miércoles, 1 de julio de 2015

1er día en Jordania: Amán.

                                                                               

Hoy se preparaba un día denso, así que salimos, como de costumbre, casi de madrugada, comenzando por lo mas interesante de Amán, su ciudadela, gran parque arqueológico en una de las alturas de la ciudad, donde quedan la mayor parte de los restos de las civilizaciones que se sucedieron en este antiquísimo enclave.

Antes de recorrer la ciudadela de Amán, sepamos algo sobre esta ciudad.

Amán es la capital de Jordania, establecida como tal por el primer rey de la dinastía hachemita, que continua gobernando el país, Abdala I, también es el centro comercial, industrial y administrativo del reino.

Su población actual es de 2.000.000, según el último censo de 2.008.

Esta situada en una montañosa zona del noroeste de Jordania, que originalmente comprendía siete colinas, aunque hoy día la ciudad se ha extendido enormemente y ocupa ya diecinueve colinas, que han dado su nombre a los barrios que se asientan sobre ellas. La altura de la ciudad varía, de una colina a otra, entre los 700 y los 1100 m. sobre el nivel del mar, de tal manera que semeja a un gigantesco belén de los que se montan en Navidad, para celebrar el nacimiento de Cristo.
                                                                                 
                                                                               
De las diversas civilizaciones que han poblado Amán, la primera es la Neolítica; cuando los hombres aprendieron el cultivo de los cereales y domesticaron a los animales, se convirtieron en sedentarios, fundando las primeras ciudades del mundo, como prueban los yacimientos arquelógicos de Ain Ghazal, al este de la ciudad.

En el s. XIII a. C, fue conquistada por la tribu semítica de los amonitas, que le dieron el nombre de Rabat Amón. A pesar de tener lazos comunes con los hebreos, ya que, según la biblia, ambos proceden del patriarca Abraham, unos y otros estuvieron en guerra continua por la posesión de Canaán, la "Tierra Prometida" por Yave a  Moisés y al pueblo judío.


El territorio amonita fue conquistado por los asirios, los griegos ptolomeos, que la llamaron Filadelfia, para pasar después a depender de Roma, que la incluyo entre las diez ciudades de Oriente Medio de cultura greco romana, la Decápolis, y llevo a la ciudad a su máximo esplendor, con la construcción de muchos de sus monumentos, cuyas ruinas aún pueden verse hoy día.
                                                                                 
Tras el edicto del emperador Constantino (313). que hizo oficial la religión cristiana, Filadelfia se convirtió en sede episcopal.

Allí se estableció el reino ganasida, nombre de una tribu árabe cristiana, vasallo y aliado del Imperio Bizantino.

Tras la conquista musulmana de 636, durante la cual recupero su nombre semítico de Amán, tuvo cierto esplendor, hasta que los Abbasíes trasladaron la capital, el centro del mundo islámico, de Damasco a Bagdag, en el s. VIII. lo que determino el comienzo de su decadencia de siglos.

Hacia el s. XV Amán era una ciudad abandonada y en ruinas, y así permanecio hasta 1.878, en que su dueño, el Imperio otomano, asentó en su territorio a un grupo de circasianos musulmanes, que habían sido perseguidos por practicar su religión, y habían huido de Rusia, permaneciendo mas de medio siglo como un pequeño pueblo.

De manera que solo empezó a crecer cuando el fundador de la dinastía hachemita, el emir Abdalla, la convirtió en su capital, en 1.921;  y posteriormente, con una enorme afluencia de palestinos, que venían huyendo de los conflictos de la zona; entonces creció de forma vertiginosa, de colina en colina, llenandose de hormigón y de gente.

En 1.946, tras la creación del reino de Jordania, continuo siendo la capital, sede del gobierno, centro administrativo, judicial y comercial, del país.

Actualmente es una ciudad tolerante que acoge a la mayoría musulmana y a la minoría cristiana, con el tradicional zoco en el centro, y barrios ricos de modernas, grandes y excelentes casas, y barrios caóticos de modestas y amontonadas casas, mucho mas abundantes que los anteriores, entre los que sobresalen los minaretes de las mezquitas.
                                                                     

Empezamos nuestra visita por la extensa ciudadela o acrópolis romana (Jabal Al-Qal, en árabe), una de las siete primitivas colinas de Amán, desde la que que se tienen magnificas vistas sobre, el estadio y foro de la antigua ciudad romana,


así como de varias de la populosas y empinadas colinas totalmente construidas con viviendas, sobre las que ondea una gigantesca bandera del país, que sobresale por encima de las ellas.
                                                                         
                                                               
A lo lejos, en medio de arboles y supongo que de jardines, se pude ver la residencia del actual monarca, Abdalla II y su familia, nada fastuoso, al menos por fuera.
                                                                 
 La Colina de la Ciudadela, en forma de L, ha estado ocupada por el hombre desde el Neolítico, hace unos 7.000 años, lo que la hace uno de los lugares habitados continuamente mas antiguos del mundo.
                                                                             
Aunque las murallas rodean el centro del lugar, los asentamientos ocuparon mas espacio fuera de la muralla; las tumbas, arcos, murallas y escaleras, no están rodeadas de actuales edificaciones, de manera que esta gran superficie, tiene un gran potencial arquelógico, ya que una gran parte permanece sin excavar.

Las murallas de la Edad del Bronce Medio, son lo mas antiguo de la ciudadela, sin embargo la mayoría de lo que podemos contemplar son restos romanos, bizantinos y omeyas.

Al llegar nos encontramos en primer lugar las bellas columnas que quedan del templo de Hércules; construido entre 161-165 d.C,, dedicado, por el gobernador de la zona, a los co-emperadores Marco Aurelio y Lucio Vero, se asienta sobre un antiguo templo amonita del dios Milcom, en cuyo centro hay una gran piedra, perteneciente al culto anterior.
                                                                       

Avanzando por el parque arqueológico vemos los restos de una iglesia bizantina, de los s.s. V y VI, que se construyo aprovechando columnas y materiales del templo de Hércules.

Mas adelante se encuentra el palacio del gobernador omeya, del s. XII d.J., para el cual se reutilizaron materiales romanos, y que pudimos ver recién restaurado.
                                                                   

Sus proporciones son impresionantes; aun perdura, con su gran altura, el monumental vestíbulo, usado como salón de recepción de las visitas que esperaban ser recibidas por el gobernador, que conserva preciosos detalles decorativos, coronado por una bóveda de madera, colocada en una reciente restauración, como protectora del sol, y de las inclemencias del tiempo.
                                                                         

Entre el palacio y los restos de la mezquita omeya, encontramos el único edificio moderno de la Ciudadela: el Museo Arqueológico, que data de 1.951, que poco tiempo seguirá en ese emplazamiento, ya que se ha construido, en la parte baja de la ciudad, una moderna instalación, el Museo Jordano, mas grande, y mas adecuado para conservar las extraordinarias y milenarias piezas que en él se exhiben, que han sido llevadas allí desde todos los enclaves arquelógicos del país.
                                                                             

El periodo que abarca este museo se encuentra entre los 10.000 a.C. hasta el s. XVI.
                                                                         
Las colecciones presentan un orden cronológico y muestran objetos de la vida cotidiana, religiosa y artística, desde esas lejanas comunidades hasta el periodo otomano. Entre los tesoros que alberga, están las estatuas de yeso halladas en el yacimiento de Ain Ghazal, que son las mas antiguas de cualquier civilización del mundo, consideradas una de las creaciones mas importantes de la historia de la Humanidad,
                                                                                 

 y algunos Rollos de los Manuscritos del Mar Muerto, entre los cuales se encuentra el único rollo de cobre de dichos Manuscritos, así como cerámica, objetos de vidrio y bronce y  estatuas de épocas diferentes, joyas, monedas, y un sin fin de objetos verdaderamente interesantes.
                                                                     

Desde la ciudadela se tiene una magnifica vista del teatro romano, situado en la parte baja de la ciudad, una verdadera joya, en buen estado de conservación.

El teatro romano de Amman, es el mas grande de los construidos por los romanos, de todo Oriente Medio; fue levantado en s.II d.C., durante el reinado del emperador Antonino Pío (138-161).
                                                                                   
                                                                         
Sus espectaculares gradas, excavadas en la falda de una colina, tenian una capacidad de 6.000 espectadores.
                                                                   

Cerca del teatro se encuentra el odeón, un teatro mas pequeño, con capacidad para 500 espectadores.
                                                                   

                                                                                       

Entre ambos se encontraba el foro romano de Filadelfia, nombre helenístico que conservaron los romanos, construido durante el reinado del emperador Comodo (177-192), del cual se conserva, tambien, una espectacular columnata.
                                                                             

Después de la visita a la ciudadela dejamos Amán, ya que teníamos un apretado programa, pues debíamos llegar al Ajlun, donde hay un castillo digno de ver, pero como este capítulo ha sido largo, lo dejaremos para la siguiente entrada.

lunes, 29 de junio de 2015

Una semana en Jordania. De Oviedo a Aman

                                                                             

Al comienzo del verano del año pasado mi marido y yo hicimos un interesante, y me quedo corta en el calificativo, viaje a Jordania.

Este país, casi desconocido para mi,  por entonces, está lleno de reliquias de las primeras grandes civilizaciones que han sido en el mundo, maravillas, arqueológicas e históricas, de los diferentes pueblos que a lo largo de su larga historia conquistaron y poblaron este territorio.

Digamos, en primer lugar, unas palabras sobre su historia.

Hay vestigios prehistóricos importantes de mas 10.000 a.C., con dólmenes y restos arqueológicos de algunas de las primeras aldeas del planeta.

El territorio que llego a ser la actual Jordania, forma parte de lo que se denomina el Creciente Fértil,
cuya historia comenzo hace mas de 2.000 años, cuando pueblos semíticos se asentaron alrededor del río Jordán en lo que se llamo Canaán, tierra disputada entre cananeos y judíos durante siglos, como nos describe, de forma legendaria y religiosa la Biblia; otros, digamos visitantes y a veces residentes en la zona, fueron los egipcios, hititas, asirios, babilonios, griegos, nabateos, persas. judíos, romanos, cruzados y turcos, y seguro que me dejo alguno, que también comerciaron, fundaron ciudades y libraron batallas en esta región, en la que dejaron ricas influencias culturales.
                                                                              

Gracias a su ubicación estratégica en Oriente Próximo, los territorios de Palestina y Jordania han sido nexo de unión entre Asia, África y Europa, lo que les ha proporcionado un importante papel, en las comunicaciones y el comercio, entre Este y Oeste, Norte y Sur.

El actual estado "Reino Hachemita de Jordania" fue creado después de la 1ª Guerra Mundial, en 1.918, tras la desmembración del Imperio Otomano. a la cual había contribuido de forma decisiva Gran Bretaña, que, para poder vencer a los turcos, promovió la Rebelión Árabe.

Durante la expansión del Imperio Otomano, los turcos se habían, desde 1.518, apoderado de gran parte de los territorios del Imperio Safavida (1.501-1.722), una dinastía que conquisto extensos territorios, e impuso el islamismo chiita en ellos, de manera que eran los dueños de gran parte de lo que hoy conocemos como Oriente Medio.

Durante la 1ª Guerra Mundial, Gran Bretaña se aprovecho del incipiente nacionalismo árabe, provocando la Revolución Árabe contra los turcos, prometiendo la formación de un gran estado árabe que abarcaría Arabia, Siria, Líbano, Palestina, Jordania e Irak.

De esta manera, las tropas árabes comandadas por el jerife de La Meca Hussayn ibn Ali, que tenia, desde tiempo inmemorial, el titulo de protector de los santos lugares, para los musulmanes, de La Meca, y antepasado de la actual dinastía hachemita de Jordania, apoyadas por oficiales británicos, entre los cuales el famoso Lawrence de Arabia, sobre el cual se hizo incluso una película, lograron derrotar a los turcos y a sus aliados alemanes, que habían invadido estos territorios.

Sin embargo, al final de la Guerra Mundial, los británicos no cumplieron sus compromisos, y se repartieron el Oriente Medio con Francia, permitiendo la fundación del estado de Israel, y constituyendo un Protectorado en toda la zona, estableciendo las fronteras artificiales, que duran hasta el día de hoy.

El protectorado británico acabo el 22 de mayo de 1.946, y tres días mas tarde Jordania se convirtió en un país independiente, dirigido por el primer rey de la dinastía hachemita, Abdula I.

La independencia fue acompañada, al cabo de dos años, en 1.948, de la Guerra jordano-israelí, contra el, también, recién creado estado de Israel, en la que venció este ultimo país,

Los conflictos con Israel han sido frecuentes, desde entones, en los que, desde el punto de vista militar, Israel siempre ha vencido a los países musulmanes vecinos, aunque no tanto, desde el punto de vista de la opinión pública y de las resoluciones de la ONU.

Un momento dramático, en el nuevo estado, aconteció en 1.967, después de la Guerra de los Seis Días, en la que Jordania intervino como parte del recién formado y efímero estado Sirio-jordano, cuando la afluencia de refugiados palestinos, que huían de Israel, creció a mas de un millón de personas, con los temibles fedayin, milicias palestinas armadas, haciéndose cada vez mas fuertes, poniendo en peligro la soberanía y seguridad de Jordania, conflicto que fue resuelto por el rey Hussein, expulsando y liquidando a gran cantidad de fedayines, y de palestinos.

Los conflictos armados continuaron hasta la firma del tratado de paz jordano-israelí de 1.994, y desde entonces el país vive en paz.

Desde el año 1.999 reina en Jordania el rey Abdula II, primogénito de Hussein. 

La dinastía hachemita procede del jerife de La Meca Hussein ibn Ali, como he dicho, cuyos hijos se convirtieron en reyes de Irak, Feisal, y de Jordania, Abdula I, en 1.921, con el apoyo de Gran Bretaña.

Cuatro son los reyes que desde entonces ha tenido Jordania, Abdula I (1.882-1.951, rey de 1.921 a 1.951), asesinado a las puertas de la Mezquita Al-Aqsa de Jerusalén, por un activista palestino, al que sucedió su hermano Talal I (1.909-1.972, rey de 1.951 a 1.952) que abdico después de tan solo dos años de ejercicio, obligado por los británicos, supuestamente por enfermedad,

Le sucedió su hijo Hussein I (1.935-1.999, rey de 1.952 a 1.999), que tuvo que hacerse cargo de la corona a los 16 años, por lo que fue nombrado un Consejo de Administración Fiduciaria, que funciono  hasta su mayoría de edad, dos años mas tarde; considerado como un  excelente militar y político, que hizo mucho por su país, resolviendo muchos momentos conflictivos.

El actual rey, cuarto de la dinastía, Abdala II (1.962, rey desde 1.999), es hijo primogénito del segundo matrimonio de Hussein con la británica Antoinette Avril Gardiner; Abdala ha vivido parte de su vida en Inglatera y E,E.U.U.; aunque al principio de su reinado hubo algunas dudas en la opinión pública sobre su idoneidad para ocupar el trono, debido al origen de su madre, en estos momentos los jordanos están encantados con su rey, pues es un hombre inteligente, que, dentro de las costumbres tradicionales, está tratando de desarrollar el país, y se muestra conciliador con los vecinos. 
                                                           

Abdalla II está casado con la palestina Rania al-Yassin, con la que tiene cuatro hijos, de los cuales el primogénito y heredero, Hussein, tiene 21 años, en estos momentos.

Pues bien, en este fascinante y antiquísimo territorio íbamos a pasar una semana, que empezó con un viaje en autobús desde Oviedo a Madrid. Allí tras una espera no demasiado larga, volamos hasta Amán, la capital de Jordania, viaje de cinco horas.

Llegamos de noche cerrada a nuestro destino; un pequeño incidente debido a que el conductor del autobús, desde el aeropuerto hasta el hotel, se olvido de sacar todas las maletas de nuestro grupo, dejando dentro unas cuantas, las nuestras y las otros viajeros, retraso aun mas nuestro descanso. Pero, ya se sabe, el turista tiene que estar dispuesto a esas pequeñas, o quizás grandes incidencias, sin enfadarse demasiado, para poder disfrutar a tope del viaje.

Mañana nos esperaban los tesoros de Jordania, y eso nos hizo dormir a pierna suelta, el tiempo que nos dejaron. 

lunes, 22 de junio de 2015

Teatro Real de Madrid: Los cuentos de Hoffmann



La pasada primavera, en el mes de mayo, y casi solamente un mes después de ver Lohengrin, tuve otra función en el Teatro Real: "Los cuentos de Hoffmann", bien diferente de la anterior.

Los cuentos de Hoffmann es una ópera en tres actos con Prologo y Epilogo del compositor alemán, nacionalizado francés, Jacques Offenbach, con libreto del poeta, dramaturgo y libretista francés Jules Barbier, basada en la obra teatral del propio Barbier y de Michel Carré, otro escritor y libretista francés, con el cual colaboro en numerosos libretos, Los cuentos fantásticos de Hoffmann, sobre algunos relatos de Hoffmann, que se había estrenado en el Teatro Odeón de París en 1.856. y que Offenbach había visto.
                                                                         

Jacques Offenbach, (1.819-1.880) nació en Colonia (Alemania) de familia judía, con el nombre de Jacob Eberst. Poco después de su nacimiento su padre, encuadernador, músico y cantante de la sinagoga, cambio su apellido por el de su ciudad natal, Offenbach, cerca de Frankfurt.

Desde niño destaco como interprete de violonchelo, de manera que su padre decidió llevarlo, junto con su hermano Julius, también dotado para la música, al Conservatorio de París en 1.833, donde estudio violonchelo y violín, ciudad que ya no abandono, mas que en contadas ocasiones, durante el resto de su vida, consiguiendo, en un primer momento trabajo como viloncelista en la Ópera Cómica, lo cual le hizo abandonar el Conservatorio, y otras orquestas.

En 1.849, tras regresar a París, que había abandonado durante la Revolución de la Comuna, el año anterior, fue nombrado director de la orquesta del Teatro Francés.

Compuso numerosas óperas, calificadas con frecuencia como operetas. Fue, en efecto, el principal representante del nacimiento y consagración de la opereta en sus diversas variantes.

La ópera fantástica, "Los cuentos de Hoffmann" es considerada su única obra escénica seria.

 La composición de esta ópera, con la cual quería traspasar los límites de la opereta, le llevo los últimos años de su vida, de manera que no pudo verla acabada y representada, ya que murió tres meses antes de su estreno en la Ópera Cómica.

Los Cuentos de Hoffmann se convirtieron en una obra maestra de la ópera lírica y fantástica, que desde su primera representación ha gozado de gran éxito.
                                                               
                                                                   
 El libreto está basado, como he dicho mas arriba, en la obra del poeta romántico alemán E.T. Hoffman.

Hoffmann, gran músico también, además de escritor, es sin embargo conocido sobre todo por su producción literaria, con la creación de cuentos fantásticos, que inspiraron la obra de Jules Barbier y Marcel Carré, y mas tarde la ópera de Offenbach.

El denso argumento, se divide en un Prologo, que sirve de presentación del propio Hoffmann, tres cuentos sobre supuestas experiencias amorosas de Hoffmann, con tres protagonistas femeninas, y un Epilogo.

El Prólogo sirve de presentación de Hoffmann, que en compañía de sus amigos y de las fuerzas del mal debe decidir entre la poesía, la música y el amor, presentando su actual amor, Stella, un compendio de los tres antiguos amores, acompañado en todo momento por el personaje doble de La Musa que a veces se transforma en su amiga Nicklehaus.

Un grupo de estudiantes quiere conocer sus historias amorosas y entonces Hoffmann les relata tres de ellas, en cada uno de los siguientes actos.

La primera es la historia de Olimpia, de la cual Hoffmann se enamora, sin darse cuenta de que es una muñeca autómata, creada por los farsantes Coppelius y Spallanzani, que "vive" cuando le dan cuerda.
                                                                   

Nicklehaus le advierte del engaño, pero él se niega a aceptar la verdad, después de divertidas escenas, mientras el objeto de su "amor" desfallece cuando se acaba la cuerda;
                                                                                   

 las gafas con que han provisto a Hoffmann para que no vea la realidad, se rompen cuando cae al suelo, tras un  frenético baile con la muñeca, Hoffmann se da cuenta, entonces, del engaño, y sale huyendo mientras los estudiantes se burlan de él.

En el segundo Acto, se nos presenta otro de los amores de Hoffmann, la delicada Antonia.
                                                                     

Hija de una famosa cantante, que, en la creencia de su marido y padre de Antonia, ha muerto debido a la práctica de su arte, vive un romántico y apasionado amor con Hoffmann, al cual se opone su padre.

Antonia desea ser cantante como lo fue su madre, pero encuentra la oposición, no solo de su padre sino de Hoffmann, enterado de su "destino", si así se pueden llamar los interesados augurios del doctor Miracle, charlatán y adivino que su padre ha consultado.
                                                                   

Sin embargo Antonia, después de muchas dudas, y de invocar a su madre, que le contesta desde el mas allá, decide seguir su vocación y convetirse en cantante.

En el siguiente acto la protagonista es la cortesana Giulietta, encargada por el malvado Dapertutto, a cambio del regalo de unos valiosos diamantes, de seducir a Hoffmann y robarle su sombra.

Después de diversas maniobras de Giulietta, Hofmann que se ve cada vez mas atraído por ella, le pide la llave de su dormitorio a un antiguo pretendiente, al que ella robo su sombra en otro tiempo, que está celoso de la cortesana, y al negarse a darle la llave, Hoffmann lo mata y y ciego de amor promete a Giulietta regalarle su sombra y su imagen.

Para acabar, en el Epilogo Hoffman sigue en el café en el que relato sus cuentos fantásticos, esperando la llegada de su actual amor Stella, a la cual, en un estado de ofuscación, confunde con Olimpia, Antonia y Giulietta, hasta caer en la inconsciencia.

Complicado argumento de amores y fantasmas, tal como se espera de Hoffmann, muy bien acompañado de la música de Offenbach.

La representación de esta ópera ha sido, algo así, como la despedida o broche final de la labor del desaparecido director del Teatro Real Gerard Mortier, que lo tuvo por uno de sus proyectos principales.

Lamento su fallecimiento, hacia mas o menos un mes, pero no así el final de sus trabajos en el Teatro Real, aun reconociendo que ha programado óperas que pocos se hubieran atrevido a poner en escena, alguna de las cuales, como por ejemplo el "San Francisco de Asis" de Olivier Messiaen, me gusto mucho haber visto.

En esta ocasión, el carácter romántico y fantasmal de los cuentos, ha sido sustituido por un intento, muy frecuente hoy día, de llevarle la contraria al libretista, al compositor y a la época en que fue escrita y representada esta ópera, para convertirla en un espectáculo absurdo de un fallido surrealismo.

El director de escena suizo Christoph Marthaler y la escenógrafa y figurinista alemana Anna Viebrok han trasladado la acción desde el  café original, a las dependencias del Circulo de Bellas Artes de Madrid, y los clientes habituales de un bar, se han sustituido por estudiantes de arte, que pintan modelos, subidas en una alta tarima, en "pelotas" o mas correctamente, desde el punto de vista del lenguaje, completamente desnudas.

                                                                 
Como debe ser muy cansado estar inmóvil en una postura, o por el motivo que le ha parecido oportuno al escenógrafo, cada diez minutos la modelo desciende parsimoniosamente de la tarima y es sustituida por otra. Una autentica mamarachada, vamos!

El constante trasiego de extras sin ningún papel, hace que se pierda el hilo de la trama e incluso de la música.

Nos toco el segundo reparto, de manera que el director de orquesta fue Till Drömann, que manejo con soltura los magníficos momentos musicales que ofrece esta bella ópera. Hubo algún desajuste, sobre todo con el coro, que cantaba fuera de la escena, pero en conjunto sonó bien.

El duro papel de Hoffmann, ya que permanece en escena practicamente durante toda la representación, corrió a cargo del tenor francés Jean-Noël Briend, que combina su excelente condición musical, con sus dotes interpretativas.

Entre las protagonistas femeninas destacaron la soprano macedonia Ana Durlovski en el papel de Olimpia, que interpreto maravillosamente, y Measha Brueggergrosman, en los papeles de Antonia y Giulietta, a la cual habíamos tenido la ocasión de oír en Ascensión y caída de la ciudad de Mahaggony, hace varios años, en ese mismo Teatro Real, cuya potente voz se adapta mas al papel de la sensual Giulietta que a la dulce Antonia.

El resto del elenco muy bien y sobre todo el coro, como ya nos tiene acostumbrados.

A pesar del disparate escénico y los desafortunados intentos de distraernos con movimientos ajenos a la ópera, disfrute de la vibrante y pegadiza música de Offenbach y de su obra.