domingo, 15 de septiembre de 2019

Una semana recorriendo Cantabria y Asturias, 1er dia, de Cicera al desfiladero de la Hermida

                                                         

En el verano de hace tres años hicimos una semana de senderismo entre Cantabria y Asturias, provincias limítrofes, que fue muy bonita y muy entretenida y a veces exigente. El grupo venia de Tenerife, y varios de entre ellos no habían estado nunca en el Norte de nuestro país y, por lo que me pareció, quedaron admirados y encantados. Veamos como puedo contar, lo mas posible, de lo que vimos, recorrimos y vivimos.

El primer día y todos los demás fueron intensos, con una combinación de naturaleza, caminata, arte y  gastronomía, muy bien pensada.

Después de un buen desayuno en el hotel de Unquera que fue nuestra base durante toda la semana, y en el que no faltaron las ricas "corbatas de Unquera", que la han hecho famosa, fuimos en bus hasta un pequeño pueblo Cicera, unos tres cuartos de hora, y comenzamos  una caminata entre Cicera y el desfiladero de la Hermida, monte a través.

Cicera es un pequeño pueblo, lugar de paso de varias rutas, rodeado de montañas que forman parte de Peña Sacra, por el que pasa el río Cicera, practicamente un arroyo, afluente del río Deva.
                                                                         







 Antes de emprender la ruta nos detuvimos en uno de sus "monumentos" de la zona, situado entre los pueblos de Cicera y Piñeres en lo alto del monte Jocarzu, de 770 msnm, la ermita de Santa Catalina, de propiedad privada, una pequeña construcción rustica, bien conservada que puede datar de los s.s. XVII o XVIII, aunque no se tiene certeza documental sobre ello, restaurada en diversas ocasiones en los s.s. XIX y XX.
                                                                     

                                                                       

Desde esta ermita caminamos hasta el desfiladero de la Hermida, situado a mas de 12 km de Cicera, distancia asumible para un grupo de avezados senderistas.


El escarpado Desfiladero de la Hermida, de 21 km de largo, que transcurre paralelo al cauce del río Deva, es un autentico espectáculo paisajístico. Nosotros no lo recorrimos enteramente, solo unos 12 km, ya que veníamos de Cicera, pero ese trecho lo disfrutamos. Magníficos paisajes, tremendas simas, altas montañas y escarpadas peñas, que cierran el desfiladero, y algunas cuevas, el río en su cauce y algún rato, un tramo del camino, digamos,tranquilo  .
                                                                       




Por el estrecho desfiladero transcurre la carretera N-621, único acceso rodado que comunica el valle con el mar Cantábrico y que lleva a Unquera, Lebeña y Potes, capital del valle de Liebana, y nuestro siguiente destino.

En efecto, se acercaba la hora de comer, comida que íbamos a hacer en Potes.

Había sido una mañana densa; dejo la tarde, igual o mas atareada, para el siguiente capítulo.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Crema de calabacin con picatostes

                                                                               

Receta tradicional para comer sano, que se adapta a todas las estaciones del año y muy fácil de hacer, se puede completar con picatostes, como la que os presento o tomar fría, cuando hace calor.

Ingredientes

                                                                           
                                                 
1 k de calabacines
1 cebolla
2 patatas
4 rebanadas de pan seco
Aceite de oliva
2 quesitos en porciones
Sal
Pimienta


Elaboración


Lavar los calabacines , trocearlos y reservar.
                                         

Pelar y trocear la cebolla y las patatas.
                                                                       


Por un lado calentar 1 l de agua en una olla.

Mientras tanto poner 2 cucharadas de aceite en una cazuela y freír la cebolla durante 4 minutos; añadir la patata y el calabacín; verter el agua caliente hasta cubrir a los vegetales.

Cocer todo durante 20 minutos.

Corta las rebanadas de pan en cuadritos y freírlas en una sartén por tandas, hasta que estén doradas. Sacar con la espumadera y dejar reposar en un plato con papel absorbente.

Antes de triturar las verduras añadir el queso cremoso, y salpimentar.

                                                               
Para servir, en cada plato o bol echar por encima una cucharada de aceite de oliva virgen crudo y y algunos picatostes fritos.
                                                                               

domingo, 1 de septiembre de 2019

Soria


Con motivo de un viaje a Borja (Zaragoza) para asistir a una fiesta familiar, atravesamos desde Asturias a Aragón, con parada en Lerma para dormir, y parada en Soria para comer.

La carretera que recorrimos desde Lerma a Soria está jalonada de bosques, que se corresponden con una parte de sierra, muy bonita de ver.

Siendo Soria un lugar para recordar, y visitándola por tercera vez, pero sin haberla conocido demasiado, decidimos dedicarle un rato de esa mañana.

Sepamos algo de ella antes de recorrerla un poco.

El conjunto natural que forma esta ciudad tiene atrayentes imágenes históricas y culturales.

Soria, capital de la provincia del mismo nombre, tiene algo menos de 40.000 habitantes; situada 1.116 de altitud sobre el nivel del mar, es la segunda ciudad mas alta de las capitales de provincia, después de Ávila. Su altitud y su situación geográfica determinan su clima oceánico, con inviernos largos y fríos, y veranos calurosos y cortos.

El municipio se encuentra en las orillas del río Duero, en su curso alto, sobre las estribaciones del Sistema Ibérico. Soria se extiende sobre dos cerros, el cerro del Castillo y el cerro del Mirón, y la cañada que los separa, en la margen derecha del Duero.
                                                             

 En cuanto al nombre de Soria, hay diversas teorías sobre el mismo, alguna de las cuales tiene mas de leyenda y fantasía, que de realidad, y entre las cuales he elegido, sin información propia alguna, la de la gran piedra con una S que descubrió Alfonso VII (1.105-1.157), el Batallador, cuando reconquisto y reedifico Soria, S que se añadió al nombre de Oria, castillo que hubo en Numancia, y que juntas dan Soria.

Sea esto verosímil o no, Soria tuvo una gran importancia durante la Edad Media, sin que haya datos de ocupación romana o visigoda antes de la invasión musulmana.

Durante las primeras décadas del s. XI los territorios donde se encuentra Soria, fueron repoblándose de manera continuada. El rey Alfonso I de Aragón (1.073-1.134) afianzo la población de Soria, que se convirtió en una importante villa.

Tras disputas entre los reyes de Aragón, de León y de Castilla, Alfonso VII el Emperador 
(1.105-1.157),  la recupero para el reino de Castilla. Su nieto Alfonso VIII de Castilla, el de Las Navas (1.155-1.214) tuvo siempre predilección por Soria, donde había vivido cuando era niño, y donde los sorianos lo habían protegido de su tío Fernando II de León, para que no cayera en sus manos, lo cual le dio el poder efectivo del reino castellano.

Diferentes episodios, batallas, como la derrota de Alarcos frente a los moros, la intentona de hacerse de nuevo con estos territorios por parte de Sancho de Navarra, y la recuperación posterior después de la cual, cuando Alfonso VIII le concede el Fuero Exento, Soria recupera su esplendor.

En el s. XV, tras la unión de los reinos de Navarra, Aragón y Castilla por los Reyes Católicos, Soria pierde su valor estratégico y comienza su declive, que continua durante la Edad Moderna.

La decadencia de Soria, pues, continuo en los siglos XVI y XVII, hasta el comienzo de su recuperación en el s. XVIII, como en general, en toda España.

A comienzos del s. XVIII durante la Guerra de Sucesión, en la que Soria tomo el partido borbónico y apoyo a Felipe V, recupero su importancia, estratégico-militar, durante un tiempo.

Tras la invasión napoleónica de 1.808, Soria se unió a la lucha contra el ejercito invasor, que provoco la toma de la ciudad por las tropas francesas del Mariscal Ney, que produjo tres días de saqueo y destrucción. En 1.812 el general José Joaquín Durán, héroe de la Guerra de la Independencia, reconquisto la ciudad de Soria.

La Guerra de la Independencia supuso, también, grandes daños económicos para Soria, y hubo de esperar a la segunda mitad del s. XIX, para que la ciudad recobrara sus índices de población y riqueza.

Después de la muerte de Fernando VII, Soria se unió al bando carlista.

El s. XX no fue mas tranquilo que el anterior, y los conflictos políticos y sociales condujeron a la Guerra Civil de 1.936-39.

En la actualidad Soria es una pequeña y tranquila ciudad, que conserva mucho de su carácter histórico y medieval, con rincones que han seducido a viajeros de todos los tiempos, así como a poetas y escritores, en las Leyendas de Gustavo Adolfo Becquer, en los versos de Antonio Machado y Gerardo Diego o de Ángela Figueroa Aymerich, incluso ha servido de inspiración para el grupo de pop-rock español Gabinete Caligari, que compuso la canción Camino de Soria (1.987), homenaje a esas tierras castellanas.

Dado que su desarrollo se produjo en los siglos de la Reconquista y de la repoblación del territorio, el arte románico impera en toda la ciudad.

En el s. XIII, la ciudad contó con 35 parroquias, todas románicas, muchas de las cuales fueron reformadas en siglos posteriores, y muchas de ellas desaparecieron, o solo se conservan restos, como muros y algún otro elemento.

Debido al poco tiempo del que disponíamos, solo pasamos, sin entrar, por delante de Santa María la Mayor, construida sobre la antigua iglesia de San Gil, de la que conservan algunos elementos del románico, una austera portada y tres cuerpos de la torre, habiéndose reformado el interior, con la construcción de la capilla mayor y el ábside tardo-gótico.
                                                           

Delante de esta iglesia se encuentran las esculturas de Antonio Machado y de su esposa soriana Leonor Izquierdo, fallecida a los tres años de su matrimonio con 18 años, que fue el gran amor de su vida y cuya desaparición sumió al poeta en una honda tristeza.
                                                           

Mas adelante y ya en la Plaza Mayor, donde desemboca la calle Collado, una de las mas concurridas y comerciales de la ciudad, con edificios destacados de la plaza, encontramos otros monumentos además de la iglesia de Santa María  la Mayor, como son la antigua casa del Común, la torre de doña Urraca, el palacio de la Audiencia y la Fuente de los Leones.


 En ella elegimos una buena terraza entre las varias que había, para descansar y comer algo; probamos una de las especialidades gastronómicas de Soria: torreznos, que precisamente me gustan mucho, y alguna otra cosa.

Seguidamente y sin tiempo para detenernos mas, montamos en el coche y seguimos viaje hasta llegar a Borja.