lunes, 8 de julio de 2019

Lanzarote, capítulo 5. Tías, Playa Blanca

                                                                           

Nuestra excursión de hoy nos llevo desde Costa Teguise a Tías y Playa Blanca., dos enclaves con antigüedad e historia diferentes, pero con similar economía con el desarrollo del turismo.

Tías, que está mas o menos a la mitad del recorrido de 42 km desde Costa Teguise a Playa Blanca, surge en la Historia a partir de las erupciones del volcán Timanfaya que se produjeron entre 1.730-36, cuando los habitantes de las aldeas sepultadas, cercanas al volcán, se trasladaron  a esta zona.

Este curioso nombre, que antes fue Las tías de Fajardo, según el escritor local Agustín de la Hoz, se puso en honor de dos matronas del antiguo señorío, solteras y parientes de don Alonso Fajardo, nombrado en 1.495 por los Reyes Católicos Gobernador de Gran Canaria, aunque Lanzarote siguió siendo propiedad de don Agustín de Herrera y Rojas, marques y conde de Lanzarote, aunque hay serias dudas de la existencia y relación del apellido Fajardo, con Lanzarote, desde el s. XV, hasta hoy día.

Otro posible origen del nombre de Tías, sea un topónimo aborigen que podría significar camino, aldea o caserío.

En 1.796 se crea la parroquia de Nuestra Señora de Candelaria y tres años mas tarde, en 1.799, Tías se constituye en Ayuntamiento.

Entonces su economía estaba basada en la ganadería, la agricultura y algo de pesca, situación que cambio completamente a mediados del s. XX, cuando, a partir de 1965 comienza el desarrollo turístico, que tiene como uno de los principales núcleos turísticos de la isla, Puerto del Carmen.

El núcleo original de Tías se encuentra en una suave ladera del volcán Montaña Blanca, algo alejado de la costa, de la que dista 4 km.
                                                                       

Uno de sus mas ilustres residentes fue  José Saramago (1.922-2010) escritor portugués, premio Nobel de Literatura en 1.988, que se instalo en Tías en 1.993, en cuya localidad falleció en 2010.
                                                               

En Tías escribió "Ensayo sobre la ceguera" en 1.995, y sus mas de ocho obras a partir de ese año.

Tías lo ha homenajeado con una colosal escultura de acero de casi 5m, en la glorieta que da acceso a A Casa José Saramago, sede de la Fundación José Saramago, en Lanzarote. inaugurada en 2.013.

Recorrimos, pues, la carretera que va por la costa, pasando cerca de Arrecife, de Puerto del Carmen y las playas. Luego la autopista se adentra en el interior hasta llegar al final de la isla, donde se encuentra el núcleo turístico  Playa Blanca.

Playa Blanca pertenece al municipio de Yaiza, y esta situada al sur de la isla; actualmente cuenta con unos 12.000 habitantes.

En el s. XIX se fue formando en ese lugar un pequeño pueblo de pescadores, que tomo el nombre de Playa Blanca, hasta que en 1.970 acudieron los primeros turistas. Desde entonces Playa Blanca ha tenido un crecimiento vertiginoso, convirtiéndose en un importante núcleo turístico, el tercero en importancia de la isla, debido a sus playas de fina arena blanca, sus aguas cristalinas, su buen clima y su excelente oferta de servicios, tanto en alojamiento, gastronomía, deportes, con su puerto deportivo, y de entretenimientos variados.

Al llegar a Playa  Blanca comimos en una agradable tasca, en el centro del pueblo y enfrente de la iglesia parroquial, de nueva factura, ya que su construccion data de 1.965, dedicada a Nuestra Señora del Carmen, con portada de piedra de Lanzarote, patrona de los marineros, como no podía ser de otra manera, recuerdo de los orígenes del lugar.
                                                                             

Después de un corto paseo hasta el mar, nos sentamos un buen rato en una de las terrazas, del Paseo Marítimo, con una preciosa vista de la playa, del mar y
                                                                   

de la algo lejana isla de Lobos en Fuerteventura, cuya silueta se dibujada en el horizonte.
                                                                                   
                                                                                     
Luego emprendimos el regreso a Costa Teguise, nuestra base.

lunes, 1 de julio de 2019

Tarta de cerezas

                                                                                             

Estamos en pleno momento de este delicioso fruto; las cerezas las tomamos con frecuencia como postre, pero, además, se pueden confeccionar con ellas ricas tartas, como esta que os propongo, una combinación de bizcocho, crema y cerezas, una mezcla muy conseguida.

Ingredientes

Para el bizcocho
                                                       

250 g de harina integral
1 cucharada de levadura royal
150 g de azúcar
1 cucharadita de bicarbonato sódico
220 cc de leche
120 cc de aceite
ralladura de limón
1 limón
1 cucharadita de canela en polvo
30 de pipas de girasol
3 gotas de esencia de vainilla
200 g de cerezas
un poco de harina

Para la crema
                                       

125 g de mantequilla
75 g de azúcar glas
3 gotas de esencia de vainilla
1 limón

Decoración al gusto, con cerezas, flores  hojas

Elaboración

Para el bizcocho

Precalentar el horno a 180ºC.

Engrasar dos moldes redondos de 20 cm. y espolvorearlos con harina

Tamizar la harina, la levadura en polvo y el bicarbonato sódico juntos.

Agregar la leche, el aceite, la ralladura de limón y el zumo del limón, la canela, las pipas de girasol y el extracto de vainilla y mezclar todo bien.
                                                 

Añadir las cerezas sin hueso, espolvoreadas con harina.
                                         
Verte la mezcla en los moldes preparados y hornear a 180ºC durante entre 30 y 35 minutos, hasta que al introducir una aguja de hacer punto, salga limpia.
                                                                       


Para la crema
                                       

Batir la mantequilla blanda, el azúcar glas, la esencia de vainilla y el zumo de limón, hasta que la mezcla esté suave y esponjosa,

Colocar la mitad de la crema entre los dos bizcochos y la otra mitad encima del bizcocho superior.
                                                                 
 
Dejar reposar la tarta en la nevera al menos unos 30 minutos.
                                                                 

Decorar 
                                                                                       

lunes, 29 de abril de 2019

Falstaff en el Teatro Real de Madrid

                                                               

 El pasado 28 de abril, tuvimos ocasión de ver la opera Falstaff de G. Verdi, en el Teatro Real, el mismo día que se celebraron elecciones generales en España.

Hacia tiempo que no asistía a una opera de Verdi, así que mi expectación era grande, tanto por Verdi, como por la puesta en escena.

Giuseppe Verdi (1.813-1.901) fue el mas notable e influyente compositor de ópera italiana de su época, puente entre el bel canto de Rossini, Donizetti y  Bellini, y la corriente del verismo y Puccini, autor de alguno de los títulos mas populares del repertorio operístico.

El genial compositor fue un patriota en lo político, un experimentador en lo profesional, un hombre luchador y generoso que transmitió a través de su música no solo la belleza, sino las complejidades del alma humana

Nació el 10 de octubre de 1.813 en Le Roncole, Busetto, entonces parte del Ducado de Parma, que  pertenecía a Francia y que luego  paso a los Habsburgo, y mas tarde a los Borbones, para unirse en 1.860 al nuevo Reino de Italia. Una muestra de la convulsa historia de Europa a lo largo del
s. XIX.

En su pueblo recibió las primeras lecciones de música, para continuar con las mismas en Busetto.

Se convirtió en organista de su pueblo y luego, cuando tenia 19 años, se traslado a Milán, donde intento entrar en el Conservatorio de Música, sin conseguirlo.

La celebridad le llego con su tercera ópera Nabucco, cuando contaba con 29 años.

Falstaff fue la última obra compuesta por Verdi, su segunda comedia, dentro de su extensa producción, y su tercera ópera basada en dos obras del dramaturgo ingles William Shakespeare: "Las alegres comadres de Windsor" y "Enique IV".

Falstaff, pues, es una comedia lírica operística  con música de Giusseppe Verdi y libreto de Arrigo Boito, (1.842-1.918), poeta, narrador y compositor italiano, estrenada el 9 de febrero de 1.893 en el Teatro de la Scala de Milán.
                                                                         
                                                                 
En total Verdi trabajo durante tres años, para completar la ópera.

La noticia de que Verdi iba a componer otra opera fue recibida con entusiasmo en Italia, sin embargo, Falstaff no tuvo tanto éxito como otras obras del compositor. Para algunos era evidente que Falstaff carecía de melodías vigorosas, como ya había sucedido con los trabajos precedentes de Verdi.

Después de unas cuantas representaciones en Italia y otros países europeos, la obra cayó en el olvido hasta finales del s. XX, en que fue rescatada por el director Arturo Toscanini, y desde entonces es representada con frecuencia.

Hace diecisiete años que Falstaff no se veía en el Teatro Real. Esta nueva producción se ha hecho en colaboración con el Teatro de la Moneda de Bruselas, la Opera Nacional de Burdeos y la Tokio Nikikai Opera Fundation, teatros donde se podrá ver después del estreno en Madrid.

Antes de entrar en el argumento, tengo que mencionar el traslado que hace el escenógrafo, desde la época de Shakespeare a la actualidad, como por otro lado es habitual en nuestros días.

 Aunque el primitivo Falstaff es un aristócrata ingles, compañero de armas y aventuras del príncipe Hal, futuro Enrique IV de Inglaterra, es olvidado por este al llegar a rey.
                                                                               


Falstaff, viejo gordinflón arruinado, siempre metido en la taberna, rodeado de algunos "amigos", entregado a la bebida y a la gula, aunque intentando mantener cierta dignidad, tiene la idea de acabar con sus problemas económicos, seduciendo a alguna mujer rica, para quedarse con la fortuna de sus maridos; pone en marcha su plan enviando a dos matronas adineradas, sendas cartas de amor... idénticas.
                                                                 
 Las señoras que son amigas, se dan cuenta y deciden vengarse, sometiendo a Falstaff a una encerrona, organizada por las dos, la  hija de una de ellas y algún otro colaborador. Como es habitual en bastantes óperas se monta un gran lío.
                                                                           

Falstaff se ve burlado por unos y por otros y se derrumba, mientras reivindica su capacidad para el engaño, que ha sido imitada y desarrollada por sus, en principio, engañados.

Sobre la puesta en escena de Falstaff, hay, como suele acontecer hay opiniones dispares; obra del ya conocido en el Teatro Real, el escenógrafo francés Laurent Pelly (Paris, 1.962), por la dirección de  "La fille du regiment", "Hansel y Gretel" y "El gallo de oro", de las cuales he visto la primera y la última, y que en su momento, me gustaron.

En esta ocasión, tanto la ambientación, trasladada desde el s. XV, la época del rey Enrique o el s. XVI cuando escribió la obra, en que está inspirada, Shakespeare, hasta nuestros días; de vez en cuando se oyen anacronismos tales como hablar del miriñaque de las damas y otros mas.

Como ya he comentado mas arriba, no estoy de cuerdo en la, podemos decir, actualizacion de las óperas, practica habitual ahora, que desvirtúan no solo el relato, sino la intención del autor. Supongo que consideraciones como el gasto de la producción y, porque no decirlo un cierto esnobismo e imitación o seguimiento de lo que han hecho otros y famosos directores de escena, cuenta para esta practica.

El caso es que Falstaf transcurre en un bar de mala muerte, en lo que podría ser un barrio de la periferia, y allí Pelly recurre a una realización tópica sin atisbo de imaginación, que por cierto había exhibido en El gallo de oro, y que resulta un tanto monótona y poco atractiva.
                                                                             
Mucho mejor es la dirección de orquesta del joven director italiano Daniele Rustione (Milán, 1.983) con una música limpia y expresiva, que se adecua perfectamente a los cantantes.
                                                                       
El barítono italiano Roberto de Candia, canta e interpreta a Falstaff de manera adecuada al personaje,
burlón, hedonista y al mismo tiempo digno.
                                                                                 

Tanto él como Simone Piazzola, también barítono italiano, que canta a Ford, son buenos cantantes y actores.

Los demás cantantes a la altura requerida y el excelente coro del Teatro Real tan bien como de costumbre

Una buena representación, a pesar de algunos de los inconvenientes que he citado.