sábado, 5 de septiembre de 2009

Capítulo XIII. Menfis

Este capítulo va a ser más corto de lo que su sugerente nombre podría indicar. Efectivamente, Menfis, capital del nomo I, fue también la primera capital de Egipto; fundada alrededor de 3.050 a.C. por el primer faraón, Menes.

Menfis es hoy y, desde hace mucho tiempo, un lugar desolado que atraviesa un canal donde vierten hasta lo que suele ir por las alcantarillas. Toda clase de escombros se apilan a los lados del canal.

Menfis, en egipcio Inebu-hedy-"Muro blanco"-, -Anj-tauy -"Lo que Une los Dos Paises", Men-nefer, nombre de la pirámide de Pepi I, en Saqqara, utilizado a partir de la Dinastía XVIII como nombre para toda la zona, convertido por los griegos en Menfis y Hu-ka-Ptah -"El templo del ka de Ptah", de donde deriva el nombre helenizado de Egipto, tiene una gloriosa historia, de la que casi nada queda.

La ciudad propiamente dicha, o lo que pueda quedar de sus palacios, templos y demás edificios hay que buscarla en el área de cultivo al este de la necrópolis, enterrada por los depósitos de lodo que quedan tras las crecidas del Nilo. Cubierta por asentamientos, campos y vegetación, ha dificultado enormemente el estudio de los yacimientos arqueólogicos, de tal manera que pocas partes han salido a la luz: en Mit Rahina, el actual poblado y Saqqara, cerca de la pirámide de Teti.

Estaba situada en el sur del Delta del Nilo, en la región que unía el Bajo y el Alto Egipto. Fue la ciudad más importante del país durante gran parte de la historia egipcia, considerada siempre así, incluso cuando la capitalidad paso a otras ciudades.

Su necrópolis es la más extensa de todo Egipto; incluye Dashur, Saqqara, Abusir, Zawyet el-Arian, Giza y Abu Ruash, aunque estas dos últimas pertenecían administrativamente al nomo II del Bajo Egipto, en la Antigüedad.

El dios Ptah era su protector. Allí se desarrolló una de las cosmogonías más interesantes de la religión egipcia, ya que era considerado como soberano de los dioses, al haber creado el mundo a través de la palabra.

Lleva los títulos de "Señor de la Magia", "Señor de la Oscuridad", "Señor de la Verdad", "Señor de las Serpientes y de los Peces", nombres que podrían estar relacionados con su función creadora.

Menfis esta citada en la Biblia ocho veces; solamente expondré una de las profecías, que me parece se hizo efectiva con el devenir de los tiempos:

"Hazte equipaje de cautiverio,
moradora hija de Egipto,
porque Menfis será un desierto,
será asolada hasta no quedar morador"
Jeremías 46:19

Tuvo numerosos templos, el más importante dedicado a su dios tutelar Ptah, del cual sólo se conservan algunos sillares, pues fue utilizado principalmente para construir la fortaleza de al-Fustat por los árabes, que llegaría a ser El Cairo con el tiempo.

De tanta riqueza constructora, solo se han conservado las necrópolis menfitas y algunas pirámides del Imperio Medio.

A principios del siglo XIX los arqueólogos lograron encontrar su emplazamiento en la actual
Mit Rahina, localidad a 30 kms de El Cairo, y rescatar algunas estatuas con las que se ha fundado el Museo al aire libre de Menfis, lugar que visitamos a continuación.

La primera visita fue para la colosal y magnifica estatua del faraón Ramsés II, que se alzaba a la entrada del templo de Ptah. La estatua había caído de cara, lo que impedía ver el fascinante rostro del faraón; fue el ingeniero inglés Bagnol el que le dio la vuelta; podemos ahora contemplar toda la escultura gracias al recinto donde está instalada, con galería elevada para poder contornearlo. La estatua mide más de 10 m, a pesar de que le faltan los pies; tiene el lado izquierdo erosionado por el agua con la que estuvo mucho tiempo en contacto.

Ramsés viste un faldellín, lleva la doble corona del Alto y Bajo Egipto, su nombre aparece grabado en el pectoral, la hebilla del cinturón y en el hombro derecho. Es de lo más impresionante.

Ya al aire libre, en medio de un agradable jardín, hay otras estatuas, entre las cuales destaca la esfinge de alabastro, también procedente del exterior del templo de Ptah. Mide más de cuatro metros de altura por ocho de longitud y pesa 80 toneladas. Los egipcios, como ya hemos visto en otras ocasiones no se arredraban ante esas dimensiones. Puede que sea del faraón Amenofis II; nuestro guía nos dijo que quizás fuera de Hatsepshut, y efectivamente el rostro se parece mucho al de otra esfinge , más pequeña que hay a la entrada del Museo Egipcio de El Cairo, que se cree es ella.

Hay algunos restos arquelógicos más. Por allí paseamos el tiempo, siempre breve que nos dieron.

A pesar de las maravillas que llevábamos vistas, aún nos quedaba el plato fuerte del día, como si dijéramos, pero... eso ya será otro capítulo.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Capítulo XII. Necrópolis de Saqqara, mastaba y pirámides

Hoy nos esperaba un día muy interesante. En los alrededores de El Cairo están algunos de los monumentos más importante de la cultura egipcia y podríamos decir universal. Pero... vayamos más despacio.

Nos levantamos de madrugada, como habitualmente, y fuimos en bus a la necrópolis de Memphis, la capital del Imperio Antiguo, en Saqqara. Esta necrópolis es la más extensa e importante históricamente de Egipto, pues allí están representadas todas las dinastías desde la primera, hasta las de la época ptolemaica y persa.

El dios Sokar, frecuentemente representado de color verde, con cabeza de gavilán (no confundir con el dios Horus), era el patrono de la necrópolis, de la cual deriva el nombre.

Las primeras sepulturas fueron mastabas; esto es una construcción troncopiramidal de base rectangular; en las más suntuosas las paredes podían llegar a medir 20 m. Las primeras se construyeron de ladrillos de adobe, para pasar luego a la piedra cuando los instrumentos para tallarla se fueron perfeccionando. Hay muchas mastabas en Saqqara pues los nobles y grandes funcionarios adoptaron esta forma de enterramiento, desde la III Dinastía.

Nosotros visitamos la del gran visir del faraón Teti I y Sumo Sacerdote de Ra en Heliópolis Kagemni, que estaba casado con una hija del faraón, la princesa Nebtinubjet.

Fue supervisor de la construcción de la pirámide de Teti, lo cual explica su acceso a los mejores artesanos de la época.

Pues efectivamente, la decoración de las salas es de gran calidad; muestran escenas tanto de su vida política, como cotidianas. Hay representados animales, escenas de caza y pesca, escenas de lucha contra los hipopótamos y cocodrilos. Están reflejados hasta los más mínimos detalles como flores de loto flotando, las redes de los pescadores, ranas, libélulas. Hay también escenas de ordeño de vacas, o de alimentación de cachorros. Kagemni está representado con toda solemnidad ejerciendo su ministerio, recibiendo a los escribas, etc.

Todo este conjunto es espléndido; de una perfección que asombra. Ya de fechas tan antiguas el arte egipcio había llegado a la cumbre, y fue muy superior al de otras épocas.

Enfrente de la mastaba de Kagemni esta la pirámide de su faraón, Teti I, de la VI Dinastía. Los más decididos del grupo entramos en ella, casi reptando por un corredor descendente que llega hasta la cámara del sarcófago, de basalto negro.

En las paredes de la cámara está escrito el Texto de las pirámides, conocido allí por primera vez. Es la más antigua colección de encantamientos que tenían la finalidad de ayudar al rey difunto a llegar al más allá y son base de muchas de las concepciones teológicas y religiosas de los egipcios.

El nombre egipcio de la pirámide de Teti: "Duraderos son los lugares de Teti", no resultó del todo exacto, pues la pirámide está medio derruída, ya que se utilizó como cantera desde la antigüedad.

Cerca de ella están la tumba de su esposa Juit, que originalmente era una mastaba, la de otra esposa , Iput, hija del faraón Unas, y las mastabas de los grandes funcionarios, como hemos visto en la de Kagemni.

Todo esto nos fue preparando para ver una obra única, la pirámide escalonada del faraón Zoser, que está en las proximidades. Es el monumento más importante de la necrópolis de Saqqara, prototipo de las grandes pirámides de Giza.

La pirámide escalonada, Dyeser-Dyeseru "La más sagrada" del faraón Zoser, es una maravilla única en Egipto. Consiste en seis mastabas gigantescas colocadas una encima de otra, y es la primera obra de enormes dimensiones en la que se utilizó la piedra, no sólo en Egipto sino en todo el mundo.

El arquitecto que la diseñó se llamaba Imhotep, "el que viene en paz", bonito nombre en toda época. Fue visir del faraón Zoser, Sumo Sacerdote de Heliópolis, médico, astrónomo y arquitecto. El primer "científico" de la historia. Tal fue su fama que acabó siendo divinizado, dos mil años después de morir, como hijo de Ptah. También se le vinculó al dios Thot.

Tuvo que organizar el proceso de construcción, controlar a cientos de obreros, solucionar el problema del peso de las piedras, que resolvió usando bloques relativamente pequeños, más fáciles de transportar y manejar. Hay que tener encuenta que el único metal conocido entonces era el cobre.

La pirámide formaba parte de un complejo para celebraciones, entre otras el Heb Sed, o fiesta del jubileo del faraón, una fiesta de renovación de la energia sobrenatural del faraón.
El complejo funerario incluía un templo, varios edificios más y estaba rodeado de una muralla con contrafuertes.

La entrada al complejo, es una pequeña puerta, de no más de un metro de ancha, en medio de grandes torres. Dentro hay preciosas columnas de piedra imitando los haces de cañas, que formaron los soportes de los templos primitivos. Se siente con fuerza el impacto de esa civilización. Quisiera uno quedarse un gran rato para disfrutar de esas sensaciones visuales y espirituales, pero... el programa debe continuar de forma implacable, como implacables eran ya los rayos de Amon-Ra.

Hasta el próximo capítulo.

martes, 23 de junio de 2009

Capítulo XI. El Cairo

A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano para ir al aeropuerto de Abu Simbel, de allí a Assuan y seguidamente a El Cairo.

Ya nuestro guía, la noche anterior, de una forma entre misteriosa e inapelable, nos había comunicado que aunque ellos hacían todos los esfuerzos porque el plan se cumpliera, quizás, tal vez, no pudiéramos llegar a El Cairo y tuviéramos que quedarnos algunas horas en Assuan, donde, por otro lado, seríamos tratados muy bien.

Bien, pues esta especie de amenaza se materializó, en ausencia de nuestro guía, que había desaparecido, yendose con otros dos turistas, con más suerte que nosotros a... precisamente El Cairo.

Dejados en el aeropuerto de Assuan, en compañía de guías desconocidos, que nos anunciaron que tendríamos que pasar todo el día en Assuan, tuvimos que emplearnos a fondo, y exigir que nos llevaran a El Cairo, tal como estipulaba nuestro plan de viaje.

Una de nuestras compañeras dirigió la operación "protesta", llegando a hablar hasta con la agencia en España.

El único que había conservado el plan de viaje era C., mi marido. Al llegar a Egipto nos habían pedido los papeles de la agencia, pero C. le pidió a M., nuestro primer guía, fotocopia del mismo, a lo que no se pudo negar. Eso nos sirvió mucho, pues allí estaba la hora del vuelo Assuan-El Cairo y hasta el número del vuelo.

Después de un cierto desconcierto, aparecieron cinco plazas en el avión, al cual nos subieron a uña de caballo. Cuando ya estabamos dentro del avión comprobamos que faltaban dos personas de nuestro grupo, información que no nos habían dado.

Esto hizo que viajáramos inquietos. Al llegar al aeropuerto de El Cairo, nos fue aclarada la situación. Nuestros dos compañeros venían en el vuelo siguiente. Se nos ofreció llevarnos al hotel, donde podríamos esperarlos con toda comodidad, pero optamos por quedarnos hasta que llegaran. No queríamos más sorpresas. Al fin llegaron y pudimos olvidarnos del incidente. "Cosas egipcias" nos dijimos.

Moraleja: "Nunca sueltes un plan de viaje suministrado por la agencia... y ningún otro papel".

Nos llevaron pues, atravesando El Cairo al Hotel Conrad en la avenida del Nilo. Gran hotel, con magnificas vistas sobre el río. Nos alojaron en la planta Ejecutiva, que entre otra cosas tenía buffet frío y refrescos todo el día y caliente durante dos horas al día, con posibilidad de tomar bebidas alcohólicas, en un gran salón reservado a tal fin en el piso 22.

Mientras atravesábamos la ciudad, para llegar al hotel, ya nos dimos cuenta del enorme caos de esa aglomeración humana, una de las mayores del mundo.

Según oímos, fue proyectada para cuatro millones de habitantes y va camino de los dieciocho.
Una densa capa de contaminación la cubre, y las bellezas que contiene están sumergidas en el hiperurbanismo, que la posee. También hay mucha basura a la vista, pues los cairotas tiene la costumbre de dejar lo que les sobra encima de las terrazas de las casas, así sean restos de algún arreglo, como ladrillos o cemento, o trastos viejos de diversos usos. Sospecho que el servicio de recogida de basuras no está muy extendido y/o no es eficaz.

Se veían muchos minaretes de las innumerables mezquitas y bastantes cruces de las iglesias cistianas.

Al llegar al hotel fuimos directamete al salón Ejecutivo donde tomamos unos canapés y unos refrescos que nos sirvieron de comida. Tomamos posesión de la habitación donde había una enorme cama con almohada de plumas, muy cómoda y una terracita desde la que se podía contemplar el Nilo y el caos urbano.

El Cairo, Al-Qahira en árabe, que significa "La Triunfante", es la mayor ciudad del mundo árabe y de África. Llamada también por sus habitantes "La madre de todas las ciudades" y "la ciudad de los mil minaretes".

Su fundación por los romanos, como campamento militar, data del s. II a.C., pero su nombre actual se debe a los fatimíes que la refundaron en el s. X. Tiene una larga y complicada historia, como se desprende de su larga existencia y muchos monumentos importantes e interesantes, pero la superpoblación e hiperurbanizacion, han destruído el encanto que sin duda tuvo.

Es la primera ciudad africana que visito y debe ser la más grande e importante, pero ya se nota que uno está en otro mundo.

Teníamos la tarde libre. Decidimos C. y yo ir andando al Museo Egipcio. Para llegar tuvimos tres cuartos de hora de recorrido a pie. Atravesamos el caos circulatorio, sin semáforos, sin pasos de cebra, sin señales; pero... los conductores se entienden, a veces a gritos, no de protesta sino de ayuda y colaboración, y no pasa nada, aunque parece continuamente que va a ocurrir una catástrofe. Para los peatones es peor. Nadie les hacen el menor caso, y hay que jugarse el tipo para atravesar la calle.

Pasamos, pues, por tiendas, más bien tienduchas, donde el dueño estaba fuera sentado charlando con los del barrio, talleres de reparaciones diversas, paradas de bus que contribuían no poco al caos circulatorio, algún gran hotel como el Hilton, varios ministerios y organismos oficiales, con vigilancia militar. Había, en cada edificio oficial, un soldado armado con metralleta, parapetado tras un escudo fijo, que le tapaba todo menos la cabeza. Hay que tener en cuenta que Egipto lleva más de cuarenta años en régimen de excepción, lo cual quiere de decir que tendrá las libertades democráticas más o menos suspendidas. Allí se ve mucho militar armado.

Hay una polícia militar, dedicada al turismo, que se llama apropiadamente Policía Turística.

Por fin llegamos al Museo Egipcio, en la plaza Tahir. Allí está la colección de arte egipcio más importante del mundo.

Desde 1.798, con la conquista de Egipto por Napoleón, se sacaron del país innumerables tesoros,
hasta la creación, en 1.835 del Servicio de Antigüedades de Egipto, fundada, para proteger los monumentos y los tesoros, de la expoliación.

Los objetos y tesoros del Egipto faraónico han tenido diversas visicitudes, aún con la creación de este Servicio, pues la primera colección reunida, fue regalada por el pachá Abbas al emperador Maximiliano de Austria durante su visita a Egipto. Parte de los objetos depositados en el siguiente Museo se perdieron en una crecida del Nilo. El actual Museo se inauguró en 1.902, diseñado por Champollion, historiador y linguista francés, considerado el padre de la egiptología. En 1.922 experimentó un gran crecimiento con la incorporación del contenido de la tumba de Tutankhamon, descubierta en el Valle de los Reyes, por el arqueólogo inglés Howard Carter, única tumba encontrada sin expoliar. Actualmente se está construyendo un gran Museo en Giza, que contendrá 150.000 piezas.

En el Museo pasamos un par de horas, de las que se hacen cortas. Aunque el espacio es insuficiente para el gran número de tesoros que tienen, parte de los cuales están en los depósitos, lo que hay expuesto es magnifico. Esta dividido según los periodos de la historia egipcia, con mucho orden.

Algunas de las obras de arte que pudimos ver en la gran sala, con claraboya, del museo. Lo mostrado en el collage es:
  1. La paleta de Narmer, de los primeros tiempos de la historia. Asombra la perfección que había alcanzado esta civilización.
  2. Una de las columnas que representan a Akenathon, XIX dinastía, el faraón hereje, procedente del templo de Amón en Karnak, de cuando todavía era Amenofis IV, pero ya con su extraña fisionomia.
  3. La impresionante escultura del faraón Zoser, de la III dinastía, cuya pirámide escalonada está en Saqqara, no lejos de El Cairo.
  4. La triada del faraón Micerino, IV dinastía, con la diosa Hathor y la representación femenina de uno de los nomos de Egipto.
  5. Los esposos Rahotep y Nefret, sacerdote y lugarteniente del faraón; ella de la familia del faraón Keops, IV dinastía. Era costumbre pintar al varón más oscuro y a la mujer más clara, como se puede observar.
Pensaban los egipcios que las esculturas y demás representaciones del faraón debían ajustarse lo más posible a su imagen real, de manera que se le identificara perfectamente en el otro mundo. Lo mismo regía para los demás personajes. De ahí el realismo que acompañó siempre este arte.

Otra de la cosas que nos llamó la atención fue la Estela de Merenptah, faraón de la dinastía XIX, que reinó de 1.213 a 1.203 a.C. La estela fue encontrada en su templo funerario del Valle de los Reyes, en la gran necrópolis de Tebas, en Luxor. Ha alcanzado gran notoriedad porque el texto incluye la única mención de los egipcios a Israel o mejor dicho a los israelitas, en la penúltima línea, dentro de la enumeración de los pueblos derrotados por Merenptah.

La referencia es esta:

                                 ---Ysriar (Israel) está derribado y yermo, no tiene semilla---

Se habla de las gentes de Israel, por el gentilicio que acompaña al nombre, mostrando que para los egipcios de esa época, Israel no era considerada como un país propiamente dicho. La cita hace pensar que Merenptah es el faraón mencionado en el texto bíblico del Éxodo.

Todas estas obras aunque muy importantes, son sólo una pequeñísima parte de lo que hay allí.

Dejamos el Museo a la hora del cierre y volvimos por el mismo camino al hotel; esta vez fuimos por el paseo que va a lo largo del Nilo. Tuvo que ser muy bonito y aún conserva parte de su encanto; pudimos ver que es un lugar elegido por las jóvenes parejas para pasear. Pero el caos circulatorio se lo ha comido con los escalectrix, que salen del mismo paseo y otras aberraciones. Aún así disfrutamos de las vistas y del gran río.

Acabamos la velada en el salón reservado, donde habíamos quedado con F. y A. Hicimos honor a las bebidas fuertes y a los manjares del buffet, pequeña muestra de especialidades egipcias.

Hasta el próximo capítulo...