martes, 22 de marzo de 2016

Peñaranda de Duero

  

Después de visitar Caleruega continuamos hacia otro de los lugares cercanos, pues en Castilla, practicamente pueblos. villas y ciudades, son dignos de visitar, ya que su glorioso pasado histórico y cultural ha dejado gran cantidad de monumentos, que aún podemos admirar.

Bien, pues nos dirigimos a Peñaranda de Duero, villa que dista de Caleruega algo mas de 18 km.

Peñaranda de Duero pertenece a la comarca de Ribera del Duero; hoy día tiene cerca de 600 habitantes.

Se halla emplazada en la margen derecha del río Arandilla, afluente del Duero. Como parece evidente, su nombre alude a dos accidentes geográficos de su entorno, la peña y el río, emplazamiento estratégico, en lo alto de un cerro.

Probablemente tanto Peñaranda como Aranda fueron repobladas a principios del s. X, cuando la reconquista cristiana de los territorios invadidos por los musulmanes en el s. VIII, avanzo hasta el Duero.

En el s. XIV, tras diversos dueños, reinando Alfonso XI de Castilla, Peñaranda quedo vinculada a la familia Avellaneda, condes de Miranda, que contribuyeron en gran medida al enriquecimiento de la villa, mediante la construcción de sus principales monumentos.

Después de los boyantes s.s. XV y XVI en la provincia de Burgos, comienza en el XVII, una decadencia que se agudiza en los comienzos del s, XIX con la invasión napoleónica, que arrasa y saquea todo lo que encuentra en Peñaranda, como en el resto de España, y la siguiente Guerra de Independencia.

Tras los desastres de la guerra, llega en 1.835 la Desamortización de Mendizabal, en la que son expropiados los bienes de la iglesia; conventos y monasterios son abandonados, con la consiguiente ruina de muchos de ellos y la merma del patrimonio artístico y cultural.

Sin embargo y a pesar de todas estas catástrofes, Peñaranda ha conservado buena parte de este legado monumental, que ahora nos disponíamos a conocer.

Como llegamos desde Caleruega, situada mas al norte, lo primero que encontramos fue el Castillo.
                                                               

El Castillo de Peñaranda de Duero fue construido en el s. XI, como una fortaleza defensiva contra los musulmanes, a los cuales se había reconquistado la zona, y que domina claramente el caserío.

Construido primeramente por el conde de Castilla Fernán Gonzalez, la mayoría de lo que se ve hoy día se debe a la remodelación del s. XV, por el primer conde de Miranda del Castañar, don Diego López de Zuñiga.

Su planta alargada y quebrada se adapta perfectamente a la escarpada roca sobre la que se asienta, la Peña de Aranda, de la cual ocupa aproximadamente la mitad. Destaca en la fortaleza la solida torre almenada del homenaje, del s. XV.

Después de su abandono durante siglos, su monumentalidad y solida construcción le ha permitido llegar al s. XXI, con suficiente presencia para ser considerado uno de los castillos mas impresionantes de la provincia de Burgos.

Llegamos al castillo pasado el mediodía. El sol del verano caía a plomo y hacia mucho calor, lo cual no nos impidió recorrer el recinto amurallado, y contemplar el pueblo de Peñaranda a sus pies
                                                                                   

                                                                               

Aquí tenemos una vista de la villa desde el castillo.

Se había hecho la hora de comer, así que cuando llegamos a la preciosa plaza mayor, enseguida elegimos un bar con terraza, donde se estaba estupendamente, para tomar un vino de la zona y algunos embutidos, también de por allí.
                                                                             

Enfrente teníamos uno de los importantes monumentos de Peñaranda, el Palacio de los Marqueses del Castañar, también conocido como de Avellaneda o de Zuñiga, referencias a los apellidos de su primer constructor, don Francisco de Zuñiga Avellaneda y Velasco, III conde de Miranda del Castañar (1.474-1.536).
                                                               

Se trata de un palacio renacentista del s. XVI, que construyeron el III conde, miembro del Consejo de Estado de los Reyes Católicos, entre otras altas dignidades y su esposa María Enriquez de Cardenas, que con la construcción del palacio inauguraron una serie de obras que renovaron Pañaranda, convirtiendola en una villa condal.

Con el VI conde de Miranda del Castañar Juan de Zuñiga y Avellaneda (1.541-1.608), nombrado duque de Miranda del Castañar por Felipe III, en 1.608 y su esposa María Zuñiga de Avellaneda, fue cuando el palacio vivió su mayor momento de esplendor.

Fue a su muerte cuando empezó la decadencia, que provocaron diversas desgracias y saqueos de su patrimonio, incluyendo un intento, en 1.925  cuando el historiador y tratante de arte estadounidense, Arthur Byne (1.873-1.935) ofreció al periodista, político, coleccionista y millonario  William Randolph Hearst (1.863-1.951) comprar el palacio, desmantelarlo y trasladarlo a E:E:U.U, a pesar de estar desde 1.923 oficialmente protegido, como declarado Monumento Nacional por el gobierno de España.

Y, así  continuo deteriorándose, sometido a saqueos de sus componentes, hasta el s. XX, en el que, a partir de de 1.940, paso a manos del Estado.

Varias restauraciones se llevaron a cabo en 1.950, 1.962 y 1963, tanto del propio palacio como de la Plaza Mayor, la escalinata de la iglesia, el traslado a la plaza del Rollo gótico, las fachadas de las casas de la plaza, y otros cuantos arreglos, que la dejaron tal como la vemos hoy día, con un excelente aspecto.
                                                                    
Bien, pues antes de sentarnos a comer me acerque a la entrada al palacio, cuya fachada tiene bellos elementos decorativos en la portada, con los escudos de los Zuñiga y Avellaneda flanqueados por dos  figuras, y las ventanas de la planta noble.
                                                                       

En ese momento un portero estaban empezando a cerrar las puertas, de manera que según la información que me dio, no se podría visitar hasta pasado el fin de semana, pues desde el viernes, a esa hora, hasta el lunes, descansan. Una desilusión que nos llevamos.

Seguía haciendo calor cuando acabamos de comer, pero aún así dimos una vuelta por la plaza mayor, que bien lo valía.
                                                                          

Son dignos de ver su entorno y sus monumentos, aunque sea solamente el exterior.

Vimos la Iglesia de Santa Ana, excolegiata, comenzada en 1.540, con una preciosa fachada barroca, que decoran, entre otros elementos, tres bustos romanos procedentes de Clunia. Rodrigo Gil de Hontañon, fue su arquitecto.

Y ahí había acabado nuestra visita a Peñaranda de Duero

2 comentarios:

  1. Veo que aprovecharon muy bien el viaje al Museo de la Evolución Humana para visitar estos lugares. Imponte el castillo fortaleza. Yo leo Rivera del Duero y lo único que pienso es en ¡VINO! y lo rico que es jajaja

    Besos, Ana

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  2. Tienes razón, yo tambien pienso en el vino
    !!!, pero toda Castilla es una joya, pero no se pueden conocer todas las joyas del mundo, son tantas... y tu, precisamente, debes conocer unas cuantas!

    Un abrazo, Myriam

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