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lunes, 1 de abril de 2013

Exposición Edades del Hombre en Burgos. Primera etapa: Poza de la Sal

                                                                       

 A finales de octubre pasado mi marido y yo visitamos la última edición de la conocida serie Edades del Hombre, promovida por las diócesis de Castilla y León.

En esta ocasión la muestra, con el título de Monacatus, tenia como sede el Monasterio del Salvador en Oña, que este mismo año celebro su milenario.

Bien, pues nuestra base para la visita fue otra población burgalesa, muy cercana a Oña, Poza de la Sal, que bien merece por si sola una visita, de tan interesante y bella que es.

Allí, en un hotelito situado en pleno casco histórico, en la Plaza Vieja, donde antaño se hacia el mercado, nos quedamos dos noches.
                                                               

Desde la ventana de la habitación se podian contemplar los tejados y una amplia panóramica.
                                                                        

El día de nuestra llegada lo dedicamos a conocer Poza de Sal, y dejamos las Edades del Hombre para el segundo día.

Poza de la Sal es una de las muchas ciudades históricas de Burgos, que es tanto como decir de Castilla, dada la importancia que tuvo toda la región en la formación de nuestro país.

La localidad se encuentra en la comarca de La Bureba, con su caserío apretado contra la Peña del Castellar, 
                                                                           

en cuya altura se alza el castillo de Poza de la Sal, desde el que se tienen magnificas vistas sobre el pueblo
                                                                     

 y de toda la Bureba, desde la Sierra de Oña, hasta los Montes de Oca.
                                                                 

La antigua Salionca de los primitivos moradores, los autrigones, cobro importancia con la conquista romana, con la que se convirtió, llamada entonces Flavia Augusta, en uno de los principales productores de sal, elemento indispensable para la conservación de los alimentos.

Después de los romanos, dominaron los visigodos durante 300 años. Tras la invasión musulmana de 711, hubo gran inestabilidad durante la Alta Edad Media, hasta que a finales del s. IX el conde Diego Rodriguez Porcelos,  fue encargado por el rey Alfonso III, último rey asturiano, de la repoblación de la Bureba, en la cual se encuentra Poza.

La historia de Poza de la Sal está estrechamente ligada a la explotación de la mina de sal; durante siglos la propiedad e industria estuvo ligada a diversos monasterios de la región, hasta que estos la cedieron a la corona en tiempos de Alfonso VIII, momento de una segunda repoblación de la localidad.

La organización que establecieron los Reyes Católicos, que duro hasta el s. XIX, beneficio la distribución y comercialización de la sal, con caminos mas adecuados y con mas seguridad.

En el s. XVI  Carlos I crea el titulo de Marques de Poza, para Juan de Rojas, descendiente del primer Señor de Poza.

La explotación de la salina fue convertida en monopolio real por Felipe II, administración que duro hasta la caída de Isabel II, en 1.868.

Digamos ahora dos palabras sobre la extraordinaria mina de sal de la Poza.

La sal era, hasta hace poco, un material precioso como conservante alimentario. A tal punto llegaba su importancia que se utilizaba como forma de pago ya en época romana, siendo, esta práctica, el origen del termino salario.

Hasta la explotación de las minas subterráneas, la producción de sal estaba limitada a la costa y a manantiales salobres, por lo que su posesión era codiciada.

El diapiro salino (nombre de la formación geológica del yacimiento de sal) de Poza de la Sal es el mas grande de Europa, y su formación, como la de las demás minas de sal ha llevado millones de años.

Bien, pues con esta fuente de riqueza que duro siglos, y gracias a su extraordinario entorno, los diferentes dueños de las salinas elevaron un castillo en lo alto del macizo rocoso, de una verticalidad que lo hace inaccesible, para el control de todos los puntos cardinales.

El castillo que vemos actualmente, fue levantado en el s. XIV por la familia Rojas, sobre el anterior castillo del s. IX, construido por el conde Porcelos, al cual se añadieron unas murallas, con lo cual la villa de Poza quedo completamente protegida.
                                                                       

En el s. XVIII el castillo estaba ruinoso, tras sus largos siglos de existencia, pero... fue rehabilitado por las tropas francesas, durante la Guerra de la Independencia, que lo utilizaron para controlar y vigilar una amplia zona. Debe ser de los pocos lugares de España en que el ejercito de Napoleón en vez de destruir, construyo.
                                                                                       

Llegamos a Poza de la Sal pasado el mediodía,  así que después de dejar nuestras cosas en el hotel, salimos a comer, en otro hotel con restaurante, ya que el nuestro no tenia.

Después de una agradable comida, y de un rato de descanso salimos a conocer el pueblo.

El día era magnifico, probablemente el último día bueno en cuanto a temperatura y sol del otoño, ya que en esa comarca la climatología tiende al "pasmo".

La villa es un gran conjunto, que tiene la consideración de Conjunto Histórico-Artístico desde 1.982.

Su trazado refleja el origen medieval, y los restos del castillo, murallas, iglesias, ermitas y el salero, son testimonios de la importancia económica e histórica de la villa durante la Edad Media y la Edad Moderna.

Casi enfrente de nuestro hotel se encuentra la Iglesia Parroquial, dedicada a los Santos Cosme y Damián, principal joya artística de la Poza, declarada Monumento Histórico-Artístico en 1.974; comenzada a construir en el s. XIII, sufriría reformas y añadidos a lo largo de los siglos, que enmascaran su origen gótico temprano.
                                                                 

En la fachada principal, acabada en 1.655, se encuentran las esculturas realizadas por Sebastian López de Frías, de los patronos de la villa, titulares de la iglesia, San Cosme y San Damian, santos hermanos médicos.

En su interior alberga cuadros, esculturas y objetos litúrgicos de gran valor, que no pudimos ver, por estar, casi todos los días de la semana, cerrada.

Seguidamente bajamos por las tortuosas calles del pueblo, llenas de casonas y algún palacio, hasta llegar a la zona de las salinas.

                                                                           

Precediendo a las salinas, se halla un conjunto de lavaderos, abrevaderos y fuentes, que constituyen una de las obras civiles mas importantes de la villa.
                                                   

La obra se realizo en el s. XVIII, aprovechando algunos elementos de la época romana, como el acueducto, el puente y alguno de los manantiales.

Llegamos, a continuación a las salinas, uno de los enclaves mas atractivos, por lo extrordinario, de  la región.

Se trata de un afloramiento salino casi a  cielo abierto, que los pozanos llaman "el Salero" y que forma un gran anfiteatro en cuyo centro se sitúa la Peña Castellar, primitivo asentamiento de Poza.

El complejo proceso de sacar la sal y convertirla en salmuera, seria demasiado largo de explicar; solo diré que en el restaurado Salero, se ven muy bien los estanques para obtener la salmuera y se comprende mejor el proceso.

En la actualidad  las salinas de Poza han perdido su función milenaria, pero constituyen un testimonio único de esas actividades económicas.
                                                                                     

La tarde empezaba a caer cuando llegamos a este entorno, pero con la luz del sol poniente tenia aun mas bonito color. Además el lugar es magnifico con las peñas y roques que las rodean.
                                                                                

Cerca del salero, están todavía en pie, aunque en estado ruinoso, alguno de los almacenes donde se guardaba la sal.

                                                                     
Acabada nuestra visita a las salinas, que nos llevo un buen rato, subimos hasta la puerta de la muralla del castillo, desde la que se tiene una vista a media altura del pueblo.

Tengo que decir que en la restauración de la torre de la muralla me pareció inadecuada una escalera metálica, con baranda de aluminio u otro metal igualmente color acero, que afea el conjunto.

                                                                             
Hay que ver el mal gusto y falta de criterio de los políticos que hoy día se encargan de estos asuntos, (bueno, se encargan de todo), y a pesar de la cantidad de asesores con los que se rodean, acaban produciendo aberraciones.Ya lo he visto en otros monumentos, de otros lugares.

Después volvimos al centro histórico, pasando por el Ayuntamiento, cercano a la iglesia.
El edificio se construyo probablemente en el s. XVI, durante la época de esplendor de la Poza.


Llegamos luego a uno de los lugares urbanos mas atractivos de la villa, la Plaza Nueva construida 1.665 por iniciativa de doña Juana de Rojas, Marquesa de Poza.
                                                                 
El casco antiguo esta rodeado por la muralla medieval, que se conserva en su mayor parte, murallas de cinco metros de altura y dos de grueso,
                                                                 

cuya puerta del Conjuradero, ocupa una de los lados de la Plaza Nueva; el centro de la plaza tiene un bonito quiosco de música, y otro de sus lados, protegido por una barandilla de hierro, se abre sobre La Bureba, ofreciendo una magnifica panorámica.

Varios palacios ocupan los laterales de la plaza; son las casas de las familias ilustres de la villa, como los Gutierrez-Salazar, los Muñoz de Velasco, etc.
                                                               

Y hablando de personajes importantes naturales de Poza de la Sal, tengo que citar al mas conocido en toda España, el tristemente desaparecido, hace ya unos años, Félix Rodriguez de la Fuente, médico y biólogo autodidacta, naturalista y defensor de la naturaleza, a través de su trabajo como realizador de documentales para la radio y la televisión, entre los que destaca la serie El Hombre y la Tierra, que se emitió por TV1 entre 1.974 y 1.980.

Su gran carisma ha perdurado, a pesar del tiempo transcurrido desde su muerte, sucedida en Alaska, E.E.U.U., en 1.980, en un accidente aéreo, mientras realizaba una filmación para un documental, en compañía de dos colaboradores y el piloto del avión. Todos perecieron.
                                                               

Pues bien, llegamos a la Plaza Nueva y disfrutando de la templada y soleada tarde estuvimos un buen rato contemplando el amplio paisaje de la Bureba.

Unas tapas en un bar cercano nos sirvieron de cena.

martes, 7 de febrero de 2012

Burgos. 2. Monasterio de las Huelgas

La casa de nuestra amiga está muy cerca del Monasterio de las Huelgas, que nos proponíamos visitar esta mañana.

Fuimos andando, no mas de cinco minutos. Tuvimos suerte pues en el momento de llegar empezaba una visita guiada, única forma de recorrer el monasterio.

El Monasterio de Santa María de las Huelgas, su nombre completo, es uno de los mas importantes monumentos de Castilla, tanto por el complejo arquitectónico, como por su historia, como por las piezas y tesoros que hay en su interior, ya que es el panteón de muchos reyes de Castilla, región que fundo España, y la mas importante del país durante varios siglos.

Ejemplos de su esplendor son la gran notoriedad y cantidad de monumentos que existen en su territorio, en cuyos rincones, no dejan de sorprender las muestras de su glorioso pasado.

El Monasterio de la Huelgas fue fundado en 1.189 por el rey Alfonso VIII, y es desde entonces una congregación de monjas cistercienses.

Alberga obras de gran valor, entre ellas las vidrieras mas antiguas de España.

Aunque estuvo retirado de la ciudad, un poco alejado de la ribera del río Arlanzón, en un terreno llano, hoy día, esta se le ha acercado y se encuentra integrado en ella.

La esposa de Alfonso VIII, Leonor Plantagenet, hermana del conocido rey de Inglaterra y Cruzado, Ricardo Corazón de León, fue la promotora de la fundación, que tenía por objeto principal acoger a mujeres de la nobleza, que se consagraban a la vida religiosa, siendo sus primeras abadesas de sangre real.

La abadesa de las Huelgas llego a disfrutar de gran poder, pues solo dependía del Papa y estaba por encima de la curia episcopal.

Todo el poder y los privilegios de la abadesa, que tenía un amplio territorio que gestionar, además de sus ocupaciones religiosas, se mantuvieron hasta el s. XIX, de manera que la desamortización no afecto a la institución.

El monasterio es un amplio conjunto, con aspecto de fortaleza, al que se fueron agregando dependencias a lo largo de los siglos. Todo el recinto estuvo amurallado.

Las obras comenzaron en el s. XII, y continuaron en el XIII.

La parte mas antigua corresponde al magnífico claustro románico, conocido como Las Claustrillas, al que sigue la iglesia de estilo gótico primitivo, y luego el claustro de San Fernando ya plenamente gótico, cuyas bóvedas están decoradas con yeserías mudéjares.

La iglesia gótica, sigue el modelo cisterciense.

En el interior destaca la bóveda, en la que los arcos que se cruzan forman una bóveda cupuliforme.

Tiene un Retablo Mayor barroco del s. XVIII, adornado con columnas salomónicas, con la Asunción de la Virgen como tema principal, y un calvario en la parte superior.

Adosado al muro sur se encuentra un importante órgano barroco.

Es sabido que el rey Alfonso VIII quiso destinar su nueva fundación a panteón real, para que allí fuera enterrado él, junto a su mujer, la reina Leonor y los demás miembros de la familia real.

Muchos de estos sepulcros fueron profanados y desvalijados por las tropas francesas de Napoleón, durante la guerra de la Independencia. Solo se salvo del pillaje, el sepulcro del infante Fernando de la Cerda, pues por mucho que intentaron abrirlo no lo consiguieron. Su ajuar fue recuperado enteramente, y los ropajes, únicos en el mundo del s. XIV, se exhiben en el Museo de Telas Medievales, emplazado en el mismo Monasterio.

En el Monasterio se llevaron a cabo ceremonias importantes, tales como la coronación de los reyes Alfonso XI, y su hijo Enrique II de Trastamara, o la de armar caballeros, entre los cuales figuran nombres tan conocidos como Fernando III el Santo, Eduardo I de Inglaterra, o Pedro I el Cruel, que había nacido en la torre defensiva del monasterio, entre otros muchos.

Bien, pues acompañados en todo momento de una eficaz guía, que nos fue ilustrando bastante adecuadamente, empezamos la visita por la iglesia donde se encuentran los mas importantes enterramientos reales.

El de los fundadores, Alfonso VIII y Leonor Plantagenet, está instalado en el centro de la nave y es soberbio.

Algunos sepulcros están muy trabajados y decorados, como el de la reina Blanca de Castilla, que no lo ocupo, pues dejo encargado que su cuerpo estuviera en un sencillo sarcófago, sin adornos.

Otro fastuoso, es el único que no fue profanado y saqueado por los soldados franceses, el del infante Fernando de la Cerda, hijo y heredero frustrado de Alfonso X, el Sabio, pues murió a los 13 años.

Las naves laterales, antiguamente de la clausura monacal, también están ocupadas por sepulcros de miembros de la familia real, de menor rango.

Entre los personajes que pudieron ser importantes, está el del hijo y heredero de Alfonso VIII, Enrique I, que por su pronta muerte a los 14 años, no llego a reinar; un accidente, podríamos decir doméstico, en el que parece que le cayó una teja en la cabeza, y la posterior operación de trepanación a la que fue sometido, acabo con él. Hay sospechas, no demostradas, de que su tía, tutora y regente, doña Berenguela, hermana del rey Alfonso, tuvo algo que ver en lo que podríamos considerar un golpe de estado, para seguir gobernando.

En la historia hay muchos, demasiados casos, de atentados e incluso asesinatos del heredero legítimo, por parte de otros miembros de la propia familia.

Encima de alguno de los sepulcros hay una serie de maravillosos reposteros de la época, que rodean el magnifico  retablo del crucero entre naves de la iglesia, de estilo isabelino, que podría admirarse durante horas, tanto es su detalle y su belleza.

Después de la iglesia pasamos al pequeño claustro románico, del s. XII, llamado Las Claustrillas, que es muy bello, y tan plácido como son las construcciones románicas.

Es mucho mas bonito que el claustro gótico de San Fernando, del s. XIII,

Este claustro debido a desplazamientos arquitectónicos, producidos por las obras del piso superior, en el s. XVIII, que amenazaron acabar con el edifico por derrumbe, tuvo que ver sus ventanas, practicamente, tapiadas para reforzarlo.

En las obras de restauración que se han hecho en el Monasterio, han aparecido, debajo de encalamientos posteriores, yeserías mudéjares, que adornaban la bóveda del claustro, de gran interés.

Visitamos también, otra de las impresionantes estancias del monasterio, como es la Sala Capitular, lugar de reunión de las religiosas, que está, tanto por tamaño, como por arquitectura y decoración, en consonancia con la importancia de la comunidad monástica, que como he apuntado anteriormente provenía de la nobleza, y tenía gran patrimonio, poder y atribuciones.

El estilo de la sala Capitular es gótico, con bóveda de crucería, apoyada en gruesos cuerpos cilíndricos, a los que se han añadido columnitas para hacerlos visualmente mas ligeros.

Está decorado con pinturas, que representan a algunas de las mas importantes abadesas del monasterio, y diversos tapices flamencos.

Seguidamente pasamos al Museo de Telas Medievales, abierto por primera vez en 1.987 y reabierto después de una ampliación, que casi ha duplicado la exposición anterior, en 2.008; instalado en el antiguo almacén o cilla del monasterio. En él se expone la mejor colección existente de tejidos civiles de la Edad Media, reconocida internacionalmente como tal.

Nos fue explicada la vestimenta de los personajes de la realeza, que era muy parecida para hombres y mujeres; consistía en una túnica o saya, que iba recubierta por el pellote, especie de pichi, sin mangas, mas corto para los hombres, y muy largo, de manera que ocultara los pies calzados, para las mujeres, ya que mostrar el pie se consideraba provocativo...o indecente.
Encima se llevaba el manto, y en la cabeza el birrete o la cofia, todo ello realizado en seda, y tejido haciendo dibujos.

Se muestran también diversas almohadas, con las que fueron enterrados los personajes, su almohada preferida, se supone, para el sueño eterno. Así como algunos complementos, como cinturones e incluso la espada de combate del infante Fernando de la Cerda, única que se conserva de la época, cuyo cinturón con esmaltes servía para llevarla a la espalda, y que es una de las piezas mas valiosas.

Expuesta está la cruz del s. XIII, que se llevo a la batalla de las Navas de Tolosa, contra la ocupación musulmana.

La pieza mas importante del Museo es el propio Pendón de las Navas de Tolosa, que era el frontal de la tienda de campaña del caudillo almohade Muhammad Al-Nasir, derrotado por Alfonso VIII en la batalla de las Navas de Tolosa (1.212), de gran importancia para la reconquista cristiana, y que fue cogido como trofeo.

El gran tapiz es magnifico, tejido con hilos de oro, sobre sedas de gran colorido.

Fuera ya del monasterio, en los, terrenos de la huerta, se encuentra la capilla de Santiago, con una preciosa puerta, de arco árabe. La capilla es toda de estilo mudéjar, con un notable artesonado.

Se llega a esta capilla por otro arco árabe, muy trabajado, desde el presbiterio.

Al fondo de la capilla está instalada la imagen articulada de Santiago, del s. XIII, que mueve los brazos, con un dispositivo oculto manejado desde atrás, ya que era utilizada para armar caballeros a los reyes, príncipes e infantes.

Habíamos acabado el recorrido por la parte que se visita del Monasterio. En el jardín, donde hacía el frío propio de diciembre en Burgos, la guía nos explico el número de monjas, pocas, que viven, trabajando y rezando, cuya media de edad es de 70 años. Futuro incierto para el monasterio, como tal.

Disfrutamos mucho de la visita.

Volvimos a casa y propusimos ir a ver el gran belén que, parece ser, se instala en las dependencias de la catedral todos los años.

La niña mayor de nuestra amiga, se animo a venir con nosotros, cosa que nos gusto.

Efectivamente el belén es enorme, y no solo comprende el nacimiento de Jesucristo,

sino, se puede decir, toda su vida, pues empieza con la Anunciación y termina con el Calvario y la Resurrección.

Está muy bien hecho y tiene mil y un detalles, además de figuras móviles, ríos, lagos con peces, y hasta una gran escena egipcia, recordando la huida a Egipto en tiempos de Herodes, con templos, obeliscos y personajes egipcios variados.

Después de comer con la familia de anfitriones en un pueblo de Burgos, a 13 km, Carcedo, donde hay un buen restaurante, en el que se hace carne a la brasa y ambiente muy acogedor, volvimos a Burgos.

Pase una tarde entretenida con los amigos, de toda la vida, que viven allí, con los cuales había quedado.

La velada consistió en la cena navideña, con los amigos de I. A pesar de que no los conocíamos de antes, resulto animada y entretenida.

Al día siguente parecia que quería nevar, cayeron algunos copos, pero luego salio el sol y pudimos regresar a casa sin inconvenientes.

miércoles, 25 de enero de 2012

Burgos. 1. Cartuja de Miraflores.

Hace unos días, poco antes de Navidad, tuve ocasión de pasar un fin de semana en Burgos, con mi marido.

Visitábamos a una amiga, viuda de uno de los mas entrañables amigos de C., que nos había invitado a una cena, con unos cuantos amigos, en su casa.

Su amabilidad y disposición hizo que también nos hospedáramos en su casa. Así pudimos convivir un poco con ella y con sus tres hijos, niños cercanos, aunque no todavía, a la adolescencia, la época, quizás en que los niños, todavía dan todo lo que tienen, que es mucho, y se muestran cariñosos y curiosos con las novedades, entre las cuales estábamos nosotros.

Conozco Burgos, podría decir, desde tiempo inmemorial. Una de mis amigas de la infancia vive allí, al haberse casado con un burgalés, y la he visitado en numerosas ocasiones.

Mi hijo mayor hizo el servicio militar, que entonces existía aun, en un cuartel de Burgos y allí juro bandera.

Mientras preparaba una peregrinación, con otros militares, a Santiago de Compostela, en bicicleta, tuvo un accidente, la rotura del hueso cúbito, por lo que tuvo que ser operado y hospitalizado, en el Hospital Militar de esa ciudad.

En fin, no sigo con esos hechos y otros, acaecidos, algunos, hace bastantes años, porque supongo que serán de poco interés, pero sirve de introducción, para decir que conozco bastante bien la ciudad.

En años mas recientes, y como ha pasado con todas las ciudades y pueblos de España, ha mejorado notablemente y, hoy es una ciudad que ha puesto en valor, como les corresponde, las muestras de su glorioso pasado.

Es una ciudad muy bonita, con un gran paseo que recorre el cauce del río Arlanzón, de lado a lado, rodeado de arboles y parques.

Además de sus monumentos mas conocidos del centro histórico como la Catedral, el Arco de Santa María, el paseo del Espolón, sus innumerables iglesias, todas joyas cada una en su estilo, etc., recientemente se ha inaugurado el Museo de la Evolución Humana, con un magnifico edificio de acero y cristal,

apropiado marco para los hallazgos de Atapuerca, uno de los yacimientos arqueológicos mas interesantes de España y del mundo.

Los restos allí encontrados, de espécimenes muy antiguos, pertenecientes a la primera oleada, desde África, del hombre de neanderthal, que supone la primera población humana en Europa, ha requerido un nuevo nombre para la especie: Homo Antecesor.

Pero esta vez me referire, solamente, a las dos visitas que hicimos en este viaje: la Cartuja de Miraflores y el Monasterio de las Huelgas.

Llegamos a Burgos a la hora de comer en un frío día de diciembre, mientras lloviznaba. Fuimos a un buen asador en la zona del Hospital del Rey, que hoy día alberga la Facultad de Derecho y el Rectorado de la Universidad de Burgos.

Dimos cuenta de un menú muy típico de Burgos, una tapita de morcilla, lechazo acompañado de ensalada de lechuga, y queso de Burgos con dulce de membrillo como postre, todo ello rociado con un buen tinto de Ribera del Duero.

Teníamos varias horas antes de reunirnos con I., que estaba ocupada en sus quehaceres, y pensamos en visitar la Cartuja de Miraflores.

Hace muchos años ya habíamos estado por allí, pero tengo que decir que no me acordaba apenas; solo tenia el recuerdo de que era un gran monumento.

Tuvimos la suerte de verla nosotros solos; en diciembre el turismo casi brilla por su ausencia en estos parajes fríos, solo al final de nuestra visita apareció un autobús, con los sufridos usuarios del Imserso, que no se dejan impresionar por el termómetro.

Bien, pues hacia allí enfilamos, ya que la Cartuja está en el lado opuesto al Hospital del Rey, en el oeste de la ciudad, a unos 3 km del centro.

El conjunto monástico se encuentra en lo alto de una loma entre arboles, en el Parque de Fuentes Blancas. Qué bonito estará cuando llegue la primavera! Ahora los arboles desnudos, hacían juego con el tiempo gris.

En el año 1.441 el rey Juan II, hizo donación de su palacio de caza a la orden de los cartujos, que allí se instalaron. Un incendio, en 1.452, destruyo el palacio.

En 1.453 se decidió hacer un nuevo edificio, que es el que vemos hoy día. Las obras se prologaron hasta 1.484, concluyendose durante el reinado de Isabel la Católica.

El resultado es una joya del estilo gótico tardío, en el cual destaca la iglesia, con portada en estilo gótico isabelino, decorada con los escudos de los fundadores.

La iglesia de una sola nave, cubierta con una bóveda estrellada, tiene capillas laterales y acaba en un ábside poligonal, en la que trabajaron los mejores arquitectos, escultores y pintores de la época, como Juan y Simón de Colonia, padre e hijo, Gil de Siloe y Pedro Berruguete, y en la cual destaca, como una soberbia joya, el Retablo Mayor.

El Retablo, tallado por el escultor y pintor Gil de Siloe, y policromado y dorado por Diego de la Cruz, es, sin duda, una de las obras mas importantes de la escultura gótica española, por su original composición, por su iconografía, y por la excelente calidad de su talla y de su policromía.

Podría uno pasarse horas mirándolo y apreciando sus detalles.

En el presbiterio hay un conjunto de monumentos funerarios reales, encargados por Isabel la Católica a Gil de Siloe.

Colocado en el centro de la nave, delante del Altar Mayor, está el fastuoso sepulcro de Juan II y de su esposa Isabel de Portugal, padres de la reina Isabel, en forma de estrella de ocho puntas, realizado en alabastro, con las esculturas de los reyes y decorado con profusión con personajes del antiguo y nuevo Testamento, además de los escudos reales.

En el lado del evangelio se encuentra el sepulcro del infante Alfonso de Castilla, hermano de la reina Isabel, que murió a los catorce años.

El infante esta arrodillado en actitud orante, mirando al altar

Ambos fueron profanados por los soldados franceses durante la Guerra de la Independencia, como tantos y tantos otros monumentos y construcciones de todo tipo, castillos, palacios, iglesias...en toda España, ya que no hay lugar en todo el país donde no hayan dejado pruebas de destrucción, durante la pavorosa invasión napoleónica .

Los sepulcros, así como toda la cartuja han sido restaurados recientemente, en 2.006, y los recuperados restos pueden descansar en paz.

Los dos monumentos funerarios son dos joyas de la escultura del gótico tardío.

Antes de entrar en la nave de la iglesia se halla la estatua barroca (1.634), realizada por el escultor Manuel Pereira, de san Bruno, canónigo, catedrático, y posteriormente ermitaño y fundador de la orden contemplativa de los cartujos, en el año 1.084, extendida por varios países de Europa, la  mayor en austeridad de todas las ordenes religiosas.

También hay que destacar el Coro, compuesto por cuarenta sillas en nogal realizadas en 1.489, por el ebanista Martín Sánchez, con todos los respaldos de los asientos diferentes.

El facistol, para sostener los libros usados por los monjes, situado en el centro de la estancia, hace juego con la sillería.

Por la puerta situada a la derecha, se pasa a la exposición, inaugurada en marzo del año pasado, "El esplendor cartujo. De lo bello a lo divino", que muestra los tesoros patrimoniales de la comunidad de monjes cartujos de Miraflores, dentro de la inauguración de las obras de restauración realizadas en la Cartuja, que puede ahora mostrar muchas de sus riquezas, antes ocultas, en mal estado, tapiadas etc.

La verdad, es que no sabíamos que había una muestra en la propia Cartuja, pero nos gusto mucho, por lo bien puesta que está, y por las explicaciones históricas y artísticas que facilita.

Allí nos detuvimos un buen rato. La tranquilidad, ya que estábamos solos, y los tesoros expuestos, invitaban a contemplarlo despacio.

Preciosa visita esta que habíamos hecho.

Volvimos a la zona del Hospital del Rey, ya que nuestra amiga vive por allí, y pronto nos reunimos con ella. Fuimos a su casa y pasamos un buena velada charlando con ella y los niños.

El Monasterio de las Huelgas, que visitamos al día siguiente lo dejaremos para otra entrada.