viernes, 15 de mayo de 2020

XXI Exposisión Edades del Hombre en Toro, Zamora, visita a Toro


Después de un esplendido desayuno a la carta, recorrimos los ocho km que hay entre Valbusenda y Toro, disponiendo de un  hermoso día de finales del verano.

Sepamos algo de Toro, antes de adentrarnos en él.
                                                                     
La primera impresión que tuve fue la ausencia de carteles anunciadores del evento de varios meses, que se desarrollaba en la ciudad, la exposición XXI de las Edades del Hombre, que, en ediciones anteriores estaba anunciada por todos lados, tanto el cartel de la propia exposición, como las direcciones a seguir en el coche, hasta llegar a sus sedes.

Bien, la segunda impresión fue ver el balcón de la Casa Consistorial rodeado de una bandera de España, de la que colgaban trapos informes, del tipo de los que se  utilizan para la limpieza doméstica, afeándola e incluso, podíamos decir, faltando al respeto al símbolo por excelencia de todos los españoles. Bien, pues el origen estaba en  la naturaleza política del Ayuntamiento, en manos de la izquierda radical, que suele tener malas formas y mal gusto.

Una vez superado el primer el impacto visual de Toro en estos días, volvámonos hacia la historia y su gran patrimonio monumental.
                                                                                 

El municipio de Toro, situado al oeste de la provincia de Zamora, se encuentra en plena vega del Duero, y tiene cerca de 9.000 habitantes.

Es una de las localidades ribereñas del río Duero, que la atraviesa de este a oeste, situada sobre un cerro elevado de unos 100 m de altura, sobre la vega del Duero.

En Toro se produce la transición entre las llanuras cerealistas de Tierra de Campos y el relieve occidental montañoso, que culmina con cumbres de mas de 2.000 m

Sobre el nombre de la ciudad hay diversas hipótesis, una de ellas muy extendida y aceptada, es la existencia de un verraco o toro de piedra, del s. V a.C, que se encuentra a la entrada de Toro, junto al Arco de Santa Catalina.
                                                   

Una segunda hipótesis se basa en el nombre del general, político y cónsul romano durante dos legislaturas, en el 19 y en el 26 a.C., Tito Estatilio Tauro (80 a.C.-10) amigo del futuro emperador Octavio Cesar Augusto, con el que colaboro, en la guerra y en la paz, en numerosas ocasiones y que estuvo acampado en las inmediaciones de Toro.


 Poblada desde tiempos antiguos por los vacceos, tribu celtíbera a la cual se puede atribuir la escultura del verraco, no existen restos romanos en su ubicación actual; los restos arqueológicos romanos se encuentran en la pedanía de Tagarabuena a un km de Toro.

Las escasas huellas romanas, visigodas y musulmanas hacen suponer que la zona estuvo dentro del llamado Desierto del Duero, extenso terreno que fue lugar de razzias por parte de cristianos y musulmanes, y que estuvo deshabitada durante siglos.

Así, desde el abandono del primitivo castro vacceo, hasta la repoblación de finales del  s. IX, año 899, emprendida por el rey Alfonso III de Asturias, y que realizo su hijo, el entonces infante García, con astures, vascones y navarros del norte y mozárabes provenientes del sur,
                                                                 
Alfonso III y su esposa Jimena, Libro de los Testamentos, s. XII

no aparece la estructura primitiva de la ciudad, con algunos elementos significativos, como son el recinto amurallado y el alcázar.

La repoblación y la posición estratégica de Toro la convirtieron en imprescindible para la consolidación cristiana del norte del Duero.

Los siglos XII, XIII, XIV y XV fueron de gran desarrollo para Toro, tanto en lo político y económico, como en lo religioso y cultural, con la construcción entre otros monumentos, de la Colegiata de Santa María la Mayor, una de las sedes de la exposición de las Edades del Hombre, de la que hablare mas adelante.

En el s. XIII se promulgo el primer fuero de la villa, otorgado por Alfonso IX de León, y comenzaron las principales actividades económicas de Toro, como la horticultura y el viñedo.

El cambio de dinastía que significo la llegada de los Habsburgo al poder, no beneficio en nada a Toro, que tomo partido en contra y se implico en la Guerra de los Comuneros, y por ello, tras la victoria del rey, sufrió las consecuencias de la derrota de sus partidarios.

El s. XVI fue, por lo tanto, convulso  y aunque la economía siguió siendo próspera en Toro, auguro la decadencia que se avecinaba en el siguiente siglo.

La ciudad fue descrita en la novela picaresca "El donado hablador, vida y aventuras de Alonso, mozo de muchos amos" (1.624) del médico y escritor Jerónimo de Alcalá:

"En efecto, señor, puedo decir a vuesa merced que el Cielo en esta jornada tuve muy de mi parte, y con la posibilidad posible, llegue a la ciudad de Toro, una de las mejores que hay en Castilla la Vieja, abundante, rica, bien cercada, amable sitio, famosa por su caudaloso y soberbio río, con quien vienen acompañados otros seis, que todos siete fertilizan la tierra y dan gran número de pesca a los naturales y extranjeros; demás por la gran cosecha que tiene de pan y vino y tanta diversidad de frutas, conque provee a muchos lugares y ciudades del reino, tanta es la abundancia que en ella se coge."

Sin embargo fue en este s. XVII cuando empezó una cierta decadencia de Toro, aunque a lo largo del siglo la agricultura, de siempre el motor económico de la ciudad, permitió que se recuperara poco a poco la economía, con los viñedos y la producción de su apreciado vino. De esta época son el Ayuntamiento,
                                                                        
                                                                               

la emblemática Torre del reloj, y el Hospital de Nuestra Señora de las Angustias, además de otras obras públicas.

El s. XIX, que había empezado con buen pie. vio, en primer lugar, diversos episodios de la Guerra de Independencia contra Napoleón y sus ejércitos, que habían entrado en España con el argumento de que se dirigían a Portugal, para combatir con los ingleses, y que se quedaron en el país, y no solo en las cruentas batallas de la Guerra de la Independencia, sino saqueando, matando a civiles y destruyendo el Patrimonio nacional; en Toro el  2 de julio de 1.812 el ejercito de Napoleón, en su retirada definitiva, voló dos de los arcos del puente, para tratar de evitar el paso de las tropas liberadoras.
                                                                               

Una vez expulsado el invasor francés, llego la Desamortización de Mendizabal, con su secuela de destrucción de muchos bienes de la iglesia y otros, civiles, y dejando el país todavía en peor estado.

Sin embargo, y a pesar de todas estas catástrofes la bella ciudad de Toro, tanto histórica como cultural, ha conservado algunas joyas escogidas, como la Colegiata de Santa María la Mayor, entre otras, como he mencionado, una de las sedes de la exposición.

Hoy día, recuperada de los adversos avatares históricos, la base de su próspera economía, sigue siendo el sector primario, destacando sobre todo la actividad vitivinícola, con un excelente vino ahora con Denominación de Origen Toro, desde 1.987.

En el sector secundario destaca la industria agroalimentaria, principalmente las bodegas de vino y la industria azucarera, entre otras.

El origen del vino de Toro es prerromano; los romanos apreciaron este excelente vino y de él se escribió, por algunos de nuestros ilustres literatos, como el Arcipestre de Hita, Góngora, Quevedo, etc.

La variedad de uva es la Tinta de Toro, que madura temprano.
                                                                           

Llegamos a Toro de buena hora y después de aparcar el coche y pasear por el casco histórico, con la emblemática Torre del Reloj o Arco del Reloj, que data del s. XVIII, 1.719, edificada durante el reinado de Felipe V y situada en la Plaza Mayor; se encuentra ubicada a la entrada del antiguo mercado, que cercaba el primer recinto amurallado de la ciudad, y que, debido a su altura, se divisa desde cualquier punto de la misma.


Construida con sillería y de planta cuadrada, es una imagen muy característica de la ciudad; el diseño de la torre se atribuye a Joaquín Churriguera (1.674-1.724) arquitecto español, miembro de una familia de arquitectos y retablistas barrocos.

Seguidamente nos llegamos hasta la Colegiata de Santa María la Mayor, uno de los mas importantes monumentos no solo de Toro, sino de España. Declarada Monumento Nacional en 1.892.
                                                             

Este impresionante templo fue construido entre los s.s. XII y XIII, en estilo tardorrománico, inspirada por la catedral de Zamora, y que a su vez influyo en el diseño de otras catedrales.

Destacan, dentro de su espectacularidad, su maravillosa portada septentrional, una de las mas decoradas entre las iglesias de los s.s. XII y XIII y que es ya gótica, el Pórtico de la Majestad, que conserva su policromía original, casi intacta.
                                                           


y el cimborrio, que sigue el modelo de la catedral de Zamora, y de la catedral Vieja de Salamanca, llamados en su conjunto los Cimborrios del Duero.


En un periodo de construcción tan extenso tuvieron que intervenir dos arquitectos, que emplearon materiales y técnicas diferentes, como se puede ver en la primera fase en la que se uso piedra caliza gris claro, y la segunda fase en la que se utilizo piedra arenisca de color rojizo.

Bien, pues ya estábamos en la Colegiata dispuestos a visitarla, pero como este capítulo ha resultado tan largo, dejare para el próximo, el también largo relato de la exposición .

No hay comentarios:

Publicar un comentario