viernes, 22 de abril de 2016

Por tierras de Zamora: Tábara


De camino hacia Madrid, en los principios del otoño, todavía con un excelente tiempo, pensamos en explorar un poco la provincia de Zamora y Zamora ciudad, que conocíamos, pero en la que no habíamos estado desde hacia años.

Nuestra primera parada fue en Tábara, villa antigua e interesante del centro norte de la provincia.

Tábara, es la capital de la comarca de Tierra de Tábara; se encuentra a 744 msnm, siendo el centro geológico de la Depresión de Tábara, junto a las estribaciones de la Sierra de la Culebra.

Su situación en el centro del valle ha hecho de ella un lugar de paso obligado para algunas de las mas concurridas rutas del noroeste peninsular, hecho que ha sido determinante en su historia.

Su nombre puede venir del paleoeuropeo, idioma anterior al celta y al germano, con base taw- o tab-, que deriva de la raíz indoeuropea ta-, derretirse, fluir.

La historia de Tábara comienza en la Alta Edad Media, cuando después de la invasión musulmana de 711, los visigodos se repliegan al norte comenzando, con la fundación del reino de Asturias, la Reconquista.

 Un extenso territorio, los Campos Góticos, son escenario de las escaramuzas entre moros y cristianos, que allí practican el pillaje, y además el, por parte de los cristianos, traslado de población al norte, quedando una enorme zona despoblada, que ha venido en llamarse Desierto del Duero.

Después del triunfo del rey Afonso III, el Magno, en la batalla de la Polvoraria, sobre el emir de Córdoba, en 878, comienza la repoblación del territorio.

También a finales del s. IX San Froilan (833-904) funda el monasterio dúplice, (masculino y femenino), de San Salvador de Tábara, promovido por los obispos de León y de Zamora, durante el reinado de Alfonso III.

En este monasterio de Tábara se copiaron e iluminaron en el scriptorium, varios "Beatos", comentarios al Apocalipsis de San Juan, escritos en 776 por el Beato de Liébana (Cantabria), que tuvieron gran importancia e hicieron conocer Tábara en toda Europa y le dieron un inmenso prestigio cultural.

 Entre ellos están el Beato de San Miguel o de Magius, por el nombre de su autor, de excelente ejecución, que está actualmente en la Biblioteca Morgan de Nueva York,: el Beato de Tábara,  depositado en el Archivo Histórico Nacional, y el Beato de Gerona, que está en el Museo de la Catedral de Gerona.
                                                             

A finales del s. X el monasterio fue destruido por el caudillo musulmán  Almanzor, y hubo que esperar a su desaparición en 1.002, para reconstruir la iglesia del monasterio, Santa María de Tábara, no así el mismo, que nunca se reconstruyo, y los destrozos ocasionados en la zona.

Seguidamente las tierras del monasterio son declaradas de dominio real o realengo y su propiedad va pasando a varios miembros de la casa real hasta que en el s. XII (1.130), su dueña, doña Sancha Raimundez se las entrega a los templarios, Orden fundada en Jerusalén en 1.120, cuya misión era  proteger los limites de los reinos cristianos.

Tras la desaparición de la Orden de Temple, decretada por el papa Clemente V en 1.308, en Castilla se confiscan todas sus propiedades en 1.368, que pasan a otras Ordenes, como Santiago, Calatrava o Alcántara, y a distintos nobles que el rey premia por los servicios prestados.

Tras ser dueños de estas tierras diferentes señores, tanto civiles como religiosos, en el s. XVI  pasan a ser propiedad del I Marqués de Tábara, don Bernardino Pimentel, que llego a poseer extensos pagos por toda la comarca.

Los conflictos, entre los Señores y luego Marqueses y los pueblos de la zona por abusivos impuestos, duraron siglos, hasta la definitiva desaparición del régimen señorial en 1.837.

Tras las graves crisis agrarias, su principal actividad económica, de finales del s. XIX y parte de XX, y su progresivo declive demográfico, que dura hasta ahora mismo, Tábara se va recuperando y ofrece al visitante un gran interés debido a su importante pasado.

Muestra de ese pasado son los monumentos que pudimos ver en nuestro paseo por la villa, cuyo casco urbano es un ejemplo de la arquitectura civil de la comarca.

Destaca la iglesia de Santa María, por su gran torre y precioso porche románico, para cuya construcción, por los vestigios encontrados, debieron emplearse materiales del desaparecido cenobio,  del cual solo queda la estancia de la base de la torre, que dota a la iglesia de gran monumentalidad.

Fue consagrada en 1.137 por el Obispo Roberto de Astorga, construida sobre las ruinas del monasterio de San Salvador de Tábara
                                                                       

A lo largo de sus muchos siglos sufrió tranformanciones  en los s.s. XII, XV y XVIII, en el que fue realizada una remodelación completa.

Otra iglesia notable es la de Nuestra Señora de la Asunción, llamada también el Convento, por haber albergado, en otros tiempos, a sucesivas congregaciones religiosas.
                                                           

Fue construida en 1.559, formando parte del Palacio del Marqués de Tábara, que la utilizaba como capilla de la familia.

Desde su construcción hasta 1.580 fue regida por los monjes Jerónimos, pasando después a los Dominicos, hasta la Desamortizacion de 1.835. y restaurada en 1.925

Varios monumentos mas se pueden ver en Tábara, como es la estatua de uno de sus mas insignes hijos, el poeta León Felipe, (1.884-1.968), una de las personalidades mas relevantes del la Generación del 27.

Para complacer a su padre estudio la carrera de Farmacia, profesión que ejerció en distintos periodos de su vida bohemia y llena de peripecias.

Ahora, la estatua, que se encuentra en la plaza Mayor está, podemos decir, profanada por los gamberros que la han "adornado" con pintura roja.
                                                           

Se había hecho la hora de comer, así que elegimos uno de los restaurantes de la villa donde dimos cumplido consumo de un menú, nada que recordar de esa actividad reparadora, y seguidamente continuamos hasta Zamora.

viernes, 15 de abril de 2016

Pollo frito a la romana

                                                                           

El pollo a la romana es una manera de preparar pollo exquisita y aunque lleva varios pasos, no es nada complicada.

Ingredientes
                                                                       

1.500 g de pollo en trozos
100 ml de aceite de oliva
2 dientes de ajo
2 cucharadas de te de romero
50g de jamón en cuadritos
150 ml de vino blanco
2 cucharadas soperas de puré de tomate
sal y pimienta

Elaboración

Pelar y picar el ajo. cortarlo en finas láminas
Calentar el aceite en una cazuela grande, para que el pollo quepa en una sola capa si es posible,
Rehogar el ajo y el jamón hasta que estén dorados.Reservar.
Secar bien los trozos de pollo con papel de cocina, sazonarlos con sal y pimienta.
                                                     

Freír los trozos de pollo, hasta dorarlos.
                                                                                 

Espolvorear con el romero y agregar el jamón y el ajo reservados.
                                                 

Añadir el vino blanco y el puré de tomate mezclado con 100 ml de agua caliente.
Tapar y dejar cocer a fuego lento 10-15 minutos.
                                                                   

Servir con verdura, arroz, puré de patata o algún acompañante preferido.

viernes, 8 de abril de 2016

Frómista

                                                                                  

Ya de vuelta a casa paramos en uno de los lugares obligados, si hablamos de románico en España, Frómista.

Frómista pertenece a la provincia de Palencia, y a la comarca de Tierra de Campos, nombre que le viene, no de sus largos y extendidos campos sino de los Campi Gotorum, o Campos Góticos, que fueron el también llamado Desierto del Duero, tierra de nadie donde cristianos y moros se disputaban, se paseaban y tenían escaramuzas, unos queriendo avanzar en la reconquista de sus tierras y otros tratando de impedírselo.

Digamos dos palabras sobre esta interesante villa-

Fromista, que cuenta con cerca de 850 habitantes, está situada a 740 m de altitud, y ha formado y forma parte importante como etapa del Camino de Santiago .

No se tiene constancia de que haya habido algún asentamiento permanente en esta zona antes de la repoblación del s. X, aunque una calzada romana pasaba por el lugar.

Con la ventaja que suponía estar relativamente alejada de la frontera, víctima de las incursiones de los sarracenos, y siendo un cruce del camino que recorrían los peregrinos a Santiago y los nuevos colonos cristianos del territorio, llego, durante la Edad Media, el mayor apogeo de la villa.

En 1.066 doña Munia de Castilla, reina consorte de Navarra, recibió en herencia la villa, con la condición de fundar en ella un monasterio, cuya iglesia es San Martín de Frómista, mientras del monasterio no se conserva nada.
                                                                 

En la Edad Media se reunen tres motivos que han dado fama a Frómista:

                                                                1. San Telmo
                                                          2. La comunidad judía
                                                                 3. El milagro


1. Entre los s.s. XII y XIII vivió Pedro González Telmo mas conocido por San Telmo, patrono de los marineros, que residió en Frómista y, después de abandonar una vida disipada, se convirtió en monje dominico y evangelizo Galicia.

2. En cuanto a los judíos, ellos fueron unos de los primeros repobladores de Frómista, cuando el rey Fernando I de León (s, XI) les concedió facilidades para su asentamiento en la zona; dos siglos mas tarde, durante el reinado de Alfonso X el Sabio, el número de judíos aumento con los que huían de los almorávides, primero y de los almohades a continuación, nuevos invasores islámicos. En el s. XV los judíos formaban  la quinta parte de la población de Frómista.

3. El milagro consistió en la resistencia de la Sagrada Forma en ser administrada a un deudor de un judío, que le había prestado dinero. Al no encontrar forma de recuperarlo el judío denuncio al hombre, que fue excomulgado por la autoridad eclesiástica.

Cuando el hombre, gravemente enfermo solicito recibir los últimos sacramentos no pudo comulgar, pues la hostia consagrada quedo adherida a la patena, sin que hubiera forma de sacarla; el sacerdote que la administraba pregunto al hombre si tenía algún pecado, o había sido excomulgado; él confeso y después de ser perdonado, pudo comulgar con otra forma consagrada.

El sacerdote recogió la primera forma sagrada y la coloco en la custodia de la iglesia de San Martín donde aún se conserva.

En la Edad Moderna comenzó la decadencia de Frómista y de toda la región; diversas causas entre las que pueden citarse los excesivos impuestos de los señores de la Villa, la Guerra de los Comuneros, pestes, la poca productividad agraria y otros desastres, aceleraron su decadencia.

En el s. XVIII se inicia la construcción del Canal de Castilla, por iniciativa del Marques de la Ensenada, ministro de Fernando VI, uno de los mas ambiciosos proyectos de la ingeniería española de la época, cuya finalidad era servir como vía de comunicación que acabara con el aislamiento de la meseta castellana leonesa y que supuso un relanzamiento de la economía, ya que proporcionaba agua para regadíos, servía para el transito de mercancías y para la instalación de molinos para fabricar harina.

En la segunda mitad del s. XIX, 1.867. llega a Frómista el ferrocarril del N, otra oportunidad para el desarrollo económico y social de la villa.

Aunque el s. XX supone un descenso demográfico importante con el traslado a las grandes ciudades de población, actualmente el Camino de Santiago, con parada en Frómista, parada obligada para los amantes del arte y la cultura, para visitar la villa, y contemplar la iglesia de San Martín principalmente, y las menos conocidas, pero muy interesantes, Santa María del Castillo y San Pedro, ha supuesto una inyección económica importante, mientras el Canal de Castilla, ha entrado en el turismo activo para los amantes de la naturaleza y los deportes, como senderismo, ciclismo y canoa.

Nosotros visitamos sus tres iglesias, que demuestran la importancia de su situación para el Camino de Santiago.

Empezamos por la iglesia de San Martín, autentica joya del románico.


La iglesia y el monasterio, desaparecido hoy día, como ya he comentado en este mismo capitulo, fueron fundados por Doña Munia, o Doña Mayor de Castilla, en 1.066. Su estilo se inscribe en el románico de Palencia y tiene semejanzas con la Catedral de Jaca, en Aragón, alguno de cuyos canteros pudo trabajar en Frómista.
                                                                   
Diversas visicitudes durante la Edad Media, hasta su total separación del monasterio, supusieron modificaciones y daños para la iglesia, que aumentaron a lo largo del tiempo, hasta que llegado el s. XIX el templo amenazaba ruina.

Varios informes, preocupados por la ruina de la iglesia, hicieron que poco después de declararla Monumento Nacional, se iniciaran obras de restauración que duraron entre 1.894 y 1.904. En el interior de la iglesia se puede ver una maqueta muy interesante que representa el estado del templo antes de su restauración.
                                                                       

Por fortuna ahora podemos verla como en su primera edificación.

San Martín de Tours sorprende por la perfección de sus formas, volúmenes y construcción, su belleza arquitectónica, y su ornamentación.

Se trata de un templo con tres naves, la central mas elevada, cubiertas con bóvedas de cañón y triple ábside.
                                                                             
                                                                               
Los ábsides albergan diversas esculturas medievales entre las que destaca un Cristo del s. XIII, en la nave central.
                                                                                     
 

Las tres naves están atravesadas por una nave transversal, y sobre el crucero, cerrado por una cúpula semiesferica, se levanta el cimborrio, de planta octogonal, orientado a los cuatro puntos cardinales.

En el interior se exhibe una magnifica colección de cincuenta capiteles distintos, que sostienen las naves y el crucero
                                                                           

Tanto las cuatro puertas, como las numerosas ventanas, y los muros están decorados, con elementos del mismo estilo pero con motivos diferentes. Hay que verlo con tiempo y detenimiento para disfrutar de esta maravilla románica.

Aquí tengo que hablar de algo no tan magnifico como esta iglesia, y es el descuido, por llamarlo de una manera suave, de las obras que se realizan en la mismísima plaza de la iglesia de San Martín, que no es demasiado grande, por cierto; es la construcción de un edificio, creo que destinado a hotel, casi a las puertas del templo, mientras que detrás de esa plaza, a espaldas de la iglesia, como si dijéramos, hay uno de los "esqueletos" inacabados de las víctimas de la crisis de la construcción. No se si lo han dejado allí como recuerdo siniestro, o por algún otro motivo.

 Una pena que los permisos de edificación no hayan tenido en cuenta, que un templo tan importante, desde todos los puntos de vista, tiene que estar con un entorno adecuado.

Después de un descanso en una terraza de un bar de la misma plaza de la iglesia, seguimos la visita de Frómista, que como he mencionado tiene otras dos iglesias.

Santa María del Castillo está en la parte alta de la villa.

Declarada Bien de Interés Cultural en 1.944, es una iglesia gótica, de finales del s. XV, aunque tanto la portada como la torre son renacentistas.
                                                                       

Algunos de sus tesoros fueron trasladados, entonces, al Museo instalado en la iglesia de San Pedro, pero no así el retablo, compuesto de 29 tablas, que reproducían escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, y que quedo en la propia iglesia de Santa María, donde se podía contemplar, hasta un día de noviembre de 1.980, en el que los ladrones entraron en el templo mientras los vecinos, que no se apercibieron de nada, dormían, y robaron 12 de las tablas, causando además importantes destrozos en las guardas superiores e inferiores del retablo.
                                                           

Las tablas, fechadas en 1.485, fueron robadas por René Alphonse van der Berghe, mas conocido como Erik el Belga, uno de los mas famosos ladrones de arte del s. XX, que expolio numerosas iglesias de España.

Después de ser detenido y encarcelado hizo un trato con las autoridades, que pudieron recuperar 1.500 piezas, de las 6.000 que se supone que robo, entre las que estaba el retablo de Santa María del Castillo de Frómista.

Varias tablas, en concreto las que representan a David, Salomón y Cristo, fueron arrancadas y dejadas en el suelo, probablemente por no caber en el medio de transporte, al ser las de mayor tamaño del retablo.

Las tablas recuperadas se encuentran actualmente en el Museo de la iglesia de San Pedro

Actualmente no tiene culto, sino que alberga un  interesante espectáculo de luz y sonido llamado "Vestigia, Leyenda del Camino", que mezcla historias y leyendas de Frómista, con otras del Camino de Santiago; el recorrido permite contemplar el hermoso templo al mismo tiempo, uno de cuyos arquitectos fue Juan de Arce (1.515-1.562).
                                                                 

Bajamos del pequeño altozano donde se alza Santa María del Castillo, para llegar a la iglesia de San Pedro.

Esta iglesia de finales del s. XV es, también gótico-renacentista, el interior es en efecto gótico, con las ya esbeltas naves coronadas por nervaduras de este estilo, mientras el exterior y la torre son
renacentistas
                                                                       
                                                                   
La iglesia linda con la Calle Francesa, llamada así por ser la vía que atravesaban los peregrinos que iban a Santiago de Compostela, ya que la villa es un punto importante en la Ruta Jacobea, como ya está referido en el Codex Calistinus. como final de la 6ª etapa y comienzo de la 7ª.

En la plaza que linda con la Calle Francesa se encuentra la iglesia de San Pedro, hoy parroquia de Frómista.

Su fachada, diseñada por Juan de Escalante recuerda la estructura de los antiguos arcos de triunfo romanos, con su arco de medio punto y las columnas que los franquean. La portada está protegida por un amplio pórtico neoclásico, que no la favorece demasiado.
                                                       
                                                               
El interior es muy amplio, formado por tres naves, cubiertas por bóvedas de crucería.
                                                                     

con un retablo mayor del s, XVIII, muy bonito, A los pies del templo esta el coro, donde podemos ver el magnifico órgano ibérico del s. XVIII, recientemente restaurado y en perfecto uso, donde se dan ocasionales conciertos.
                                                             
                                                                                    
                                                                                 
                                                                               
En el museo instalado en esta iglesia, hay piezas de gran interés como la patena del Milagro, la Custodia de San Martín, la reliquia de San Telmo, varias esculturas importantes,  y gran cantidad de objetos de culto y otros, pero sin duda lo de mayor interés, son las recuperadas 29 tablas que componían el retablo de Santa María del Castillo


Habíamos pasado u buen rato recorriendo tan interesante localidad, de manera que era la hora de comer; después seguimos viaje hacia casa.

martes, 29 de marzo de 2016

Sopa de apio y queso azul

               


Esta sabrosa sopa combina la suavidad de las verduras con el mordiente del queso. Muy apropiada para estos días de primavera helada.


Ingredientes
                                                                           

1 manojo de apio
3 cucharadas de aceite
1 cebolla grande, picada
1 l de caldo de verduras o de pollo
sal y pimienta negra
100 g de queso azul asturiano
2 yemas
150 ml de nata liquida

Elaboración

 Derretir la mantequilla  y poner en ella el apio y la cebolla bien picados.
                                                                   

Pochar a fuego lento durante 10 minutos.

Añadir el caldo y sazonar ligeramente.
                                                                 

 Cuando el caldo con los ingredientes hierva, cocer destapado a fuego lento durante 30 minutos.

Pasar la sopa, cuando haya enfriado un poco por la batidora.
                                                                     

Recalentar un poco sin hervir.

Mientras preparar el queso aplastandolo lo mas posible,

Batir las yemas con la nata y el queso.
                                                                   

Añadir esta crema a la sopa removiendo y dejar a fuego lento removiendo hasta que todo este bien incorporado sin llegar a hervir.

Servir con picatostes.
                                                                     

martes, 22 de marzo de 2016

Peñaranda de Duero

  

Después de visitar Caleruega continuamos hacia otro de los lugares cercanos, pues en Castilla, practicamente pueblos. villas y ciudades, son dignos de visitar, ya que su glorioso pasado histórico y cultural ha dejado gran cantidad de monumentos, que aún podemos admirar.

Bien, pues nos dirigimos a Peñaranda de Duero, villa que dista de Caleruega algo mas de 18 km.

Peñaranda de Duero pertenece a la comarca de Ribera del Duero; hoy día tiene cerca de 600 habitantes.

Se halla emplazada en la margen derecha del río Arandilla, afluente del Duero. Como parece evidente, su nombre alude a dos accidentes geográficos de su entorno, la peña y el río, emplazamiento estratégico, en lo alto de un cerro.

Probablemente tanto Peñaranda como Aranda fueron repobladas a principios del s. X, cuando la reconquista cristiana de los territorios invadidos por los musulmanes en el s. VIII, avanzo hasta el Duero.

En el s. XIV, tras diversos dueños, reinando Alfonso XI de Castilla, Peñaranda quedo vinculada a la familia Avellaneda, condes de Miranda, que contribuyeron en gran medida al enriquecimiento de la villa, mediante la construcción de sus principales monumentos.

Después de los boyantes s.s. XV y XVI en la provincia de Burgos, comienza en el XVII, una decadencia que se agudiza en los comienzos del s, XIX con la invasión napoleónica, que arrasa y saquea todo lo que encuentra en Peñaranda, como en el resto de España, y la siguiente Guerra de Independencia.

Tras los desastres de la guerra, llega en 1.835 la Desamortización de Mendizabal, en la que son expropiados los bienes de la iglesia; conventos y monasterios son abandonados, con la consiguiente ruina de muchos de ellos y la merma del patrimonio artístico y cultural.

Sin embargo y a pesar de todas estas catástrofes, Peñaranda ha conservado buena parte de este legado monumental, que ahora nos disponíamos a conocer.

Como llegamos desde Caleruega, situada mas al norte, lo primero que encontramos fue el Castillo.
                                                               

El Castillo de Peñaranda de Duero fue construido en el s. XI, como una fortaleza defensiva contra los musulmanes, a los cuales se había reconquistado la zona, y que domina claramente el caserío.

Construido primeramente por el conde de Castilla Fernán Gonzalez, la mayoría de lo que se ve hoy día se debe a la remodelación del s. XV, por el primer conde de Miranda del Castañar, don Diego López de Zuñiga.

Su planta alargada y quebrada se adapta perfectamente a la escarpada roca sobre la que se asienta, la Peña de Aranda, de la cual ocupa aproximadamente la mitad. Destaca en la fortaleza la solida torre almenada del homenaje, del s. XV.

Después de su abandono durante siglos, su monumentalidad y solida construcción le ha permitido llegar al s. XXI, con suficiente presencia para ser considerado uno de los castillos mas impresionantes de la provincia de Burgos.

Llegamos al castillo pasado el mediodía. El sol del verano caía a plomo y hacia mucho calor, lo cual no nos impidió recorrer el recinto amurallado, y contemplar el pueblo de Peñaranda a sus pies
                                                                                   

                                                                               

Aquí tenemos una vista de la villa desde el castillo.

Se había hecho la hora de comer, así que cuando llegamos a la preciosa plaza mayor, enseguida elegimos un bar con terraza, donde se estaba estupendamente, para tomar un vino de la zona y algunos embutidos, también de por allí.
                                                                             

Enfrente teníamos uno de los importantes monumentos de Peñaranda, el Palacio de los Marqueses del Castañar, también conocido como de Avellaneda o de Zuñiga, referencias a los apellidos de su primer constructor, don Francisco de Zuñiga Avellaneda y Velasco, III conde de Miranda del Castañar (1.474-1.536).
                                                               

Se trata de un palacio renacentista del s. XVI, que construyeron el III conde, miembro del Consejo de Estado de los Reyes Católicos, entre otras altas dignidades y su esposa María Enriquez de Cardenas, que con la construcción del palacio inauguraron una serie de obras que renovaron Pañaranda, convirtiendola en una villa condal.

Con el VI conde de Miranda del Castañar Juan de Zuñiga y Avellaneda (1.541-1.608), nombrado duque de Miranda del Castañar por Felipe III, en 1.608 y su esposa María Zuñiga de Avellaneda, fue cuando el palacio vivió su mayor momento de esplendor.

Fue a su muerte cuando empezó la decadencia, que provocaron diversas desgracias y saqueos de su patrimonio, incluyendo un intento, en 1.925  cuando el historiador y tratante de arte estadounidense, Arthur Byne (1.873-1.935) ofreció al periodista, político, coleccionista y millonario  William Randolph Hearst (1.863-1.951) comprar el palacio, desmantelarlo y trasladarlo a E:E:U.U, a pesar de estar desde 1.923 oficialmente protegido, como declarado Monumento Nacional por el gobierno de España.

Y, así  continuo deteriorándose, sometido a saqueos de sus componentes, hasta el s. XX, en el que, a partir de de 1.940, paso a manos del Estado.

Varias restauraciones se llevaron a cabo en 1.950, 1.962 y 1963, tanto del propio palacio como de la Plaza Mayor, la escalinata de la iglesia, el traslado a la plaza del Rollo gótico, las fachadas de las casas de la plaza, y otros cuantos arreglos, que la dejaron tal como la vemos hoy día, con un excelente aspecto.
                                                                    
Bien, pues antes de sentarnos a comer me acerque a la entrada al palacio, cuya fachada tiene bellos elementos decorativos en la portada, con los escudos de los Zuñiga y Avellaneda flanqueados por dos  figuras, y las ventanas de la planta noble.
                                                                       

En ese momento un portero estaban empezando a cerrar las puertas, de manera que según la información que me dio, no se podría visitar hasta pasado el fin de semana, pues desde el viernes, a esa hora, hasta el lunes, descansan. Una desilusión que nos llevamos.

Seguía haciendo calor cuando acabamos de comer, pero aún así dimos una vuelta por la plaza mayor, que bien lo valía.
                                                                          

Son dignos de ver su entorno y sus monumentos, aunque sea solamente el exterior.

Vimos la Iglesia de Santa Ana, excolegiata, comenzada en 1.540, con una preciosa fachada barroca, que decoran, entre otros elementos, tres bustos romanos procedentes de Clunia. Rodrigo Gil de Hontañon, fue su arquitecto.

Y ahí había acabado nuestra visita a Peñaranda de Duero

martes, 15 de marzo de 2016

Manzanas asadas a la florentina



Esta manera de hacer manzanas asadas resulta un plato delicioso, que lo hacen un postre, casi, para fiesta, pero facil de hacer.

Ingredientes
                                                       


4 manzanas reinetas
175 g de mantequilla reblandecida
225 g de azúcar moreno
Unas gotas de esencia de limón
4 cucharadas soperas de almendra tostada y picada
Corteza de naranja en juliana
Nata montada

Elaboración

Precalentar el horno a 180ºC.

Lavar, secar y quitar el corazón de las manzanas, agrandando el hueco entre 2 y 4 cm.
                                                             

Hacer una crema con la mantequilla reblandecida y el azúcar; agregar las gotas de esencia de limón y las almendras picadas.
                                                                           
   
                                                                                                                                                               Rellenar los huecos hechos en las manzanas con esta mezcla, y poner encima de cada una el resto de la crema.

                                                   
Espolvorear con las tiritas de naranja.
                                                                   

Hornear durante 35 minutos, vigilando que las manzanas esten tiernas pero no desechas. La mantequilla se habra fundido por los lados y caramelizado.
                                                                                 

                                                                                 
                                                                                   

Servir las manzanas templadas, acompañadas de nata montada fría y tiritas de naranja.