miércoles, 1 de abril de 2015

Segovia

                                                                               

Hace mas de un año hicimos una excursión, acompañados de nuestro primo A., de gustos similares a los nuestros y buen conocedor de España y mas aun de todas las provincias limítrofes con Madrid, como hemos venido haciendo estos últimos años. En esta ocasión el lugar elegido fue Segovia.

Segovia es una de las grandes joyas de nuestro país, abundante en lugares monumentales, herencia de su larga historia, en la que los diferentes pueblos que se han asentado en su territorio han dejado muestras de su cultura, hasta que culminada la Reconquista, paso a ser una de las ciudades importantes de España.

Para llegar a ella desde Madrid tomamos el tren AVE, que sale de la Estación de Chamartin, y en 21 minutos llegamos a la estación de Segovia-Guiomar, estación única para los trenes rápidos, sin conexión con la estación de trenes convencionales de media distancia, a seis km del centro de la ciudad, desde la que se contemplaba la Sierra de Guadarrama, aun nevada, cuando la primavera estaba en sus comienzos.
                                                                 

Estos seis km son salvados mediante un servicio se autobuses, que lleva hasta el centro histórico. En efecto después de subirnos a un abarrotado bus, este nos dejo al lado del acueducto.
                                                       

Conozcamos un poco Segovia, antes de adentrarnos en ella.

Segovia, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1.985, es una agradable y muy interesante ciudad, de algo mas de 53.000 habitantes, capital de la provincia del mismo nombre y de la comarca Campiña  Segoviana.

Situada al pie de la Sierra de Guadarrama, en la confluencia de los ríos Eresma, subafluente del Duero, al desembocar en su afluente el río Adaja, y el río Clamores, que se une al Eresma bajo el Alcázar, hoy día canalizado y con paseo en su margen, con magnificas vistas de la ciudad, para disfrute de los segovianos, y de los visitantes.

El poblamiento de Segovia y alrededores es tan antiguo que hay evidencias de la ocupación de la zona por el hombre de Neanderthal.

Mucho mas recientes son las muestras de la Edad del Bronce, también encontradas en el entorno de Segovia.

Celtíberos, con restos de un castro, romanos cuyas obras podemos contemplar hoy día y visigodos, en cuyo reino fue sede episcopal, se establecieron en ella.

Parece que fue abandonada tras la invasión musulmana y no vuelve a aparecer en la historia hasta después de la conquista de Toledo por Alfonso VI, que encarga a su yerno Raimundo de Borgoña, en 1.088, la repoblación de la extensa zona conocida como el "Desierto del Duero", con gentes venidas del norte e incluso de allende los Pirineos.

A pesar de ciertos disturbios dinásticos, el s. XII fue de gran prosperidad para Segovia, ya que su situación en la ruta de la trashumancia la convirtió en un importante centro del comercio de la lana y del desarrollo de la industria pañera.

Esta bonanza económica produjo un aumento demográfico y constructor de muchos de los monumentos que hoy podemos contemplar en Segovia, como su esplendido arte románico del cual son muestra, nada menos que siete iglesias: las de San Martín, Santísima Trinidad, San Esteban, San Miguel, San Juan de los Caballeros, San Sebastian y San Andrés, y el gótico, como su esplendida catedral, siendo sede de la corte de los reyes de la dinastía Trastamara y lugar donde, en la iglesia de San Miguel, fue proclamada la reina Isabel La Católica en 1.474.
                                                   

En la primera mitad del s. XVI se produjo la rebelión contra el rey Carlos I, que había cambiado la dinastía, de la llamada Guerra de los Comuneros, que se oponían a los impuestos sobre Castilla, con los que el nuevo rey quería financiar los gastos de sus guerras y demás, que provocaba su deseo de ser nombrado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y que no servía para nada a los intereses de España, pero, los Comuneros y con ellos toda Castilla, perdieron la guerra y sus lideres Padilla, Bravo y Maldonado, fueron decapitados.

Sin embargo la pujanza económica de Segovia continuo durante todo el siglo, hasta que, desde finales del s. XVII, Segovia, como casi todas las ciudades castellanas, entro en una larga decadencia, sufriendo una fuerte caída demográfica, a pesar de los intentos de revitalización de la industria lanera que propicio en el s. XVIII, Carlos III, y que no tuvieron éxito.

En el año 1.808, Segovia como toda España, sufrió la invasión francesa de las tropas de Napoleón, con su cortejo de muerte, destrucción y saqueo.

El s. XIX estuvo dominado por las guerras, pues a la Guerra de Independencia, para expulsar a Napoleón, sucedieron las Guerras Carlistas, y a estas, ya en el s. XX, la Guerra Civil.

En el s. XX, ha tenido una gran recuperación, basada en las industrias metalúrgica, de la construción y materiales para la misma, madera y sobre todo turismo.

Hoy es una ciudad próspera y bella, por la que es grato pasear, y eso que, no tengo mas remedio que decir, que nuestro visita se realizo con un frío invernal, a pesar de ser ya primavera.

Empezamos por contemplar, con el mismo asombro de siempre, el acueducto, pues el bus que nos había traído de la estación nos dejo en la Plaza del Azoguejo, antigua plaza del mercado, ya citada en las Cantigas de Alfonso X el Sabio, donde este impactante monumento se alza.

                                                                               

El acueducto es el hito arquitectónico mas importante de Segovia, y ha llegado a ser símbolo de la ciudad; se ha mantenido activo durante milenios, ya que hasta hace poco abastecía de agua a la ciudad.

Su fecha de construcción está entre finales del s. I y principios del s. II; tiene unos 25.000 sillares de granito, acoplados sin argamasa, 28 m. de altura en la parte mas elevada, a los que hay que añadir los casi 6 m de cimientos y dos ordenes de arcos sobre pilares, que completan 166 arcos.
                                                                               

Los romanos lo construyeron para traer agua a la primitiva ciudad, que se asentaba alrededor del Alcázar y seguramente su pervivencia, hasta el día de hoy, se deba a que estuvo cumpliendo su función durante siglos, hasta hace pocos años.
                                                                         

El agua venia desde 17 km, del manantial de la Fuenfría, y pasaba por una cisterna, un canal, con codos, subidas y bajadas hasta llegar a la zona del Alcázar, donde estaba asentada la población.

Como es de suponer por su antigüedad, fue reparado en diversas ocasiones; la primera gran obra de reconstrucción tuvo lugar durante el reinado de los Reyes Católicos. Actualmente ha sufrido un patente deterioro debido a la contaminación ambiental, que aumenta la erosión del granito. Para garantizar su supervivencia se ha emprendido un minucioso proceso de restauración, que ha durado ocho años y se ha desviado el tráfico rodado desde 1.992, aunque todavía circula demasiado, cerca del monumento.

Continuamos nuestra visita subiendo por la calle Real, principal calle comercial de Segovia, con varios palacios de los s.s. XV y XVI, ya que era el barrio donde habitaba la nobleza, como la Casa de los Picos, construida en el s. XV, por Lopez de Ayala y Silva como casa-fuerte para la defensa de la Puerta de Santa María, de la muralla. Mas tarde a finales del s. XV, la casa fue adquirida por el regidor Alfonso de la Hoz, que le añadió la singular fachada de picos, que le ha dado el peculiar nombre con que se conoce el edificio; después de diferentes usos; desde el año 1.976 y tras una amplia restauración, alberga la Escuela de Arte Superior de Diseño de Segovia.
                                                                   

Al lado se encuentra la Casa de los Río, mandada a construir, también en el s. XV, por el regidor Juan del Río, que fue habitada por esta familia durante varias generaciones.
                                                           

A escasos metros encontramos la Casa-Palacio del Conde de Alpuente o Palacio de Cascales; el primer nombre procede de su último dueño privado, en el siglo XIX, y el segundo de su arquitecto, en el s. XV, Alonso Cascales. Hoy día alberga la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León.
                                                                       

Volviendo a la calle anterior encontramos la Casa del Siglo XV, de la cual ha llegado hasta nuestros días la importante y bella fachada.


En la misma calle se halla la Cárcel Real, hoy Biblioteca Pública, fundada en 1.842 con fondos procedentes de la Desamortización de Mendizabal de 1.835


El edificio fue construido entre los  XVII y XVIII, con decoración muy austera, y funciono como cárcel hasta 1.933. En su interior se pueden ver interesantes restos románicos de la ermita de San Medel.

Entre sus "huéspedes" mas ilustres se cuenta que Lope de Vega estuvo encerrado en ella en 1.577.

Cuando llegamos a un ensanchamiento de la calle nos encontramos con la Plaza del Corpus, en la cual se halla el Convento del mismo nombre, antigua sinagoga mayor, que servía a la judería, a la cual se llegaba por una estrecha calle lateral.
                                                                           

A su lado, en la Plaza de San Martín llamada también de Juan Bravo, a medio camino entre el Acueducto y la Plaza Mayor, se encuentra la iglesia de San Martín, uno de los mejores ejemplos del románico en la ciudad. Su galería porticada es uno de los elementos característicos del románico segoviano, que rodea todo el templo excepto la cabecera.
                                                                     

Levantada en el s. XII, conserva en el exterior su estilo románico, aunque tanto el interior, como algo del exterior ha sido modificado a lo largo de los siglos. Además del pórtico, es destacable la torre campanario románico-mudéjar.
                                                                         

En la fachada occidental tiene un gran pórtico con arquivoltas decoradas con motivos vegetales, y soportadas por estatuas que representan personajes del Antiguo Testamento.
                                                                 

La Plaza de San Martín, tiene gran sabor medieval y castellano; es el resultado de la unión, mediante una escalinata, de la plaza de la iglesia, con la de Medina del Campo, también llamada de las Sirenas, por las esculturas de dos seres mitológicos, por cierto, mas parecidos a esfinges que a sirenas, colocadas allí en la remodelación de las plazas efectuada en 1.852; está rodeada de importantes monumentos, como la referida iglesia de San Martín,


el Torreón de Lozoya, torre defensiva elevada en el s. XIV
   
 y la estatua del héroe comunero Juan Bravo, muy posterior a los demás monumentos, excepto la fuente, ya que ambas fueron instaladas en la plaza en el s. XIX.
                                                                                 
                                                                                 
Otro elemento que quiero destacar en esta plaza es la gran casona nobiliaria, que se ve al fondo, construida en el s. XV , y muy modificada a lo largo de los siglos, propiedad, hoy día, de nuestro gran amigo J.I., fallecido hace mas de cuatro años, antes de cumplir los cincuenta, y muy llorado por nosotros, que nos invito a conocer Segovia con él, nos hizo de cicerone por gran parte de la ciudad y nos mostró el interior de la casona, que ha sido rehabilitada por él.
                                                       

Seguimos calle Real adelante hasta llegar a la cercana Plaza Mayor
                                                                             

Se puede decir que la Plaza Mayor es el corazón de Segovia. Esta delimitada por el ábside de la catedral, la iglesia de San Miguel, el edificio del Ayuntamiento, y el Teatro Juan Bravo. En el centro de la plaza está instalado un quiosco de música

El techo de la iglesia de San Miguel, donde Isabel al Católica había sido proclamada reina en 1.474, como he contado mas arriba, se derrumbo en 1.522, y la nueva iglesia se ubico en una zona distinta de la plaza. con lo que esta quedo ampliada.

El Ayuntamiento data del primer cuarto del s. XVI, y fue flanqueado paulatinamente por las casas que formaron el norte de la plaza.

Uno de los edificios emblemáticos de la plaza, el Teatro Juan Bravo, fue construido en 1.917.

Un poco mas antiguo es el mencionado quiosco de música, que fue diseñado por el arquitecto Joaquín de Odriazola, (1.844-1.913) en 1.896, siguiendo la moda de arquitectura de hierro forjado, que hacia furor en toda Europa.

El paseo por Segovia nos había abierto el apetito, y como, ademas, ya era la hora de comer, en a misma Plaza Mayor entramos en un agradable restaurante donde dimos buena cuenta de un excelente cocido madrileño.
                                                                             

A pesar del día, algo mas que fresquito, habíamos disfrutado recorriendo, una vez mas, el casco antiguo de Segovia, y después de la comida volvimos en el tren AVE a Madrid.                             

domingo, 29 de marzo de 2015

Pollo relleno a la mostaza

                                                                           


El relleno puede variar, pero con este que os propongo queda elegante y delicioso.

Ingredientes

                                                                                                                                                             
1pollo entero deshuesado
100 g de beicón
3 huevos
1 diente de ajo
1 rama de perejil
150 ml de brandy
3 patatas grandes
1 cucharadita de hierbas provenzales
Mostaza
Sal
Pimienta

Elaboración

Cocer los huevos 10 minutos en agua.
Escurrirlos, dejar que se enfrien completamente. Pelarlos
Lavar las patatas, quitandoles toda la tierra.
Pelar el ajo, lavar el perejil y picar ambos.
Cortar el beicón en tiritas.


                                                  
Extender el pollo, con la piel para abajo y salpimentarlo.
Untarlo con mostaza, espolvorearlo con el ajo y el perejil y cubrir con las tiras de beicón, y con los huevos troceados.
                                                             
Enrollarlo y atarlo con, hilo de cocina.
Calentar el horno, meter el pollo y dejar horneando a 220ºC, durante 30 minutos.
                                                               
                                                       


Rociar con el brandy y dejar evaporar.

Darle la vuelta al pollo.

Cocer las patatas con su piel 1/4 de hora. Escurrirlas y trocearlas.
Añadirlas a la fuente donde esta el pollo, espolvorearlas con las hierbas provenzales, y dejar en el horno otro 1/4 de hora.
                                                                                 

Sacar el pollo de la bandeja de horno, quitar el hilo y cortarlo en rodajas gruesas.
                                                               

Servir con la salsa.

domingo, 22 de marzo de 2015

Alcestes en el Teatro Real de Madrid

                                                       

Hace ya mas de un año asistí a esta ópera: Alcestes, en el Teatro Real, concretamente a la función del 9 de marzo de 2014.
                                                                       

 Una circunstancia fortuita hizo que el día anterior, 8 de marzo, falleciera el antiguo director artístico del Teatro Real, Gerard Mortier, que se había retirado hacia unos meses de este puesto, cuando le fue diagnosticada una grave enfermedad, que no pudo superar, aunque había continuado siendo asesor artístico.

No puedo decir que me haya gustado su labor como director del Teatro Real, ni mucho menos, mas bien he lamentado, no precisamente la elección de óperas, de la cual era un gran conocedor, sino mas bien la puesta en escena de muchas de ellas; su expresada afición a resaltar algunos episodios de nuestra historia que se inscriben en la "leyenda negra", mientras los ciudadanos del país que le pagaba, estábamos inermes, clavados en la silla, el exceso de escenas eróticas, en absoluto necesarias, la introducción de "pegotes", que no venían a cuento, en alguna de ellas, y, en fin,  un cierto mal gusto, que ha flotado en el ambiente estos cuatro años, lo cual ha producido una deserción importante de muchos abonados, muchas butacas vacías y el abandono, en plena función, de algunos espectadores.

En todo caso, ahora que el personaje nos ha dejado, le deseo que descanse en paz. Se guardo un minuto de silencio en su memoria, después de una breve intervención del Presidente del Patronato del Teatro Real e incluso, algunos espectadores se pusieron en pie.

La ópera representada fue Alcestes de Christoph W. Gluck (1.712-1787) compositor alemán nacido en Erasbach, Baviera, cerca de la frontera con el Imperio Austro-Húngaro, del cual no se puede decir que sea un completo desconocido para el espectador medio actual, pero cuya limitada fama es injusta, pues Gluck es una de las figuras claves de la historia de la ópera.

Hijo de un inspector forestal, se mostró rebelde en su adolescencia, hasta el punto de fugarse de casa, ganandose la vida como músico ambulante, aunque luego se reconcilio con su padre y estudio en la Universidad de Praga y, mas tarde música, en Milan.

Durante muchos años compuso operas italianas, genero que conocía bien. Sin embargo su importancia para la ópera se debe a que propugno la primera gran reforma de este genero, coincidiendo con muchos de los planteamiento de Richard Wagner, un siglo después, y a la influencia que ejerció sobre el joven Mozart.

Gluck purifico y engrandeció la recargada opera barroca italiana, acabando con los convencionalismos y la tiranía de los cantantes, simplificando los inverosímiles y complicados argumentos, en resumen, produciendo la transición musical del barroco al neoclasicismo.

Al haber sido preceptor musical, durante años, de los hijos de la emperatriz María Teresa de Austria, entre los que estaba la futura reina de Francia, María Antonieta, pudo trasladarse a París, donde gozo de la protección incondicional de la reina,

En París sus óperas suscitaron una amplia polémica entre los partidarios de la renovada, por él, ópera francesa y la tradicional ópera italiana, que produjo, incluso, panfletos insultantes contra el compositor, y origino la disputa entre partidarios de Gluck y otros del músico italiano Niccolo Piccinni, compositor de óperas tradicionales barrocas, y apoyado por numerosos seguidores, y del cual hoy día nadie se acuerda, produciendo la conocida como la Querella entre gluckistas y piccinnistas.

Tras un ataque de apoplejía, y cierto desencanto por la pobre acogida de su última ópera estrenada en Paris, Eco y Narciso, regreso a Viena, donde volvió a ocupar un cargo en la corte, y donde entablo amistad con Leopoldo y Wolgang A. Mozart, en los últimos años de su vida.

A pesar de la popularidad que tuvo en vida y de los muchos honores que recibió, Gluck paso al olvido durante el s. XIX, para ser, podríamos decir, redescubierto tras la Segunda Guerra Mundial, siendo frecuentemente representadas su obras, hoy día.
                                                                 
Pasemos ahora a la ópera que se representaba esta noche.

Alcestes, ópera en tres actos con música de Gluck y libreto del poeta y libretista italiano Raniero Calzabigi (/1.714-1.795), famoso por sus varias colaboraciones con el compositor, en el proyecto de reforma de la ópera, inspirada en el Alcestes del dramaturgo griego Euripides (480-406 a.C),  fue estrenada por primera vez en Viena, en 1.767.
                                                                         

El estreno en París siete años mas tarde, en 1.774, supuso una total remodelación de la ópera, de tal manera que son casi dos operas distintas: los personajes no son exactamente los mismos y las escenas están ordenadas de forma diferente, ya que el libreto fue, podemos decir reescrito, por el diplomático, dramaturgo y libretista francés Gand Le Bland du Roullet. La versión parisina es considerada superior a la anterior y es la que se ha representado desde el s. XX, en los principales teatros del mundo, y pudimos ver en el Teatro Real de Madrid.

El argumento, en el que intervienen, tanto dioses como mortales, narra el sacrifico de una amante esposa Alcestes, cuyo marido, el rey Admeto, se halla gravemente enfermo, y que es conocedora por el oráculo, de su inminente muerte, a no ser que algún humano muera en su lugar.

Alcestes se ofrece para morir en lugar de su marido, y el pueblo celebra la salvación de su rey.

Sin embargo Admeto se entera de que otro morirá en su lugar, y no sabe que es su esposa, hasta que contempla su entristecido rostro. Inmediatamente se niega al sacrificio de su mujer y decide seguirla a la tumba.

El pueblo lamenta la suerte de Alcestes y por ende la del rey, pero entonces llega Hércules, amigo de los esposos que jura salvarlos.

Alcestes se dirige al Hades seguida por Admeto; ambos discuten pretendiendo morir uno en lugar del otro, pero los dioses del Olimpo, conmovidos por tanto amor conyugal, deciden salvar a ambos. Final feliz, como premio a tanto intento de sacrificio.

La música de Gluck, que acompaña este trágico argumento es solemne, severa y magnifica; no hay "arias", como en el ópera italiana, pero me resulto bella y grandiosa.

El recién nombrado director musical de la orquesta del Teatro Real, el inglés Ivor Bolton, desaprovecho esta grandeza musical, pues su dirección fue poco estimulante, con poca tensión. Se salvaron algunos momentos del coro, y algunos acompañamientos de los cantantes.

Nos toco el segundo reparto, con la soprano ucraniana Sofia Soloviy, cuya voz, poco adecuada al difícil papel de Alcestes, que necesita mayor peso y consistencia.
                                                             

El tenor americano Tom Randle, en el papel de Admeto, tampoco resulto convincente, con una voz poco atractiva, engolada en algunos momentos y sonidos forzados.

Willard White, veterano bajo-barítono jamaicano, conocido mio de otras interpretaciones en el Teatro Real, cumplió su papel doble, como Thanatos y Sumo Sacerdote, con solvencia, aunque se le empiezan a notar los años. El resto del reparto a una altura conveniente, aunque a veces no convincente.

Y por último tengo que referirme a la puesta en escena de Krzisztof Warlikowski, al cual ya tuve que soportar como escenógrafo en la ópera Popea y Nerón, hace dos temporadas.

La época se traslada desde la Grecia clásica a nuestros días, y para, podemos decir de una manera un tanto vulgar, abrir boca, empieza con una entrevista periodística, protagonizada por la soprano que cantara mas tarde  Alcestes, representando a la fallecida princesa Diana de Gales, en la que esta declara que no amaba a su marido y que en un matrimonio tres son demasiados y algunas intimidades mas; así que, como sabemos, se dedico a hacerle la vida imposible a su marido, y ambos nos informaron por medio de la televisión, de las faenas que se hacían el uno al otro. ¿Qué, iba a decir demonios, tienen que ver Alcestes y Diana?

En ningún momento queda claro el proceso mental de Warlikowski. Lo que en cambio queda claro es el mal gusto de este escenógrafo, y su desagradable puesta en escena.

La trama, transcurre, en gran parte, en una morgue, donde los muertos se contorsionan, clara referencia a los populares "Zombies" seguramente, y nos ofrecen, supuestas autopsias y macabras escenas sexuales.
                                                   

En este ambiente, el argumento se desvirtúa y banaliza, los dioses quedan ridiculizados y en el momento culminante, cuando Admeto se entera de que es su mujer la que ha ofrecido su vida por él, una bailarina de flamenco irrumpe en el escenario, batiendo palmas y contoneandose, sin ton ni son, por todo el escenario, incluso en los momentos mas dramáticos.

Después de esta falta de respeto a  Gluck, a los espectadores y a Euripídes, muchos de ellos abandonaron su butaca.

Warlikowaki, que había recibido abucheos y pataleos, en la primera función, no salio a saludar.

domingo, 15 de marzo de 2015

Acelgas bellavista

                                                                             

Bonito plato, con mezcla de verdura, frutos secos, pollo y manzana. Rico y facil

Ingredientes

                                                               

4 hojas de acelga
16 aceitunas sin hueso
1 cebolla
1 manzana
150 g de pechuga de pollo
1 puñado de piñones
16 almendras saladas
harina
aceite de oliva
sal

Elaboración


Separar las hojas de las pencas de las acelgas.
Cocer las hojas al vapor.
Pelar y cortar la manzana en daditos.
Cocer las pencas al vapor con un poco de agua y sal.
                                                       

Cortar la pechuga en dados, saltearla, con un chorro de aceite junto con las almendras, los piñones, las pencas, las aceitunas y la manzana, cinco minutos.
                                                   

Cortar la cebolla en aros, pasarlos por harina y freirlos con abundante aceite bien caliente. Escurrirlos sobre papel de cocina.
Colocar cada hoja de acelga en un plato, bien extendida.
Poner encima de cada una el relleno.
Servir acompañado de los aros de cebolla fritos.                                                                                          

domingo, 8 de marzo de 2015

Tortosa

                                                                                   

Cogimos dos autobuses de linea para llegar a Tortosa, una de las visitas de mas interés para mi, y fácil de llegar desde Peñíscola.

En efecto, casi un viaje sentimental, pues yo viví allí parte de mi primera infancia. Mis recuerdos urbanos son pocos, pero alguno hay. El resto de mis recuerdos son domésticos, y algo de la escuela. Sin embargo en Tortosa aprendí a caminar, a leer y a escribir, y  comencé a conocer el mundo, y la verdad es que desde esa ya lejana época, no había vuelto ni por allí, ni por la zona.

Así que cogimos en primer lugar el conocido autobús Peñíscola-Vinaroz, población que se encuentra en el límite con la provincia de Tarragona, y de allí hasta Tortosa. En Vinaroz no hay estación de autobuses; el bus llega a un paraje, desde el que salen vehículos para distintos destinos, indicados en una marquesina, y con un gran olivo como decoración, es decir, que hay que esperar en la calle, sometido a las clemencias o inclemencias del tiempo.

Tras un rato de espera, no muy largo pues nos habíamos informado sobre la hora de salida que nos convenía, salimos en el bus hacia Tortosa. Esta ciudad esta separada de Vinaroz unos 50 km, para lo cual invertimos una hora y veinticinco minutos, pues paramos en todos los pueblos de la ruta, una manera de conocer la comarca, si no se tiene prisa.

De la estación de autobuses, -en Tortosa si que hay- salimos hacia el centro de la ciudad. El día invernal era soleado, pero soplaba un viento fuerte que resultaba desagradable y que nos acompaño todo el día. El río Ebro que discurre grande y majestuoso por Tortosa lucia magnifico.

Antes de adentrarnos en al ciudad sepamos algo de ella.
                                                                           

Tortosa capital de la comarca del Bajo Ebro tiene unos 37.000 habitantes. Es una ciudad comercial y de servicios, aunque tiene, también, varios polígonos industriales y un importante sector agrícola.

Debido a su ubicación, muy cerca de la desembocadura del río Ebro, ha tenido desde antiguo una gran importancia estratégica, y es uno de los municipios españoles con mas historia, e importantes monumentos, algunos bien conservados y otros, actualmente, en restauración.

Los ilervacones, tribu íbera, ya ocuparon este territorio; fue romanizada después y tuvo rango de municipio, fundada a mediados del s. I a.C., con el nombre de Dertosa Municipium Hiberia Julia Ilervaconia, como se lee en las monedas de la época, como territorio donado a los legionarios, que habian participado a las ordenes de Julio Cesar, en la batalla, con victoria de Ilerda, .

 Por todo el casco antiguo hay lápidas e inscripciones, empleados, mas tarde, en edificaciones medievales, así como tambien se han encontrado numerosas monedas.

Fue importante sede episcopal durante el reino visigodo, que sucedió a los romanos, hasta que fue tomada por los musulmanes en 714, que la hicieron capital de la provincia de Turtusha. Estos edificaron un gran alcázar, aprovechando la fortificación anterior, de origen romano, que se conoce, hoy día, como Castillo de San Juan o de la Zuda.

En 1.148 fue reconquistada por el Señor de Moncada, vasallo y colaborador de Ramón Berenguer IV, príncipe de Aragón, por su matrimonio con Petronila reina de Aragon, y los Caballeros Templarios, pasando, posteriormente a ser una importante ciudad portuaria, bajo soberanía de los Templarios, hasta que paso a la Corona de Aragón en 1.294.

Los s.s. XV y XVI, fueron de gran prosperidad para Tortosa, que acabo con la Guerra de los Segadores (1.640-1.652), que hundió la ciudad en una profunda y larga crisis.

Durante la Guerra de Sucesión española tomo partido por el bando del pretendiente, archiduque Carlos de Habsburgo, en contra del ya rey Felipe V, que no la beneficio, al resultar Felipe vencedor.

Durante casi tres años y medio, de 1.811 a 1.815 fue ocupada por el ejercito invasor de Napoleón, sufriendo, como en el resto de España, importantes daños.

Las guerras carlistas también supusieron un gran desastre, con matanzas de uno y otro bando.

En la Guerra Civil (1.936-39), Tortosa sufrió grandes daños en su patrimonio monumental, con el saqueo e incendio de los templos, protagonizados por las hordas republicanas, en julio de 1.936, los bombardeos franquistas entre 1.937-38 y la durísima Batalla del Ebro, en 1.938, en la cual fue frente de combate.

En las últimas décadas se ha procedido a un gran trabajo de rehabilitación de su gran patrimonio.

Desde la estación de autobuses llegamos enseguida al Mercado Municipal, importante obra modernista, construida en el antiguo lecho del río Ebro, entre 1.884 y 1.887; la estructura metálica que sostiene la cubierta fue diseñada por el arquitecto Juan Torras Guardiola, llamado el "Eiffel catalán", aunque fue Juan Abril, el arquitecto municipal el que ejecuto la obra.
                                                                   

Su interior, de una sola nave, es un espacio diáfano, que presenta las mercaderías de forma atractiva y con bastante arte, tanto las verduras y frutas.

                                                 
Como platos cocinados, toda clase de mermeladas, salsas, especias, etc., como longanizas y bacalao.                                                                            

Nos paseamos por él, contemplando los puestos con interés.

La vista del Ebro desde el Puente donde empieza el casco antiguo es magnifica. A pesar del fuerte viento que soplaba caminamos hasta el centro del puente para ver las dos orillas                                                                                                                       

Seguimos a continuación por la margen derecha del río para llegar al casco antiguo, encontrándonos, en el paseo fluvial, en primer lugar, el Palacio de la Diputación,
                                                                         

edificio renacentista construido en el s.XVI, que fue la sede de las Cortes Medievales, de la Aduana y también residencia del ilustre médico y bacteriólogo Jaime Ferran, descubridor de la vacuna contra el cólera, además de otras vacunas contra el tifus y contra la tuberculosis.

Llegamos enseguida a la catedral, que junto con el castillo son los dos monumentos medievales mas importantes de la ciudad.
                                                                   

Encontramos la catedral en plena restauración, de la cual estaba muy necesitada.

La basílica-catedral de Santa María, se encuentra en el centro de la ciudad, a orillas del río Ebro, asentada al pie del promontorio donde esta el castillo.


El templo está asentado al pie del promontorio del castillo, en el mismo emplazamiento se han sucedido el Foro romano, una iglesia visigótica, una mezquita, y la precedente de la actual una iglesia románica.

Casi dos siglos después se decidió hacer un nuevo templo, cuya construcción comenzó en 1.347, finalizando en 1.597; debido al largo periodo de obras, en la catedral se pueden ver tanto el estilo gótico, con el que se empezó, como el barroco de la fachada, que se añadió posteriormente en 1.757, y que hace que la completa finalización llegara en el s. XVIII.


Del conjunto destacan, en el interior, la nave central sus dos naves laterales asi como el crucero y la ausencia de muros entre las capillas de la cabecera, hecho singular que convierte la girola en deambulatorio. Son a destacer los púlpitos y el retablo mayor de Santa María o de la Estrella, de madera dorada y policromada, y la capilla barroca de la Virgen de la Cinta, decorada con jaspe rosado de Tortosa, y otros mármoles.
                                                           



                                                                                 

 y el claustro, en cuyo interior se encuentran gran cantidad de lápidas, losas, capiteles decorados y restos renacentistas
                                                                             

En las dependencias de la catedral esta instalado el Museo Catedralicio, un magnifico espacio para disfrutar del arte acumulado por nueve siglos que tiene la Catedral de Tortosa.

Para entrar en el museo, instalado en el antiguo refectorio de los monjes de estilo gótico,

                                                             
se pasa por las profundas galerias subterraneas existentes bajo el suleo de la catedral, por las cuales se accede al museo.
                                                             
                                                                       
El museo tiene piezas magistrales de las cuales mostrare unas pocas, de diversas procedencias y épocas.
                                                                          
                                                                   

                             
                                                                                         

                                                                                           

Disfrutamos mucho con el museo, muy bien puesto y ordenado, con algunas piezas notables. El resto de la catedral es como otro museo por los adornos, en este caso arquitectónicos, aunque algunos también

Seguimos por la orilla del Ebro, donde esta instalado un monumento commemorativo de la Batalla del Ebro.                                                                 
                                                                             
             
 La Batalla del Ebro, una de las mas importantes de la Guerra Civil (1.936-1.939) tuvo lugar entre los meses de julio a noviembre de 1.938, en el cauce bajo del valle del Ebro; termino con la victoria del ejercito franquista y fue decisiva para finalizar la guerra.

Pasados cerca de 80 años desde el final de la contienda, y con el ambiente antifranquista,  sobrevenido y renovado por el sr. Rodriguez Zapatero, el Ayuntamiento de Tortosa propuso un referendum decidir el futuro de dicho monumento.

Realizada tal consulta, los ciudadanos de Tortosa decidieron por un 68% conservar el monumento.

El monumento, realizado por el escultor Luis M. Saumelles (1.915-1.999), se inauguro en 1.966; es un gran monolito de 45 nm de altura, que se erige sobre la pilastra de hormigon, del antiguo puente de la Cinta, en mitad del rio, desde la que se alzan dos puntas de hierro, la mas alta con una cruz adosada en uno de los angulos y coronada por un soldado guiado por una estrella. la punta pequeña finaliza con un águila  con las alas extendidas.

                                                                                         
Bien, pues ahí va la foto del monumento; vale mas una imagen que mil palabras.

Se acercaba la hora de comer, en la que pensábamos conocer el castillo que corona Tortosa, al cual es posible subir siguiendo las murallas.

Tortosa cuenta con unas murallas y fortificaciones muy extensas, que reflejan lo importantes que fueron para la defensa de la ciudad. Tienen diferente grado de conservación, ya que corresponden a diferentes epocas, y que por eso tienen variedad de materiales y distinta tipología.

Siguiendo, por la calle de los Capellanes, donde encontramos uno de los monumentos renacentistas mas importantes de Tortosa, el conjunto de los Reales Colegios, formado por tres edificios:

El Colegio de San Jaime y San Matías, fundado en 1.564 como Convento de la Orden de Dominicos,  para cristianizar a los conversos de origen musulmán, y que después de albergar varias instituciones, hoy es sede de Archivo Histórico comarcal.

El Colegio de San Jorge y Santo Domingo, otro convento dominico, fundado en 1.578.del cual solo se conserva la portada renacentista con el escudo de Felipe II, que fue una antigua universidad. A partir de 2.003 es sede de los Servicios Territoriales de Educación y de la Escuela Oficial de Idiomas.

El tercer edificio es la Iglesia de Santo Domingo, construida en el s. XV, de estilo gótico, que después de la Desamortización del s. XIX, se convirtió en un cuartel. Tras ser cedida al Ayuntamiento de 1.10 a 1.987, se convirtió en el Museo-archivo Municipal hasta 2.007.

Actualmente es el "salón noble"de la ciudad y sede del Centro de interpretación del Renacimiento.
Es bastante empinado por algunos trozos, pero asequible, si se está acostumbrado a caminar.

Después, y mientras contemplábamos, subiendo una empinada cuesta, las murallas y los paisajes que se extendían fuera de ellas, cambiamos la trayectoria, por la Calle del Castillo para llegar a la cima.

El castillo de San Juan o de la Zuda es desde 1.972 un Parador Nacional de Turismo,
                                                                               

 que entonces sufrió una profunda restauración y que, del antiguo edificio solo se conservan murallas, arcadas el antiguo polvorín, el patio de armas, una salón con ventanas trifoliadas, y algunas galerías subterraneas. 

                                                                       
El Parador está rodeado por un magnifico jardín y tiene las mejores vistas sobre Tortosa ya que se encuentra en la colina central que domina la ciudad antigua.
                                                               

Dado su gran valor estratégico y de defensa, fue ocupado desde época remotas. Se han encontrado restos íberos y romanos, y sobre todo de la dominación musulmana, ya que por ellos fue convertida en una alcazaba, o fortaleza.

Después de la reconquista fue convertido en residencia real por Jaime I.

En el restaurante del Parador comimos estupendamente, en un agradable ambiente.
                                                                                 

Nuestra excursión tocaba a su fin. Tras un paseito por los jardines, no muy largo pues el viento, que se pasea por esas latitudes, soplaba fuerte, y con el mismo procedimiento que a la llegada regresamos a Peñíscola, nuestra base.

Habíamos pasado un día estupendo y conocido a esta joya tanto histórica como cultural que es Tortosa, para mi también algo sentimental.