lunes, 1 de febrero de 2016

6º día en Jordania: Aqaba

                                                                                       

 Amaneció un nuevo día en el que íbamos a disfrutar del maravilloso Golfo de Aqaba.

Antes de pasear por ese mar azul intenso, con ese cielo igualmente azul, sepamos algo de la zona.

El Golfo de Aqaba, cuyas aguas, que vierten en el Mar Rojo, a través de los estrechos de Tiran, separan la Península del Sinai de la Península Arábiga.
                                                             

Políticamente sus costas pertenecen a cuatro estados, Arabia Saudí, Egipto, Israel y Jordania, que posee allí 12 km2.

En 1.965 el rey de Jordania Hussein I, cambio 6.000 km2 del interior desértico de su país, por esos km de costa, con el vecino rey de Arabia Saudí, para proporcionarse una salida al mar.

Desde la mas remota antigüedad, el final del Golfo de Aqaba fue poblado por el ser humano, que ha dejado sus huellas. Se llamo en aquellos tiempos prebíblicos Ayla.

El rey de Israel Salomón estableció allí la base de su gran flota mercantil, en  Ezion Gaber, a solo 3 km de la actual Aqaba, en el s. X a.C, de hecho solo 30 km separan la Aqaba jordana de  la ciudad israelí de Elitat, situada en el mismo golfo de Aqaba.

Posteriormente paso a ser posesión de los ptolomeos egipcios; los nabateos hicieron de ella un emporio comercial, desde donde se exportaban incienso, especias y mirra, además de objetos de metal y cerámica.

En 106 d.C, cuando Trajano conquista el reino nabateo, paso a formar parte del Imperio Romano y siguio siendo un floreciente emporio comercial gracias a la culminación de la "Vìa Nova Traiana" que comunicaba la zona con la actual Siria.

 Durante el imperio bizantino, fue arzobispado, para pasar luego a formar parte del reino gashánida, dinastía árabe cristiana, hasta la conquista musulmana, tras la legendaria batalla de Tabuk de 630, comandada por el propio Mahoma.

Sin embargo durante la ocupación islámica la ciudad continuo siendo arzobispado, y un enclave cristiano, a pesar de ser lugar de paso de los peregrinos a La Meca.

Fue reconquistada por los Cruzados en 1.116 y anexionada al reino de Jerusalén, pasando de nuevo a los musulmanes en 1.187.

Luego cayo en manos de los mamelucos, que le pusieron el nombre actual de Aqaba y que construyeron un caravanserrallo fortificado, sobre la fortaleza edificada por el caballero cruzado Reinaldo de Chatillon.

El dominio otomano (1.516-1.917) supuso el declive de la ciudad, acelerado después de la apertura del canal de Suez en 1.869.

En 1.917 fue conquistada por las tropas del príncipe hachemita Feisal y sus aliados ingleses que ayudaban y dirigían, en gran parte, comandado por el famoso coronel ingles Lawrence de Arabia, la llamada Revolución árabe, que consiguió sacar de unos grandes territorios al Imperio otomano, hasta entonces dueño de todo Oriente Medio y de parte de Europa.

En 1.925 Aqaba paso a formar parte de Jordania.

Hoy día Aqaba es un emporio turístico, que aprovecha su gran patrimonio natural, clima cálido con una temperatura constante todo el año, costa bordeada de las estribaciones de los macizos montañosos que la rodean, y que esconde fondos marinos de gran riqueza, donde un sinfín de variados peces de colores viven en esas aguas cristalinas, y se mueven entre los arrecifes de coral, tambien de diversos colores.
                                                                       

En estos momentos hay grandes obras de transformación, para conseguir el desarrollo turístico y urbano de la zona, con atención a la preservación de su riquezas naturales, a lo cual ayuda mucho su condición de Puerto Franco, que atrae inversiones por los beneficios fiscales que apareja.

Bien, pues nos disponíamos a pasar un día entero en este fascinante Golfo de Aqaba, tanto por su milenaria historia como por sus condiciones ambientales y geográficas.
                                                                     

Tras un buen desayuno, llegamos, en el autobús, hasta un pequeño embarcadero, donde nos esperaba un yate para ir aguas adentro, siempre cercano a la costa. El suelo del barco era de cristal así que pudimos ver diferentes arrecifes de coral de formas y colores variados. Una maravilla.
                                                                 

El arrecife de coral bordea toda la costa de Aqaba a lo largo de 25 km, hasta la frontera con Arabia Saudí. No hay arrecifes en alta mar.

El arrecife comienza literalmente en la orilla y se extiende como los dedos de la mano, formando cumbres y descensos bruscos.

Es un gran espectáculo que contemplamos mientras nuestro barco, que tenia el fondo de cristal, avanzaba lentamente. Los corales son de muchos colores, tanto se ven azules como rosas, no vimos rojos, pues esos están a mas profundidad y solo los pueden ver los buceadores; hay un gran diversidad biológica, con preciosos peces de colores, que nadan entre los corales.

El deporte del buceo está muy promocionado y extendido en Aqaba, donde hay muchas facilidades para su práctica.

Después de un buen rato de contemplar los peces y los corales como si de una película o documental se tratara, tuvimos otra diversión, que fue un baño en las tranquilas aguas del Golfo. Nos proporcionaron todo lo necesario para hacer snorkel, pero yo preferir nadar un rato.

Una vez en el barco, de nuevo, puso rumbo hacia un restaurante al aire libre donde nos esperaba un buffet muy parecido a los que venimos tomando en el resto del país. Lo que cambiaba y lo hacia agradable eran las vistas al mar, y a los montes de la Península del Sinai, que se veían en la lejanía.

Finalizada la comida volvimos al hotel y tras un pequeño descanso aprovechamos la estupenda oferta del hotel, con varias piscinas y también playa.
                                                                       

Yo elegí la playa donde disfrute de un tonificante baño, mientras mi marido opto por alguna de las  piscinas.

                                                                           
Después de tomar una copa en el pequeño bar, pasamos al bufet, en este caso esplendido, del hotel, donde tomamos nuestra última comida en Jordania, con un poco de pena de no haber tenido mas tiempo en Aqaba, que me pareció una etapa fantástica de nuestro viaje a Jordania.

Al día siguiente, sin tiempo para desayunar, nos trasladaron al pequeño aeropuerto de la ciudad y volvimos a Amman y de allí a casa.  

viernes, 29 de enero de 2016

Bacalao fresco al horno


Espectacular bacalao fresco al horno cubierto de una rica capa de mayonesa mezclada con pure de patata, que se pude hacerse tambien con otros pescados, lubina, merluza, etc.

Ingredientes
                                                       

3 lomos de bacalao sin espinas
1 patata de 300 g
75 g queso rallado
aceite de oliva
sal

Para la mayonesa

1 huevo
3 o 4 dientes de ajo
vinagre
250 ml de aeite de oliva
sal

Elaboración

Salpimentar los lomos de bacalao y colocarlos en una fuente para horno untada con aceite, y regarlos con aceite por encima.
                                                                       

Hornear a 180ºC durante 20 minutos, hasta que el bacalo este medio hecho. Retirar el exceso de aceite y jugo que suelta el bacalao y reservar.

Mientras cocer la patata pelada y troceada en agua fría, hasta que llegue a ebullición, durante 20 minutos y reducirla a puré.
                                                                   

Pasar la patata cocida por el pasapure y reservar.

Picar finamente los ajos. Ponerlos en el vaso de la batidora con el huevo. Añadir un chorro de vinagre, una pizca de sal y el aceite de oliva.

Poner la batidora en el fondo del vaso y batir sin moverla, hasta que empiece a formarse la emulsión, manera eficaz de que no se corte. Seguidamente mover la batidora poco a poco hasta que quede completamente ligada.
                                                         

Mezclar el puré de patata con la mayonesa para que quede una masa homogenea.
                                                                               

Cubrir con ella el bacalao, espolvorear el queso rallado por encima y hornear durante otros 15 minutos mas para que el bacalao se termine de hacer y se vea la superficie gratinada.


Servir                                                                                  

viernes, 22 de enero de 2016

5º día en Jordania: Pequeña Petra y desierto de Wadi Rum

                                                                       

Después de descansar en el mismo hotel de Wadi Musa, salimos tras el desayuno, para seguir conociendo la zona, pues aun quedaba otra joya nabatea que explorar, bueno, una joyita, pues la "Pequeña Petra". podíamos decir, que es la hermana menor de Petra, tanto por estar excavada en la roca, como por que sus construcciones son bastante similares a las de Petra, era nuestra primer parada del día.

La Pequeña Petra está a unos 10 km de Wadi Musa en un paraje montañoso espectacular, en cuyas rocas y paredes se pueden ver tumbas aisladas o algún pequeño núcleo de construcciones excavadas en la montaña,
                                                                   

pero le pequeña Petra es algo mas que unas cuantas tumbas, en esta zona, como en Petra, hay restos arqueológicos de los asentamientos  mas antiguos de la humanidad, de 9.000 años a.C,. al menos.

Pero volviendo a Pequeña Petra, atravesamos, para llegar, un desfiladero mas corto que el Siq, pero aún mas angosto, de 1 m de anchura en algún tramo, a donde no llega el sol, y la temperatura es menor, llamado Siq al-Barid o "cañón frío", antes de llegar a donde se suceden residencias, almacenes, tumbas, canales de agua, cisternas, lo que fue un centro comercial importante y lugar de descanso para las caravanas de camellos que pasaban por Petra.
                                                                           

Allí los turistas no aparecen , o al menos no vimos ninguno mientras visitamos el lugar, era bastante temprano por la mañana y quizás llegaron mas tarde.

A ambos lados de cuando el desfiladero se ensancha, se ven las estancias y almacenes que ocupaban los caravaneros que allí se reposaban. En una de ellas, el triclinium (comedor)
                                                                       
                                                                         
 se conservan, en una esquina del techo, pinturas al fresco, únicas en toda la zona, un hallazgo muy importante, dada la escasez de frescos helenísticos.
                                                                           


                                                                         

                                                                           

Fue un equipo de arqueologos ingleses el que las descubrió y restauro entre 2.007 y 2.010, ocultas hasta entonces bajo una capa de hollín y suciedad.

En los frescos se pueden ver flores, pájaros, insectos, tres clases de vides diferentes, así como hiedra y enredaderas. Estas pinturas se asocian al culto de Dionisios, dios griego del vino, que cubrirían la bóveda, y las paredes de la estancia,

Una de las figuras mas destacadas es un niño alado (ver mas arriba), tocando una flauta, apoyado en una enredadera.

Tuvimos otro entretenimiento simpático en la Pequeña Petra; un grupito de niños de la zona. posiblemente beduinos, se pusieron a cantar folklore, y a moverse acompasadamente.

 Les aplaudimos y les dimos unas cuentas monedas.
                                                                     

Otro músico, este senior y solo, tocaba un instrumento a nuestro paso; también obtuvo unos cuantos euros.
                                                                       

Parece que el magnifico encuadre que ofrece la Pequeña Petra, mejor y mas genuino que los escenarios cinematográficos, es utilizado por el rey de Jordania, Abdulla II,  para obsequiar a algunos amigos y visitantes extranjeros con comidas, cenas y cócteles cuando así le place.

Abandonamos el lugar cuando ya empezaba a calentar demasiado el sol, atravesando el impresionante paisaje montañoso
                                                                                 

para dirigirnos a otra de las maravillas de Jordania, el desierto de Wadi Rum
                                                                                               

Wadi Rum o el Valle de la Luna es un valle desierto situado a 1.600 m sobre el nivel del mar, en una región montañosa de arena y piedra arenisca, cuyo punto mas elevado es el monte Jamal Umm al Dami, de 1.854 m., declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2.011.

El Wadi Rum ha estado habitado desde la prehistoria como muestran las inscripciones y figuras labradas en la piedra, pertenecientes a cultura talmúdica, anterior a la ocupación islámica.

Desde el año 2.007 viven en desierto varias tribus de beduinos.

Precisamente llegamos a un espacio, al lado de algunas de esas fantásticas montañas,  muy bien preparado, con toldos, sofás, mesas, donde comimos en  el correspondiente buffet, que acogimos con gusto.
                                                                   

Después de buen rato de descanso, subimos a unos cuantos coches todo terreno, conducidos por los beduinos, habitantes del lugar, en los cuales recorrimos una parte del desierto, ya que el paseo fue de mas de dos horas.

 Una excelente manera de verlo.

El desierto de Wadi Rum fue un lugar de paso de las caravanas de los nabateos, que conocían a la perfección los secretos del desierto, que guardaban con mucho celo.

Todas las caravanas procedentes de la India o China, repletas de mercancías como especias, sedas, perlas, incienso y marfil, y un sinfín de materias preciosas, debían atravesar este desierto por lo que los nabateos se convirtieron en los controladores del comercio entre Oriente y Occidente.

Durante la Rebelión Árabe de 1.917-18, el oficial del ejercito británico T. E. Lawrence, mas conocido como Lawrence de Arabia, que apoyaba al príncipe hachemita Feisal y combatía junto a él, con el objeto de desposeer al Imperio Otomano de sus dominios, utilizo Wadi Rum como base de operaciones, y fue así como entro en conocimiento del mundo occidental

Wadi Rum es uno, si no el más bello desierto del mundo; en palabras de un buen conocedor del mismo, Lawrence de Arabia,

"inmenso solitario... Como tocado por la mano de Dios"

Este inmenso paraje del sur de Jordania tiene un aspecto mágico: un enorme mar de arena salpicado de gigantes de piedra arenisca que cambian del amarillo al rojo, conforme avanza el día.

Entre dunas y paredes de granito, esculpidas por el sol y el viento, se siente uno como en otro mundo.

Subidos en el todoterreno visitamos los rincones mas espectaculares como el Puente de Piedra de Burdah, un arco de piedra tallado por el viento,
                                                                 

 los Siete Pilares de la Sabiduría, una inmensa mole de arenisca que domina el desierto, que toma su nombre del relato de Lawrence de Arabia,
                                                                           
                                                                 



los petroglifos del cañón de Khaz´ali, que proceden de la cultura tálmudica, anterior al Islam, tallados en la piedra hace mas de dos mil años
                                                                                 


Desde el 2.007 viven en Wadi Rum los beduinos de la tribu zalabia, que se encargan del turismo de la zona, tanto en la restauración, como del recorrido en jeep, como del folk.

Tuvimos ocasión de contemplar dos espectáculos protagonizados por estos beduinos. Durante una parada, uno de los conductores trepo como un gato por una pared de roca, hasta llegar muy arriba y quedar como suspendido en el aire.
                                                                   
                                                                 
El otro espectáculo se desarrollo en una tienda beduina, donde un grupo de músicos nos ofreció folk de la zona, mientras bebíamos té.
                                                                                 


Cuando salimos de la jaima, la luz del sol era la del ocaso, con la que las rocas tomaban un color rosado, que las favorecia.
                                                               

La conocida película "Lawrence de Arabia"(1.963) que presenta como un desinteresado aventurero a este militar británico, se rodó en Wadi Rum.

Nos fue señalado el lugar donde estaba acampada la producción de este film, dirigido por David Lean y protagonizado por el actor, ambos británicos, Peter O´Toole.
                                                               

Antes de dejar Wadi Rum vimos una reliquia, casi arqueologica, el tren de vía estrecha que instalaron los otomanos, para trasladar tropas durante la Rebelión Árabe.