domingo, 1 de julio de 2012

Tres días en la Rioja. Primer día. Llegada a Santo Domingo de la Calzada

El pasado mes de abril pase tres días en la Rioja, acompañada por toda mi familia. Celebrábamos mi aniversario y me pareció una fecha adecuada para esta reunión en tal lugar, ya que mi existencia empezó en esas tierras, aunque viví fuera de ella toda mi vida, menos mi primer año, y luego, la he visitado poco.

Por tanto era un bonito momento para volver, disfrutar de este magnifico entorno, y hacerlo conocer a los demás miembros de la familia, catorce en total, entre marido, hijos y nietos.

Así que el día de Jueves Santo de la pasada Semana Santa, emprendimos el viaje, unos desde un lugar y otros desde otro, para reunirnos en Santo Domingo de la Calzada, donde pasamos esos tres días alojados en el parador de Turismo, que, como todos los hoteles de la cadena, es un excelente hotel, en este caso en un escenario histórico, ya que ocupa el lugar del antiguo hospital de peregrinos, del s. XII, fundado por el propio Santo Domingo, convenientemente adaptado a su actual función, en pleno casco antiguo.

Santo Domingo de la Calzada es una pequeña población, al pie de la Sierra de la Demanda, de esta privilegiada Rioja, a orillas del río Oja, de cerca de 7.000 habitantes.

Veamos un poco de La Rioja, que perteneció a la provincia romana Tarraconense, paso luego a poder de los vándalos y mas tarde de los visigodos, para después ser invadida, como el resto de la Península Ibérica, por los musulmanes, que permanecieron en ella mas de 200 años, hasta la reconquista cristiana de la Alta Rioja en 923, por Ordoño II, rey de León y su aliado Sancho Garcés, rey de Pamplona.

Desde ese momento se promueve la repoblación de estos territorios, para lo cual es muy importante el papel del Camino de Santigo.

La afluencia de peregrinos desde las primeras noticias sobre la aparición de la tumba del Apóstol Santiago, en Galicia, va aumentando. Desde el s. XI peregrinos de toda Europa acuden a Santiago de Compostela para ganar el jubileo, atravesando grandes montañas, como los Pirineos, los Montes de Oca, los Montes de León etc., y ríos de corrientes peligrosas, y necesitan lugares donde descansar y reponer fuerzas.

Por eso la Iglesia, los nobles y los reyes van a mejorar los caminos, construir puentes, y disponer hostales y hospederías en los puntos estratégicos, creando poblaciones, donde antes no había, para acoger a los peregrinos.

El comercio, poco desarrollado hasta el s. XI, aumenta con este trasiego de gentes, estableciéndose mercados en muchos de los pueblos por donde pasa el Camino.

Aunque los peregrinos reciben el nombre de francos, proceden, en realidad, de toda Europa; vienen no solo de Francia sino que hay lombardos, alemanes, flamencos, provenzales, etc, etc.

En este ambiente surge Santo Domingo de la Calzada, fundada por el antiguo ermitaño y clérigo Domingo García, gran colonizador de la zona, en la cual roturo campos, talo bosques, y construyo una calzada, alternativa de la calzada romana, para facilitar el camino a los peregrinos.

El rey Alfonso VI concede a Domingo, en 1.112, terrenos para edificar una iglesia y un burgo. A partir de entonces se desarrolla una población alrededor de dicha iglesia y del hospital creado por Domingo. Donaciones particulares, y mas tarde los fueros concedidos por Alfonso VIII, en el s. XII potencian el crecimiento del burgo.

Este crecimiento tiene su apogeo en el s. XVI, para caer en decadencia en el siglo siguiente y ver de nuevo el florecimiento del pueblo en el s. XVIII, en el que se produce un desarrollo urbanístico con la remodelación de la Plaza Mayor, los nuevos paseos del Espolón y la Carrera y la edificación de la Torre Exenta, torre de la catedral no adosada a ella, la mas alta de La Rioja.

En el s. XIX con la creación de la provincia de La Rioja, pasa a ser cabecera de la comarca y partido judicial, convirtiéndose en el centro de servicios de la zona.

En 1.973 su casco antiguo es declarado Conjunto de Interés Histórico-Artístico.

Pues en este entrañable lugar tomamos posesión de nuestras habitaciones y después salimos a dar una vuelta, cuando ya caía la tarde.

Nos encontramos, en una plaza a la que se llega por la Calle Mayor, un mercadillo o feria de alimentación que produjo gran interés. Muchas de las delicias riojanas estaban allí concentradas y fueron adquiridas por algunos miembros de la familia.

El casco antiguo está lleno de casonas, y tiene gran sabor.

Ya habíamos hecho nuestra primera aproximación a La Rioja, que iba a proseguir los tres días siguientes, en los que tendríamos ocasión de conocer la Catedral y otros puntos de interés en Santo Domingo y otros lugares de la región.

lunes, 25 de junio de 2012

Zabaione



Este postre elegante aunque muy sencillo se puede tomar frío o caliente.

Es una crema italiana de larga tradición. Se puede tomar sola o con frutas, gratinada o helada. También admite diversos vinos en su confección, aunque el original siciliano sea el marsala.

Yo lo he hecho con vino blanco espumoso.

Ingredientes para 6 personas

  • 6 yemas de huevo
  • 3 cucharadas soperas de azúcar
  • 175 ml de vino blanco

Elaboración

Poner las yemas al baño maría, pero fuera del fuego.
Batir fuertemente con batidor de varillas o eléctrico, hasta que queden d color amarillo claro.
Añadir poco a poco el azúcar y seguir batiendo hasta que la mezcla esté espumosa.
Colocar la mezcla de yemas al baño maría, en un cazo con agua hirviendo.
Batir mientras se incorpora el vino poco a poco.
Seguir batiendo dentro del baño maría hasta que la crema quede muy espesa y triplique su tamaño.

Servir preferentemente templado.

Para servir el sabayón frío, verter la crema caliente en un bol.
Colocarlo dentro de otro bol mayor con hielo.
Batir hasta que quede espeso y frío.

martes, 19 de junio de 2012

La clemencia de Tito. Ópera en el Teatro Real de Madrid

El pasado día 17 de febrero asistí al tercer título de mi abono, en el Teatro Real de Madrid.

La obra a representar era La clemencia de Tito, la última ópera compuesta por Mozart, estrenada en el Teatro Nacional de Praga en septiembre de 1.791.

El libreto, del escritor y poeta italiano, autor de otros muchos libretos, Pietro Metastasio (1.698-1.782), está basado en fragmentos de la Vida de los Césares, de Suetonio ; Caterino T. Mazzolà, poeta oficial de la corte vienesa, trabajo con Mozart para resumir el extenso original, y reducirlo de tres, a dos actos.

Existen al menos treinta y nueve óperas con el mismo libreto, la primera con música de Antonio Galdara, estrenada en 1.734, compuesta para commemorar ela onomástica del emperador Carlos VI.

Mozart recibió el encargo de componer, con este mismo libreto, una ópera para la coronación, como rey de Bohemia, del emperador Leopoldo II, nieto de Carlos VI, para lo cual dispuso de unos quince días.

Aunque el tipo de ópera seria metastasiana se hallaba lejos del ideal dramático de Mozart, este escribió algunas de las mas bellas arias salidas de su inspiración, además, digamoslo así, de "modernizar" en lo posible, la estructura teatral del texto.

El genio de Mozart consiguió una ópera impregnada, como dice el arqueólogo e historiador del clasicismo Winckelmann, de noble sencillez y serena grandeza.

El argumento, tomado por Metastasio de las Vidas de los Césares, del historiador romano Suetonio, está protagonizado por el emperador Tito Flavio Vespasiano (79-81 d.C),

durante cuyo breve mandato acontecieron sucesos como la erupción del Vesubio, que sepulto a las ciudades de Pompeya y Herculano, las cuales aparecen en el libreto para encarecer la munificencia de Tito, que entrega, a los damnificados por la erupción, los fondos destinados a la construcción de un templo, oportuna invención del poeta.

Una de sus obras mas conocidas fue la construcción del Coliseo Romano, uno de los mas importantes monumentos de Roma, que se contempla, todavía hoy día; aunque por supuesto nada de esto aparece en el argumento de la ópera.

Esta tiene por objeto exaltar la figura de Leopoldo II, identificandolo con el emperador romano Tito, que demuestra una clemencia extraordinaria hacia sus allegados, que quieren asesinarlo, perdonandoles la vida.

La intriga es un tanto liosa y liante como sucede en muchas óperas.

Tito debe elegir esposa y en lugar de optar por la conveniente, Vitelia, que espera ser la elegida, opta por seguir su corazón enamorado y elige a la joven Servilia, que a su vez ha entregado su amor a Annio.

Vitelia despechada, encarga el asesinato del emperador a su amante, Sexto.

Pero Tito enterado de que Servilia ama a otro, renuncia a desposarla y vuelve sus ojos hacia Vitelia. Al conocer que va ser finalmente la elegida como futura emperatriz, Vitelia tiene que abortar el complot y es entonces cuando todo es descubierto.

Si no hubiera sido poca la comprensión de Tito hacia los amores de su anterior elegida, ahora demuestra una sin par clemencia con los autores del proyecto de magnicidio, Vitelia y Sexto, perdonandoles la vida, manteniendo que la clemencia es superior a la venganza, decisión política que es aplaudida por el pueblo.

No es argumento menor, ya que plantea la posibilidad de ejercer la política de otra manera, la necesidad del perdón ante las ofensas, la superioridad de la sinceridad ante el engaño.

Una bonita utopía, finalmente.

En un primer momento la ópera no tuvo gran aceptación entre el público burgués de Praga, por su argumento aristocrático, pero mas tarde fue la ópera mas representada de Mozart, hasta mediados del s. XIX.

En el Teatro Real, la escenografía era, un montaje recuperado, con mas de 30 años de antigüedad, aunque al ser "minimalista" parecía recién concebido.

En efecto, el diseño escénico del matrimonio Ursel y Karl-Ernst Hermann, inicio su andadura en 1.982, en Bruselas, impulsado por el actual director artístico del Teatro Real, Gerard Mortier, siendo luego usado tanto en el Festival de Salzburgo, como en la Ópera de París, lugares donde Mortier ha sido también director, así que se le puede considerar, casí, una creación suya.

Según vengo observando en las temporadas dirigidas por Mortier, tanto sus antiguos montajes, como sus amigos, van desfilando por Madrid uno a uno, no en vano este director, que tiene bastantes años, ha tenido  responsabilidades en diferentes teatros y festivales del mundo, y tiene muchos amigos.

Otra cosa es que el público aficionado a la ópera de Madrid, coincida con sus gustos, que mas bien es que no, a juzgar por los muchos huecos que se pueden observar en el aforo, y las deserciones durante las representaciones.

Volvamos, ahora, a La clemencia de Tito.

La puesta en escena me pareció extraordinariamente fría, tanto en si misma, como en referencia al argumento.

Un escenario totalmente cuadrado en tonos blanquiazules, que me recordaban a un cuarto de baño, en el que la nota de color la pone Vitelia, que aparece, con al menos, cuatro esplendidos trajes de noche, de diferentes y vivos colores, que no desmerecerían en una recepción o cena con reyes y príncipes.

El atuendo de los demás personajes es mucho mas anodino; quizás destaque, por inadecuado, el vestidito infantil de Servilia, que no le favorece ni a ella, ni al personaje.

De vez en cuando la puerta del frente, se abre y deja entrever un patio con columnas, distracción mínima dentro de la austeridad ambiental, que hace lamentar que el esplendido escenario del Teatro Real, no haya sido aprovechado para ofrecer algo mas vistoso.

En cuanto a la música, Mozart despliega en ella su genio, dotándola de frescura, transparencia y elegancia, con números corales de gran efecto.

Se ha hablado mucho de la gran cantidad de recitativos; algunos musicólogos consideran que ciertos de entre ellos no son de la pluma de Mozart, pero, esto es para expertisimos. A mi me gustan muchos los recitativos, y estos me encantaron.

Hay cuatro magnificas arias y la parte coral es muy bella.

Respecto a los interpretes desenvolvieron bien su tarea, aunque de ninguna manera prodría decir que fueran tan excelentes como la música.

La joven soprano estadounidense Amanda Majeski en el papel de Vitelia, tuvo una gran presencia, ataviada como iba con espectaculares trajes de noche de ahora mismo. Actuó de una forma un tanto histriónica y parecía que gritaba, en vez de cantar, en algunos momentos, aunque luego se templo y resulto mas agradable de oír.

El personaje de Tito corrió a cargo del tenor francés Yann Beuron, que contrariamente a Majeski, tiene pocas dotes interpretativas y resulto un tanto estático. En cuanto al canto creo que se quedo algo corto, como falto de aliento, aunque remonto en algunos momentos.

Los otros dos papeles de hombres están hechos para dos voces que hoy día interpretan dos cantantes femeninas, aunque seguramente eran para castrati.

Sesto estuvo a cargo de la mezzosoprano estadounidense Kate Aldrich, que fue la mejor de la noche, con buena voz y buen canto.

A distancia la siguió la mezzo argentina Maria Savastano como Servilia, que me gusto bastante.

Los demás cumplieron con su papel; el coro excelente, como nos tiene acostumbrados este coro del Teatro Real.

El director alemán Thomas Hengelbrook llevo la orquesta sin brillo, pero con corrección. No me entusiasmo, pero reconozco su mérito.

En conjunto una interesante producción, de una de las óperas poco representadas, y poco conocidas obras de Mozart, pero tan atractiva como todas las suyas.