miércoles, 29 de septiembre de 2010

Cuatro días en la Isla de la Palma. 1º día

Hace unos días completamos nuestro veraneo con una visita de cuatro días a la isla de La Palma, cercana a nuestro lugar de residencia. Este viaje fue un esplendido regalo de nuestros hijos como celebración de nuestro aniversario de boda.

Ha sido la realización de un deseo, incumplido hasta ahora.

En efecto, tiene su pequeña historia.

Cuando C. y yo nos casamos, "in ille tempore", pensábamos en ir a La Palma para un breve viaje de bodas, mas o menos como ahora, cuatro días: pero, el aeropuerto de aquella época, que no se ni donde estaba, era peligroso y se cerraba con frecuencia, al no reunir condiciones de seguridad.

En aquellos momentos creo que fue por la bruma.

Bien, pues tantos años después, nuestros descendientes han considerado que ya era hora de ir a conocer la isla.

Han acertado plenamente. Esta visita ha sido muy bonita, completa y agradable.

Un miércoles de este mismo mes cogimos el avión de la compañía que hace la ruta entre islas, y después de un corto viaje de media hora, estábamos en La Palma, llamada con razón la Isla Bonita y la Isla Verde, ya que estos dos adjetivos la describen muy bien.

Sin hacer caso de lo que hacían los otros pasajeros, que se dirigieron sin pensarlo dos veces a los mostradores de alquiler de coches, cogimos un taxi que nos llevo a nuestra residencia en la isla, el Parador de Turismo, lugar encantador del que hablare mas tarde, donde nos informaron que la mejor, por no decir única, manera de moverse por la isla era en coche.

Ellos mismos llamaron a una compañía de "rent a car" que nos trajo un coche y asunto resuelto.

El Parador está en el municipio de Breña Baja. Es un sitio precioso. Todo el hotel es esplendido; desde la terraza de la habitación desde la que teníamos una magnifica vista de Santa Cruz de La Palma, con la costa recortandose sobre el mar.


Tiene un gran jardín con cascadita y muchas, muchas plantas; árboles, arbustos, flores y mas flores, tal como se dan en el privilegiado clima canario. Con ese clima y el agua suficiente se puede conseguir un paraíso vegetal.

El resto de instalaciones es también muy agradable.

Hay un patio, no diría yo que canario completamente, sino de inspiración canaria, que hace de pequeño jardín botánico. Las plantas están señaladas por su nombre científico y su nombre vulgar, algunas de ellas, como el helecho gigante, reliquia de la flora del Terciario, solo tuvimos ocasión de verlo en ese patio.

Bien, pues ya motorizados, cogimos un mapa de rutas por la isla dispuestos a conocerla.

Antes de emprender esta agradable tarea digamos algo sobre ella.

La Palma es una de las mas interesantes islas Canarias; es como un trozo del paraíso terrenal, bien escarpado, con grandes alturas, enormes precipicios y barrancos, todo ello rodeado de mar.

Además de haber sido declarada, toda la isla, Reserva de la Biosfera por la Unesco, en 1.983, es de una maravillosa belleza natural.

Su origen es volcánico como el resto de las islas del archipiélago. Es una de las islas mas jóvenes, surgida de un volcán submarino situado a 4.000 m bajo el nivel del mar. En la zona sur de la isla aun existen volcanes en activo; la última erupción tuvo lugar en 1.971, en la punta meridional de la isla, en el municipio de Fuencaliente, de la cual surgió el volcán Teneguía, punto de mira de los científicos por permanecer candente.
                                                                             

Los enormes precipicios, están, en muchos casos, llenos de bosques con gran cantidad de plantas, muchas de ellas autóctonas, conservadas desde la Era Terciara, hace veinte millones de años, como es la laurisilva, presente también en las islas de la Gomera y Tenerife, que ocupa una relativamente estrecha franja de terreno horizontal; por debajo y por encima crecen otras plantas y otros arboles.

La laurisilva ocupa el dominio de las brumas, que se detienen sobre esa altura y la riegan con la niebla de forma casi permanente.

Esta formado, desde el punto de vista botánico por gran variedad de laureles, de ahí su nombre, brezos, fayas, aceviños, helechos y muchas mas plantas, que lo hacen un bosque intrincado. No tienen problemas con el terreno: crecen en las laderas, a veces casi verticales, de las montañas.

Es, verdaderamente, un bosque encantado, detenido en el tiempo, que no ha sufrido apenas transformaciones desde esa era.

Este tipo de selva cubrió amplias extensiones de la cuenca mediterranea, siendo desplazado hacia el sur, incluyendo el norte de África, después de la última glaciación.

Hoy día solo esta presente en algunas Islas Canarias, Madeira y Azores, a las cuales se llama recientemente Macaronesia, aunque el mejor conservado, intacto como he dicho, está en el Archipiélago Canario, mientras que en los otros archipiélagos atlánticos ha sufrido la deforestación y practicamente no queda ningún bosque virgen.

Otro bosque importante de La Palma es el de coníferas, con una especie autóctona el pino canario (Pinus canariensis), considerado por una ley del Gobierno Autonómico de Canarias como el símbolo de la isla de La Palma, junto con un ave: la graja.

Este pino llega a medir, en sus mayores ejemplares, mas de 80 m de altura, con un tronco de 2,5 m de diámetro.

Su madera, muy apreciada por su belleza y facilidad al trabajarlo, provoco una tala excesiva, hoy día corregida.

Otra característica del pino canario es su resistencia al fuego, y capacidad de regeneración en arboles quemados, pues llega a rebrotrar en casi todos los casos. Eso ha hecho que haya sido seleccionado para reforestar montes arrasados por incendios, en el sur de Europa.

Hay muchos montes en La Palma con pinos; están mas arriba de la laurisilva; a cierta altura conviven con ella, pero luego se quedan solos en lo mas alto del monte con sus enormes y robustas siluetas.

Mas arriba hay solo ericas y espinos.

Antes de seguir sepamos algo mas de La Palma.

Los primitivos habitantes de la isla de La Palma fueron los benahoritas, población de origen bereber que se había trasladado entre 500 y 1.000 años a.C., desde el norte de África, no se sabe porque motivo, aunque se especula con que la presión ejercida por las conquistas primero cartaginesas y luego romanas podrían haberles hecho lanzarse al mar huyendo de cierta opresión. Otros motivo

Hablando de nuestra excursión, tengo que decir que La Palma es un lugar donde circular en coche es fácil, y no me refiero a las carreteras, que son todas o casi todas como de alta montaña, estrechas y sinuosas, con curvas de quitar la respiración, sino a que no hay apenas tráfico.

Un inconveniente añadido en estos momentos, es que hay gran cantidad de obras de mejora de carreteras, con ampliación del ancho y supresión de algunos tramos difíciles, pero aun así las dificultades se atenúan con el poquísimo tráfico.

Para conocer tanta maravilla hay por toda la isla gran cantidad de senderos, transitables y señalizados convenientemente. Así que para el primer día y provistos del calzado adecuado, subimos por el monte atravesando la laurisilva, envuelta en la bruma, hasta el bosque de pinos, donde lucia un esplendido sol.

Bajamos del coche y continuamos a pie por una senda de tierra. Tierra roja en forma de polvillo que se nos metió hasta bien adentro de los calcetines y playeros, sin que eso nos importase, pues la senda, que en este caso era ancha, bien valía el paseo.

Discurría entre pinos. Según subíamos iba quedando debajo el mar de nubes, nubes como algodón, posadas en las cumbres.

Y a lo lejos, bien lejos, vimos la isla de Tenerife con el gran Teide recortándose sobre el cielo. En realidad se veía del mar de nubes para arriba, formando un espectáculo fantástico.

La senda por la que caminamos una hora y media llegaba hasta el Pico de las Nieves, desde donde se ve parte de la Caldera de Taburiente, de la que ya hablare a su debido tiempo, pero... estábamos cansados, íbamos a ver la Caldera otro día así que descansamos un rato a la sombra de un pino y bajamos para comer algo y conocer la capital, Santa Cruz de La Palma.

Pero esto será ya para otro capítulo.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Mousse de chocolate con leche


Este es un postre muy agradable; propio para el verano, pues aunque es de chocolate, como su nombre indica, el llevar nata y chocolate con leche, lo hace mas ligero.
Por otro lado es muy facil de hacer. Aquí va la receta para un grupo, como los que se suelen reunir en esta época del año.

Ingredientes para 10 personas



  • 250 g de chocolate con leche
  • 100 g de mantequilla
  • 4 huevos
  • 100 g de azucar blanquilla
  • 200 g de nata montada
Elaboración
Fundir el chocolate con leche y la manrequilla al baño Maríia o en el microondas a baja potencia.


Separar las claras de las yemas.

Montar las claras hasta que estén blancas y espumosas.

Añadir el azucar y seguir batiendo hasta que se forme un merengue liso y brillante.


Añadir las yemas al chocolate con mantequilla ya templado y mezclar.

Añadir el merengue, empezando por una cucharada, cuando este bien incorporada continuar con el resto del merengue poco a poco y con gestos envolventes.

Montar la nata bien fria, de la nevera.

Incorporar la nata montada.


Adornar con chocolate rallado, nata montada , trocitos de nueces, almendras, naranja confitada, en fin al gusto de cada uno.

Delicioso postre; probadlo

jueves, 26 de agosto de 2010

Salamanca, Colegio Mayor Fonseca, Plaza Mayor y Convento de San Esteban


El pasado mes de junio tuve ocasión de volver a Salamanca.

La visita a esta magnifica ciudad siempre me resulta agradable; me trae recuerdos de cuando viví en ella durante cuatro años. Entonces, hace muchos años, era la monumental ciudad forjada durante siglos, pero ahora ha progresado, como todas las ciudades españolas, y está muy bien mantenida y acondicionada.

Una de las reformas, ya de hace bastantes años, respecto a la época en que yo viví allí, fue eliminar la circulación de coches de la Plaza Mayor. Ahora ese maravilloso espacio es para el disfrute de los ciudadanos y de los muchos visitantes que por allí pasean.

Cuando llegamos, paramos delante del Colegio Mayor Fonseca, donde íbamos a alojarnos; después de tomar posesión de nuestra habitación, salimos con un amigo para sentarnos en la Plaza Mayor y tomar allí una copa y alguna tapa, en uno de los numerosos establecimientos en ella están instalados.

Mientras, fue cayendo la tarde, la plaza se ilumino, ofreciéndonos otra visión no menos espectacular que la de pleno sol.

Digamos ahora dos palabras sobre el Colegio Mayor Fonseca.

En primer lugar es un privilegio poder alojarse en él, que hoy día ofrece todas las comodidades de un buen hotel .


El Colegio tiene una larga historia.

Fue fundado en 1.519 por Alonso de Fonseca, arzobispo de Santiago de Compostela, para que los estudiantes gallegos tuvieran un Colegio para estudiar en la Universidad, de ahí su primer nombre: Colegio Mayor de Santiago, el Zebedeo, mas conocido como Colegio del Arzobispo, Colegio Mayor Fonseca, y mas tarde Colegio de los Irlandeses, llamado así porque en tiempos de Felipe II sirvió para albergar a los estudiantes de ese país que iban a estudiar a Salamanca, huyendo de la persecución inglesa a los católicos de Irlanda.

De los cuatro antiguos Colegios Mayores de Salamanca, es el único que se conserva; fue muy dañado por los franceses durante la Guerra de la Independencia, como toda España, ya que utilizaron edificios civiles y militares para hacer fortificaciones, y reconstruido después.

Sus arquitectos fueron Diego de Siloe, Rodrigo Gil de Hontañon y Juan de Alava, grandes arquitectos del Renacimiento, en España.

Es un edificio plateresco, de tipo conventual, organizado alrededor de un claustro, de proporciones y decoración exquisitas, uno de los mas bellos patios del Renacimiento español.

Destaca además del claustro la capilla, con retablo de Alonso Berruguete.


La fachada es bastante sencilla, con la decoración únicamente en la Portada, presidida por un bajorelieve de Santiago Matamoros.

Dedicado ahora a residencia de postgraduados y profesores residentes o visitantes.

Forma un gran complejo con el anexo edificio barroco de la Hospedería, dedicado hoy día a Centro de Postgraduados de la Universidad de Salamanca.

Pasear por el patio, contemplando los medallones, todos distintos, y los adornos platerescos a lo largo de las arcadas, así como la magnifica escalera de la derecha, es una delicia; por mala suerte estaban, en esos días montando un estrado y poniendo sillas para alguno de los numerosos eventos que la Universidad de Salamanca celebra en este entorno.

Como he contado, después de tomar posesión de la habitación, que estaba al lado de la de nuestro pariente, colega y amigo, salimos hacia la Plaza Mayor, lugar que aunque uno haya visto muchas veces, no debe dejar de visitar y disfrutar, siempre que se vuelva a Salamanca.

La Plaza, corazón neurálgico de la ciudad, punto de encuentro de amigos, residentes y visitantes, estaba bastante concurrida, como de costumbre. Nos sentamos a tomar algo.

Vale la pena decir unas palabras sobre ella.

La Plaza Mayor de Salamanca es la mas bella de España y una de las mas bellas del mundo. Es un monumento típicamente español, exponente del barroco, que alcanzo con ella expresiones dificilmente superables.

La Plaza Mayor fue acordada en 1.710 por el rey Felipe V, el primer Borbón de España, como premio a la ciudad por haber apoyado su partido, en contra del otro aspirante a la corona, el Archiduque Carlos de Habsburgo, durante la Guerra de Sucesión Española.

La construcción se realizo entre los años 1.729-1.755, con proyecto del arquitecto Alberto Churriguera, ocupando el antiguo solar de la plaza de San Martín. La pequeña, preciosa y románica Iglesia de San Martín esta contigua ella.

Tiene planta cuadrada. El lado mas importante está ocupado por el Ayuntamiento, obra de José Churriguerra, coronado por la espadaña que soporta las campanas del reloj.

Mientras estábamos sentados en una de las terrazas, tomando algo y contemplando la animación, que era como de costumbre muy grande, fue anocheciendo y el conjunto fue tomando otro aspecto, este, si puede ser, aún mas sugestivo.


Al día siguiente disponía de la mañana para recorrer un poco la ciudad. Decidí visitar el Convento de San Esteban, que no veía de cerca desde hacia tiempo.

Allí me encamine, recorriendo el trayecto entre nuestra residencia, el Colegio Mayor Fonseca, y el Convento, por la calle de la Clerecía, viendo, al pasar algunos de los muchos e importantes monumentos de la ciudad como la iglesia del Convento de las Ursulas, que estaba cerrada, el Palacio de Monterrey, propiedad de la Duquesa de Alba, la Casa de las Conchas y el imponente edificio, antiguo convento de Jesuitas, hoy día sede de la Universidad Pontifica, de la Clerecía.

Siguiendo la misma dirección, hay luego una calle en cuesta, la calle de Jesús, que lleva hasta el Convento de San Esteban.

Lo primero que llama la atención es la enormidad del conjunto, y el frente de la Iglesia del Convento, a modo de retablo mayor en piedra, de alguna catedral.

Este frente, labrado con escenas bíblicas, adornos, pilares volutas etc, está realizado en la maravillosa piedra de la localidad salmantina de Villamayor, piedra que reune todas las cualidades, pues se deja tallar bien y siendo ya de bonito color dorado, el tiempo la consolida en ese color y la endurece para que pueda lidiar con el duro clima de Salamanca,

Aunque los dominicos se instalaron en esta ciudad entre 1.255-56, el actual convento data de 1.524, debido a la iniciativa del cardenal Fray Juan Alvarez de Toledo. La construcción se extendió hasta 1.610.

Lo extenso de sus años de edificación hace que, considerandolo como un magnifico ejemplo del estilo plateresco, sea una mezcla de otros estilos que van desde el gótico hasta el barroco, este último poco apreciable en la arquitectura, pero bien presente en el imponente Retablo Mayor de la iglesia, obra de José de Churriguerra.

Según la tradición, en el convento, se alojo Cristóbal Colón cuando estuvo en Salamanca para defender, frente a los geógrafos de la Universidad, la posibilidad de llegar a las Indias navegando hacia Occidente.

Como ya he comentado la portada, un bello ejemplo del plateresco, está concebida como portada-retablo, formando un arco de triunfo, cuya bóveda de medio cañón despliega abundante decoración de este estilo.

En centro se representa el martirio de San Esteban y encima hay un Calvario, ambos de Cerroni, de comienzos del s. XVII.


La iglesia, de cruz latina, es imponente; aunque los estilos que resaltan son el gótico tardío y el renacentista, el enorme Retablo Mayor, es de estilo barroco, como ya he recordado.

El Claustro, donde se mezclan los estilos gótico y renacentista, también es sobresaliente.

Alrededor del Claustro están los Capítulos, lugar de reunión de los monjes.
Hay dos: el "Capitulo antiguo" oscuro y modesto, del s. XIV, donde están enterrados destacados miembros del convento, y el "Capitulo Nuevo", mas grande, monumental y mejor iluminado, del s. XVII, el mismo siglo, y estilo en el que se construyo la Sacristía, de gusto clásico, donde esta enterrado, en un gran túmulo Fray Pedro de Herrera, obispo de Tuy, su patrocinador.


Otro elemento arquitectónico destacable, que pude admirar durante mi paseo por el convento, es la Escalera de Soto, mandada a construida entre 1.553-56, por Fray Domingo de Soto, catedrático de la Universidad y confesor de Carlos I.

El arquitecto Rodrigo Gil de Hontañon, empleo una técnica nueva y revolucionaria, pues la escalera no se apoya en ningún soporte, ascendiendo adosada a los muros, creando un espacio diáfano, pues parece sostenerse milagrosamente.

Todo el entorno rememora la gran importancia y poder que tuvo en España y en Europa y América, la Orden de Predicadores de los Dominicos, fundada por el español Santo Domingo de Guzmán, en Toulouse en 1.215 y aprobada por el Papa Honorio III un año después.

Entre sus mienmbros destacados, que fundaron la Escuela de Salamanca de Teología, Filosofía y Economía y habitaron el convento de San Esteban, están Francisco de Vitoria, Tomás de Mercado y Domingo de Soto, que en su época hicieron unos planteamientos inusuales sobre los problemas de la sociedad.

Volcados en la Evangelización de América, los Dominicos hicieron una importante labor, generando varios defensores de la población indígena que han dejado sus huellas en la historia, como Fray Bartolomé de Las Casas, Fray Antonio Montesinos y algunos otros.

Después de recorrer despacio, todo el recinto, admirando y disfrutando de tanta belleza ...e historia, tuve que volver al Colegio Fonseca, para cambiar mi vestimenta de turista por algo más formal.
Mi marido había formado parte de un tribunal de tesis doctoral, y el doctorando nos ofrecía, tanto al tribunal como a los amigos y acompañantes un banquete en Ledesma.

El lugar elegido para la comida es muy bonito y la fiesta universitaria y lúdica también fue muy bonita y agradable.

Excelente broche final para esta corta, pero interesante nueva visita a Salamanca.