Mostrando entradas con la etiqueta Lanzarote. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lanzarote. Mostrar todas las entradas

viernes, 8 de marzo de 2019

Una semana en la isla de Lanzarote



 Lanzarote es la ultima de las Islas Canarias que hemos visitado, en este proyecto de recorrerlas todas.

Ya la conocíamos de otros viajes, pues había sido, podía decir, como un escenario de pasiones,  revisiones, reconciliaciones y otros elementos a los que hay que recurrir a lo largo de la vida, de manera que, en esta ocasión, visitamos sitios menos conocidos desde el punto de vista turístico, pasando unos días especiales.

Nuestro hotel estaba en Costa Teguise, lugar muy urbanizado, donde la mayoría de la población está formada por turistas, gentes de continuo tránsito, y naturalmente, el amplio colectivo de servicios que allí reside, para atender a la población flotante.

Desde el balcón de la habitación se tenia una magnifica vista, pues aunque no estaba al lado del mar, el océano se veía en su gran extensión, así como la cantidad de plantas del jardín.
                                                                       

Dedicamos el primer día a, podía decir, asentarnos en la zona, paseando por el hotel y por el paseo que bordea el mar.
                                                                               

Pero sepamos algo de la isla, su geografía, su geología, su historia.

Lanzarote es la mas septentrional y mas oriental de las Islas Canarias, conocida popularmente como "la Isla de los volcanes" por el manto surgido de la actividad volcánica que se produjo en el s. XVIII, que cubre gran parte de su superficie.

El clima de la isla es subtropical respecto a la temperatura, moderada por los vientos alisios y la corriente fría de Canarias, y subdesértico en cuanto a las escasas precipitaciones. El viento es practicámente constante durante todo el año.

Todo esto, erupciones, lavas, volcanes, macizos montañosos, erosión, forman una extraordinaria naturaleza, tanto con impresionantes paisajes, como en la flora y fauna, plagadas de endemismos.

Sus primeros pobladores, de origen bereber como se sabe ahora por el desarrollo de la arqueología, la lingüística y la genética, procedentes de África, de donde habían llegado unos 500 años antes de la conquista por los españoles, se llamaban asimismo majos. Estos pobladores se dedicaban al pastoreo y a una precaria agricultura.

 La isla de Lanzarote de la que no se tienen noticias certeras hasta el s. XIV, fue probablemente conocida de los romanos, a juzgar por los escritos de los clásicos, sobre todo de Plinio el Viejo
(23-79), que la llama, Canaria, el primer nombre que tuvo la isla, por la cantidad de canes que había en ella.

Los textos greco-latinos llaman a las Islas Canarias Jardín de las Hespérides, Campos Elíseos o Islas Afortunadas, bellos e imprecisos nombres .

Mas documentadas están las incursiones, a partir del s. XIV, de piratas que llegaban en busca de esclavos, tintes y pieles.

La conquista, colonización y evangelización de la isla  corrió a cargo de los mercenarios normandos    Jean de Bethancout y Gadifer de la Salle, en 1.402, vasallos declarados del rey Enrique III de Castilla (1.379-1.406), que financio la empresa.

Tras algunas escaramuzas guerreras, Bethencourt abandono la isla y la conquista prosiguió y se completo por Gadifer de la Salle, que nunca vio reconocido su importante papel en la conquista, pues  Enrique III dio el Señorío de Lanzarote a Bethencourt.
                                                                                                    
                                     
                                                                                   

Con bula del papa Benedicto XIII, el papa Luna, se erige la Diócesis de San Marcial de Rubicón, con jurisdicción en todas las Islas Canarias; este ultimo nombre era el que  habían dado Bethencourt y La Salle al lugar al que arribaron en Lanzarote, que llamaron San Marcial de Rubicón; rubicón viene del latín -rubico-, que significa rojo, alusión a la Montaña Roja, un volcán rojizo que puede verse desde el mar.

El yacimiento arqueológico de esta primera instalación europea en las Islas Canarias está ubicado en el municipio de  Yaiza

Lanzarote paso luego de mano en mano, durante un largo periodo, pues el descendiente y heredero de Bethencourt, su sobrino Maciot Bethencourt vendió la isla al conde de Niebla, Enrique de Guzmán (1.391-1.436) que, a su vez, la vendió a Guillén Peraza(1.422-1.447) hidalgo castellano y conquistador que participo en la conquista de las Islas Canarias en 1.430, y este, a su vez, en 1.455, a Hernán Peraza (1.450-1.488), otro hidalgo castellano, y conquistador de las Islas Canarias

Muerto el heredero varón de Peraza, la propiedad de la isla paso a su única hija Inés Peraza de las Casas (1.423-1.503), que caso con Diego García de Herrera (1.417-1.485), tambien hidalgo castellano y conquistador, convirtiéndose ambos en señores de la isla.

Esta situación se mantiene hasta la abolición del Señorío por las Cortes de Cádiz en 1.812.

Durante los s. XVI, XVII y XVIII Lanzarote fué objeto de ataques piratas tanto de corsarios europeos, como el inglés Walter Raleigh, y berberiscos, como Amurat, que invaden y saquean todo lo que encuentran.

En 1.730, la isla sufre la mayor erupción volcánica del s. XVIII, que arrojo lavas y escorias durante, nada menos que seis años, transformando la geografía por completo, enterrando pueblos y cubriendo con lava y cenizas mas de  un cuarto de la isla.

Hasta mediado el s.XVIII la economía de Lanzarote fue exclusivamente cerealista; luego se introdujo el cultivo de la barrilla, planta que sirve para fabricar jabón, que fue seguida por los cultivos de la cochinilla, de la patata, del tomate y de la uva.

A mediados de los años 60 del s. XX comenzó el desarrollo turístico, con los dos primeros hoteles en el Puerto del Carmen, actividad que ha supuesto la mayor transformación de Lanzarote a lo largo de su historia, ya que se ha convertido en una potencia turística de primer orden, que recibe a mas de dos millones de visitantes al año, acompañado de un fuerte aumento demográfico.

Conseguida esta prosperidad, los retos de Lanzarote son como compaginar este desarrollo en construcción y en turistas, con la conservación de la naturaleza y los paisajes isleños.

En esta última visita se me ha hecho evidente la masiva edificación por todas partes y la consiguiente destrucción del paisaje y de la naturaleza.

 No se si los promotores de la construcción, los agentes turísticos y los políticos, pararan de llenar la isla de casas, y de instalaciones hoteleras, pero a pesar de los grandes esfuerzos del conocido artista lanzaroteño César Manrique, que volvió a su isla en 1.966, después de muchos años de ausencia, y trato de hacer un desarrollo viable y respetuoso; una vez desaparecido él, no parece que se controle debidamente este importante asunto.

Nosotros estábamos dispuestos a pasar unos agradables y tranquilos días.