lunes, 1 de julio de 2013

Málaga


A la hora habitual de las nueve salimos para visitar Málaga. El tiempo no acompaño pues estaba algo frío, nublado y ventoso

Málaga está solamente a 13 km de Torremolinos, nuestra base, así que no tardamos en llegar.

 La carretera discurre al lado del mar,  por la actual zona moderna de la ciudad, otrora ocupada por los antiguos altos hornos, desaparecidos hace bastantes años, tantos, que yo no tenía idea del pasado siderúrgico de esta costa.

Fuimos con un guía parlanchín, en el que se apreciaban ribetes doctos, a visitar, en primer lugar, la imponente catedral de Málaga, pero antes de adentrarnos en ella, sepamos algo de esta antiquísima ciudad.
                                                                

Málaga, topónimo de incierto origen, pues diversas teorías la hacen proceder de variadas lenguas, viene, probablemente, de sus fundadores los fenicios, que en este lugar establecieron una sede comercial en el s. VIII a.C., y la llamaron Malaka.

Mas adelante paso a ser cartaginesa, antes de la conquista romana. Los romanos la hicieron municipio; por ella pasaba la Vía Hercúlea que comunicaba con otros puertos del Mediterraneo, y con el interior de la Península Ibérica.

Tras la caída del Imperio romano paso a ser visigoda, con un periodo de algo menos de un  siglo en que fue conquistada por los bizantinos, dentro del proyecto de restauración del Imperio romano emprendido por el emperador bizantino Justiniano I.

Tras la invasión islámica de 711, se convirtió en ciudad amurallada y sede de comerciantes judíos y genoveses, hasta que fue reconquistada en 1.487 por los Reyes Católicos, después de un largo y cruento asedio.

Los s.s. XVI y XVII fueron de construcción de nuevos barrios, aglutinados alrededor de nuevas iglesias y conventos y, sobre todo, el s. XVII de gran inestabilidad, alternando periodos prósperos con otros de epidemias, terremotos y malas cosechas.

La burguesía malagueña se desarrollo, debido al comercio, en el s. XVIII, de prosperidad para la ciudad, que preparo su despegue económico durante el s. XIX, con la incorporación a la revolución industrial representada por los altos hornos. La implantación de la industria siderúrgica duro menos de un siglo, por la competencia de otras regiones y la dificultad de transporte de los productos.

Pero a mediados del s. XX se produjo, al igual que, en toda la entonces bautizada como Costa del Sol, el gran boom turístico, que transformo tanto la capital Málaga, como a los pueblos de la provincia, lo que supuso grandes cambios demográficos, económicos y sociales.

Málaga, ciudad con casi 600.000 habitantes, es la sexta ciudad en población de España; está situada en una bahía, en el extremo oeste del mar Mediterraneo, rodeada por las últimas estribaciones de los Montes de Málaga y el Valle del río Guadalhorce, siendo atravesada también por el río Guadalmedina; ambos ríos desembocan en el mar Mediterraneo.

Debido a su larga historia, es una de las ciudades mas antiguas del continente europeo, y debido a las civilizaciones que pasaron por ella y que en ella han dejado sus huellas, Málaga fue declarada Conjunto Histórico en 2.012.

En efecto, en un pequeño territorio se reunen restos fenicios, púnicos, romanos y árabes, que crean un gran mosaico histórico.

Bien, pues con la intención de conocer, al menos un poco, la ciudad comenzamos la visita por la catedral.

La Santa Iglesia Catedral Basílica de la Encarnación es una impactante iglesia, una autentica joya renacentista, ordenada construir por los Reyes Católicos, en 1.487, al poco tiempo de la reconquista de la ciudad.

Debido a la magnitud de la obra, su construcción duro varios siglos, desde 1.528 hasta 1.782.

Empezada en estilo gótico tardío, derivo enseguida al estilo renacentista, con los planos de Diego de Siloe y Andrés de Vandelvira, aunque el resultado final es una mezcla de estilos, desde el gótico del comienzo, el renacimiento, que prevalece, y los elementos barrocos añadidos en el s. XVIII.
                                                                              

El resultado es un grandioso templo, con dos torres proyectadas en un principio, que se quedaron en una por falta de recursos, de donde viene el nombre cariñoso que le dan los malagueños de "La Manquita".

El interior alberga variados tesoros tanto por la altura y amplitud de sus naves,
                                                                          

 como por su mobiliario y objetos de arte sacro,
                                                                         

como por sus numerosas capillas, de diversas épocas y estilos, todas interesantes .
                                                             

Destaca entre todos ellos la sillería del coro, obra del imaginero Pedro de Mena.
                                                                           

 Junto a la catedral se halla el Palacio Episcopal, edificio barroco, que data del s. XVIII, en el que destaca

                                                                                    
la distribución de sus elementos y la portada de la fachada.

En la Plaza del Obispo donde se encuentran la Catedral y el Palacio del Obispo, hay una preciosa fuente de 1.785,  de mármol gris, el mismo empleado en la portada.

Después de un café, en uno de los muchos bares de la zona histórica, seguimos paseando por Málaga.

Hasta 1.996 el centro histórico se encontraba en estado de abandono, con graves problemas de seguridad y marginalidad, con abandono masivo de los antiguos residentes; a partir de ese año se comenzó un proceso de rehabilitación que ha tenido gran éxito, y ha conseguido la recuperación y revitalización del casco antiguo, al mismo tiempo que se paraba la destrucción del patrimonio histórico, al que también ha contribuido un urbanismo salvaje, como en tantas otras ciudades de España.

Seguidamente llegamos hasta la Alcazaba, antigua fortificación construida durante la dominación musulmana, sobre otra mas antigua, de probable origen fenicio-púnico, a los pies del monte Gibralfaro.

La Alcazaba resistió en buena conservación hasta finales del s, XVII, pero luego tuvo que soportar un terremoto en 1.680,  así como el bombardeo de buques franceses en 1.693, durante la Guerra de los Nueve Años, otra de las interminables guerras europeas y hasta fue usada como caserío, de tal manera que a principios del s. XX, mostraba un desastroso aspecto. Fue en la década de los años 30 del siglo pasado cuando se emprendió su rehabilitación, de tal manera que hoy se ofrece al visitante con un aire parecido al que tuvo en otros épocas.

Al mismo tiempo que contemplábamos la silueta de la Alzazaba, podíamos ver el Teatro Romano, que tras permanecer oculto e ignorado durante muchos siglos, fue descubierto en 1.951 durante las obras de instalación del jardín de La Casa de la Cultura, que posteriormente, bastantes años después, en 1.995, fue demolida para poder recuperar el Teatro Romano, y seguir con los trabajos de arqueología en la zona.
                                                                                

El Teatro Romano de Málaga data del s. I; construido en la época del emperador Augusto, fue utilizado hasta el s. III. Posteriormente se uso como cantera para la construcción de la Alzazaba, donde se pueden ver capiteles, fustes y columnas que sostienen los arcos de herradura de las puertas de la fortaleza.
                                                                     

Después de la última restauración, desde 2.011, ha recuperado su uso escénico.

Enseguida encontramos la Plaza de la Merced, donde, en una esquina, se halla la casa natal, convertida en museo, de Pablo Ruiz Picasso, uno, sino el mayor artista del s. XX, que nació en ella el 25 de octubre de 1.881, y en ella vivió hasta los diez años.
                                                                         

La Plaza de la Merced es de las mas importantes del casco antiguo y de la ciudad; aunque el espacio fue plaza desde la Edad Media, sucesivas tranformaciones le han dado un aire decimonónico. En el centro se encuentra instalado un obelisco commemorativo de los fusilamientos del general Torrijos y sus compañeros, liberales, ejecutados por orden de Fernando VII, cuando abolió la Constitución de 1.812 y reimplantó el absolutismo.
                                                                             

Seguimos paseando por el casco antiguo, donde muy cerca de la Plaza de la Merced encontramos la iglesia de Santiago, donde fue bautizado Picasso.
                                                                         

Se conservan en ella la pila bautismal y el certificado de bautismo del gran pintor, donde constan sus, nada menos, que ocho nombres.
                                                                     

Esta iglesia es de las mas antiguas de Málaga, ya que fue fundada por los Reyes Católicos en 1.490, al poco de la conquista de la ciudad. Representa una simbiosis entre los estilos gótico y mudéjar; el primero, es el de la cabecera y el altar mayor, mientras que la torre campanario es mudéjar, a ladrillo vista, como son los monumentos de este estilo.
                                                                             

Desde allí nos dirigimos a la Plaza de la Constitución, centro neurálgico de la ciudad desde el s. XV. La plaza ha cambiado a lo largo de los siglos de nombre y de aspecto, ya que algunos de sus edificios han sido demolidos o dedicados a usos diversos, desde cárcel, hasta Ayuntamiento, Audiencia o Casa del Corregidor.

Las calles adyacentes se comunicaron con ella con el Pasaje de Heredia y el Pasaje de Chinitas, llamado así por el establecimiento que allí hubo: el Cafe de Chinitas, que ha dado lugar a coplas populares, y que en su momento reunió a artistas y personajes bohemios de la ciudad, hoy día convertidas en calles peatonales, por donde da gusto pasear, que desembocan en la Plaza por un arco.
                                                                 

En el centro de la plaza está instalada la Fuente de Génova, construida en mármol, en el s. XVI,  de estilo renacentista, adornada con elementos marinos: como sirenas, delfines, ninfas y el dios Neptuno, aunque para rematarla prefirieron un águila, fuente que puede ser el origen del gusto por fuentes del mismo estilo, aunque de diversas épocas, que se ven por la región.

                                                                       

En un lado de la plaza se abre la esplendida calle del Marques de Larios, abreviada a calle Larios, arteria principal y comercial de la ciudad.

Otras muchas cosas hay que ver y conocer en Málaga, pero para esta primera visita, ya que nunca había estado antes en esta bella ciudad, el recorrido había concluido.

Se acercaba la hora de comer: el lugar previsto para ello era en una gran  aglomeración costera cercana a Málaga. Hay que saber que la expansión de Málaga está limitada por los Montes de Málaga y el mar, así que se va extendiendo hacia el oeste y el este. El Rincón de la Victoria está en la parte oriental.

Allí, en un  gran local, una especie de club, que es de suponer que este a tope en verano, comimos una comida pasable, con pescaito frito,  plato típico de la zona.

Seguidamente visitamos una cueva de las mas curiosas del país, hasta entonces totalmente desconocida para mi, que se encuentra muy cerca del Rincón de la Victoria.

La cueva del Higuerón, rebautizada con el nombre, mas turístico, de Cueva del Tesoro, aludiendo a una antigua leyenda, es una de las pocas cuevas donde la mezcla de agua dulce de las filtraciones y  el agua salada del cercano mar Mediteraneo, han labrado un autentico laberinto de caprichosas formas.
                                                                 

Es una de las tres cuevas de origen marino que se conocen en el mundo, y única que se encuentra en el continente europeo

Se halla sobre un pequeño promontorio calizo de la época jurásica, que a través de los milenios ha formado un paisaje característico de la zona.

Estuvo habitada en épocas remotas, pues se han encontrado objetos y pinturas rupestres, imposibles de contemplar ya que la sala en la que se encuentran permanece cerrada al público.

También, como suele ser habitual en las cuevas, tiene algunos bonitos lagos o grandes charcos. A lo largo de su formación ha habido grandes periodos en que las cuevas estaban inundadas y sumergidas bajo el mar y otros, como el actual, en que se pueden recorrer, casi por completo.

Es todo un espectáculo pasear por ellas.
                                                                       

Para finalizar el día acudimos a las bodegas Quitapenas, en las afueras de Málaga.
                                                                                        

En ellas se elabora el riquísimo vino de Málaga, y allí, un descendiente del fundador de las bodegas, que datan de 1.880, hombre amable y agradable, nos explico, el origen de las bodegas, el proceso de elaboración de los distintos vinos, su graduación  y otros variados pormenores, a lo que siguió una degustación de todas las variedades producidas.
                                                                

Dulce y sabrosa manera de acabar un  día completo.

sábado, 22 de junio de 2013

Mijas


La mañana siguiente la empleamos en visitar Mijas, una de las poblaciones importantes de la Costa
del Sol.

Era un bonito día de invierno, con sol y un frío airecillo, adecuado para una excursión.

Mijas cuyo nombre procede de la contracción de su nombre romano Tamisa, primero en Mixas, que derivo al actual, es la tercera población en habitantes de la provincia, con mas de 82.000, con un 36% de extranjeros, principalmente comunitarios. Durante el verano la población puede multiplicarse por dos.

Hay que decir que el municipio es extenso, pues llega desde la sierra hasta el mar, en una sucesión de colinas y ondulaciones del terreno.

Tiene tres núcleos urbanos bien diferenciados, que se encuentran bastante alejados entre si: Mijas Pueblo, situado en la ladera de la Sierra de Mijas, que es el pueblo histórico; Las Lagunas, en la costa llamada Mijas Costa, hoy único en cuanto al urbanismo extremo, contiguo a Fuengirola; y La Cala, otra localidad costera.

Nosotros visitamos Mijas Pueblo, el mas interesante y único caserío que ya estaba poblado en la época de los romanos. El núcleo situado a 418 m sobre el nivel del mar, es el centro administrativo, donde están el Ayuntamiento y los edificios históricos.

Es un pueblo muy bonito, que, aunque ha aumentado en volumen de construcción, desde mi anterior visita hace mas de veinte años, ha conservado su estilo, con algunas calles empinadas, estrechas y sinuosas, casas encaladas y muros blancos adornados con flores.

En la sierra que la rodea, el paisaje es típicamente mediterraneo, con bosques de pinos, repoblados en el s. XX, y arboles autóctonos, como algarrobos, encinas y acebuches. Gran cantidad de plantas olorosas también se dan en esta sierra, como el tomillo, romero, hinojo, cantueso..., destacando, en los claros del bosque, flores no autóctonas como las orquideas.

                                                                           
Toda esta masa arbórea y de matorral ha sufrido diversos incendios, tanto fortuitos como intencionados, que junto a la presión urbanística, son las principales amenazas para la conservación del territorio.
                                                           
 El pueblo se extiende por la ladera de la sierra como un balcón, ofreciendo un vivo contraste ente las casas blancas y el verde circundante,
                                                                        
 

con espectaculares vistas de los alrededores y de la costa.

El territorio donde se asienta Mijas fue habitado desde la antigüedad; por él pasaron fenicios y griegos, atraídos por los yacimientos de minerales y piedras preciosas que abundaban en la zona, lo que hizo que el historiador griego del s. II, Ptolomeo, la citara en su obra Geografia.

Los romanos la llamaron, como hemos visto, Tamisa, manteniendo un importante comercio favorecido por la Via Appia, que unía Málaga con Cádiz.

A los romanos le sucediron los visigodos, hasta que se produjo la invasión islámica de 711.

Fue devuelta a la cristiandad tras la reconquista del territorio llevada a cabo por los Reyes Cátolicos en 1.487.

 En el reinado siguiente de Carlos I, permaneció fiel al rey durante la Guerra de las Comunidades, por lo cual fue premiada con exenciones, y con los nombres de Muy Leal y Villa.

Hasta bien entrado el s. XVIII el mar estaba infestado de piratas de variadas procedencias, por lo cual las poblaciones se refugiaban en la montaña; para la vigía y protección se construyeron torres de vigilancia  a lo largo de toda la costa, tanto atlántica como mediterranea, algunas de las cuales todavía están en pie.

Todavía en el s. XX, la economía de Mijas  se basaba en la pesca, algunas explotaciones ganaderas y sobre todo en la agricultura cuya mayor riqueza eran las viñas, arruinadas en 1.880 por la plaga de la filoxera, que las destruyo por completo.

En los años 50, debido al nombre que empezaba a sonar de Costa del Sol, se construyo algún pequeño hotel, que fue el comienzo del emporio turístico en que se convertido hoy día.
                                           

Llegamos, pues, a Mijas después de una hora, ya que desde Torremolinos íbamos parando en varios hoteles del mismo lugar y alrededores, cogiendo otros pasajeros, pues el trayecto, sin paradas, es de menos media hora, en un fresco y despejado día invernal.

Nuestra primera visita fue al Ermita de la Virgen de la Peña, excavada en la roca por monjes mercedarios en 1.548, aunque la tradición cuenta que la imagen de la Virgen apareció mucho antes, entre los muros de un antiguo castillo, rmaneciendo oculta durante los siglos de ocupación musulmana.

 Ahora, en una hornacina, se encuentra la pequeña imagen de la Virgen de la Peña, patrona de Mijas, de gran devoción entre los mijeños.
                                                                       

Desde allí nos dirigimos al complejo que forman la antigua iglesia de la Concepción, el nuevo Auditorio y los jardines que lo rodean.

La iglesia de la Inmaculada Concepción, su nombre completo, situada en la parte alta de Mijas, ocupa el núcleo original del pueblo. 
                                                                             

Construida entre 1.540 y 1.565, fue consagrada en 1.631. Para la robusta torre campanario de estilo mudéjar, fue aprovechada una antigua torre del castillo.

Por estar cerrada solo la contemplamos por fuera.

 El lugar es delicioso, con esta gran iglesia y los jardines del Auditorio, estrenado en 2.007, cercano a la pequeña pero original Plaza de Toros, instalada desde 1.900.


En efecto esta pequeña Plaza de Toros es cuadrada, dedicada, sobre todo, a encierro de novillos, los cuales parece que tienen gran aceptación y afluencia de público extranjero, y supongo que nacional, durante el verano.
                                                                    

Paseamos por las bonitas calles de Mijas, todas blancas, empinadas, adornadas con faroles, rejas y flores.


Vimos la iglesia de San Sebastian levantada en el s. XVII, reformada en varias ocasiones.
                                                                        

 Tanto al llegar como al marchar, habíamos visto lo que fue uno de los atractivos de Mijas en décadas pasadas, hoy en franco retroceso, los burro-taxi, que daban paseos a los turistas por la ciudad; no se si había tan pocos por la estación del año, o por el desuso en que van cayendo.
                                                         

La excursión continuo con una visita de arqueología industrial. Nos llevaron a una antigua fabrica de aceite, en desuso hace mucho tiempo, pero acondionada para la visita.
                                                                           

Creo que el guía trataba de explicar la extracción del aceite de oliva como si se hiciera en aquel recinto, yen estos tiempos, e incluso nos dio multitud de detalles. Bueno, aún con esa pequeña ficción fue interesante.
                                                             

Al acabar las explicaciones nos habían preparado un pequeño aperitivo, con aceitunas y vino, el siempre bienvenido vino de Málaga.

sábado, 15 de junio de 2013

Marbella y Puerto Banus

                                                                                

La tarde del primer día en la costa del Sol la empleamos en conocer una de sus mas emblemáticas poblaciones: Marbella.

Marbella es conocida por ser lugar de veraneo y residencia en algunos casos, de la jet set. Ricos y famosos, se dan cita en ella, frecuentemente en verano, y también a lo largo del año.

Marbella, nombre de origen incierto, tiene casi 140.000  residentes, con mas del 15% de extranjeros, sobre todo comunitarios, que aumentan cerca del 30% durante la estación veraniega, llegando, según unas fuentes, a 500.000 y según otras a 700.000 habitantes.

Situada en una  franja de tierra, totalmente urbanizada, solo quedan sin edificar los campos de golf y alguna pequeña zona residual, al pie de Sierra Blanca, aunque en el extremo oriental del municipio aun  se conserva una zona de dunas: las Dunas de Artola.
                                                               

 Debido a la proximidad de la sierra con la costa, la ciudad presenta un gran desnivel entre el norte y el sur del municipio, propiciando vistas del mar y de la montaña desde casi todos los puntos de la ciudad.

No cabe duda, como así lo atestiguan los yacimientos arqueológicos, de que la franja litoral entre el mar y la Sierra Blanca estuvo poblada desde el Paleolítico por seres humanos, de los que se han encontrado fosiles, que habitaron en cuevas, con pinturas rupestres y fabricaron utensilios líticos .

Los fenicios llegaron a estas costas, donde fundaron factorías comerciales, se han encontrado restos de una de ellas del s. VIII a.C.

Después de la conquista romana se produjo un gran impulso al comercio, con la implantación de fábricas de salazones y producción de garum, salsa hecha con vísceras de pescado fermentadas, que era considerado en la antigua Roma como afrodisiaco, usada para proporcionar sabor salado a los alimentos a lo largo y ancho del Imperio romano. Quedan de esta época tres capiteles jónicos incrustados en la muralla, una villa romana y las termas de Guadalmina.

A la caída del Imperio romano el territorio fue ocupado por los visigodos que han dejado los restos de una basílica Paleocristiana, construcción singular de doble ábside, única en España.

Tras la invasión islámica de 711, el poblamiento fue escaso; después de doscientos años se construyo el castillo, para vigilar la costa, acosada por piratas vikingos.

En el año 1.483 el rey Fernando el Católico la reconquisto, procediéndose a un repoblación con gentes venidas de variados lugares.

Personaje ilustre de esas épocas fue Alonso de Bazán, Corregidor de la villa, que dono en su testamento, para la beneficencia, el Hospital de la Encarnación, conocido también como Hospital Bazán.

Después de sufrir los desastres de la invasión francesa de Napoleón y la subsiguiente Guerra de la Independencia, la economía continuo, como siempre, dependiendo de la agricultura, el comercio y la pesca, aunque está última disminuyo drasticamente por los ataques de los vecinos del sur, que infestaban de piratas el mar Mediterraneo.

Fue en el s. XIX cuando se descubrió un importante yacimiento de hierro magnético en Sierra Blanca, que propicio la instalación de empresas de extracción del mineral y la construcción de los primeros altos hornos, de uso civil, en España.

La promulgación de nuevas leyes que favorecian la agricultura, facilito la creación de colonias agrícolas como las vecinas a Marbella, San Pedro de Alcántara y El Ángel; esta última se convertiría, con el tiempo, en el germen de uno de los lugares de gran lujo del litoral andaluz: Puerto Banus, que veremos mas tarde.

Así discurría el devenir de Marbella, hasta que en los años 50 del siglo pasado, una serie de promotores turísticos, algunos aristócratas y otros empresarios, como su descubridor y principal promotor Ricardo Soriano, marques de Ivanrey, su amigo Norberto Goizueta, y mas tarde el príncipe Alfonso de Hohenlohe, y Jaime de Mora y Aragón, hermano de la reina Fabiola de Bélgica, entre otros, se trasladaron a vivir a Marbella, la desarrollaron turisticamente y la cambiaron para siempre, convirtiendo la localidad en una de las mas sobresalientes del panorama turístico internacional.

En 1.954 se abrió el Hotel Marbella Club, inaugurando la Milla de Oro, que continua prestando sus servicios.
                                                                       

En los años 70 llego el rey de Arabia Saudi, Abdul Aziz al-Saud, que adoraba Marbella, y  que significo gran bienestar para todos los ciudadanos que formaban parte de su servicio, por los generosos sueldos que pagaba. El rey paso muchos veranos en su mansión de Marbella, una reproducción, no se si a escala, de la Casa Blanca del Presidente de E.E.U.U., en Washington, en un altozano y casi oculta a miradas indiscretas.

No puedo, para hacer honor a la verdad, dejar de mencionar el escandalo del urbanismo en Marbella, cuya investigación judicial con el nombre de Operación Malaya, continua en estos momentos.

El modelo de corrupción, tanto urbanística como de blanqueo de capitales, protagonizado por el Ayuntamiento de Marbella, ha contado con la colaboración, en cuanto a permisividad, de la Junta de Andalucía, que lo ha tolerado y ha mirado hacia otro lado durante muchos años.

Lo que ha sido instruido y juzgado hasta ahora solo es una pequeña parte de lo allí acontecido, y hay para años. Una verdadera pena, tanto por el robo sistemático a todos los ciudadanos, amparándose en el poder político, como porque Marbella se ha llenado de cemento y ha importado al litoral andaluz este corrupto modelo.

Dejando, pues, en manos de los jueces y la policía tan escabroso asunto, pasemos a conocer un poco Marbella, de la cual tengo que decir que vimos principalmente su casco antiguo, muy interesante por cierto.

Cuando se habla de Marbella, solo suele referirse a los habitantes y visitantes de la jet set, sus veraneos, sus fiestas, en otro tiempos mas abundantes, y con asistentes de mayor categoría que en la actualidad , y el lujo desplegado en esta ciudad, olvidando su precioso casco histórico, que fue el que nosotros recorrimos.

Antes de llegar a él, empezamos visitando el Museo del Bonsái, donde hay interesantes ejemplares, alguno con mas de 500 años, considerado el mejor Museo de olivos-bonsáis del mundo.
                                                                               

 Hasta ese momento había visto pocos bonsáis, y, sobre todo, no tantos juntos y tan antiguos, así que me resulto una visita curiosa y agradable.
                                                                                         

                                                                       

Seguidamente fuimos hasta la muralla , que conserva varios de sus paños y torres.
                                                                                  
La muralla de Marbella en la cual se integraba el Castillo, construida por los musulmanes entre los s. X y XI, y ampliada en el s. XIV, contenía la medina árabe, espacio que hoy día se corresponde con el casco antiguo de la ciudad, muy modificado tras la reconquista, siguiendo el modelo castellano.
                                                                         

Así se abrió el espacio para la Plaza de los Naranjos, cuyos antiguos edificios están ocupados hoy día por el Ayuntamiento y otras oficinas administrativas, y que hace las veces de Plaza Mayor.

La preciosa plaza está presidida por el Ayuntamiento, mandado a construir por los Reyes Católicos, terminado en 1.568 y ampliado en 1.779.


Otros dos edificios interesantes en la plaza de los Naranjos, anteriores al Ayuntamiento, son la casa del Corrregidor, con una arcada en la planta superior de la fachada de piedra, reliquia del arte castellano del s. XVI.


y la Capilla de Santiago Apóstol de 1.552, mandada a construir por Fernando el Católico para commemorar la rendición de los musulmanes de la zona, edificio sencillo, pero muy evocador.
 

Destaca la fuente central, mandada a construir por el primer alcalde cristiano, en 1.504.

Nos adentramos por el laberinto de calles, aunque no demasiado estrechas, con sus casas blancas, adornadas con flores, con sus faroles, por las que se puede pasear sin temor, ya que son todas peatonales. Vimos una hornacina con la imagen de una virgen, muchas tiendas y terrazas, todo perfectamente cuidado, que daba gusto ver.
                                                                                  


Llegamos por ultimo a la Iglesia de la Encarnación, construida en 1.618, obra de gran volumen para las dimensiones de la ciudad vieja, que inspiraría muchas de las iglesias del Nuevo Mundo.
                                                                       
                                                                       
Habíamos recorrido en gran parte del casco antiguo de Marbella
                                                                          

Para la despedida la guía nos mostró el paseo de las esculturas de Dalí, mejor dicho, atribuidas a Dalí.

Pasado el pequeño Parque de la Alameda, en dirección al mar se encuentra la Avenida del Mar, decorada en su parte central con las diez esculturas supuestamente de Dalí, aunque la Fundación Gala-Dalí nunca presto su apoyo a estas esculturas de gran tamaño, hechas a partir de pequeños originales.

Las diez esculturas, que costaron un dineral, fueron instaladas en esta avenida, durante el mandato como alcalde de Jesús Gil, polémico empresario, mas tarde primer edil de Marbella, al que los habitantes de la ciudad querían y votaban, pero siempre envuelto en casos judiciales, por su particular, y porque no decirlo, corrupta manera de gobernar el municipio.
                                                                           

En todo caso quedan muy bien en el centro de la avenida y contribuyen a la fama de lujo y riqueza del lugar.

Para acabar la tarde, subimos de nuevo al bus que nos llevo a Puerto Banus, situada a 8 km de Marbella, que debe su nombre a su promotor José  Banus, uno de los mayores atractivos de la Costa del Sol, símbolo de lujo y de alta sociedad.

La costa que va de Marbella a Puerto Banus es conocida como La Milla de Oro, ya que en ese espacio han construido lujosas mansiones, villas y castillos, multimillonarios en su mayor parte jeques, príncipes, y sus familiares cercanos o lejanos, procedentes de los países del petróleo.

Según datos estadísticos Puerto Banus es visitado cada año por 5.000.000 de personas

Al atardecer o en las noches de verano, estas gentes se reunen en los muchos bares o restaurantes del paseo marítimo y dejan dinero para el sostenimiento de estos establecimientos durante todo el año.

El puerto, alrededor del cual se ha formado el casco urbano, tiene capacidad para mas de 900 yates o embarcaciones de lujo. Fue creado siguiendo el modelo de las Marinas de la Costa Azul; el alquiler diario del amarre es el cuarto mas caro del mundo.

En el paseo marítimo están aparcados los coches de los propietarios de los yates. Puede ser uno de los lugares del mundo con mas concentración de Ferraris, Rolls-Royce, Bentley, Lamborgnini y Asthon Martin, y abundan también otras marcas como Porsche, Mercedes y BMW.

El lugar, precioso desde el punto de paisajístico, y en cuanto a  barcos,  yates y coches nada frecuentes, también satisfacía las espectativas de la visita.
                                                                                 

Paseamos por allí cerca de una hora, mientras se aproximaba el crepúsculo.
                                                                                 

 Como era domingo por la tarde había poca gente, pero la que había hacia juego con el resto del equipamiento, incluidos algunos árabes que se veía eran gente del servicio de los jeques y demás, que pasaban su día libre por allí.

De regreso a Torremolinos vimos muchos km de costa, con miles de luces, de los miles de urbanizaciones que ocupan casi todo el terreno.