durante un tiempo.
                                                                           
                                                                                      
En el muro de la izquierda del templo me llamo la atención una placa doble que commemora los 600 años de la fundación de la Universidad escocesa de St. Andrews, la primera de Escocia, por una bula del papa Benedicto XIII, en 1.413.
                                                                             

Paseamos por el interior del castillo, atravesando el patio de armas,
                                                                   

y subiendo hasta lo mas alto, desde se contempla una bella vista.
                                                                       

Las murallas de Peñiscola , construidas en diferentes épocas rodean completamente el casco antiguo de la ciudad, sobresalen entre ellas las renacentistas ordenas construir por Felipe II, el rey constructor, como nuevas defensas con artilleria, (1.576-1.578), que fueron ejecutadas por el arquitecto Juan Bautista Antonelli (Gatteo, 1.527-1.588), con el objetivo de protegerla de los ataques de los piratas berberiscos, que asolaban el Mediterraneo, pero que no alteraron sustancialmente el castillo.
                                                                                  

Existen tres entradas a la ciudad entre las que destaca la renacentista Puerta de Sant Pere, que hemos visto mas arriba.

A la salida del castillo, y al pie de las murallas se encuentra la impresionante estatua del Papa Luna, colocada como homenaje a la figura historica, mas importante de la ciudad, Benedicto XIII, en ese emplazamiento, en 2.007.
                                                                                     

La estatua, de 2 m de altura y 700 k, fue realizada en bronce por el conocido cantante, que formo un duo con su mujer "Sergio y Estibaliz". Sergio, ademas de su carrera musical, se volco plenamente en su faceta como escultor, en la que tras veinticinco años esculpiendo en bronce, se consolido como uno de los mejores escultores figurativos, principalmente de personajes históricos.

El Papa Luna es unos de los puntos fotograficos, casi ineludible, para los muchos turistas que transitan por alli.

Muy cerca de la estatua de Benedicto XIII, adosada al castillo se encuentra la Ermita de la Virgen de la Ermitana; aunque su origen es medieval, la iglesia que podemos contemplar hoy en dia, fue mandada a construir por Sancho de Echevarria, gobernador militar de Peñiscola, en premio a la fildelidad borbonica de la población durante la Guerra de Sucesión entre el ya rey de España Felipe V de Borbón y el pretendiente archiduque Carlos de Habsburgo.

El templo, construido entre 1.708 y 1.714 tiene claras caracteristicas defensivas
                                                             

Seguimos bajando hasta el casco antiguo, con escalinatas irregulares, flores de vivos colores en las macetas de las ventanas o esquinas, empedrado firme, una calle dedicada al sol, la calle Mayor. otra dedicada al olvido.
                                                                                   

En medio del casco antiguo nos encontramos con la Iglesia Parroquial de Santa Maria de Peñiscola, con elementos arquitectónicos románicos y tracería gótica del s. XV en parte de ella, y torre campanario de silleria, de mas de 17 m
                                                                           
.
                                                                             

 Habiamos llegado a la parte baja de la ciudad, por el lado opuesto al que habiamos entrado. Nos detuvimos un buen rato en el Parque de Artillería, con vistas al mar Mediterraneo.
                                                                 

Precioso lugar, con interesante historia que nos gusto mucho. mas en esos momentos de invierno, en que las playas, los paseos e incluso la ciudad tiene pocos visitantes y menos veraneantes y se ven sin trabas.                                                                                       

jueves, 8 de enero de 2015

Benicarló


Otro día dedicado a nuestros paseos por los alrededores de Peñíscola. Hoy toco ir andando hasta la vecina localidad de Benicarló, a la que no se tarda ni un hora desde nuestro hotel.

El paseo es agradable y llegamos a conocerlo bien.

Antes de entrar en Benicarló vamos a saber un poco de ella.

Benicarló, situada a orillas del Mediterraneo, rodeada de fértiles campos, pertenece a la comarca del Bajo Maestrazgo, en el N de la provincia de Castellón.

Existen en las afueras de  Benicarlo restos de dos poblados íberos, que tuvieron su máximo desarrollo en los s.s. V y VI a.C, cuyos restos, de la muralla que levantaron, son todavía visibles hoy

Sin embargo el origen de Benicarló, como de otros pueblos de la zona, hay que buscarlo en una alquería de Peñíscola, durante la época de dominación musulmana, llamada Beni-Gazlum.

Tras la reconquista del territorio por el rey Jaime I, el Conquistador, recibió de este rey la Carta Puebla que la convertía en municipio en 1.236, aunque siguió dependiendo de Peñíscola hasta el s. XVII; en 1.294 paso a pertenecer a la Orden del Temple, hasta la disolución de esta Orden, ordenada por el Papa Clemente V, en 1.312.

Fue entregada en 1.319 a la Orden de Montesa, iniciándose entonces un gran crecimiento económico y social.

Durante la Guerra de las Germanías Benicarló permaneció fiel a la Orden de Montesa y al rey Carlos I, lo que le valió el título de villa y diversos privilegios económicos, como una feria anual y el derecho a la importación de trigo.

Otros sucesos no tan buenos que sucedieron durante los s.s.XVI y XVII, fueron el acoso constante de los piratas turcos y berberiscos, que asolaban la costa levantina y la peste bubónica que afecto a varias poblaciones de Valencia, con gran mortalidad, y algo mas tarde la ruina total de las viñas, una de sus mayores fuentes económicas, debido a la plaga de la filoxera.

Otras guerras que afectaran a la zona fueron la Guerra de Sucesión, a comienzos del s. XVIII, y un siglo mas tarde, la Guerra de la Independencia, con la invasión de toda España por los tropas de Napoleón Bonaparte. en la que Benicarló participo activamente en contra del invasor, con la formación de guerrillas.

Las guerras carlistas que sucedieron a continuación también tuvieron protagonismo y episodios bélicos, sobre todo en la Primera, como la toma del Maestrazgo por uno de los jefes carlistas, Cabrera, que se hizo con el norte de Valencia y el sur de Cataluña. A pesar de todo, la villa de Benicarló se fue desarrollando y ensanchando con la construcción del muelle de embarque, que contribuyo a la consolidación del sector pesquero, y que hoy día sigue teniendo gran importancia.

Llegado el s. XX, durante la Guerra Civil (1.936-1.939), Benicarló fue bombardeado.

Tras años de duro sacrificio, puesto que la agricultura había decaído grandemente con la desaparición de las viñas, a partir de los años 60 vuelve a activarse, con cultivos como la alcachofa, excelente producción que ha conseguido la Denominación de Origen Europea como alcachofa de Benicarló,
                                                                             

de la que se ven muchos campos de cultivo, y
                                                                                       
                                             
los cítricos, hortalizas y otros productos de la huerta.

Bien, pues caminando como he dicho desde nuestro hotel, en el limite entre Peñíscola y Benicarló, por una calle de aceras anchas, llegamos hasta el centro histórico, pasando primeramente por delante del Parador de Turismo, construido con varios pabellones de no mas de dos pisos, en un gran terreno, acondicionado como jardín, y dando a la costa.
                                                                     

Esta costa del norte de Castellón es de arena gruesa o de cantos rodados, y todavía tienen mucho trabajo antes de convertirla en atractiva.

Para llegar al pequeño núcleo histórico tuvimos que atravesar la gran Plaza de la Constitución, en una de cuya esquinas está el Ayuntamiento de Benicarlo, y  donde ese día estaba instalado un mercadillo bastante grande.

Enseguida llegamos a la Plaza de San Bartolomé, donde se encuentra la Iglesia Parroquial del mismo nombre y principal monumento de la ciudad.
                                                                 

El templo se construyo en el s. XVIII, entre 1.724 y 1.743, aprovechando los muros de una iglesia precedente.

Su monumental fachada barroca, realizada en piedra, tiene dos cuerpos, con portada enmarcada en columnas salomónicas; en la hornacina superior está instalado el santo patrón, San Bartolomé que también lo es de la ciudad.
                                                                 

Tiene una alta torre, construida con grandes bloques de piedra labrada.
                                                                   

En esta iglesia como en otras poblaciones de la región, Culla, Cusí, Vinaroz y Benicarló, estaba instalada la exposición "Pulchra Magistri, el esplendor del Maestrazgo en Castellón", que se desarrollo de diciembre 2.013 a noviembre de 2.014.

Para poner en valor la muestra se han restaurado los principales edificios, de las cuatro sedes, con el objeto de difundir el patrimonio de esta emblemática zona.

Se exhiben mas de 300 obras, desde la Prehistoria hasta el s. XX, entre las que hay pinturas, escultura, tejido, orfebrería y documentos, correspondiendo a Benicarló, la exposición del Renacimiento y el Barroco.

Loable iniciativa de difusión de la cultura local, que sin duda dará algún fruto para los propios habitantes de esas poblaciones y como atractivo para el turismo.
                                                                                     

En el lado de la derecha, mirando la iglesia de frente se encuentra la Capilla de la Comunión
                                                                                     

añadida posteriormente y adosada a la iglesia.

Hay otros monumentos en Benicarló, pero teníamos que hacer algunas compras y regresar a Peñíscola, así que, después de las compras, volvimos por el mismo paseo por el que habíamos venido, contemplando a ratos la costa.
                                                                               

Por un lado Benicarló que se iba alejando y por otro la lejana silueta de Peñíscola que se acercaba.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Vinaroz

                                                               
Al día siguiente nos dispusimos a explorar un poco la región por nuestra cuenta. aprovechando el autobús interurbano Peñiscola-Vinaroz, que es la ultima población del norte de Catellón, antes del límite con Tarragona.

Se puede decir que es un paseito, en el que se van viendo el campo, algún pueblo por un lado y el mar y la costa por otro; muy entretenido.
                               
 En el campo abundan los cultivos de alcachofas, verdura que ha conseguido la denominación de origen de Benicarló, y que yo considero riquísima. Aun así en esta ocasión no tuve el placer de probarla, pues el buffet del hotel no se ocupa de esas exquisiteces.

Por la parte del mar se ve una costa recortada y baja, con playas, en gran parte artificiales, que se han ido arreglando, como la de Peñíscola, añadiéndole arena y acondicionándolas para el turismo de sol y playa.

Llegamos pues a Vinaroz, donde el amable conductor nos indicó la mejor parada para llegar al centro de la ciudad.

Digamos dos palabras sobre Vinaroz, antes de recorrerlo.

Vinaroz está en el extremo norte de la provincia de Castellón, en la comarca del Bajo Maestrazgo, y cuenta con mas de 28.000 habitantes.

La baña el Mar Mediterráneo y por ella pasan los ríos Cenia y Cervol, dos ríos cortos y de caudal escaso y rápido, frecuentes por el Levante.
                                                                                       

Durante los siglos de dominación musulmana fue una alquería, que dependía de Peñíscola,
siendo reconquistada para los cristianos por el rey Jaime I, en 1.233.

A finales del s. XIII paso a poder de la orden de los Templarios, como toda la región, que permanecieron en ella desde 1.294 hasta 1.311, en que el rey les quito todas sus posesiones, y que en el Bajo Maestrazgo pasaron a poder de la Orden de Montesa.

En 1.359 se separo de Peñíscola.

Su lealtad a la corona durante la Guerra de las Germanías, hizo que Carlos I le concediera el título de villa, en 1.540.

Durante los s.s. XVI y XVII, tuvo un gran desarrollo  con la construcción de las murallas, las atarazanas, que construían grandes barcos, y la floreciente agricultura, con el establecimiento de los gremios de labradores y tejedores.

También durante siglos sufrió los ataques de los piratas berberiscos y por eso, como en toda la costa levantina, se encuentran torres y atalayas de vigilancia que tenían la función de avisar a la población en caso de peligro, como la llamada Torre del moro, hoy día en ruinas.

En el s. XVIII su crecimiento económico continuo, con el auge de la construcción naval.

A pesar de haberse opuesto a la invasión napoleónica, con milicias locales, fue tomada por el ejercito francés, con su cortejo de destrucción y muerte, no siendo liberada hasta el final de la Guerra de la Independencia.

Aunque consiguió un gran auge en el s. XIX con el desarrollo de su puerto, la ruina de las vides por la plaga de la filoxera y el decaimiento de dicho puerto, produjeron un  importante descenso demográfico y una notable decadencia, que no se vio resuelta hasta el boom turístico, que se produjo en todo el Levante, a partir del último tercio, del s. XX.

Hoy día es una agradable villa, con cuidadas playas, un bonito paseo marítimo y, lo que queda de su patrimonio cultural, bien conservado.

Después de descender del bus nos dirigimos, en primer lugar, a visitar su mas importante joya arquitectónica, la Iglesia arciprestal de Nuestra Señora de la Asunción.

Esta iglesia-fortaleza se encuentra en la Plaza Parroquial, y tiene enfrente el Ayuntamiento de Vinaroz, ubicado en un edificio del s, XVII.

El templo se construyo entre los años 1.586 y 1.597, en estilo gótico renacentista, con  fachada barroca, a modo de retablo, que contrasta con su severo aspecto exterior; fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1.978.
                                                                                     

La esplendida fachada barroca fue levantada entre los años 1.689 y 1.710, realzada con mármoles de diferentes colores, que acentúan la impresión de retablo.
                                                                               

En su interior alberga diversos tesoros, que no pudimos contemplar pues, en los días de nuestra visita a la zona, se desarrollaba en muchas de sus iglesias una exposición de cuadros de artistas locales, que ocupaban casi toda la iglesia.

Otra bonita puerta, de estilo plateresco se halla en un lado de la iglesia.          


Haciendo esquina con la catedral se añadió en el s. XVII, la Capilla de la Comunión, de estilo barroco, que está unida por dentro a la iglesia.
                                                      

En esta misma plaza se encuentra el Ayuntamiento de Vinaroz, edificio del s. XVII, totalmente renovado para responder a su actual utilización,  y que lleva usándose como tal desde el s. XVIII.
                                                                       
                                                                   
Seguimos callejeando por el casco antiguo, hasta llegar a la Calle Mayor, donde se halla el edificio mas antiguo de Vinaroz, la Casa de la Villa que albergo su Ayuntamiento durante mucho tiempo.

Se trata de un edificio del s. XV, al que se accedía por una escalera exterior de piedra, que disponía de una pequeña sala donde se guardaban los documentos del Concejo y que también era utilizada como Sala de Justicia y, en ocasiones, como cárcel de algún personaje importante.

En la fachada hay una hornacina dedicada a Santo Domingo de Guzmán, y una ventana gótica geminada.
                                                                                                                                                    

En los bajos del edificio se celebraba el Mercado de la villa, en los s.s.XIV y XV.

Hasta hace poco era propiedad privada de la familia Beltrán, a la cual la ha adquirido la actual Corporación Municipal, este mismo año, en su proyecto de conservación del patrimonio de Vinaroz.

Seguimos hasta llegar a la Plaza de San Agustín, donde se encuentra el Mercado de Abastos, construido en 1.920, en terrenos que pertenecieron al Convento de Agustinos, realizado con elementos de fundición en un estilo modernista.
                                                                                
                                                                                     
El antiguo Convento de los Agustinos, fundado en 1.594, y desaparecido en 1.835, tras la ley de Desamortización de Mendizabal, fue derribado para construir el Mercado Municipal, conservándose solamente la iglesia, hoy Auditorio desde 1.982.

La iglesia de estilo barroco, tiene un fachada simétrica, con un cuerpo central flanqueado por dos torres cuadradas, un edificio sencillo y sin demasiado interés artístico.
                                                                            
                                                                        
Desde esta plaza pasamos al Paseo Marítimo,                     
                                                                                           

que discurre paralelo a la Playa del Fortín, arenal que va desde el muelle hasta la desembocadura del río Cervol, de mas de un km de largo, playa urbana y tranquila, de aguas transparentes.
                                                                                       

Acabamos aquí nuestro paseo; debíamos volver por el mismo transporte que a la venida, así que nos dirigimos a la parada del autobús, que llego enseguida.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Viaje con el Imserso a Levante: Castellón. Llegada a Peñiscola

                                                                         

A principios de este año, que ya va a terminar, hicimos nuestro viaje anual con el Imserso. Como ya he dicho voy con retraso en mis relatos, pero poco a poco iré contando lo que recorrimos y visitamos en esos días, muy interesantes como los anteriores.

En esta ocasión estuvimos dos semanas en Peñíscola, que no conocíamos anteriormente.

El traslado en avión fue vespertino, por lo cual llegamos ya de noche al aeropuerto de Valencia.

Castellón, capital de la provincia donde se encuentra Peñíscola, tiene un aeropuerto nuevo, sin estrenar cuando estuvimos nosotros allí; aunque inaugurado oficialmente en 2.011, sigue sin tener actividad comercial ninguna, ya que en él solo han  aterrizado algunos vuelos de prueba.

Creo que después de resolver innumerables tramites burocráticos y sobre todo económicos, se espera que pueda funcionar a partir de la Semana Santa de 2.015.

Hubiera sido estupendo que este aeropuerto estuviera operativo cuando nuestra visita, pues nos hubiera ahorrado las dos horas que utilizo el autobús desde Valencia a Peñíscola, y esto es solo un pequeñisimo detalle de los trastornos e inconvenientes que tiene el hacer una obra tan costosa y no utilizarla, pero, obviando este pequeño inconveniente para nosotros, llegamos a Peñíscola, al estupendo Hotel Peñíscola Plaza, donde nos esperaba una somera cena fría, ya que el bufet del comedor llevaba varias horas cerrado.

El hotel es una magnifica y enorme instalación donde nos fue adjudicada, no una habitación, sino una suite, es decir dormitorio, amplio saloncito e incluso terraza, que daba a una especie de patio rectangular largo y ancho. Por un lado se veía, a lo lejos, un trozo de mar y playa, y por el otro el campo de alcachofas, que estaba al otro lado de la carretera que pasa delante del hotel.

 Hay que saber que las alcachofas son actualmente el cultivo"estrella" de esta zona, con etiqueta de denominación de origen de Benicarlo, y por cierto en los días que estuvimos por allí se celebraba un festival gastronómico de tan exquisita verdura.
                                                                             
                                                                   
En efecto, el hotel está situado en una zona que, hasta la construcción del mismo, era eminentemente rural, a unos 4 km del centro de Peñíscola, muy cerca del límite de la población siguiente, Benicarlo, de la que lo separan bastantes menos kilómetros; su alta y gran silueta se eleva entre playa y campo, sin nada mas alrededor.

Por suerte y previsión del los municipios de la zona, un autobús interurbano, que pasa cada media hora por delante del hotel, va de Peñíscola hasta Vinaroz , comunicando todos los pueblos de este recorrido de la Costa Azahar.

El día siguiente también fue bastante doméstico, pues por la mañana se nos explico el programa de excursiones; en él ya pudimos comprobar que no todas las posibles estaban disponibles, ya que en enero viaja menos gente y el cupo mínimo de 30 excursionistas, no esperaba cubrirse.

El día estaba lluvioso, no escampo hasta por la tarde, en la que, después de comer recorrimos un buen trecho del paseo marítimo en dirección a Peñíscola.

Esta, como otras aglomeraciones turísticas del Levante, ofrece en casi toda la extensión del paseo, que es de aproximadamente de 4 km, desde el hotel hasta el pueblo, el aspecto de una ciudad fantasma en estas fechas; grandes edificios, que forman enormes manzanas, de seis o mas  pisos, cerrados, es como una muralla; de vez en cuando en alguno de ellos se ve una persiana subida y alguna silla en la terraza-balcón, puede que sea de un residente, habitante regular de la zona.

Todos los negocios, tiendas, bares, restaurantes, gimnasios, etc. están cerrados. El gasto que todo esto produce corre, seguramente, a cargo de los propietarios de los pisos, que sean usuarios de los mismos o los alquilen, tienen que pagar todos los gastos, impuestos, comunidad, reparaciones, para usarlos entre dos a tres meses al año, como mucho.

Pero...así se ha desarrollado el país, a base de ladrillo, cemento y compradores de apartamentos de veraneo.

Hasta hace unos cuantos años, puede que quince, la Playa Norte de Peñíscola tenía una longitud de alrededor de dos kilómetros, en la bahía que forma el pequeño istmo, donde se encuentra el casco antiguo, hasta que se amplio hasta Benicarlo, añadiendo a la costa arena, contando ahora con cerca de diez km., que forman una playa enorme y muy bien acondicionada.

Caminamos a buen paso por espacio de dos horas entre ir y venir, por el esplendido paseo marítimo, con el fondo del castillo de Peñíscola, una de las grandes atracciones del lugar, del cual hablare otro día.
                                                                     

El mar estaba en calma, había dejado de llover y el sol estaba presente, y a pesar de ser invierno sus rayos nos acariciaban y un ligero calor nos confortaba.