sábado, 16 de abril de 2011

Ecuador. Capítulo XII. Las Islas Galápagos. Primer día

Había llegado el día de conocer este famoso archipiélago.

Bueno, eso es mucho decir, fueron mas bien unos cuantos lugares, en dos de las islas. Para hacerse una idea, vamos.

Llegamos temprano al aeropuerto de Guayaquil. Ah! qué distinto es del de Quito. La verdad es que en esta tierra llana, supongo que es mas fácil encontrar el terreno adecuado para esta construcción, que en la alta y montañosa capital de la República.

El de Guayaquil es un aeropuerto moderno, como podría haber en cualquier ciudad europea.

Así que montamos en un avión y después de casi dos horas, llegamos a nuestro destino.

Y es que el Archipiélago Colón, su nombre oficial, mas conocido como Islas Galápagos, está a casi 1.000 km del continente.

Desde el punto de vista geográfico, lo conforman trece islas grandes, seis pequeñas y mas de cuarenta islotes, todas ellas de origen volcánico.

Tienen un enorme valor como reservorio de especies vegetales y animales únicas en el mundo, tortugas gigantes, iguanas marinas y terrestres, gaviotas de lava, pingüinos o pájaro bobo de las Galápagos, pinzones de Darwin, piqueros de pata azul, leones marinos de las Galápagos, lobos peleteros de las Galápagos, entre otras muchas especies, han hecho que fueran, primeramente declaradas Parque Nacional en 1.959 y, posteriormente reconocidas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 1.979, y como Reserva de la Biosfera en 1.985.

Recientemente, en 2.007, la UNESCO las ha incluido en la Lista del Patrimonio de la Humanidad en peligro, debido a los daños ambientales causados por el ser humano, aunque parece que el gobierno de Ecuador trabaja, a través del Centro de Reciclaje de Residuos, la vigilancia de la entrada de especies vegetales y animales, que pueden contaminar, así como la incidencia del exceso de turistas, en la fragilidad del ecosistema del archipiélago, en que esta y preocupante última denominación de la UNESCO, sea retirada.

Hay que suponerle la buena voluntad al gobierno ecuatoriano, pero la tarea es complicada y encestaría de mucho, mucho dinero, que por el momento no parece que fluya.

Conozcamos un poco estas islas, antes de tomar tierra en una de ellas.

Las islas Galápagos fueron descubiertas en 1.534 por Fray Tomas de Berlanga, monje dominico y Obispo de Panamá.

El Obispo viajaba de Panamá a Perú, a lo largo de la costa del Pacifico, por encargo del rey de España Carlos I, para intervenir en las disputas territoriales entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro, cuando una calma chicha y las corrientes marinas, empujaron su embarcación mas al oeste, llegando inesperadamente a lo que bautizaria como Islas Galápagos, por la gran cantidad de tortugas gigantes que habitaban dichas islas.

Mas tarde los españoles llamaron a estas islas "Las Encantadas" porque aparecían y desaparecían de la vista, según el movimiento de la niebla que surgía del océano.

El descubrimiento y descripción de las islas fue comunicado por Fray Tomas, en una carta dirigida a Carlos I. En ella, el Obispo narra la llegada a las islas, comenzando así la historia de este archipiélago

"Una vez que el barco ancló, todos nosotros bajamos y a alguno de los tripulantes se les dio el trabajo de hacer un pozo y a otros se les envió a buscar agua dentro de la isla.

Del pozo salio agua mas salada que la del mar, dentro de la isla los hombres tampoco pudieron encontrar una sola gota de agua."

Esta descripción indica lo difícil que es encontrar agua en las Galápagos, y lo que llevo a Fray Tomas a calificarlas de "infierno".

Se esperaría que las islas, situadas en plena linea equinoccial fueran un exhuberante paraíso tropical, con abundante vegetación. Sin embargo no es así. La influencia de la corriente marina de Humbolt, de agua fría, que transcurre cerca de las islas Galápagos, produce inversiones térmicas que impiden la lluvia y generan zonas muy secas en los lugares mas cercanos a la corriente, como son las partes bajas del archipiélago.

La escasez de agua, por otro lado, es la que ha producido los ecosistemas únicos de las islas, así como la naturaleza y el comportamiento de sus especies; las tortugas gigantes pueden resistir la falta de agua durante un año; los pinzones de Darwin esperan las lluvias para procrear, los arboles de palo santo quedan sin hojas durante la estación seca, etc.

De todas las islas, es la de San Cristóbal donde hay agua disponible, un río visible. En la Isla Floreana también hay pequeños caudales de agua dulce.

Fueron los flamencos Mercator y Abraham Ortelius, geógrafo del rey Felipe II de España, los primeros que dibujaron mapas de las Islas Galápagos, en 1574. El cargo de Ortelius le permitió el acceso a los conocimientos acumulados por los exploradores españoles y portugueses.

Casi dos siglos después en 1.793, el ingles James Colnett, dibujo un mapa mas preciso de las islas y sugirió que podían ser usadas como base de los balleneros que cazaban en el Océano Pacifico.

Volviendo a la historia de las islas, durante los tres siglos siguientes se convirtieron en refugio de piratas corsarios ingleses, que las utilizaron como plataforma de asalto para los galeones españoles, que salían de las costas de América cargados de tesoros.

Los piratas les dieron nombres ingleses de los reyes que eran sus protectores, así como de aristócratas y militares ingleses, que también los ayudaban.

Tanto los piratas, como los siguientes visitantes de las islas, los balleneros y los cazadores de lobos marinos, sacrificaron a miles de tortugas, para obtener su aceite y tener un suministro constante de carne fresca, ya que las tortugas podían mantenerse a bordo de los barcos, vivas, sin comer hasta un año.

En 1.835 Ecuador anexiono las Islas Galápagos a su territorio.

En 1.892 el gobierno ecuatoriano bautizo cada una de las islas con los nombres en español, con las que se las conoce hoy en día.

Otro hito en la historia del archipiélago fue la visita que realizo en 1.835, el científico Charles Darwin; habiendo llegado a bordo del buque Beagle, permaneció cinco semanas tomando muestras de la flora y fauna de las islas, estudios y experimentos que le sirvieron como base de su fundamental y conocida obra "Teoría de la Evolución de las Especies".

El primer residente fue un irlandés, Patrick Whatkins, que se instalo en 1.807 en la Isla Floreana; se dedicaba a vender verduras a los balleneros a cambio de alcohol.

En 1832, el general ecuatoriano José Villamil fundo una colonia penal de prisioneros políticos y de delincuentes comunes, que, también, vendían carne (¿de tortuga gigante?) y verduras a los balleneros.

Por último existe una historia que roza los relatos de terror, que se refiere a la llegada en 1.929, a la Isla Floreana, del dr. Friedrich Ritter, médico dentista de Berlín, y de su amante Dora Strauch, decididos a instalarse en la isla, animados por el relato del escritor norteamericano W. Beebe "Galápagos, el fin del mundo", que describía el archipiélago como un paraíso terrenal.

A pesar de ser una pareja joven, ambos se hicieron extraer los dientes antes de su viaje a las islas, para no tener que sacárselos él mismo, en caso de problemas dentales, sustituyendolos por una dentadura de...¡acero!.

El segundo grupo en establecerse en Floreana, en 1.932, en busca, nuevamente, del edén, también influidos por la gran difusión del libro de Beebe y de los numerosos artículos dedicados a la aventura de Ritter y su compañera, fueron H. y Margret Wittner, que procedían de Colonia. Ella era la segunda esposa de Wittner, que venia acompañado de un hijo; por su parte Margret estaba en avanzado estado de gestación.

El grupo que llego pocos meses después, era un trio de amantes que escoltaban a una rica y supuesta aristócrata austriaca, que se hacia llamar Baronesa Von Wagner de Bosquet, y mas tarde la "Emperatriz de Floreana"; querían construir allí un hotel de lujo.

Con la llegada de la Baronesa, el lugar se convirtió en un pequeño infierno, debido a las intrigas entre los habitantes.

Uno de los amantes de la baronesa, de origen ecuatoriano, regreso pronto al continente.

En 1.934 la baronesa desapareció con otro de sus amantes, Philipson, sin dejar huella; sus cadáveres nunca se encontraron.

Lorenz, otro de los amantes, que quería regresar a Alemania, salio de la isla en el bote de un danés de la isla de Santa Cruz, que andaba por allí, y nunca llegaron a la isla de San Cristóbal, que era su primer destino; sus cadáveres se encontraron momificados por la sal, en la playa Marchena.

Pocos meses después el dr. Ritter murió envenenado, ¿crimen o accidente?.

Los Wittmer sospecharon que Lorenz había asesinado a la baronesa y a Philipson, y que Dora había matado a su compañero, que, a su vez, los había acusado de la muerte de la baronesa.

Dora Strauch marcho a E.E.U.U., para sacar provecho económico de la historia.

La isla fue visitada por varios periodistas durante los diez años siguientes, que pagaron por obtener relatos que fascinaron a los lectores norteamericanos y alemanes, y que financiaron el viaje a Alemania de M. Wittner en 1.935.

Margret Wittner, la fundadora de una familia, con sus dos hijos, Rolf y Floreanita, nacidos en Floreana, ocho nietos y quince bisnietos, vivió el resto de su vida en la isla, donde era propietaria y regentaba un pequeño hotel.

Escribió un libro basado en su vida, publicado en 1.961, Floreana, lista de Correos, que fue un best seller. Murió en 2.000, a la edad de 95 años.

En los años setenta del siglo pasado su hijo Rolf Wittner, dio un gran impulso al desarrollo turístico de las Islas Galápagos, fundando una linea de cruceros entre las islas.

Bien considerado, si se quiere conocer el archipiélago y sus posibilidades naturales, no cabe duda de que un crucero entre las islas es lo mas idóneo.

Después de este rápido paseo por la grande y la pequeña historia las Islas Galápagos, sigamos con nuestro viaje.

Durante el viaje en avión, tuve la suerte de ocupar el asiento de la ventanilla, por lo que pude observar la llegada a tierra.

Tomamos tierra en el aeropuerto Seymour, de la isla Baltra.

Baltra es pequeña, redonda y árida. De color negro, no se ven mas que algunos cactus aquí y allá.

A pesar de su proximidad con la isla de Santa Cruz, está fuera del Parque Nacional de Galápagos.

El aeropuerto fue construido durante la Segunda Guerra Mundial por la marina de E.E.U.U., como Base Militar desde la que patrullar el Canal de Panamá y fue entregada posteriormente a Ecuador, que sigue manteniendo en ella una Base Militar Ecuatoriana.

Los soldados de E.E.U.U., acantonados en Baltra durante los años cuarenta, acabaron con la población nativa de iguanas terrestres, que se dio por extinguida en 1.954. Por fortuna, un pequeño grupo de ellas había sido trasladado una década antes, a la vecina isla de Seymour, por lo cual se pudo volver a poblar Baltra de iguanas terrestres. Este trabajo es un buen ejemplo de la actividad del Centro Darwin de recuperación de la flora y fauna de Galápagos.

Bien, pues una vez desembarcados, pasamos por una sala donde había muchos turistas haciendo cola, para llegar hasta la sala vip, donde tuvimos que esperar largo rato, pero de forma mas agradable.

Nuestra residencia estaba en la isla Santa Cruz, separada de Baltra por un estrecho canal de 150 m.

Mientras íbamos en la lancha por este canal, veíamos algunos pelicanos posados en rocas o volando, y los arboles de palo santo, desprovistos totalmente de hojas en esa época del año, que ocupan, junto con los manglares la parte baja de la isla.

Del embarcadero en Puerto Ayora, capital de la isla Santa Cruz, salimos en un microbus para llegar al hotel Royal Palm, situado en la parte alta, a unos 600 m respecto al nivel del mar.

El hotel ocupa una gran extensión de 500 ha, llena de exuberante vegetación, entre las que destacan las miconias de color rojizo y gran cantidad de enormes helechos, ambas plantas nativas.

Nosotros ocupamos la parte del hotel formada por ocho apartamentos adosados; el resto de habitaciones o mejor decir suites, están dispersos por el área, en forma de cabañas aisladas.

Todas las instalaciones, gran comedor, sala con chimenea, piscina, pequeño casino, etc., son buenas y están integradas en el paisaje.

Nuestra habitación, decorada en estilo de inspiración china, disponía de gran espacio, magníficos muebles y hasta de yacuzi.

Ah! pero no todo era tan excelente. Lo que no sabíamos era que al estar el hotel en la parte alta de la isla, "disfruta" de un microclima de niebla y lluvia menuda, garua, permanente, casi todo el año, y por supuesto durante nuestra estancia. El mismo hotel proporciona un paraguas a la entrada de la habitación.

El frío y la humedad hacen que no apetezca pasear por el recinto, del cual, por cierto, no se puede mas que transitar por los caminos asfaltados, ya que resto es como un gigantesco queso de gruyere, lleno de hoyos invisibles, cubiertos de vegetación, en los que es fácil caer y romperse algún hueso.

Mientras, en la parte baja de la isla, luce un sol esplendoroso.

La humedad y los hongos son de tal magnitud que han deteriorado incluso el pavimento exterior adoquinado; da la impresión de que las fuerzas de la naturaleza están ganando la batalla territorial.

También está desvinculado de todo núcleo habitado y lejos del mar. Solo se puede salir del hotel en taxi, y volver de la misma manera.

Bien, pues decidimos poner al mal tiempo, buena cara y disposición, disfrutando de las bondades del hotel, y soslayando los inconvenientes.

Eramos los únicos huéspedes; me parecio por este y otros detalles que aquel complejo fue pensado como hotel de lujo de adinerados e incluso populares personajes, miembros de la realeza universal, politicos, empresarios, actores, etc. pero esa clientela, seguramente mucha de la cual invitada como promoción, no duro demasiado tiempo y ha desertado del lugar, en el cualya no atracan los grandes cruceros que lo frecuentaron cierto tiempo; una caida de interes lamentable pues ayudarías a la financiación y mantenimiento del ecosistema de las islas.

Por tanto, ocupábamos la gran mesa redonda del comedor, sobre la que había una especie de claraboya piramidal, ya que el hotel era todo para nosotros.

La comida fue excelente. Conocimos al chef, un joven quiteño, alto, grande y rubio, que nos contó que había hecho una estancia en España, con nuestro conocido cocinero Carlos Arguiñano.

Nos fue presentado nuestro guía local, B. muchacho instruido y agradable con pinta y vestimenta de explorador, que nos fue contando interesantes relatos tanto naturalistas, como históricos.

Con él fuimos a conocer a las criaturas que han dado nombre a las islas: las tortugas gigantes o galápagos.

Llegamos a la parte mas alta de la isla, donde vimos muchas tortugas, que compartían sus dominios con otras especies, como las vacas, animales no nativos de las islas, introducidos por los colonos.

Cierto es que había muchas mas tortugas que mamíferos.

También había gran cantidad de pinzones de Darwin, especie nativa de las Galápagos

La tortuga gigante o de Galápagos (Geochelone nigra), es endémica del archipiélago; es la especie de tortuga de mayores dimensiones, que puede llegar a a medir 2 m de largo y pesar hasta 300 k.

Son herbívoras, aunque ocasionalmente pueden comer carroña.

La población actual de tortugas es de unos 15.000 ejemplares, siendo las islas de Santa Cruz e Isabela donde se concentra el mayor numero.

Son animales extremadamente lentos. Algunos individuos son sedentarios mientras que a otros parece gustarles explorar nuevos territorios.

Todos tienen que refugiarse a ciertas horas debajo de algún árbol o arbusto, o bien sumergirse en alguna poza de agua lodosa, en la cual se liberan de los parásitos.

Pueden llegar a vivir mas de 150 años, y permanecer sin comer, ni beber durante un año, por lo que fueron llevadas en los barcos piratas y balleneros como suministro de carne fresca y utilizadas, también, para el apreciado aceite que se extrae de ellas.

Las características morfológicas del gran caparazón de las tortugas de Galápagos varían con el ambiente de cada isla, formando subespecies. Esta diversidad morfológica fue observada y reconocida por Charles Darwin cuando visito el archipiélago en 1.835, y le proporciono uno de los argumentos para sustentar su teoría de la evolución de las especies.

En la finca donde fuimos a observarlas no se mostraron tímidas, ni huidizas. Nosotros estábamos mas asombrados que ellas, que se dedicaban a su ocupaciones habituales, comer, andar lentamente de un lugar a otro, buscar un buen arbusto para retirarse a descansar etc. sin mostrar la menor preocupación por nuestra presencia.

Deben estar acostumbradas por la gran cantidad de "mirones " que las visitan.

La tarde iba transcurriendo, hay que tener en cuenta que en Galápagos, como en el resto de Ecuador se hace de noche a las seis, y todavía nos quedaban varios "descubrimientos".

Visitamos, a continuación, un espectacular túnel de lava

Estas inmensas galerías subterráneas de mas de 1 k de largo, resultaron de la solidificación del sustrato externo, mas frío, de una corriente de lava en fusión. En la parte interna la lava mas caliente siguió fluyendo, dejando la pared solidificada vacía.

Esto se explica por el tipo de erupción en estas islas, sin explosiones. La lava desborda el cráter y se desliza por la ladera del volcán, formando corrientes que recorren largas distancias y producen los túneles de lava.

Gran espectáculo observar estas formaciones, que dejan la oscuridad total solo con la luz de las linternas.

Seguimos la visita a la parte alta de la isla, donde vimos otra impresionante formación geológica llamada "Los Gemelos".

En medio de un bosque de scalesia, llamado así por la abundancia de la planta nativa Scalesia pedunculata, que es la mas característica del bosque autóctono de las alturas de la Isla Santa Cruz.

El fenómeno de el "Niño", de hace algunos años, destruyo gran cantidad de arboles grandes del entorno de Los Gemelos, por lo que los arboles que hay ahora son jóvenes.

Otra planta de este bosque, es el árbol del guayabillo, Pisidium galapageium, que tiene una corteza limpia y suave. Sus ramas se encuentran cubiertas por otra planta que confundimos con el musgo, por su parecido; se trata de una hepática, color café, de nombre Bryopteris liebmanniana.

El lugar tiene algo de bosque encantado.

Y allí, para reforzar la impresión estaban Los Gemelos, dos gigantescos hoyos situados simetricamente.

Geologicamente Los Gemelos son considerados como hoyos cratéricos; su formación no es debida directamente a actividades volcánicas. Se crearon como resultado del hundimiento de materiales superficiales dentro de fisuras o cámaras subterráneas.

La niebla propia de las alturas de la isla Santa Cruz se deslizaba por sus murallones, dándoles un aspecto aun mas fantasmagorico.

Aprovechamos los restos de luz que restaban para contemplarlos, con asombro.

Nuestro primer día en "Las Encantadas", se estaba acabando.

Volvimos al hotel, envuelto en la garua.

Tuvimos una buena cena y un buen descanso.

Al día siguiente nos esperaban nuevos "decubrimientos"

lunes, 11 de abril de 2011

Locro de papas

El locro, rica sopa de origen andino, que tuve ocasión de probar en Ecuador, me gusto mucho; admite muchas variantes, y su preparación varía según los lugares, ya que se consume en toda la serranía de los Andes.

Yo he hecho una receta de lo mas sencillo, tratando de que se pareciera a la que mas me gusto de los distintos restaurantes donde la tome.

He aquí la receta.

Ingredientes

  • 5 patatas medianas
  • 1 cebolla
  • 1 ajo
  • 1 cucharada de mantequilla
  • 3 tazas de agua
  • 1 taza de leche
  • 1 taza de queso suave rallado
  • 2 cucharadas de perejil
  • 1 cucharadita de comino
  • pimentón picante
  • 1 aguacate
  • Sal

Elaboración

Calentar la mantequilla

Echar la cebolla picada, el ajo picado y el comino y el pimentón

Freír unos 5 minutos.

Añadir las patatas cortadas en cuadraditos y sofreír otros 5 minutos

Añadir el agua y cocer unos 20 minutos

Aplastar las patatas con un tenedor o un machacador de patatas, para que quede cremoso, pero con trocitos de patata.

Añadir la leche y cocinar otros 5 minutos.

Salar al gusto.

Añadir el perejil picadito.

Añadir el queso rallado

Servir el locro con el aguacate cortado en rodajas encima.

miércoles, 6 de abril de 2011

Ecuador.Capitulo XI. Biblián, Ingapirca. Guayaquil


Nos trasladamos de Cuenca a Guayaquil, de las grandes montañas a la costa, por decirlo de otra manera.

Día muy variado e interesante, en el que hicimos los 300 km recorriendo otro gran tramo de la carretera Panamericana, de nuevo.

Nuestra primera parada fue en un pueblo andino llamado Biblián, de unos 12.000 habitantes, que tiene una preciosa iglesia dedicada a Nuestra Señora del Rocío, construida en una empinada colina, de nombre Zhalao, que llama la atención tanto por su emplazamiento, como por su belleza.

El Santuario mariano, producto de la ola de afirmación católica que recorrió el mundo en el último cuarto del s. XIX, fue construido y sufragado por los habitantes del pueblo, entre 1.884 y 1.912.

La primera idea de construir un lugar de peregrinación fue del párroco del lugar D. Diego Muñoz Serrano, que dejo sentadas las bases al trasladar, durante una época de penuria y hambre, provocada por las heladas y las sequías, una diminuta imagen de la Virgen, que poseía desde sus años de seminarista, a una pequeña gruta de la colina de Zhalao, donde posteriormente se hizo una construcción provisional de madera, precursora de la gran iglesia, en la que se ha empleado la piedra tallada, que trepa por la colina.

Desaparecido D. Diego, fue nombrado párroco de Biblián, que entonces pertenecía al cantón de Azogues, don José Benigno Iglesias, clérigo de gran empuje, que se implico aun mas en la obra, y la vio terminada.

La iglesia de estilo ecléctico, que incluye el neo románico, el neo gótico, incluso el neo bizantino, como muchas de las iglesias, santuarios o basílicas que se edificaron en esos años, está dedicada a la Virgen del Rocío, se ve desde gran distancia, y resulta un monumento impresionante, e inesperado.

Desde entonces es lugar de peregrinación, no solo de toda la comarca de Cañar, sino de gentes de todo el país.

Para llegar hasta la última terraza hay que subir muchos escalones. Se van encontrando, además de un cementerio en forma de nichos, las catorce estaciones de un Vía Crucis.

La iglesia está rematada por una torre de color azul, a modo de corona.

Desde la terraza superior se tiene una magnifica vista de Biblián, ademas de los grandiosos montes de los Andes.

La imagen de la Virgen que llevo hasta allí el párroco Diego Muñoz, esta instalada detrás del altar.

Seguimos nuestro camino mientras el guía nos entretenia con un descarnado relato sobre la emigración de Ecuador y particularmente de la provincia de Cañar, donde nos encontrabamos.

Esta provincia, y la cercana de Azuay, son las que tienen mas emigrantes fuera del país, habiendose trasladado comunidades enteras, por ejemplo, a la ciudad de Nueva York..

Ecuador depende mucho de los fondos que los emigrantes envían, cercanos al 10% del PIB.

Miles de ecuatorianos de los que estan fuera, construyen, en pueblos de esas provincias, casas, pensando en volver. Pero al cabo de unos cuantos años y por circunstancias facilmente comprensibles, deciden no volver.

La casa de sus sueños queda deshabitada, pasando a formar parte de un ejercito de casas fantasmales vacías, que se van deteriorando, y volviéndose corrales de cerdos y gallinas, sin posibilidades de venta, ni ocupación alguna.

Este ejercito de casas, algunas urbanas, formando calles de edificios pretenciosos y a veces mastodonticos, también se levantan como heridas abiertas, en el paisaje andino.

Aquí y allá se ven casas solitarias donde no hay vecinos, ni nada que se pueda parecer a las ciudades y calles de los países donde viven los emigrantes, E.E.U.U. y España principalmente.

Solo han servido para satisfacer un sueño, que hace tiempo se ha esfumado.

A la salida del pueblo, en un mesón de la carretera vimos lo que para nosotros fue un espectáculo. Estaban preparando la comida y la cocina estaba al aire libre. Un mozo provisto de un soplete se dedicaba a "dorar" la piel de un cerdo entero que tenia delante de él. Luego, según los parroquianos solicitaban, con un afilado cuchillo cortaba trozos de la piel, que se servía a los comensales.

Estuvimos un rato mirando el curioso proceso.

En los fogones vimos muchas especialidades de la comida ecuatoriana, ademas del chancho al soplete, mote, que es maíz un poco inflado y cocido, puré de patata con achiote (un codimento, que le da un color rojizo al alimento al que se aplica), para hacer los llampingachos, una especie de bolas de patata aplanadas que se sirven con huevos fritos y chorizo, fritada y otras comidas que no identifique.

Después de este curioso y genuino espectáculo , seguimos nuestro viaje.

Fuimos durante un largo rato atravesando la región de Cañar, llamada así pues fue el solar de la etnia cañari, que habitada allí antes de la invasión inca.

Los incas que conquistaron a sangre y fuego gran parte de lo que hoy es Ecuador, ya que llegaron hasta Quito, fueron despiadados con los habitantes del territorio de manera que, a parte de algunos toponímicos, y dado que ni los cañaris, ni los incas conocían la escritura, poco se sabe de ellos.

Es una gran zona rural andina. A esa altura los eucaliptos escasean y los que hay están poco desarrollados, se conoce que estas grandes alturas no les sientan. Hay mucho prado donde pastan vacas, creo que de origen suizo, de las blancas y negras, que, en cambio, se han adaptado muy bien a esas alturas, similares a las de los Alpes. De hecho en Ecuador se elaboran muy ricos quesos, de tipo poco curado.

Vimos también algún pastorcillo, ejerciendo su oficio. Estanques de uso agrario, como grandes charcas, bellas montañas, prados andinos ondulados y mas ondulados, y muchas casas aisladas e inhabitadas, de las que he hablado, incogruentes con el paisaje.

Es una región fría. La media anual es de menos de 15ºC. El viento se pasea a gusto.

Llegamos, finalmente a nuestro objetivo: la fortaleza de Ingapirca, que quiere decir "Muro del Inca".

Situada a 3.160 m sobre el nivel del mar, Ingapirca es la construcción arquelógica mas importante de Ecuador.

Poco se sabe de sus funciones, aunque se le supone un destino militar de vigilancia de la zona, y también se cree que podría ser un observatorio del sol y la luna.

En lo que están de acuerdo los historiadores y los arqueólogos es que fue mandado construir por el Inca Huayna Capac, a juzgar por lo que dejo escrito Fray Gaspar de Gallegos, párroco de San Francisco de Peleusi de Azogue, en 1.582:

...allí dicen que en tiempo del inca Guaynacaba (Huayna Capac) había grandes poblaciones de indios y que allí era la principal cabeza de estos cañares; y así parece, porque en el día de hoy hay grandes y muy suntuosos edificios, y entre ellos una torre muy fuerte...

Aunque este interesante complejo, ha tenido épocas, digamos, oscuras, por su total abandono, en la actualidad está restaurado y luce en todo su esplendor, rememorando la gran fortaleza, y probablemente templo, inca.

Se eleva en el espacio comprendido entre tres ríos de pobre caudal, que se juntan en uno mas abajo.

Tiene forma elíptica; está construido con grandes piedras labradas en paralelepipedos con un ensamble perfecto, de manera que en sus uniones no es posible introducir la hoja de una navaja, llegando a una altura entre 3,15 a 4,5 metros.

Es un lugar, además de mítico, muy bonito, con el verde de los campos, donde pastan, sin ninguna traba, unas cuantas llamas,

los grandes montes, el color de la piedra dorada, los senderos que llevan a uno y otro punto del complejo.

Hay piedras de utilidad desconocida, y otras que formaron parte de las edificaciones.

Me resulto muy interesante y evocador del pasado indígena.

Están señalados distintos lugares, con sus supuestas funciones y utilización.

Esta parte es la que supone pudo ser templo, con aberturas trapezoidales para las puertas, de clara factura inca.

hay señaladas las podían haber sido las dependencias de la fortaleza y/o templo:

Templo del Sol
Plaza ceremonial
Aposentos externos
Aposentos internos
Bodega
Talleres
Baños rituales y escaleras
Calle empedrada

Pasamos un par de horas muy interesantes observando todas las conservadas y restauradas ruinas de Ingapirca.

Cerca del complejo arqueológico hay un pueblo que se ha desarrollado "al calor" de las visitas turísticas.

Hicimos la comida en una posada cercana, bien puesta y acondicionada con una gran chimenea encendida, ya que por esas alturas hace frío.

Todavía nos quedaba un buen trecho de camino hasta Guayaquil; el guía lo llamo viaje por "la Niebla".

En esta zona andina, la Codillera Occidental, impide el paso de los vientos cálidos y húmedos del Océano Pacifico hacia el interior, depositando una espesa niebla en las altas montañas.

Es verdaderamente impresionante la amplitud de la zona de nieblas por la que atravesamos, apenas se veían los bordes de la selva.

Por otro lado la carretera no merecía ese nombre, pues apenas le quedaba recubrimiento del que conocemos en nuestras carreteras; era mas bien una pista, que soltaba, al pasar nuestro vehículo y los demás, por suerte no muchos, camiones, sobre todo y algún coche, un polvo blanquecino que había cubierto las hojas de los arboles y las plantas mas cercanas a la carretera, dándoles un aire de decorado desecho.

Por toda esa zonas íbamos viendo pequeños pueblos. Debe ser un territorio insano, con esa humedad perpetua, pero la gente parecía animada como en todas partes; unos asistían a un encuentro local de fútbol, otros estaban reunidos por fuera de la vivienda donde habían comido, ya que era domingo y todo el mundo descansaba...

Tuvimos que atravesar otros muchos pueblos, donde se veía el mismo fenómeno de construcción que en Cañar, mas parecido al de Biblián que al del campo, pues aquí eran pueblos de apariencia mas o menos urbana.

Además de las casas incongruentes, o dejadas sin acabar como esqueletos, había variados mercados de frutas al aire libre y también negocios de todas clases; todo ello un tanto desaliñado y caótico.

Por fin llegamos a la gran llanura costera donde se encuentra Guayaquil.

Hay en ella grandes plantaciones de plataneras, y cacao, ya que Ecuador es el mayor exportador del primer fruto y uno de los mayores del segundo.

A la altura, mas o menos del nivel del mar, el paisaje y la temperatura cambian, todo es llano y el clima es mas templado y agradable.

Llegamos a Guayaquil casi de noche. Hablare mas extensamente de esta ciudad en un próximo capítulo.

Ahora solo decir que tomamos posesión de nuestra habitación en el Hotel Oro Verde, de la misma cadena que el que habíamos tenido en Cuenca, solo que esta vez si era un hotel muy bueno, con excelente habitación, y agradables salones.

Para estirar las piernas, que habían sufrido otro día de traslado, bien encogiditas en el bus, salimos a dar un paseo hasta la zona mas atractiva de Guayaquil, pues desde el hotel, en linea recta se llega hasta el Malecón, esplendido paseo a orillas del río.

Los ecuatorianos son un pueblo de lo mas animado, las calles estaban llenas de gente, que paseaba, comía en alguno de los muchos bares o restaurantes, o iban de un lado a otro con semblante contento; se siente uno como en casa.

Nos retiramos después del paseo a descansar.

Al día siguiente nos esperaban las Islas Galápagos.