domingo, 1 de junio de 2014

Edades del Hombre. La sede. Arevalo


Tuvimos, en Arévalo, un excelente hotel instalado en una casona, en lo que fue la antigua judería, junto a la iglesia de Santo Domingo, en la Plaza del Arrabal.
                                                                         

 La casa fue levantada sobre antiguos cimientos del s. XIII, teniendo diversas ocupaciones y usos como vivienda, bodega o almacén. Hoy día, totalmente rehabilitada para hotel, ha conservado elementos originales, perfectamente integrados en el ambiente moderno.

La restauración y rehabilitación de Arévalo se percibe por  toda la ciudad. Habíamos visitado el lugar hace años y lo encontramos cambiado a mejor, a mucho mejor. Ahora su gran patrimonio histórico está puesto en valor y luce adecuadamente.

En efecto la ciudad es uno de los lugares importantes para la historia de  España, como veremos en este breve repaso.

Arévalo, con algo mas de 8.000 habitantes, pertenece  a la provincia de Ávila, y a la comarca de La Moraña, llamada también Tierra de Arévalo.

                                                             
Está rodeada de grandes llanuras y enclavada en  una lengua de tierra, entre los ríos Adaja y Arevalillo, cursos de agua que ofrecían, en otros tiempos, una buena defensa militar para la villa.

                                                         
Nombre de toponimia discutida, según unos de origen celta, según otros, de -acrifulu- abeto en latín, está dedicada, desde siempre, en sus grandes llanuras, a la producción de cereales de secano y a leguminosas. Tiene también abundancia de pino gallego y buenos pastos de invierno.

Después del paso por estas tierras de romanos y visigodos y tras la invasión musulmana, con el avance de la Reconquista, protagonizada por los reyes de Asturias primero y luego de León y Castilla, el territorio donde está situado Arévalo quedo en la Extremadura Castellana, franja comprendida entre el Duero y el Sistema Central, escenario de  continuas incursiones de unos y otros, y escasamente poblada, durante varios siglos.

Arévalo aparece documentada por primera vez en el año 1.090, con ocasión de la repoblación de la zona llevada a cabo por Raimundo de Borgoña, por orden de su suegro, el rey Alfonso VI, con gentes venidas del norte.

Los s.s. XII y XIII fueron de crecimiento para Arévalo, con la aparición de la arquitectura mudéjar, que la caracteriza.

 Durante la Edad Media, Arévalo, que era ciudad de realengo y plaza fortificada, paso progresivamente a ser controlada por cinco familias nobles, conocidas como los Cinco Linajes, los Tapia, Sedeño, Montalbo, Briceño y Berdugo.

Sufrió mucho, como  otros pueblos de Castilla. durante la Guerra fratricida entre Pedro I y su hermanastro Enrique de Trastamara, que fue apoyado por Arévalo, lo cual, al ganar Trastamara favorecio la economía local.

En Arévalo paso siete años de su infancia la futura reina Isabel la Católica, nacida en la cercana Madrigal de las Altas Torres, una época bastante penosa para Isabel y su hermano Alfonso, pues además de ver los ataques de locura de su madre, pasaron dificultades de todo tipo, incluso económicas.

A partir del s. XVI comienza un declive generalizado en Castilla, que también afecta a Arévalo, con descenso demográfico y perdida de actividad económica y comercial.

La villa se recupera en el s. XVIII, cuando se convierte en un importante centro fabril y de servicios, recuperación, que, como en otros muchos lugares, ciudades, pueblos, etc. es interrumpida por la invasión de Napoleón, con su cortejo de incendios, y expolios en palacios, casonas, iglesias y conventos. Arévalo perdió durante la Guerra de la Independencia gran parte del patrimonio de la Iglesia.

En la zona se produjeron acciones de guerrilla, contra los invasores, acompañadas de fusilamientos, cuando eran hechos prisioneros los patriotas.

Arévalo ostenta el titulo de ciudad desde 1.894, y es Cabeza de Partido Judicial desde la reforma administrativa de 1.833.

El s. XX ha visto el resurgimiento de la ciudad, que ha diversificado su actividad, tradicionalmente solo agraria, con desarrollo del comercio, la industria maderera y el turismo.

Pues, bien, salimos después del desayuno en el agradable patio del hotel,

                                                                                               
para dirigirnos a visitar dos sedes de las tres, en que está instalada la exposición Edades del Hombre.
                                                               
Atravesamos la plaza cercana al hotel donde se halla la iglesia de Santo Domingo, pasamos debajo del Arco de Alcocer, o Arco de la Cárcel, llamado así por haber sido utilizado como tal en algunos periodos, que fue la puerta principal de la ciudad.

                                                         
                                                                         
por la que se accede a la Plaza Real, centro de la Corte de Castilla, cuando estaban los reyes en esta ciudad.
                                                                     
                                                                 
En está plaza están el Ayuntamiento, una de las fachadas renacentistas mas bellas de Arévalo, prototipo de la casa-palacio, construido a mediados del s. XVI.

                                                                           
Enfrente, y hacia un lado, se encuentra la Iglesia de San Juan Bautista, que fue, originalmente, la capilla del palacio de Juan II, en estilo románico-mudéjar, muy reformada en el exterior en los s.s. XVI y XVII, y en el interior en el XVIII.

Del románico mudéjar queda la torre, embutida en otras construcciones.


Frente a la iglesia de San Juan se hallaba el palacio de los Trastamara, donde vivió su niñez Isabel la Católica, destruido en los años 70, del siglo pasado, por la inclemente piqueta y la falta de escrúpulos, sobre el patrimonio cultural e histórico de las autoridades de la época, para construir pisos.

Continuamos por  las calles de Arévalo, salpicadas a cada  tramo por antiguos palacios,
                                                                           
  
 y casonas, muestras de su antiguo esplendor, aunque algunas amenazando ruina.
                                                                                                                                             

Pronto llegamos a uno de los espacios mas bellos de Arévalo, la Plaza de la Villa, centro histórico desde la Edad Media, donde están dos de las iglesias en las que se desarrolla la Exposición.

                                                       
La magnifica plaza es un buen ejemplo de la arquitectura castellana medieval, soportada, casi por completo, por 31 columnas de piedra y 25 de madera sobre las que se asientan casas con entramado de madera y ladrillos. Gran espacio publico, fue escenario de festejos, mercados, justas, torneos y corridas de toros, a la antigua usanza.
                                                                       

Está rodeada por tres majestuosas torres mudéjares, cada una distinta, ejemplos del mudéjar castellano tan presente en Arévalo, que corresponden a las iglesias de Santa María y San Martín, ambas edificadas en el s. XII, alrededor de las cuales se fue asentando la plaza.
                                                                               
                                                                             
En ella se encuentra la Fuente de los Cuatro Caños, gótica, del s. XV; hecha en piedra, con forma de copa rematada por una bola escamada, fue reformada en el s. XVI, dotándola de escalinatas y muros.
El agua llegaba de un acueducto a 7 m. de profundidad, y servía para abastecer a los vecinos de Arévalo.
                                                                           

Hoy día se encuentra en un subnivel, en una esquina de la Plaza de la Villa.
                                                                                                 
Destaca en la plaza la casa de los Sexmos, que acoge, hoy día, el Museo de Historia de la Ciudad y donde se adquirían las entradas para las tres sedes de la Exposición, dos de ellas en las iglesias de Santa María y de San Martín en la misma plaza, y la tercera en la Iglesia del Salvador, que vimos ayer y cuya visita he relatado en el capítulo anterior.

                                  

La Casa de los Sexmos servía de lugar de reunión, almacén e incluso de alojamiento para los sexmeros, representantes de la institución medieval de los Sexmos, asociaciones territoriales de villas y aldeas de la Tierra de Arévalo, para la mejor defensa de sus intereses comunes, que llego a comprender mas de cien pueblos.

En esta casa fue firmado, en 1.494,  por los Reyes Católicos, el Tratado de Tordesillas, entre España y Portugal, que estableció el reparto de las tierras conquistadas y anexionadas en el Nuevo Mundo.

Al lado mismo de la Casa de los Sexmos se encuentra la iglesia de Santa María, primera sede de la Exposición. 
                                                                                   

La bella iglesia románica de Santa María, llamada la Mayor por ser la parroquia matriz de Arévalo, fue construida entre finales del s. XII y principios del XIII. Tiene una sola nave, un precioso ábside semicircular y una torre que se eleva sobre un arco de la muralla, y que es la mas alta de la ciudad.

En el interior está la primera parte de la Exposición de las Edades del Hombre, llamada este año CREDO.

Al entrar en la iglesia nos encontramos con un conjunto de pinturas medievales en la bóveda del ábside, como es el Pantocrator o Cristo en Majestad,
                                                                     

 y bajo él, en la cornisa, una cenefa de rostros humanos, característicos de la zona, que han inspirado al artista Eduardo Palacios para diseñar el cartel anunciador de la exposición.
                                                                       

Pinturas, todas del s. XIV, sobre la vida de Cristo, y esculturas entre las que cabe destacar la "Alegoría de la Fe" de Mariano Benlliure, procedente de la Catedral de Cuenca, de estética clasicista y simbólica.
                                                                       

La siguiente sede estaba en el otro extremo de la Plaza de La Villa, en la Iglesia de San Martín.                                                                                              

La iglesia de San Martín fue construida entre los s.s. XIII y XIV, por el linaje de los Tapia, para su reposo eterno, y para sus juntas, pero ha sido remodelada y restaurada a lo largo del tiempo transcurrido desde su fundación.

Fue parroquia hasta 1.911, en que perdió su función religiosa, siendo en la actualidad un centro cultural, donde se ha instalado una de las sedes de la actual exposición de las Edades del Hombre.

En su costado occidental se conserva la única galería porticada de la provincia, pues la de San Vicente, en Avila, es posterior, al menos de un siglo.

                                                                                                                                              
Otros elementos arquitectónicos destacables son sus dos "torres gemelas", únicas en Arévalo. Las dos tienen planta cuadrada, aunque desigual altura y decoración, la mas baja es llamada Torre de los Ajedreces, debido a la espectacular decoración de dameros que presenta en su parte superior, mientras que la torre mas alta o Torre Nueva tiene en el cuerpo superior, como troneras, dos arcos doblados.

En el interior bajo el título de "Creo en Dios Padre" se exhiben pinturas, esculturas, tapices y pequeños objetos, para ilustrar este título. No puedo reseñar todas las maravillas que hay en esta iglesia, pero destacare una pila bautismal de alabastro, gótica, con pie renacentista, que recibe al visitante


un precioso tapiz de del s. XVII, cuyo autor es Jan Earth, de la serie "Génesis", procedente del Museo Catedralicio de Burgos, un bello relieve, de Francisco de Juli, de 1.553, que viene de la Colegiata de Villafranca del Bierzo
                                                                     

un San Juan Bautista de Luis Salvador Carmona, destacado escultor del s. XVIII, perteneciente a la escuela castellana de imaginería.
                                                                 

En escultura moderna, que supone la vigencia del interés por los temas propuestos por la exposición, respecto a la Fe, hay en esta sede dos esculturas que representan a Adán y Eva, del escultor Juan Bordes, de 1.986, que vienen del Museo de Escultura de Leganés.

                                               

También sorprende, una escultura cubista, de Pablo Gargallo, "El Profeta" la mas importante, seguramente de su autor, que procede del Museo Pablo Gargallo de Zaragoza, de gran vigor expresionista.
                                                             

Otros muchos objetos, algunos procedentes de culturas alejadas de nosotros como Japón, China, India se exponen en la Iglesia de San Martín, todos relacionados con la linea conductora de la exposición.

Después de acabar esta visita, bastante extensa, por cierto y eso que la habíamos dividido en dos días, continuamos con el recorrido de los permanentes monumentos de Arévalo, entre los que sobresale su castillo.                                                                       


Situado en las afueras del pueblo, el castillo de Arévalo está ubicado en un altozano, en la confluencia de los ríos Adaja y Arevalillo que le servían de foso, lugar que ya había ocupado un castro íbero  y una fortificación musulmana.
                                                                                
                                                                              
Su construcción, como torre de vigilancia incluida en las murallas, se remonta al s. XIV; fue mandado reconstruir, en el s. XV por don Alvaro de Zuñiga, del cual paso al Condestable de Castilla, don Alvaro de Luna, favorito del rey Juan II de Castilla. Al caer en desgracia y ser decapitado, el castillo de Arévalo paso a los Reyes Católicos, siendo reformado por Fernando el Católico, que consciente del valor estratégico de Arévalo, lo convirtió en una fortaleza artillera, dotándolo de troneras y baluarte defensivo.


 Ilustres residentes en el castillo fueron Isabel, la Católica, que vivió en él con su madre, y Beatriz de Portugal, esposa de Juan I y reina de Castilla.

Prisioneros ilustres también, vivieron en el castillo, como Blanca de Borbón, única esposa legitima de Pedro I de Castilla y repudiada por él, a los pocos días del enlace y Guillermo de Nassau, príncipe de Orange.

El castillo fue construido en piedra caliza con aditamentos y remates de ladrillo, en el s. XIV, para ser reformado en los s.s.XV y XVI, lo cual es perfectamente visible, cuando se lo contempla.
                                                                              

Recientes excavaciones, cuando fue restaurado en 2.005, han dejado al descubierto algunas comunicaciones del castillo con el exterior., como esta que muestro en la fotografía.

 

En el s. XIX se aprovecho como cementerio.

Tras haber sido arruinado durante la Guerra Civil, paso a pertenecer al Ayuntamiento de Arévalo, que lo cedio al Ministerio de Agricultura, con la condición de que se usara como silo de cereal. En la actualidad ha pasado al Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. y es usado como centro de reuniones, y para las visitas turísticas.

El interior se ha transformado casi totalmente, solo quedan del original la estructura en tres pisos, y la estructura semicircular de la torre del homenaje.

Tiene forma de pentágono, con torres redondas en los ángulos y garitas de vigilancia.

Acompañados de una simpática guía, visitamos todo el interior del castillo, donde se rememora la posible residencia de Isabel la Cátolica, con su hermano Alfonso y su madre Isabel de Portugal, que fue recluida por su marido, el rey, cuando dio inequívocas muestras de demencia.
                                                                        
                                                                               
Tambien se muestra una de las estancias como posible habitación de Blanca de Borbón, que como sabemos estuvo encarcelada en el castillo.   


En el último piso hay un pequeño museo dedicado a los cereales, antes de pasar a la explanada de la torre del Homenaje, desde la que se tiene una completa vista de la ciudad, y sus muchas torres.

                                                                              
 Interesante y bonita visita del castillo de Arévalo, que vale la pena.

Después nos fuimos a comer con mis hijos y nietos, que viven en Madrid, y habían acudido a reunirse con nosotros, ya que desde ambas poblaciones solo se tarda una hora en coche.

Comimos en el restaurante mas antiguo de Arévalo, cuando solo existía ese establecimiento, y que sigue dando muy bien de comer. Tomamos cochinillo asado que es una de las especialidades de la zona y que nos dejo bien satisfechos. Después de un rato de tertulia y paseo, ellos se fueron de vuelta a Madrid y nosotros recorrimos algunos otros lugares de los muchos que tiene Arévalo, como el puente de Medina, sobre el río Arevalillo, del s. XIV, una de las obras civiles mas destacables de la localidad.

Sobre él hubo una puerta de la muralla y un torreón, de los que quedan restos.

Este gran puente fue construido en ladrillo, y era el punto de unión entre el exterior de la muralla y el castillo.
                                                                            




                                                                                    

Para llegar al puente hay que pasar por el Arco de Medina, también conocido como Puerta de Medina, del s. XVIII, acceso principal a Arévalo por el lado occcidental.



Todavía teníamos que visitar otra de las mejores iglesias de Arévalo, que aunque fuera de la Exposición de las Edades del Hombre, forma parte del patrimonio de la ciudad, como un representante del estilo mudéjar, tan presente en la ciudad, la iglesia de San Miguel.

La iglesia de San Miguel de cuya fabrica original, quedan los muros exteriores, la cabecera, y la torre desmochada es de mampostería con verdugadas de ladrillo.
                                                                             

 En el interior tiene un precioso retablo debido al taller del maestro Marcos Pinilla, realizado entre 1.507 y 1.509,


que preside, en el centro la imagen de su patrón, San Miguel.

                                                               
Después de esta, casi, exhaustiva visita a Arévalo, nos tomamos un descanso sentándonos en la terraza de nuestro hotel a tomar una copa.

Toda la jornada había sido variada y gratificante, y habíamos podido comprobar las grandes restauraciones y puestas en valor de este lugar tan importante para la historia, y para el disfrute de sus habitantes y visitantes.

jueves, 22 de mayo de 2014

Pisto manchego




El pisto manchego es un plato tradicional de la cocina española. Se trata de una fritada de verduras, en las que tiene que haber siempre calabacines, tomate, cebolla y pimiento.

A mi me gusta tomarlo solo o con algo de arroz blanco, pero se puede acompañar con huevo frito o embutido.

Es de fácil preparación como vereis a continuación.

Ingredientes
                                                    

4 calabacines
2 pimientos verdes
1 bote pequeño de tomate triturado
1 cebolla grande
1 diente de ajo
sal
aceite de oliva

Elaboración

Cortar cada pimiento, después de quitarles las simientes, en cuadritos.
Poner el aceite a calentar y sofreír el pimiento a fuego mediano durante un cuarto de hora; así se le quitara el posible sabor amargo.Reservar.
                                                                         

Mientras tanto, pelar y cotar el calabacin en cuadritos, la cebolla y el ajo finamente.
                                                               

En el mismo aceite en que se ha sofrito el pimiento poner todos estos ingredientes.
Añadir el tomate triturado y la sal.
Dejar cocer lentamente media hora.
Añadir el pimiento reservado y cocer otros diez minutos todo junto.
Dejar reposar unos minutos y servir.                                                                

jueves, 15 de mayo de 2014

Las Edades del Hombre. Primera etapa: De Urueña a Arevalo



En estos años de nuestra vida mi marido y yo podemos disponer de casi todo nuestro tiempo, así que a finales del pasado mes de julio, hicimos una excursión por Castilla, con el objeto de visitar  algunos de sus muchos monumentos, para acabar en  Arévalo, donde tenía lugar la XVIII edición de Las Edades del  Hombre, organizada, como siempre, por las diócesis de Castilla-León

El tiempo era excelente, como corresponde a esa época del año

C. me había hablado de las joyas que hay en el trayecto de Oviedo a Madrid, a las que se llega desde la autovía A6; hay que reservar unas horas para visitar alguna; en ocasiones no se puede, en otras muchas el clima no acompaña, pero en esta ocasión todo era favorable.

Paramos en primer lugar en las afueras de Urueña, localidad de la provincia de Valladolid, con mucho que ver.

Allí en medio del campo, fuera de las murallas, a unos dos km del casco urbano, se encuentra el primero de los monumentos de Urueña, la ermita de Nuestra Señora de la Anunciada, verdadera joya del románico. La verdad es que me pareció mas iglesia que ermita por su gran tamaño y extraordinaria construcción, pero ermita la llaman en Urueña.
                                                                             

 La ermita, edificada en el s. XI sobre la iglesia del monasterio mozárabe de San Pedro y San Pablo de Cubillas, constituye el único ejemplar de románico lombardo-catalán de toda la región castellano leonesa.
                                     .
                             

El origen de este estilo, en una comarca tan alejada de los condados catalanes, se supone que procede del matrimonio entre María Pérez Ansurez, hija del Conde Ansurez, fundador de Valladolid, y Armengol V, conde de Urgel, que trajo con él constructores de su lejano condado.

En el s. XVII el obispo de Osma, gran devoto de la Virgen de la Anunciada, traslado su imagen desde la ermita vieja, hasta la iglesia llamada hasta entonces de San Pedro, procediendo también a su restauración y añadiendo la espadaña.

En el s. XVIII se procedió a la construcción del camarín de la virgen, adosado al ábside central, que rompe un tanto la armonía del estilo románico original.

Paseamos alrededor, sin poder mas que admirar el exterior, ya que estaba completamente cerrada, pero la parada había valido la pena, ya que el monumento es muy bello.
                                                                       

Se acercaba la hora de comer, para lo cual entramos en Urueña y buscamos un lugar agradable donde disfrutar de la comida y del buen tiempo, que resulto ser una terraza, en una placita.

Antes de pasear por la villa sepamos algo de ella.

Urueña, que cuenta hoy día con menos de 200 habitantes, se encuentra en la provincia de Valladolid, ocupando un pequeño altozano de Tierra de Campos, en las estribaciones de los Montes Torazos, ofreciendo uno de los mas espectaculares paisajes de la provincia, tanto desde el punto de vista de la naturaleza, como por el arte que encierra fuera y dentro de sus bien conservadas murallas.
                                                         

Su topónimo se cree heredado de sus primitivos pobladores, los vacceos, y se refiere al manantial de aguas limpias que abasteció a los habitantes de la zona, a lo largo de los siglos: Uru=aguas.

Los romanos ocuparon estas tierras hacia el año 1 a.C. Por estos lugares pasaba la vía Toresana, de unión entre Palencia y Zamora, de la cual quedan restos de la calzada y un puente.

Durante la Edad Media fue cabeza del Infantado de Valladolid y objeto de disputas, a veces con guerras, entre los reyes de Castilla y León.

 En 1.876 la villa sufrió un terrible incendio que destruyo medio pueblo, entre otros el Ayuntamiento, que quedo devastado, así como todos los archivos que había en él.

En los últimos años del s. XX y primeros del XXI, la villa ha dado un gran cambio en su aspecto; las calles están pavimentadas, las casas y algún palacio reconstruidos, y el castillo ha sido restaurado y ajardinado en  2.005, todo lo cual hace que Urueña ofrezca un conservado aspecto de ciudad medieval.

La villa conserva la mayor parte de la muralla, con dos de sus puertas y algún lienzo del castillo; también tiene casonas construidas con piedra de sillería de cierta importancia, aunque la mayoría son de adobe, material muy utilizado por esa región.


Las murallas, que rodean la ciudad,  fueron levantadas durante el reinado de Sancho III, el Deseado, entre los s.s. XII y XIII, adaptadas al borde del páramo, donde se asienta la villa, todas ellas almenadas, cuando el territorio era disputado entre los reinos castellano y leones,
                                                 

con un camino de adarve encima de ellas, acondicionado para recorrerlo
                                                         

y con dos puertas bien conservadas, la Puerta del Azogue al norte y el Arco de la Villa al sur.
                                                             

Tanto la villa como la Ermita de la Anunciada fueron declaradas Conjunto Histórico-Artístico en 1.975.

Las murallas y el castillo forman un conjunto homogeneo, que cuenta  con  cubos cilíndricos a lo largo de su desarrollo.
                                                           

El castillo usado desde hace mucho tiempo como cementerio, fue construido durante  el reinado de Alfonso VI, cuando los reinos de Castilla y León estuvieron unidos. En él residieron personajes históricos como Doña Urraca, doña María de Padilla, amante y luego esposa del  rey Pedro I, el Cruel, o presos, como el Conde de Urgel.

Bien, pues después de comer en la agradable plaza del pueblo, y de disfrutar, no tanto por la sencilla comida, como del excelente clima y tranquilo ambiente, recorrimos la villa.

Hay que decir que Urueña, en los últimos años ha hecho un importante esfuerzo para cuidar su gran patrimonio y aumentar su  atractivo turístico, convirtiéndose en el centro cultural de la comarca, con la creación de la Villa del Libro, en 2.007, primera en España, que ha merecido reportajes en TV y radio, visitas de personalidades nacionales y extranjeras, y público en general.

El culto al libro, podemos llamarlo así, se impulsa a través del Centro e-Lea "Miguel Delibes", nombrado así en honor al celebre escritor, dedicado a museo, pedagogía e investigación sobre la lengua y el libro, así como a las once librerías, repartidas por el casco antiguo de Urueña, donde se pueden encontrar libros antiguos, grabados, libros de segunda mano etc., además de libros recién editados También se organizan actividades docentes para publico de todas las edades.

Recorriendo Urueña el tiempo parece detenido y trasladado a otros épocas, (si no fuera por algún elemento actual, como p.e. el coche de la foto).

                                                                   
Enseguida encontramos otro de los monumentos de Urueña, la iglesia de Santa María del Azogue, consagrada a Nuestra Señora de la Asunción.

La iglesia actual fue mandada a construir por el Duque de Osuna y Conde de Urueña en el s. XVI, sobre los restos de  una iglesia anterior. Las obras se prolongaron hasta el s. XVIII, en el que añadieron la espadaña y otras partes de la iglesia.
                                                                   

Caminamos un rato por encima de la muralla desde donde se tiene una buena vista panorámica
                                                             


Después de otro paseo alrededor de las murallas
                                                                 

dejamos el pueblo y tras algo menos de una hora llegamos a Arévalo donde nos íbamos a quedar tres días, para visitar la exposición  de las Edades del Hombre y la propia ciudad.

Como llegamos a buena hora y la luz en el mes de julio dura hasta las diez de la noche, dimos nuestro primer paseo por Arévalo.

 Nuestro hotel está en la Plaza del  Arrabal; justo enfrente teníamos una de las iglesias de la ciudad, Santo Domingo de Silos, iluminada por la luz del poniente.

Como indica el nombre, la plaza, así como la iglesia, se construyeron extramuros, en el s. XIII, en estilo románico mudéjar, del cual no queda mas que la cabecera y el primer  tramo de la primitiva nave. Fue reformada en el  s. XV, de lo que quedan vestigios góticos, como la puerta de la sacristía y algunas pinturas, aparecidas recientemente, pero su aspecto actual, tanto exterior como interior, se debe a  la reforma que se hizo en el s. XVI.
                                                                               

Es la principal parroquia de Arévalo, con culto diario.
                                                                   

En el interior destaca la reja plateresca debida  a Bartolomé Ordoñez, tras la cual está el retablo mayor barroco, con una urna de plata que contiene las reliquias del patrón de Arévalo, San Victorino martír.


Entramos a ver el  interior de la iglesia, encontrándonos con la propuesta de poder visitar otras iglesias de la villa, por un módico precio, para ayudar al sostenimiento de estos monumentos, y como acompañantes de la exposición de las Edades del Hombre. Adquirimos los billetes y fuimos a ver una de las tres iglesias propuestas, la Iglesia del  Salvador.

Esta iglesia cuyo origen envuelven leyendas, como su fundación por el emperador Constantino en 336, otra que relata su culto cristiano mozárabe durante la dominación musulmana y aún otra que propone su origen judío, está documentada históricamente en el año 1.230 cuando el rey Fernando III el Santo dono un solar, en los suburbios de la ciudad, para la construcción de la parroquia del Salvador.
                                                                         
                                           
 En la actualidad la iglesia del Salvador no tiene culto, y en ella se guardan los pasos procesionales de la Semana Santa de Arévalo.

En el s. XVI se hizo una gran reforma, aunque se conservo la torre mudéjar, nido habitual de las cigüeñas. Toda la fabrica es de ladrillo.

La obra principal de este templo está en el interior, es el magnifico retablo de la capilla de Bernal Dávila y su mujer, llamada capilla de los Avila-Monroy, realizada por Juan de Juni, y su hijo Isaac.
                                                                                                                                                 

Esta es una de las tres sedes de la exposición de la Edades del Hombre, que con el título "Credo" muestran noventa obras de arte, procedentes, sobre todo, de las diócesis de Castilla-León, con algunas aportaciones de otras procedencias.

La elección del nombre de la muestra se debe a la declaración de 2.013 como "Año de la fe", por el Papa Benedicto XVI, además de commemorar, este año, los 25 años de vida de las Edades del Hombre.

En esta iglesia del Salvador, la mayor de las tres sedes, inicialmente románica, pero muy modificada en el s. XVI, y de nuevo en el s. XVIII, se encuentra el capítulo "Creo en Jesucristo", donde se pueden admirar obras que presentan la vida de Jesús, desde sus antecedentes, como descendiente del rey David, hasta su pasión, muerte y resurrección, así como los personajes que lo acompañaron durante su vida, como su madre, la Virgen María, San José o los apóstoles.

Al entrar en la iglesia nos recibe un gran retablo del Juicio Final, del s. XVI, que impresiona, tanto por sus dimensiones, como su temática.


Todas las piezas expuestas son altamente valiosas, pero su relación sería demasiado larga; solo destacaremos algunas, como la Anunciación del Greco procedente de Illescas
                                                                 

El Bautismo de Jesús, de Goya, perteneciente a la Asamblea Española de la Orden de Malta

El "Apostolado" de Cristóbal García Salmerón, con impresionantes figuras de los doce apóstoles, del cual pongo esta  muestra,      
                                                                             

Un Cristo yacente de Gregorio Fernandez, de gran belleza y realismo, procedente de la Catedral de Segovia.
                                                                 

Estas son importantes, pero pocas muestras de lo que se puede ver en la iglesia del Salvador, que tiene, propiedad de esta iglesia, el "Retablo de la capilla de la Avila- Monroy", así como un "Cristo Crucificado", obras del excelente escultor Juan de Juni, que están incorporadas a la exposición.

Fuera del templo, la exposición termina con la escultura en bronce, de grandes proporciones "Carmen Dormida", realizada en 2.013 por el gran pintor y escultor Antonio López (1.936).
                                                                           
                                                     
Al día siguiente continuaríamos nuestro recorrido por Arévalo, y la Exposición.