jueves, 4 de febrero de 2010

Capitulo IX Navegando hacia Boston

Habíamos dejado Canadá. Nos esperaba día y medio de encierro en el barco.
A primera vista parecía largo. A segunda vista, lo fue.

Después del desayuno subimos a la cubierta de paseo, para caminar una hora. No pudimos completarla, ya que se puso a llover al cabo de media hora. Hacia un día horrible, pues a la lluvia le acompañaba un fuerte viento.

A las once de la mañana subimos a la cubierta 14, donde en la pequeña sala 9, había una clase de bridge. Por supuesto en inglés, ya que todos, menos nosotros dos, eran norteamericanos.

La clase verso sobre las contestaciones a la subasta de bridge llamada "Apertura a Sin Triunfo".
La profesora era buena y se esforzaba, pero nos dimos cuenta de que toda aquella gente estaba tomando su primer contacto con el juego de bridge. Por lo tanto no nos servía. Hace años que tuvimos esa clase.

El comportamiento de la gente me sorprendió, pues lo encontré muy similar al de casa. Poca atención y muchas preguntas inadecuadas.

El tiempo fue de malo a peor. Aunque parezca increíble, en nuestro grupo había varias personas que marean siempre que suben a un barco. Se habían provisto de bastantes cajas de pastillas antimareo... que consumieron en su totalidad. Oí decir a una de ellas, a la hora de la cena, que se había tomado cinco pastillas ese día, y aun así seguía mareada. Para no entender que hacían allí.

La explicación, quizás, esté en la fuerte propaganda que se hace sobre los cruceros. Consiste en un bombardeo en los medios de comunicación que podríamos resumir "en el crucero estás en el paraíso".

Mientras, dimos un paseo por La Promenade, pomposo nombre del paseo central, subiendo y bajando a pie, para hacer ejercicio, en vez de usar los preciosos ascensores de mampara transparente, con vistas sobre la misma.

La decoración tiene de todo, desde elementos de dudoso gusto, hasta cuadros muy interesantes, entre otros varias acuarelas, pintadas por Henry Miller, que además de un magnífico escritor, tenía dotes como pintor.

También hay diversas muestras de la fotógrafa de políticos, actores, cantantes, en fin, de la gente importante de este mundo, Ann Levowitz .

Todo esta muy bien acondicionado, con aspecto lujoso.

Use un rato los servicios de Internet, pagaderos con la tarjetita de la que nos habían provisto, conectada con la cuenta corriente. Servicio caro y lento.

Por la noche el tiempo empeoro y hubo gran oleaje y tormenta en el Atlántico. El barco se movía mucho. Pobres mareados

Debido a la tempestad el barco llego con retraso a nuestra siguiente escala: Boston

Dejemos el relato aquí pues Boston ya pertenece a otro día y otro capítulo.

martes, 2 de febrero de 2010

Capítulo VIII Cocina canadiense



Antes de abandonar Canadá virtualmente, me ha parecido oportuno hacer alguna receta de ese país. He encontrado poco plato original, por asi decir. Por supuesto que, en la zona que visitamos, tienen los productos de su extensa costa atlántica, marisco, salmón, bacalao. Todo muy sabroso, pero que no necesita de mucho conocimiento en la cocina para quedar bien.

Un país con tanta emigración del resto del mundo, recibe todas las influencias culinarias. Por otro lado la cocina rápida está totalmente implantada; comen hamburguesas, pizzas, perritos calientes, nachos con diversas salsas, sushi etc., etc.

La cocina cajún, de los acadianos (franceses, primeros colonizadores de esa parte del mundo) también ha dejado su impronta.

Nosotros solo comimos fuera del barco en Lunenburg, pero la comida no tenia nada para ser recordada, ni para repetirla en casa.

He buscado por aquí y por allá y me he decidido por hacer tres platos de implantación en Canadá

  • Ensalada canadiense
  • Cocido irlandés
  • Crepes con plátano y jarabe de arce
Ensalada canadiense

Ingredientes para 6 personas
  1. 1 vaso de agua lleno de arroz redondo
  2. 1 lechuga
  3. 3 o 4 zanahorias medianas
  4. 1 cebolla mediana
  5. 100 g champiñones
  6. aceite de oliva
  7. vinagre
  8. sal y pimienta al gusto
Elaboración

Hervir el arroz en abundante agua con sal hasta el punto deseado.
Colarlo y enjuagarlo con agua fría.
Volcar el arroz en el fondo de una bandeja o ensaladera .
Cortar la lechuga en pequeños trozos y echarla en la bandeja.
Rallar la zanahoria y agregar a lo anterior.
Cortar en aros finos la cebolla,
Cortar los champiñones en laminas y agregarlos a la ensalada.
Aderezar con el aceite, vinagre, sal y pimienta.
Mezclar y servir


Cocido irlandésIngredientes para 6 u 8 personas

  1. 1 k 100 gde cordero deshuesado
  2. 6 patatas medianas
  3. 3 zanahorias medianas
  4. 1 cebolla grande o 2 medianas
  5. 480 ml de agua o bien 240 ml de agua y 240 ml de cerveza guiness
  6. varias ramitas de perejil
  7. sal y pimienta
Elaboración

Cortar la carne en dados.
Cortar las patatas en rebanadas.
Cortar las cebollas en finos aros.
Cortar las zanahorias en redondeles.
Picar el perejil lo mas finamente posible.

En una olla ancha poner todo esto en capas, empezando por una de patatas, luego la carne, las cebollas, las zanahorias y el perejil, de manera que de para dos capas; acabar con una de patatas Añadir el agua o la mezcla de agua y cerveza, si se prefiere, y dejar cocer a fuego muy lento una hora.


Crepes con plátano frito y jarabe e arce

Ingredientes
  • 250 g de harina
  • 2 huevos
  • 1 cucharada de aceite
  • 1 cucharada de ron o coñac
  • 1 cucharada de café de azúcar
  • 1 pizca de sal
  • 1 vaso de leche semidescremada
  • 1 plátano por crepe
  • jarabe de arce
Elaboración

Poner la harina, la sal, el azúcar, el aceite y el licor en un bol.
hacer un hueco en el centro y añadir los huevos enteros.
Mezclar y añadir lentamente, mientras se bate con una cuchara de madera , la lecha
Batir hasta que quede sin ningún grumo.
Dejar reposar un par de horas
En el momento de comer, realizar las crepes, poniendo un poco de mantequilla en un sartén, hay quien unta la sartén con aceite, puesto previamente en un papel de cocina; coger con la garcilla pasta suficiente para cada crepe, echarla en la sartén esparciéndola bien por todos lados.
Dejar que se dore bien por los dos lados; reservar.
Mientras tanto, en una sartén con un poco de aceite, freír los plátanos.
Una vez confeccionadas las crepes, rellenar cada una con un plátano frito, enrollar y cubrir con un chorrito de jarabe de arce


Como bebida tomamos cerveza. Si se quiere ser muy canadiense tomar la Guiness. Si esta resulta algo fuerte, como me parece a mi, sirve cualquier pilsen. Nos tomamos con agrado el menú; os deseo lo mismo si os animeis con alguna receta.
¡Buen apetito!

domingo, 31 de enero de 2010

Capítulo VII Un paseo por Nova Scotia, Canadá

Amanecia cuando llegamos a nuestra siguiente escala en Halifax, Nova Scotia, Canadá.
El sol estaba levantandose, ofreciendonos un espectaculo fantastico y rápido, pues enseguida lo inunda todo con su luz.

Tambien pudimos admirar el elegante Queen Mary II, que pasaba al lado de nuestro barco, en un viaje similar al nuestro.

En la costa podiamos ver ya Halifax, la capital de Nueva Escocia.

Nueva Escocia es una de las provincias fundadoras de Canadá.

Junto con Quebec, Nuevo Brunswick, y el estado de Maine, en E.E.U.U., fue colonizado y poblado por franceses que le dieron el nombre de Nueva Francia, desde comienzos del s. XVIII.

Los ingleses habían reivindicado, poco tiempo despues, estos territorios, que habian atraido a cierto numero de colonos escoceses, y que le dieron su actual nombre.

Despues de largas y cruentas guerras entre los franceses, los británicos y los nativos que colaboraron con ellos, Gran Bretaña se hizo con estos extensos territorios.

La población era mayoritariamente francesa, conocidos como acadianos, francofonos y católicos, lo cual no convenia a los nuevos dueños.

Se promovió la implantación de gran número de colonos alemanes protestantes, sin resolver el problema.

Finalmente los británicos dedidieron deportar a los acadianos a otras colonias suyas, a Europa y a Louisiana, en el sur de E.E.U.U., donde contribuyeron a crear la cultura cajún.

Las siguientes oleadas de pobladores fueron los llamados "leales", que quisieron mantenerse unidos a la corona británica, cuando la Independencia de E.E.U.U. y emigraron hacia el norte.
Y mucho más tarde llegaron los irlandeses que huian de la Gran Hambruna de 1.845-1.849.

Bien, volvamos a Halifax, gran ciudad de mas de 350.000 habitantes, un importante puerto de la costa atlántica de Canadá, que recibe mas de cien cruceros al año.

Conocida, tambien, por ser la ciudad mas cercana al naufragio del Titanic, desde donde partieron los barcos de rescate, trás la tragedia. Cerca de la ciudad hay un cementerio con muchas lápidas de victimas del Titanic, que no visitamos.

El autobús habia cambiado. Hoy teniamos a nuestra disposición uno mas amplio y confortable, con buenas vistas para todos, manejado por Betty-Ann experta conductora, ademas de madre y abuela, que nos llevo con toda seguridad por algunas dificiles carreteras secundarias.

Dimos un paseo por las calles antiguas de Halifax, cercanas al puerto, de fuerte sabor victoriano, restauradas en todo su esplendor por un gran plan de recuperación del municipio.

Subimos a continuacion a la Ciudadela, llamada Fort George, construida entre 1.740-1.856, primero para repeler posibles ataques de los franceses, y luego de los E.E.U.U.

Una de sus estampas caracteristicas es la del Reloj de la Ciudad, mandado a instalar por el principe Eduardo, Duque de York, Comandante en Jefe de las fuerzas de la América Británica del Norte, en 1.803, para estimular la puntualidad y el sentido del deber de las fuerzas allí estacionadas.

La Ciudadela tiene forma de estrella, inspirado en las fortificaciones diseñadass por el francés Le Pestre, señor de Vauban, para Luis XIV.

Uno de los atractivos de la visita es contemplar a los centinelas, vestidos de escoceses. El que estaba de guardia ese día era un hombre de color. Quise hacerme una foto con él y al tocarlo ligeramente me dio un gran susto, pues fuera un robot o de carne y hueso, se cuadro con gran ruido, estrepito podriamos decir, y cantidad de movimientos, para quedarse conpletamente quieto a continuación. Sigo con la duda sobre su identidad, humana o mecánica...

Seguidamente montamos de nuevo en el bús y por carreteras secundarias atravesamos un precioso paisaje costero, el de la bahia de Saint Margaret, hasta llegar a nuestro destino: Peggy´s Cove.

El lugar es espectacular. Grandes extensiones de granito han sido redondeados por la accion del agua y el viento y forman un panorama algo salvaje.

No eramos los únicos visitantes; una multitud de turistas, seguramente procedentes de cruceros como el nuestro, paseaba por allí; frío no hacía, pero C. quiso abrigarse mas pues corría el viento con ganas. En la bien abastecida tienda se compro un impermeable que parecia de lobo de mar, aunque no era amarillo.

En un extremo hay un gran faro. En la base del faro había una mujer vestida y calzada de verano con una guitarra, tocando y cantando para amenizar a los turistas. Estaba sentada en un taburete y no parecía temerle al viento.

Según una de las leyendas locales, hay varias versiones, el nombre del pueblo se debe a una niña superviviente de un naufragio, que fue llamada así por la familia que la acogió, al no conocer su nombre; otra posible procedencia del nombre es el de la propia bahía donde está el pueblo, ya que Peggy es el apodo de Margaret.

En todo caso es un bonito pueblo de pescadores. Tiene un puente cubierto, como los que ya habíamos visto, un muelle con barcos y demás artes de pesca, nasas, redes, etc, un iglesia pequeña de madera y hasta un escocés vestido a la usanza, con su falda a cuadros, para guiar a los turistas, en los nada complicados rincones del lugar.

Continuamos nuestro viaje, rodeando siempre la costa, hasta llegar a la Bahía de Mahone, otro pintoresco punto desde el que hay la mejor vista de la ciudad llamada igualmente Mahone Bay.

Se puede observar la calle principal, con las tres iglesias de tres distintas confesiones protestantes,
  • anglicana,
  • luterana y
  • unionista,
una al lado de otra, recuerdo de los diferentes emigrantes que han forjado el pueblo, alemanes, suizos, etc. y de su tolerancia religiosa.

Al atravesar la ciudad pudimos ver variadas muestras del Festival de Espantapájaros, que se acababa de celebrar en los primeros días de octubre, en el que presentan cientos de estas figuras.

Son muy simpáticos, parodias de personajes celebres de la sociedad, realeza, artistas pop, etc.; había también espantapájaros en forma de calabaza, brujas, esqueletos, pues ya preparaban Halloween.

Seguimos hasta llegar a Lunenburg.

Esta ciudad, establecida como segunda colonia británica después de Halifax, en el territorio de Nueva Escocia, en 1.753, y poblada luego con alemanes, suizos y franceses, conserva casi intacto su patrimonio urbano, con casas y edificios de finales del s. XVIII y principios de XIX.

Ha tenido desde su fundación gran cantidad de industrias relacionadas con el mar, astilleros, así como la mayor planta del país de procesamiento de pescado, entre otras actividades e industrias.

En 1.992 el gobierno de Canadá declaro Lunenburg como Distrito Histórico Nacional. En 1.993 la UNESCO reconoció este conjunto como Parimonio de la Humanidad.

Comimos en un restaurante llamado Rum Runner, nombre evocador de su pasado pirata y de fabricantes de ron. La comida no evocaba nada, solo pasable.

Después de comer dimos un paseo contemplando las casa, iglesias, fábricas, etc, todo con cierto aire de casita de muñecas, convertida en gigante por algún sortilegio.

En el muelle está atracado un velero, vencedor de la copa de América, el Bluenose, que su propietario, natural del lugar, ha dejado allí para ser contemplado por los visitantes.

Volvimos después al barco, en el cual teníamos que embarcar a las cinco y media como hora limite.

Desde nuestro camarote contemplamos Halifax, así como la salida del barco, siempre espectacular.

También se iba, momentos antes que nosotros, el Queen Mary II , con su majestuosa silueta. Lo seguimos hasta que desapareció en el océano.

Nos esperaba una larga navegación.