lunes, 29 de abril de 2019

Falstaff en el Teatro Real de Madrid

                                                               

 El pasado 28 de abril, tuvimos ocasión de ver la opera Falstaff de G. Verdi, en el Teatro Real, el mismo día que se celebraron elecciones generales en España.

Hacia tiempo que no asistía a una opera de Verdi, así que mi expectación era grande, tanto por Verdi, como por la puesta en escena.

Giuseppe Verdi (1.813-1.901) fue el mas notable e influyente compositor de ópera italiana de su época, puente entre el bel canto de Rossini, Donizetti y  Bellini, y la corriente del verismo y Puccini, autor de alguno de los títulos mas populares del repertorio operístico.

El genial compositor fue un patriota en lo político, un experimentador en lo profesional, un hombre luchador y generoso que transmitió a través de su música no solo la belleza, sino las complejidades del alma humana

Nació el 10 de octubre de 1.813 en Le Roncole, Busetto, entonces parte del Ducado de Parma, que  pertenecía a Francia y que luego  paso a los Habsburgo, y mas tarde a los Borbones, para unirse en 1.860 al nuevo Reino de Italia. Una muestra de la convulsa historia de Europa a lo largo del
s. XIX.

En su pueblo recibió las primeras lecciones de música, para continuar con las mismas en Busetto.

Se convirtió en organista de su pueblo y luego, cuando tenia 19 años, se traslado a Milán, donde intento entrar en el Conservatorio de Música, sin conseguirlo.

La celebridad le llego con su tercera ópera Nabucco, cuando contaba con 29 años.

Falstaff fue la última obra compuesta por Verdi, su segunda comedia, dentro de su extensa producción, y su tercera ópera basada en dos obras del dramaturgo ingles William Shakespeare: "Las alegres comadres de Windsor" y "Enique IV".

Falstaff, pues, es una comedia lírica operística  con música de Giusseppe Verdi y libreto de Arrigo Boito, (1.842-1.918), poeta, narrador y compositor italiano, estrenada el 9 de febrero de 1.893 en el Teatro de la Scala de Milán.
                                                                         
                                                                 
En total Verdi trabajo durante tres años, para completar la ópera.

La noticia de que Verdi iba a componer otra opera fue recibida con entusiasmo en Italia, sin embargo, Falstaff no tuvo tanto éxito como otras obras del compositor. Para algunos era evidente que Falstaff carecía de melodías vigorosas, como ya había sucedido con los trabajos precedentes de Verdi.

Después de unas cuantas representaciones en Italia y otros países europeos, la obra cayó en el olvido hasta finales del s. XX, en que fue rescatada por el director Arturo Toscanini, y desde entonces es representada con frecuencia.

Hace diecisiete años que Falstaff no se veía en el Teatro Real. Esta nueva producción se ha hecho en colaboración con el Teatro de la Moneda de Bruselas, la Opera Nacional de Burdeos y la Tokio Nikikai Opera Fundation, teatros donde se podrá ver después del estreno en Madrid.

Antes de entrar en el argumento, tengo que mencionar el traslado que hace el escenógrafo, desde la época de Shakespeare a la actualidad, como por otro lado es habitual en nuestros días.

 Aunque el primitivo Falstaff es un aristócrata ingles, compañero de armas y aventuras del príncipe Hal, futuro Enrique IV de Inglaterra, es olvidado por este al llegar a rey.
                                                                               


Falstaff, viejo gordinflón arruinado, siempre metido en la taberna, rodeado de algunos "amigos", entregado a la bebida y a la gula, aunque intentando mantener cierta dignidad, tiene la idea de acabar con sus problemas económicos, seduciendo a alguna mujer rica, para quedarse con la fortuna de sus maridos; pone en marcha su plan enviando a dos matronas adineradas, sendas cartas de amor... idénticas.
                                                                 
 Las señoras que son amigas, se dan cuenta y deciden vengarse, sometiendo a Falstaff a una encerrona, organizada por las dos, la  hija de una de ellas y algún otro colaborador. Como es habitual en bastantes óperas se monta un gran lío.
                                                                           

Falstaff se ve burlado por unos y por otros y se derrumba, mientras reivindica su capacidad para el engaño, que ha sido imitada y desarrollada por sus, en principio, engañados.

Sobre la puesta en escena de Falstaff, hay, como suele acontecer hay opiniones dispares; obra del ya conocido en el Teatro Real, el escenógrafo francés Laurent Pelly (Paris, 1.962), por la dirección de  "La fille du regiment", "Hansel y Gretel" y "El gallo de oro", de las cuales he visto la primera y la última, y que en su momento, me gustaron.

En esta ocasión, tanto la ambientación, trasladada desde el s. XV, la época del rey Enrique o el s. XVI cuando escribió la obra, en que está inspirada, Shakespeare, hasta nuestros días; de vez en cuando se oyen anacronismos tales como hablar del miriñaque de las damas y otros mas.

Como ya he comentado mas arriba, no estoy de cuerdo en la, podemos decir, actualizacion de las óperas, practica habitual ahora, que desvirtúan no solo el relato, sino la intención del autor. Supongo que consideraciones como el gasto de la producción y, porque no decirlo un cierto esnobismo e imitación o seguimiento de lo que han hecho otros y famosos directores de escena, cuenta para esta practica.

El caso es que Falstaf transcurre en un bar de mala muerte, en lo que podría ser un barrio de la periferia, y allí Pelly recurre a una realización tópica sin atisbo de imaginación, que por cierto había exhibido en El gallo de oro, y que resulta un tanto monótona y poco atractiva.
                                                                             
Mucho mejor es la dirección de orquesta del joven director italiano Daniele Rustione (Milán, 1.983) con una música limpia y expresiva, que se adecua perfectamente a los cantantes.
                                                                       
El barítono italiano Roberto de Candia, canta e interpreta a Falstaff de manera adecuada al personaje,
burlón, hedonista y al mismo tiempo digno.
                                                                                 

Tanto él como Simone Piazzola, también barítono italiano, que canta a Ford, son buenos cantantes y actores.

Los demás cantantes a la altura requerida y el excelente coro del Teatro Real tan bien como de costumbre

Una buena representación, a pesar de algunos de los inconvenientes que he citado.

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